1 El venerable Bernardino de Obregón había fundado el Hospital de Convalecientes en la calle de Fuencarral. Con la experiencia hospitalaria que adquirió esos años, sometió al parecer del Rey el crear un Hospital General, cuya administración se pensó encomendar a una Junta de personas ilustres y piadosas presidida por un ministro del Tribunal del Consejo de Castilla; y se sostuvo por donativos, legados y limosnas y, más tarde, con rentas del Tesoro y del Ayuntamiento de Madrid. Esta fundación regia contó con importantes donativos y legados de Felipe II, Felipe III, Felipe V, Fernando VI (que le donó la plaza de toros de Madrid), Carlos III y Fernando VII.
El hospital supuso en su época una verdadera revolución sanitaria, y fue uno de los mejores hospitales de Europa.
Felipe III asistió a las honras fúnebres de fray Bernardino de Obregón, y dejó acabado el proceso de beatificación.
Cfr. Memoria de la Excma. Diputación Provincial de Madrid - La labor de seis años: 1924-1929, Madrid 1929, pp. 17-23; y Como yo os amé, Órgano de la Congregación de seglares de San Felipe Neri (Hermanos del Hospital), Madrid, 14-V-1967; nº 1, pp. 31-33.
2 Las obras, conforme a los planos que hizo Herrera por encargo de Felipe II, estuvieron detenidas por un pleito interpuesto ante la Santa Sede, que tardó en resolverse más de ochenta años, siendo ejecutada su construcción durante el reinado de Fernando VI y acabada de construir por los arquitectos de Carlos III: Hermosilla y Sabatini.
La Facultad de Medicina tenía anexo el Hospital Clínico, que en 1931 ocupaba un ala del Hospital General y había sido cedido al Estado por convenio según el Real Decreto de 24-XII-1903 (cfr. Memoria de la Excma. Diputación Provincial de Madrid, ob. cit., p. 17).
Aquella monumental construcción medía 24.200 metros cuadrados, era de forma rectangular y con espaciosas galerías. Tuvo, tiempo atrás, capacidad para 2.000 camas. En los años sesenta dejaron de utilizarse para uso sanitario las diversas instalaciones del complejo. Actualmente parte del antiguo edificio del Hospital General ha sido restaurado como Centro cultural "Reina Sofía".
3 Apuntes, n. 731.
4 Ibidem, n. 360.
5 Cfr. El R. P. José María Escrivá de Balaguer y la Congregación de Hermanos Filipenses, en "Como yo os amé", nº 32, Madrid 1-X-1975, pp. 5-6. En este artículo se recogen noticias interesantes sobre el recuerdo dejado entre los Filipenses por el Capellán de las Agustinas de Santa Isabel, aunque haya alguna inexactitud en las fechas.
Allí se dice: "Nuestro hermano Antonio Díaz le dio noticia de nuestra existencia y de nuestros Santos ejercicios con los enfermos" (ibidem). Dato que está en perfecto acuerdo con lo expresado en Apuntes, n. 360; y que no se contradice con lo que declara otro testigo: que por un estudiante de Medicina, Adolfo Gómez Ruiz, se enteró de la situación en que se encontraba este hospital y que pensó en colaborar con la Congregación de los Filipenses y "poder así tener entrada en el Hospital para atender a los enfermos, y usar de la Capilla que tenían allí para ir a hacer la oración" (José Romeo, AGP, RHF, T-03809, pp. 7-8). La información obtenida de Adolfo Gómez es, evidentemente, posterior a la del sacristán y probablemente anterior a la primera visita de don Josemaría, que se efectúa dos domingos más tarde.
6 Apuntes, n. 360.
7 Cfr. ibidem, nn. 381 y 383. La "Congregación de San Felipe Neri de seglares siervos de los enfermos del Santo Hospital General de Madrid" fue fundada en 1694, y sus primeras constituciones, fueron aprobadas por el Arzobispo de Toledo en 1707; y modificadas y aprobadas de nuevo el 4-V-1745.
