Caminar con Jesús


Nota del editor
Presentación


Adviento. Esperando al Señor
  1. El Señor nos espera en Belén, a pesar de nuestros defectos. Limpieza para recibirle en la Comunión eucarística (1.XII.88)
  2. El tiempo de Adviento nos empuja a salir al encuentro de Cristo, cuidando especialmente el dolor por nuestras faltas. Apostolado de la Confesión (1.XII.93)
  3. Difundir la doctrina de la Iglesia sobre el fin último del hombre, cuidando especialmente la formación de las conciencias (1.XI.93)
  4. El demonio trata de alejar a las almas de la consideración de su destino eterno. Recordar a los hombres, en nuestro apostolado, la realidad de los novísimos (1.XI.90)
  5. Comunión de los santos: unión con la Iglesia del Cielo y la del Purgatorio (1.XI.84)
  6. Sentido cristiano de la muerte. Urgencia de enfrentar a las almas con las verdades eternas (2.XI.85)
  7. Disponerse en el Adviento para recibir a Jesucristo en la Navidad, y cada día en la Eucaristía (1.XII.86)
  8. El Adviento y la Navidad ponen ante nuestros ojos la realidad de la filiación divina en Cristo (1.XII.84)
  9. El Adviento, tiempo de esperanza, impulsa a ser optimistas. Oración constante y esfuerzo diario por impregnar de espíritu cristiano el ambiente (1.XII.90)
  10. Pedir al Señor que no nos falte nunca el bien cristiano de la alegría en la vida corriente, que es fruto de salir al encuentro de Cristo (1.XII.92)
Navidad. Lecciones de Belén
  1. La recomendación de san Josemaría para la Navidad: «Estar siempre con los Tres» (8.XII.78)
  2. Recto uso de los bienes terrenos. Examen sobre el modo de vivir la virtud de la pobreza en medio del mundo (1.I.89)
  3. Renovar la urgencia del apostolado de la doctrina al comenzar el nuevo año (1.I.85)
  4. Responsabilidad de los padres y madres de familia en la recristianización de la vida familiar, presupuesto para alcanzar la paz (1.I.94)
  5. Renovación de los afanes de santidad personal y de apostolado, con ocasión del comienzo de año (1.I.86)
  6. La estrella de los Magos, imagen de la vocación cristiana. Corresponder al amor de Dios (1.I.87)
  7. La Navidad impulsa a una entrega a Dios con disponibilidad plena (1.XII.87)
  8. La vida de Cristo en Nazaret nos enseña a vivir con humildad personal y naturalidad (1.VIII.89)
Cuaresma. Tiempo de conversión y de penitencia
  1. El espíritu de mortificación y de penitencia, propio de la Cuaresma, se manifiesta también en los detalles de sobriedad (2.II.85)
  2. Importancia de la lucha ascética personal en la vida ordinaria (28.XI.83)
  3. La fiesta de san José invita a renovar la entrega a Dios y los propósitos de recomenzar la lucha ascética (1.III.84)
  4. Los detalles de caridad fraterna y de servicio a los demás ayudan a mejorar el espíritu de penitencia (1.II.93)
  5. Confesión personal y práctica del «apostolado de la Confesión» (16.I.84)
  6. Incrementar la lucha ascética personal y la práctica de las obras de misericordia, especialmente la de difundir la buena doctrina (1.II.89)
  7. Sencillez y sinceridad. Examen sobre el modo de vivir estas virtudes (1.XI.89)
  8. Es tiempo de rezar y de reparar; y es tiempo también de confiar en el Señor y hacer un apostolado descarado (1.IV.90)
  9. Permanecer vigilantes en la lucha interior y en el afán apostólico. Rezar y sembrar a manos llenas la buena doctrina (1.III.90)
Semana santa. Acompañar a Jesús en la Pasión
  1. La entrada de Cristo en Jerusalén invita a difundir entre los hombres la búsqueda de la santidad en las circunstancias de la vida ordinaria (1.IV.92)
  2. Meditar la Pasión. Necesidad de reparar por los pecados y de llevar los frutos del Sacrificio de Cristo a todas las almas (1.IV.87)
