Antología de Textos

VIDA SOBRENATURAL

1. El cristiano recibió en el Bautismo el don de la gracia santificante, que le hace participar de la naturaleza divina y le capacita para obrar de un modo divino. Esta vida divina en el alma, como la vida natural, está destinada a crecer mediante la oración, los sacramentos y el ejercicio de las virtudes sobrenaturales.
La vida cristiana no es solo una lucha contra el pecado, no es algo negativo, se ha de centrar en Jesucristo, que nos comprende por ser nuestro amigo, que conoce nuestras preocupaciones, nuestras necesidades, nuestros sentimientos, pues Él los ha tenido también por su naturaleza humana.
Jesucristo se ha hecho hombre, se ha hecho como nosotros para ser Camino, Verdad y Vida. La Santísima Humanidad del Señor es camino seguro. Se ha encarnado para que, conociéndole a Él, podamos conocer al Padre. El abismo que había entre Dios y los hombres lo ha convertido Jesucristo en una pendiente suave que nos lleva hasta el amor de Dios. "Por la debilidad de la mente humana, y del mismo modo que necesita ser conducida al conocimiento de las cosas divinas, así también necesita ser llevado al amor, como de la mano, por medio de algunas cosas sensibles que nos sean fácilmente conocidas. Y entre ellas, la principal es la Humanidad de Cristo..." (SANTO TOMAS, S.Th. II-II, q. 82, a. 3 ad 2).
El amor infinito de Dios se ha hecho visible en la Encarnación del Verbo. Dios ha venido a nosotros ya que nosotros no podíamos ir a Él.
De esa vida sobrenatural en nosotros serán fruto las obras buenas, los actos de amor, la capacidad de santificar el trabajo, la caridad. Es en la unión con Dios donde el cristiano encuentra las fuerzas y la eficacia de los buenos frutos: Yo soy la vid-dice el Señor-, y vosotros los sarmientos; quien está unido conmigo, y yo con él, ese da mucho puto, porque sin mí no podéis hacer nada (Jn 15, 5). "Los sarmientos de la vid son de lo más despreciable si no están unidos a la cepa, y de lo más noble si lo están [...]. Si se cortan no sirven de nada ni para el viñador ni para el carpintero" (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 81).
2. La vida sobrenatural del cristiano exige siempre un progreso, estar abierto a nuevas gracias: correspondencia a las mociones del Espíritu Santo en el alma y lucha por recomenzar muchas veces.
Entre los obstáculos más claros de la vida sobrenatural del cristiano está en primer lugar la soberbia, que exige para nosotros lo que debe ser para Dios. Otras veces es el demonio quien con su actuación personal intenta separarnos de Dios. Sed sobrios y estad vigilantes-advertía S. Pedro-, porque vuestro enemigo el diablo anda girando como león rugiente alrededor de vosotros buscando a quien devorar (1P 5, 8). Son muchas las veces en las que el mismo ambiente es ocasión para que no andemos rectamente, o para el abandono de lo pequeño, para el desaliento, etc.
3. Sin embargo, siempre el cristiano tendrá las ayudas necesarias para vencer todos los obstáculos, pues siempre podrá decir con el salmista: el Señor anda solícito por mí (Sal 40, 18). Es más, la vida sobrenatural del cristiano necesita de contradicciones y obstáculos para crece- fuerte y robusta. De esas pruebas, el alma, con la ayuda del Señor, sale más humilde, purificada, llena de amor a Dios.
El progreso en la vida sobrenatural está íntimamente relacionado con la recepción de los sacramentos de la Confesión y de la Comunión: frecuentar estos sacramentos con una preparación cada vez más delicada y con un deseo más vivo es el mejor modo de avanzar en la vida interior.
Otro medio de valor extraordinario, y casi siempre imprescindible, es la dirección espiritual, puesto que uno no se ve bien a sí mismo y necesita que alguien le ayude en este trabajo de irse uniendo cada día más a Jesucristo.