Esta Congregación fue continuadora de la de los Hermanos Obregones del Hospital, y dispuso de una sala en el Hospital. A final del siglo XIX se autorizó a los Filipenses a construir una capilla con salas anejas en el jardín que rodea al Hospital.
El objeto de la Congregación es practicar la caridad con los enfermos, "contemplando en cada uno la imagen viva de Cristo, con la reflexión de que Su Majestad dice que cuanto se hace por ellos lo recibe en sí mismo, ofreciendo no menor premio que el de su eterna gloria" (Constituciones de la Congregación de nuestro Padre y Patriarca San Felipe Neri de Seglares, Madrid 1899, p. 22).
La organización interna de gobierno la formaban un Hermano Mayor y una Junta de Ancianos. Los Hermanos de la Congregación en el Hospital General de Madrid no debían pasar de 70; y siendo todos ellos seglares debían aconsejarse en ciertos casos con dos sacerdotes llamados consultores.
En 1931 los sacerdotes de San Felipe Neri no vivían en Madrid, su casa residencia estaba en Alcalá de Henares, por lo que durante algún tiempo los Consultores fueron sacerdotes seculares de Madrid. Cfr. Libros de Actas de Juntas de Ancianos de la Congregación, en su sede de la calle de Antonio Arias, n. 17.
8 Constituciones…, ob. cit., cap. 10, p. 22.
También se ocupaban los Filipenses de enterrar a los muertos y repartir ropa y alimentos entre los enfermos, por lo que se les conocía por el pueblo como "Hermandad de la sopa".
9 Apuntes, n. 647 (anotación del 11-III-1932).
10 José Romeo, AGP, RHF, T-03809, p. 8.
11 Aun dentro del optimismo y prudencia con que está redactada la Memoria de la Diputación Provincial de Madrid, ob. cit., basta leer los problemas originados por falta de camas en el Hospital para deducir sus condiciones (cfr. ibidem, p. 19). En los Libros de Actas de Sesiones de la Diputación de Madrid, correspondientes al periodo 1930-1932 (Biblioteca de la Diputación de Madrid) puede seguirse la descripción de las "calamidades" a que hace referencia el hermano de la Congregación, Patricio González de Canales, en carta al Rector de la Basílica de San Miguel, del 18-VII-1967, en AGP, RHF, D-15312. Por ejemplo, el que diariamente se fugaban del Hospital diez o doce enfermos, ya que los porteros no podían conocer "a los miles de enfermos que hay en el hospital" (Libro 95, f. 219, de 1931); y las polémicas con motivo de la sustitución de las Hijas de la Caridad, que atendían el Hospital, por enfermeras; o desestimar la petición de los enfermos en algunas salas para que continuasen practicando su caridad los hermanos de la Congregación de San Felipe Neri (cfr. Libro 96, f. 75, del 29 de septiembre de 1932).
El Fundador hablaba en ocasiones de aquel Hospital General de Madrid cargado de enfermos, paupérrimo, con aquellos tumbados por la crujía, porque no había camas. Cfr. Gonzalo Herranz, Sin miedo a la vida y sin miedo a la muerte (en Memorias… ob. cit. pp. 139-140).
12 Cfr. El R. P. José María Escrivá de Balaguer y la Congregación de Hermanos Filipenses, en "Como yo os amé", ob. cit., Madrid 1-X-75, pp. 5-6.
13 José Romeo, AGP, RHF, T-03809, p. 8; Jenaro Lázaro, AGP, RHF, T-00310, p. 1; Álvaro del Portillo, Sum. 263.
14 Apuntes, n. 433.
15 Ibidem, nn. 383 y 433.
16 Ibidem, n. 609
17 Ibidem, n. 608
18 Ibidem, n. 609; cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 262; y Javier Echevarría, Sum. 1961.
19 José Romeo, AGP, RHF, T-03809, p. 8; José Manuel Doménech, AGP, RHF, T-00872.
20 Constituciones, ob. cit., p. 26.
21 Carta 15-X-1948, n. 192; Álvaro del Portillo, Sum. 264; Javier Echevarría, Sum. 1960; anécdota recogida en Camino, n. 626.