  3. Para poner a Cristo en la cumbre de las actividades humanas, es preciso ser almas de Eucaristía, cuidar la unidad de vida y rectificar constantemente la intención (1.III.91)
  4. La verdadera felicidad solo se encuentra en la Cruz. Darse a los demás, por amor de Dios, es la receta para ser dichosos también en la tierra (1.IV.93)
  5. Mortificación para sacar adelante la labor de almas (1.IX.92)
  6. Nuestra misión corredentora y la Santa Misa (1.IV.84)
  7. Trato con la Humanidad Santísima del Señor, para identificarnos con Él y ser apóstoles (1.IV.85)
  8. La Santa Misa, centro y raíz de la vida interior (1.IV.86)
  9. La Redención es fruto de la obediencia libre de Jesucristo a la Voluntad del Padre. Sujetarnos, por la obediencia, a quienes representan a Dios (1.IV.88)
  10. El sentido de la filiación divina se manifestó en la vida de san Josemaría en momentos de contradicción y sufrimiento. Afrontar con esta luz las contrariedades en la vida interior y en el apostolado (1.II.91)
Pascua. La fuente de la verdadera alegría
  1. La alegría pascual es fruto de la obediencia de Cristo. También nosotros hemos de identificarnos con la Voluntad divina: ahí está la fuente de la verdadera felicidad. Piedad en el trato con Dios (1.V.87)
  2. Amor y devoción al Espíritu Santo. A Él llegamos por medio de la Santísima Virgen (1.V.86)
  3. Mes de mayo: santa pureza, apostolado y romerías a la Virgen (1.V.84)
  4. El trato personal con el Espíritu Santo es indispensable para alcanzar la santidad. Siguiendo el ejemplo de san Josemaría, hemos de aumentar la devoción al Paráclito (1.V.91)
  5. La existencia cristiana ha de estar embebida del sentido de la filiación divina, que nos facilita el apostolado (1.V.88)
  6. Trato con la Santísima Trinidad, que habita en el alma por la gracia; así se llega a ser contemplativo en medio del mundo (1.V.89)
  7. La solemnidad del Corpus Christi es una invitación a mejorar la devoción eucarística. El verdadero culto externo nace del corazón (1.VI.93)
  8. Las fiestas del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María son una invitación a corredimir y a reparar por los pecados (1.VI.86)
Tiempo ordinario. Santificar la vida corriente
  1. Para ser contemplativos en medio del mundo, hemos de mirar a nuestro alrededor con los ojos de Cristo: vivir de fe, esperanza y caridad (1.XI.91)
  2. El Señor nos quiere contemplativos en la vida ordinaria. El mejor antídoto contra la tentación de buscar cosas extraordinarias es cuidar, por amor, la perfección en las cosas pequeñas (1.VIII.93)
  3. La gracia de la vocación nos facilita el ejercicio del sacerdocio común recibido en el Bautismo. Características del alma sacerdotal (1.VI.89)
  4. La fe en el Amor del Señor impulsa a corresponder a sus dones y se convierte en el soporte de la esperanza; la fe y la esperanza nos hacen superar las contrariedades (1.IX.91)
  5. La vida ordinaria de la Virgen, vivida con amor, la fue preparando para mostrarse fuerte y serena junto a la Cruz, y nos recuerda el valor de las cosas pequeñas (1.IX.88)
  6. Vivir bien metidos en Dios, cumpliendo en todo momento su Voluntad. Lo importante no es tener éxito, sino santificarse. Recomponer la unidad de vida, si alguna vez parece quebrarse (1.IX.90)
  7. No cabe tomarse vacaciones en el servicio de Dios; las épocas de descanso han de servir para aumentar el trato con el Señor e incrementar el apostolado (1.VII.93)
  8. Aprovechamiento del tiempo para mejorar la formación cultural y profesional, pero viviendo siempre las medidas de prudencia cristiana (1.VII.90)
  9. La devoción a los Ángeles Custodios lleva a tratarles con confianza, a pedir su ayuda en la lucha interior y en el apostolado, y a contar con su colaboración en la tarea de la nueva evangelización de la sociedad (2.X.88)
Notas