Citas de la Sagrada Escritura

Respondió Jesús y le dijo: Quien bebe de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le diere no tendrá jamás sed; el agua que yo le de se liará en él una fuente que salte hasta la vida eterna. Jn 4, 13-14
Y ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi. Y aunque al presente vivo en carne, vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mi. Ga 2, 20
Os digo, pues: Andad en espíritu y no deis satisfacción a la concupiscencia de la carne. Porque la carne tiene tendencias contrarias a las del espíritu, y el espíritu tendencias contrarias a las de la carne, pues uno y otra se oponen de manera que no hagáis lo que queréis. Ga 5, 16-17
Y murió por todos para que los que viven no vivan ya para sí, sino para aquel que por ellos murió y resucitó. 2Co 5, 15
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no lleve fruto, lo cortará; y todo el que dé fruto, lo podará, para que dé más fruto. Jn 15, 1-2
Permaneced en mi y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto de si mismo si no permaneciere en la vid, tampoco vosotros si no permaneciereis en mí. Yo soy la vid. Vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque sin mino podéis hacer nada. Jn 15, 4-6
Sí permanecéis en mi y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que quisiereis, y se os dará. En esto será glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así seréis discípulos míos. Jn 15, 7-8
Por sus frutos los conoceréis. ¿Por ventura se recogen racimos de los espinos o higos de los abrojos? Todo árbol bueno da buenos frutos, y todo árbol malo da frutos malos. No puede árbol bueno dar malos frutos, ni árbol malo frutos buenos. El árbol que no da buenos frutos es cortado y arrojado al fuego. Por los frutos, pues, los conoceréis. Mt 7, 16-20
Aquel, pues, que escucha mis palabras y las pone por obra, será el varón prudente, que edífíca su casa sobre roca. Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa; pero no cayó, porque estaba fundada sobre roca. Mt 7, 24-25
El que halla su vida, la perderá, y el que la perdiere por amor de mi, la hallará. Mt 10, 39

Vida sobrenatural y deseos de Dios: Buscar a Dios

5316 Cuanto más conoce el alma a Dios, tanto más le crece el deseo de verlo y la pena de no verlo (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 6, 2).

5317 Todo amor o sube o baja. Con el buen amor nos elevamos a Dios, con el malo nos hundimos en el precipicio (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 122).

5318 En la fragua suelen echar agua para que el fuego se encienda y avive más. Esto hace el Señor con algunas de estas almas que tienen estas calmas de amor. Les da algunas señales de su excelencia para enfervorizarías más y así ir preparándolas para los regalos que después les quiere hacer (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 11, 1).

5319 Si dijeres basta, estás perdido. Ve siempre a más, camina siempre, progresa siempre. No permanezcas en el mismo sitio [...] (SAN AGUSTIN, Sermón 169).

5320 ¡Oh, Vida que la dais a todos!, no me neguéis a mi esta agua dulcísima que prometéis a los que la quieren. Yo la quiero, Señor, y la pido, y vengo a Vos; no os escondáis, Señor, de mi, pues sabéis mi necesidad y que es verdadera medicina del alma llagada por Vos. ¡Oh, Señor, qué de maneras de fuegos hay en esta vida! ¡Oh, con cuánta razón se ha de vivir con temor! Unos consumen el alma, otros la purifican, para que viva siempre gozando de Vos. ¡Oh, fuentes vivas de las llagas de mi Dios, cómo manaréis siempre con gran abundancia para nuestro mantenimiento y qué seguro irá por los peligros de esta miserable vida el que procurare sustentarse de este divino licor! (SANTA TERESA, Exclamaciones, 9).

La vida sobrenatural está destinada a crecer

5321 Hay quien no es capaz ni siquiera de cambiarse de sitio por Dios. Quisieran sentir gustos y consuelos de Dios sin hacer más esfuerzo que tragar lo que El les echa en la boca y gozar lo que les pone en el corazón sin mortificarse ellos en nada; sin dejar sus gustos, consuelos y veleidades. Pero esperan en vano. Porque mientras ellos no salgan a buscar a Dios, por mucho que le llamen, no le encontrarán (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 3, 2).

5322 Sin duda tenían fe los que dijeron: Señor, auméntanos la fe. Y mientras se vive aquí, ésta es la canción de todos los que avanzan (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 17).

5323 Se quedaron muy grabadas en mi cabeza de niño aquellas señales que, en las montañas de mi tierra, colocaban a los bordes de los caminos; me llamaron la atención unos palos altos, ordinariamente pintados de rojo. Me explicaron entonces que, cuando cae la nieve, y cubre senderos, sementeras y pastos, bosques, peñas y barrancos, esas estacas sobresalen como un punto de referencia seguro, para que todo el mundo sepa siempre por dónde va la ruta.
En la vida interior, sucede algo parecido (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 151).