22 Cfr. Libros de Actas de Sesiones de la Diputación de Madrid, ob. cit., Libro 96, en especial f. 75, 135, 136, 147, 147v, 160v y 162.
En Apuntes, n. 685 escribe don Josemaría: Día 5 de abril de 1932: el domingo pasado hice la profesión en la Congregación de S. Felipe. Sé que agradó al Señor.
Esta anotación se refiere a la ceremonia, ya que de hecho venía asistiendo a los ejercicios de la Congregación desde 1931 (cfr. ibidem, n. 622). No sabemos con certeza cómo afectaron las medidas tomadas por las autoridades del Hospital General a la Congregación de S. Felipe Neri y a sus hermanos durante 1933, puesto que no se trataba de una Congregación de religiosos sino de una simple Hermandad benéfica.
23 Cfr. Carta de Tomás Mínguez (Hermano Secretario) a don Josemaría, del 10-VI-1934 (original en AGP, RHF, D-15312). Según las Constituciones, la Congregación debía tener dos Consultores, sin voz ni voto en el gobierno; por lo general eran dos sacerdotes escogidos entre los Padres del Oratorio (cfr. Como yo os amé, 14-V-1967, pp. 11-12). Como la residencia de los Oratorianos no estaba en Madrid en 1931, sino en Alcalá de Henares, es muy posible que don Josemaría hiciera las funciones de Consultor y dirigiera los rezos en la Capilla en 1931 y 1932. Así se desprende de lo que afirma el hermano Patricio: "El P. Escrivá tomó contacto con nosotros, y a poco fue nombrado P. Consultor" (cfr. El R. P. José María Escrivá de Balaguer y la Congregación Hermanos Filipenses, en "Como yo os amé", nº 32, Madrid 1-X-75, pp. 5-6).
En ningún sitio afirma haber sido consultor, pero el hecho de que diga en una de sus "catalinas" (de fecha 21-XI-32) que tiene en su poder el P. Sánchez un legajo referente a mi actuación en la Congregación de San Felipe. Estoy a la obediencia (Apuntes, n. 871); y el que de nuevo aluda el día 9-XII-1934 al asunto del Hospital (ibidem, n. 948), hace suponer que al hacerse cargo de nuevo como consultores, los Padres del Oratorio de Alcalá de Henares (cfr. José Romeo, AGP, RHF, T-03809, p. 8), debió existir diversidad de opiniones sobre la política a seguir en el Hospital en vista de los obstáculos que ponían las autoridades.
24 Corroboran esta suposición dos notas sueltas, de 1934, que dicen:
Domingo: Santa Isabel - Clase o catequesis. Por la tarde, hospital.
Domingo: por la mañana, hospital General (Apuntes, nn. 1794 y 1796).
Los ejercicios de la Congregación se tenían por la tarde en el Hospital General. Lo que parece indicar que el capellán de Santa Isabel atendía a los enfermos independientemente del horario de visita de los Filipenses.
25 En la sesión de las Cortes del 22 de marzo de 1932, al aprobarse el presupuesto de Justicia, las obligaciones eclesiásticas a extinguir, las 66.984.509 pesetas que figuraban en el presupuesto de 1931, se redujeron a 29.457.427. Del presupuesto de culto y clero dependía el personal eclesiástico secular, unos 35.000 hombres (obispos, canónigos, párrocos, coadjutores).
26 Cfr. A. Valdés, Quincuagésimo aniversario de la muerte de José María Somoano Berdasco, en "La Nueva España", 15-VIII-82.
27 Cfr. J. Torres Gost, Medio siglo en el hospital del Rey, Madrid, 1975; Álvaro del Portillo, Sum. 264. Al advenimiento de la República el Hospital del Rey pasó a llamarse Hospital Nacional, aunque seguía conociéndosele como Hospital del Rey por las gentes.
