ÁNGELUS
Domingo 11 de enero de 2009

Queridos hermanos y hermanas:

En este domingo, que sigue a la solemnidad de la Epifanía, celebramos el Bautismo del Señor. Fue el primer acto de su vida pública, narrado en los cuatro evangelios. Al llegar a la edad de casi treinta años, Jesús dejó Nazaret, fue al río Jordán y, en medio de mucha gente, se hizo bautizar por Juan. El evangelista san Marcos escribe: "Apenas salió del agua, vio rasgarse el cielo y al Espíritu bajar hacia él como una paloma. Se oyó una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto"" (Mc 1, 10-11). En estas palabras: "Tú eres mi Hijo amado", se revela qué es la vida eterna: es la relación filial con Dios, tal como Jesús la vivió y nos la ha revelado y dado.

Esta mañana, según la tradición, en la capilla Sixtina administré el sacramento del Bautismo a trece recién nacidos. A los padres, a los padrinos y a las madrinas, el celebrante les pregunta habitualmente: "¿Qué pedís a la Iglesia de Dios para vuestros hijos?"; ante su respuesta: "El Bautismo", él añade: "Y el Bautismo, ¿qué os da?". "La vida eterna", responden. He aquí la realidad admirable: la persona humana, mediante el Bautismo, es introducida en la relación única y singular de Jesús con el Padre, de manera que las palabras que resonaron desde el cielo sobre el Hijo unigénito llegan a ser verdaderas para todo hombre y toda mujer que renace por el agua y por el Espíritu Santo: Tú eres mi hijo amado.

Queridos amigos, ¡qué grande es el don del Bautismo! Si nos diéramos plenamente cuenta de ello, nuestra vida se convertiría en un "gracias" continuo. ¡Qué alegría para los padres cristianos, que han visto nacer de su amor una nueva criatura, llevarla a la pila bautismal y verla renacer en el seno de la Iglesia a una vida que jamás tendrá fin! Don, alegría, pero también responsabilidad. En efecto, los padres, juntamente con los padrinos, deben educar a los hijos según el Evangelio. Esto me hace pensar en el tema del VI Encuentro mundial de las familias, que se celebrará en los próximos días en la ciudad de México: "La familia, formadora en los valores humanos y cristianos". Este gran meeting familiar, organizado por el Consejo pontificio para la familia, se desarrollará en tres momentos: primero, el Congreso teológico-pastoral, en el que se profundizará este tema, también mediante el intercambio de experiencias significativas; después, el momento de fiesta y de testimonio, que manifestará la belleza de encontrarse entre familias de todas las partes del mundo, unidas por la misma fe y el mismo compromiso; y por último, la solemne celebración eucarística, como acción de gracias al Señor por los dones del matrimonio, de la familia y de la vida. He encargado al cardenal secretario de Estado, Tarcisio Bertone, que me represente, pero yo mismo seguiré con viva participación este extraordinario acontecimiento, acompañándolo con mi oración e interviniendo en videoconferencia. Desde ahora, queridos hermanos y hermanas, os invito a implorar para este importante encuentro mundial de las familias la abundancia de las gracias divinas. Hagámoslo, invocando la intercesión materna de la Virgen María, Reina de la familia.