5324 Por eso, en los momentos de nevada y de ventisca, unas prácticas piadosas sólidas –nada sentimentales–, bien arraigadas y ajustadas a las circunstancias propias de cada uno, serán como esos palos pintados de rojo, que continúan marcándonos el rumbo, hasta que el Señor decida que brille de nuevo el sol, se derritan los hielos, y el corazón vuelva a vibrar, encendido con un fuego que en realidad no estuvo apagado nunca: fue sólo rescoldo oculto por la ceniza de una temporada de prueba, o de menos empeño, o de escaso sacrificio (J. ESCRIVÁ DE BALACUER, Amigos de Dios, 151).

5325 Está claro que es menester trabajar mucho, y gran ayuda es tener altos pensamientos para esforzarnos a que lo sean nuestras obras (SANTA TERESA, C. de perfección, 4, 1).

5326 Según la capacidad que el vaso de la fe lleve a la fuente, así es su llenumbre (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 17).

5327 Toda la vida del buen cristiano es un santo deseo. Lo que deseas no lo ves todavía, mas por tu deseo te haces capaz de ser saciado cuando llegue el momento de la visión. Supón que quieres llenar una bolsa, y que conoces la abundancia de lo que van a darte; entonces tenderás la bolsa, el saco, el odre o lo que sea; sabes cuán grande es lo que has de meter dentro y ves que la bolsa es estrecha, y por esto ensanchas la boca de la bolsa para aumentar su capacidad. Así Dios, difiriendo su promesa, ensancha el deseo; con el deseo, ensancha el alma y, ensanchándola, la hace capaz de sus dones (SAN AGUSTÍN, Trat. sobre la 1ª carta de S. Juan).

5328 ¡Oh, vida, vida! ¿cómo puedes sustentarte estando ausente de tu vida? (SANTA TERESA, Exclamaciones, 1).

5329 Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti (SAN AGESTIN, Confesiones 1, 1).

Manifestaciones

5330 En la vida espiritual no hay una nueva época a la que llegar. Ya está todo dado en Cristo, que murió, y resucitó, y vive y permanece siempre. Pero hay que unirse a El por la fe, dejando que su vida se manifieste en nosotros, de manera que pueda decirse que cada cristiano es no ya alter Chrístus, sino ipse Christus, ¡el mismo Cristo! (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 104).

5331 El que quisiere ver cuánto ha aprovechado en este camino de Dios, mire cuánto crece cada día en humildad interior y exterior. ¿Cómo sufre las injusticias de los otros? ¿Cómo sabe dar pasada a las flaquezas ajenas? ¿Cómo acude a las necesidades de sus prójimos? ¿Cómo se compadece y no se indigna contra los defectos ajenos? ¿Cómo sabe esperar en Dios en el tiempo de la tribulación? ¿Cómo rige su lengua? ¿Cómo guarda su corazón? ¿Cómo trae domada su carne con todos sus apetitos y sentidos? ¿Cómo se sabe valer en las prosperidades y adversidades? ¿Cómo se repara y provee en todas las cosas con gravedad y discreción? Y, sobre todo esto, mire si está muerto el amor de la honra, y del regalo, y del mundo, y según lo que en esto hubiere aprovechado o desaprovechado, así se juzgue, y no según lo que siente o no siente de Dios (SAN PEDRO DE ALCÁNTARA, Trat. de la oración y meditación, 2, 5).

5331b Te falta vida interior: porque no llevas a la oración las preocupaciones de los tuyos y el proselitismo; porque no te esfuerzas en ver claro, en sacar propósitos concretos y en cumplirlos; porque no tienes visión sobrenatural en el estudio, en el trabajo, en tus conversaciones, en tu trato con los demás... -Qué tal andas de presencia de Dios, consecuencia y manifestación de tu oración?
(SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Surco, n. 447).

5332 Es como si Dios penetrase cada vez más profundamente en nuestra voluntad. (SANTO TOMÁS. S.Th. I-II, q. 2, a. 1 ad 3).

5333 Y así como hay cosas que ayudan a la devoción, así también hay cosas que la impiden, entre las cuales la primera son los pecados, no sólo los mortales sino también los veniales, porque éstos, aunque no quitan la caridad, quitan el fervor de la caridad, que es casi lo mismo que devoción; por donde es razón evitarlos con todo cuidado, ya que no fuese por el mal que nos hacen, a lo menos por el grande bien que nos impiden (SAN PEDRO ALCÁNTARA, Trat. de la oración y meditación, 2, 3).