28 Apuntes, n. 541.
29 Ibidem, n. 545. Así administraba esas oraciones de dolor: Lino y los dos José Marías se han encargado, cada uno, de una vocación. He pedido que aprovechen, con este fin, la expiación del hospital del Rey (ibidem, n. 552). Los sacerdotes eran don Lino Vea Murguía, don José María Somoano y don José María Vegas.
30 Apuntes, n. 685.
31 Parecen las suyas sugerencias de Dios. Siempre acertó, agrega (Apuntes, n. 640). En ese mismo mes de marzo de 1932, es decir, dos semanas más tarde de consultar a doña Dolores, se redujo a menos de la mitad el presupuesto del Ministerio de Justicia para el Culto y Clero; y, poco más adelante, se suprimieron las capellanías.
32 Engracia Echevarría, AGP, RHF, T-04389, p. 1; cfr. también: Isabel Martín Rodríguez, Sum. 5774; y María Jesús Sanz Zubiría, AGP, RHF, T-05138, p. 1.
33 Cfr. Apuntes, n. 1003.
34 Ibidem n. 785.
35 Ibidem, n. 789.
36 Ibidem n. 793.
37 Ibidem n. 785. Cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 267; y Joaquín Alonso, Sum. 4615. Cfr. J.M. Cejas, José María Somoano en los comienzos del Opus Dei, Rialp, Madrid 1995.
38 Engracia Echevarría, AGP, RHF, T-04389, p. 1.
"El presupuesto que existía en todos los establecimientos que requerían la presencia del Clero, fue abolido -explica sor Engracia-. El Director de nuestro Hospital, Dr. D. Manuel Tapia, era un hombre de gran talla moral, muy honrado y muy respetuoso y muy sano. Pero poco informado en los deberes de cristiano […]. Siempre se portó muy bien. Y así al desaparecer el presupuesto para el Clero, nos llamó para que, de nuestro estipendio que había sido aumentado recientemente como trabajadoras en los Hospitales, restásemos una cantidad para costear los gastos de un sacerdote que siguiera atendiendo espiritualmente a los enfermos del Hospital. Y yo así lo hice, porque sabía que los pacientes tenían derecho a recibir los Sacramentos y la ayuda espiritual necesaria" (ibidem). El Decreto del Ministerio de la Gobernación por el que se disuelve el Cuerpo de capellanes de la Beneficencia General es del 26-III-1932 (cfr. Boletín Oficial del Obispado de Madrid-Alcalá, 15-IV-932, núm. 1557, p. 149).
En su artículo 3º decía: "cuando algún enfermo […] solicite actos de culto religioso será atendido, sea cual fuere la religión que profese, siempre que haya posibilidad para ello". En los hospitales esa posibilidad no se daba pues los presupuestos oficiales eran siempre insuficientes.
39 Cfr. Isabel Martín Rodríguez, Sum. 5776; María Jesús Sanz Zubiría, AGP, RHF, T-05138, p. 2.
40 María Jesús Sanz Zubiría, AGP, RHF, T-05138, p. 2.
41 Cfr. Isabel Martín Rodríguez, Sum. 5776 y 5777.
42 Engracia Echevarría, AGP, RHF, T-04389, p. 2.
43 Ibidem. "Era muy corriente que los sacerdotes dejasen el traje talar -testimonia José Romeo Rivera-. El Padre vistió siempre la sotana" (José Romeo, AGP, RHF, T-03809, p. 9). Juan Jiménez Vargas refiere que "muchos sacerdotes que se sentían capaces de una actuación decidida y heroica si llegara el caso, iban por la calle de paisano […]. El Padre nunca admitió ir de paisano. Es más, llevaba un manteo que sin duda era más llamativo -valga la palabra- que el abrigo" (Juan Jiménez Vargas, AGP, RHF, T-04152/1, p. 4).
44 María Jesús Sanz Zubiría, AGP, RHF, T-05138, p. 1.
45 Braulia García Escobar, AGP, RHF, T-04966, p. 1.
46 Benilde García Escobar, AGP, RHF, T-04965, p. 1.
47 Braulia García Escobar, AGP, RHF, T-04966, p. 3.
48 Ibidem, p. 4.
49 Apuntes, n. 1006. El acompañante, Juan Jiménez Vargas, testigo en el proceso, refiere: "Cuando yo conocí y traté al Fundador, éste continuaba practicando sus visitas y ejerciendo su apostolado sacerdotal en los dichos hospitales. Y una vez, ocasionalmente, le acompañé a llevar la comunión a una enferma muy grave del Hospital del Rey, a la cual, después de administrarle la comunión, animó y exhortó a prepararse dignamente para la hora de la muerte" (Juan Jiménez Vargas, Sum. 6702).
50 Apéndice XV.
51 De ella habla el Fundador en una catalina de 14-II-1943 (Apuntes, n. 1136); cfr. también Natividad González Fortún, Sum. 5874.
52 Cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 315; y Javier Echevarría, PR, p. 1590. Así lo refiere un testigo de visu: "Otra vez acompañé yo mismo al Fundador a la casa de una familia, situada cerca de la plaza de España, en la cual estaba el cadáver de un joven a quien el Siervo de Dios había administrado antes los Santos Sacramentos, y cuyo cadáver amortajó en mi presencia" (Juan Jiménez Vargas, Sum. 6702).
53 Pedro Cantero, AGP, RHF, T-04391, p. 9.
54 Apuntes, n. 1002.
55 Tomás Canales, AGP, RHF, T-02219.
56 Ibidem.
57 Meditación del 19-III-75.
58 Apuntes, n. 563.
59 AGP, P04 1974, II, p. 406.
60 Ibidem. La anécdota está citada y recogida en su texto por Álvaro del Portillo, Sum. 269; cfr. también Camino, n. 208.
61 Pequeño bosquejo de las virtudes del celoso apóstol D. José Mª Somoano (q.e.p.d.) por una enferma del Hospital Nacional (manuscrito de María Ignacia García Escobar, de 1932, en AGP, RHF, D-03381).
62 Ibidem.
63 Ibidem.
64 Ibidem.
65 Apuntes, n. 615 (25-II-1932).
66 C 20, 14-VIII-31.
67 Carta de Isidoro Zorzano a don Josemaría, del 24-XII-1931 (original: AGP, IZL, D-1213, carta nº 19).
68 Carta del 2-III-1932, ibidem, nº 21.
69 Meditación del 19-III-75.
70 Apuntes, n. 354.
71 Ibidem, n. 84.
72 Ibidem, n. 186. Ese grito: ¡Dios y audacia!, se va repitiendo en días sucesivos; cfr. ibidem, nn. 190 y 224.
73 Ibidem, n 187.
74 Ibidem, n. 197.
75 Ibidem, n. 198.
76 Ibidem, n. 997.
77 Ibidem, n. 354.
78 Ibidem, n. 963, (23-III-1933).
Braulia García Escobar conoció a las primeras mujeres de la Obra porque iban a visitar a su hermana en el Hospital del Rey: "Mi hermana María Ignacia -cuenta Braulia- estaba maravillosamente atendida espiritualmente por el Padre. Iban también a verla y a hacerle compañía otras chicas; algunas pertenecían a la Obra. Una se llamaba Modesta Cabeza y era una chica sencilla, se dirigía con don Lino. El Padre le pedía que le encomendase intenciones concretas […].
Iba por el Hospital a hacer compañía a mi hermana Carmen Cuervo Radigales, que residía en el colegio de la Asunción del Patronato Real de Santa Isabel. Era Delegada de Trabajo, cosa insólita en aquellos tiempos en los que no se entendía que las mujeres ocupasen cargos públicos.
La última que recuerdo del grupo era Hermógenes, funcionaria de un Banco, creo" (Braulia García Escobar, AGP, RHF, T-04966, pp. 2 y 3; Ramona Sánchez, AGP, RHF, T-05828, p. 2).