5334 Tan sin peso es la carga de Cristo que, lejos de oprimir, alivia. No es al modo de las cargas que, por pesar poco, se dice no pesan nada; su peso tienen [...]. No es así la carga de Cristo, antes conviene que la lleves para ser aliviado, y más agobiado te verás cuando la dejes en el suelo. Miradlo en las aves. El ave lleva la carga de sus alas; observad que las pliega para descender a tierra, para descansar [...].
¿Piensas que está cargada? Quítale las alas, y caerá; cuando menos carga se le deje, menos volará. Te parecerá que es usar con ella de misericordia el quitarle ese peso de las alas; mas sí quieres hacerle favor, no se las quites, y si ya se las quitaste, deja que le vuelvan a crecer; así, creciendo en peso, alzará el vuelo sobre la tierra (SAN AGUSTÍN, Sermón 11).

5335 Tú, al que llenas de ti, lo elevas; mas, como yo aún no me he llenado de ti, soy todavía para mi mismo una carga (SAN AGUSTÍN. Confesiones, 10).

5336 Ha de hacer cuenta el que comienza, que comienza a hacer un huerto en tierra muy infructuosa, que lleva muy malas hierbas, para que se deleite el Señor. Su Majestad arranca las malas hierbas, y ha de plantar las buenas. Pues hagamos cuenta de que está ya hecho esto cuando se determina a tener oración un alma, y lo ha comenzado a usar. Y, con ayuda de Dios, hemos de procurar, como buenos hortelanos, que crezcan estas plantas y tener cuidado de regarías, para que no se pierdan, sino que vengan a echar flores que den de sí gran olor, para dar recreación a este Señor nuestro, y así se venga a deleitar muchas veces a esta huerta y a holgarse entre estas virtudes (SANTA TERESA, Vida, 11, 2).

5337 Si me preguntáis qué es lo más esencial en la religión y en la disciplina de Jesucristo, os responderé: lo primero la humildad, lo segundo la humildad y lo tercero la humildad (SAN AGUSTÍN, Epístola 118).

5338 Que nuestra vida tenga su centro en nuestro interior, donde Cristo habita (SAN BERNARDO, Sermón 5).

5339 Cada uno es lo que es su amor... ¿Amas la tierra? Te harás tierra. ¿Amas a Dios? Serás Dios (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 2).

5340 La fecunda vida cristiana reproduce de algún modo la "circulación" trinitaria: donde está una Persona están las otras dos. También el quehacer temporal, el apostólico, y el amor de Dios se reclaman mutuamente. Más aún: cuando esa unidad existe realmente, no se sabe con exactitud dónde empiezan y terminan el trabajo, el apostolado y la oración; todo es a la vez oración, trabajo y apostolado (J.M. PERO SANZ. El símbolo atanasiano, pp. 62-63).

5341 Distraerte. -¡Necesitas distraerte!... abriendo mucho tus ojos para que entren bien las imágenes de las cosas, o cerrándolos casi, por exigencia de tu miopía... ¡Ciérralos del todo!: ten vida interior, y verás, con color y relieve insospechados, las maravillas de un mundo mejor, de un mundo nuevo: y tratarás a Dios..., y conocerás tu miseria..., y te endiosarás... con un endiosamiento que, al acercarte a tu Padre, te hará más hermano de tus hermanos los hombres (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 283).

La vida sobrenatural del sacerdote

5342 Una contraposición entre el ministerio sacerdotal y la vida espiritual del sacerdote es falsa, y sólo puede proceder de no haber entendido rectamente una de las dos cosas, o las dos. Esa contraposición no se ha dado jamás en los sacerdotes santos, que han encontrado en el ejercicio del ministerio una exigencia de propia vida espiritual, y en esa vida espiritual un estimulo para el ministerio cultural y pastoral (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 120).

5342b Mediante la Ordenación (...) habéis recibido el mismo Espíritu de Cristo, que os hace semejantes a Él, para que podáis actuar en su nombre y vivir en vosotros sus mismos sentimientos. Esta íntima comunión con el Espíritu de Cristo, a la vez que garantiza la eficacia de la acción sacramental que realizáis "in persona Christi", debe expresarse también en el fervor de la oración, en la coherencia de vida, en la caridad pastoral de un ministerio dirigido incansablemente a la salvación de los hermanos. Requiere, en una palabra, vuestra santificación personal (JUAN PABLO II, Exhort. Apost. Pastores dabo vobis, 25-III-1992, n. 33).

5343 ¿Ejerces la cura de almas? No por ello olvides la cura de ti mismo, ni te entregues tan pródigamente a los demás que no quede para ti nada de ti mismo; porque es necesario, ciertamente, que te acuerdes de las almas a cuyo frente estás, pero no de manera que te olvides de ti (SAN CARLOS BORROMEO, Sermón con ocasión de su último sínodo).

5344 El ministerio rectamente ejercido –por ejemplo, la Misa bien celebrada, los Sacramentos bien administrados, la Palabra de Dios bien predicada, la caridad pastoral delicadamente vivida, etc.– fomenta la vida interior; y la vida interior bien encauzada dispone para el mejor ejercicio del ministerio; pero ni una ni otra cosa salen solas, las dos requieren atención, correspondencia a la gracia (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 121).

5345 Dice muy bien la Iglesia, refiriéndose a sus miembros enfermos: Me pusieron a guardar sus viñas; y mi viña, la mía, no la supe guardar. Elegidos como guardas de las viñas, no custodiamos ni tan sólo nuestra propia viña, sino que, entregándonos a cosas ajenas a nuestro oficio, descuidamos los deberes de nuestro ministerio (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).

La vida sobrenatural y los demás

5346 Sin una vida interior sólida, sin una auténtica unión con Jesucristo, sin piedad verdadera, no se puede ser apóstol. Para restaurar todas las cosas en Cristo por medio del apostolado es menester la gracia divina, y el apóstol no la recibe sí no está unido a Cristo. Todos los que participan del apostolado deben, por tanto, poseer la verdadera piedad (SAN PIO X, Carta, 11-6-1909).

5347 Recibe de Cristo, para que puedas hablar a los demás. Acoge en ti el agua de Cristo [...]. Llena, pues, de esta agua tu interior, para que la tierra de tu corazón quede humedecida y regada por sus propias fuentes (SAN AMBROSIO, Carta 2).

5348 Donde está la caridad, ¿qué puede faltar? Y donde ella no está, ¿qué puede aprovechar? (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 3).

5349 Es preciso que seas "hombre de Dios", hombre de vida interior, hombre de oración y sacrificio. -Tu apostolado debe ser una superabundancia de tu vida "para adentro" (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER Camino, 961).

5350 Todo el que quiere vivir tiene de dónde vivir y de qué vivir. Que venga y crea. Que se incorpore para ser vivificado, que no le atemorice la unión con los demás miembros. Que no sea un miembro gangrenado que haya que amputar, ni torcido, del que haya que avergonzarse. Que sea un miembro robusto, adaptado, sano. Que se abrace firmemente al cuerpo (SAN AGUSTÍN, Trat. Evang. S. Juan, 26).

5351 (El Bautista) [...] escuchaba en su interior la voz de la verdad para manifestar al exterior lo que oía (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 20 sobre los Evang.).

5352 Reina la concupiscencia carnal donde no hay caridad (SAN AGUSTÍN, Enquiridio, 117).

5353 No hay camino más sublime que el de la caridad, y por él sólo andan los humildes (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 141).

5354 Acá, estas dos cosas pide el Señor; amor a Su Majestad y al prójimo; es en lo que hemos de trabajar. Guardándolas con perfección, hacemos su voluntad, y así estaremos unidos con El [...]
La señal más cierta que –a mi parecer– hay de si guardamos estas dos cosas, es guardando bien la del amor del prójimo; porque sí amamos a Dios no se puede saber (aunque hay indicios grandes para entender que le amamos), mas el amor del prójimo, sí. Y estad ciertas que mientras más en éste os viereis aprovechadas, más lo estáis en el amor de Dios; porque es tan grande el que Su Majestad nos tiene, que en pago del que tenemos al prójimo hará que crezca el que tenemos a Su Majestad por mil maneras; en esto yo no puedo dudar [...] creo yo que, según es malo nuestro natural, que si no es naciendo de raíz del amor de Dios, no llegaremos a tener con perfección el del prójimo. (SANTA TERESA Las Moradas, 5, 3).