79 C 18, 5-V-31.
80 Apuntes, n. 1072.
81 Apéndice XV.
82 Apéndice XIV.
83 Ibidem. Desde el punto de vista económico, la entrada de Luis Gordon en la Obra hubiese supuesto un gran apoyo para las iniciativas apostólicas. El Fundador comentaba cómo su muerte fue providencial. El Opus Dei continuó creciendo en la más absoluta pobreza; sin medios materiales. Era preciso que la Obra naciese pobre, como nació Jesús en Belén (Álvaro del Portillo, Sum. 1220).
84 Meditación del 2-X-1962; cfr. Carta 14-IX-1951, n. 4.
85 Apuntes, n. 1756.
86 Jenaro Lázaro, AGP, RHF, T-00310, p. 1.
87 Apuntes, n. 541.
88 Pequeño bosquejo…, ob. cit., en AGP, RHF, D-03381.
89 Pedro Cantero, AGP, RHF, T-04391, pp. 3 y 4.
90 Ibidem, p. 5.
91 El 14 de agosto de 1931 escribe el Fundador a Isidoro Zorzano: Ayer hice el propósito de contar nuestro gran secreto a otro… Te pido especialísima oración y alguna expiación pequeña, voluntaria. Mira, esta vez vamos a llevar todo el negocio entre tú y yo: no pido oraciones a nadie, ni expiación. De nosotros dependerá mover el Corazón de nuestro Rey… Esa vocación, si Dios la da, la habrás engendrado tú, con tu oportuna e inoportuna petición. Ya puedes apretar estos días en tu vida espiritual, para no aflojar luego (C 20, 14-VIII-31).
En la carta del 26 de agosto de 1931, dirigida a la gente de la Obra, Isidoro responde a la llamada: "he intensificado la oración, y como molestias no me faltan al cabo del día, tengo bastante materia que ofrecer a El como expiación […]. Todo esto lo he ofrecido para que llegue a feliz término nuestro negocio" (Carta de Isidoro Zorzano al Fundador, del 26-VIII-1931; orig., AGP, IZL, D-1213, nº 16); cfr. también Apuntes, nn. 231, 362, 365 y 591.
92 Ibidem, n. 613.
93 Don Lino Vea-Murguía Bru nació en Madrid en 1901 y se ordenó en 1926. En 1927 fue capellán del Patronato de Enfermos y desde 1930 fue capellán primero de las Esclavas del Sagrado Corazón. El 15 ó 16 de agosto de 1936 fue asesinado en Madrid (cfr. Expediente personal, en el Archivo de la Secretaría General del Arzobispado de Madrid-Alcalá).
Como ya se ha visto, don Norberto, tras leerle don Josemaría unas cuartillas de sus catalinas se dio como incorporado a la Obra. Y en el caso de don Lino, don Norberto actuó, sin consultarlo con el Fundador, para admitirlo a la Obra por cuenta propia (cfr. Apuntes, nn. 354 y 412).
94 Cfr. Pedro Cantero, AGP, RHF, T-04391, p. 9.
95 Pequeño bosquejo…, ob. cit., en AGP, RHF, D-03381.
96 Apéndice XIII.
97 Apuntes, n. 834.
Don Sebastián Cirac Estopañán, que por algún tiempo fue dirigido espiritual de don Josemaría, nace en Caspe (Zaragoza) en 1903, y se ordena en 1928. En 1932 es Canónigo de Cuenca. En 1934 se traslada a Alemania para hacer estudios; y en 1940 obtiene por oposición la cátedra de Filología Griega en la Universidad de Barcelona. Muere en 1970.
98 Don José María Vegas Pérez nació en 1902 en Madrid y se ordenó presbítero en 1927. En 1928 adscrito a la Parroquia de San Martín y luego pasa a ser capellán en la Capilla del Santísimo Cristo de San Ginés. En 1935 toma posesión de la Rectoral del Cerro de los Ángeles. El 27-XI-36 murió asesinado en Paracuellos del Jarama (cfr. Expediente personal, en el Archivo de la Secretaría General del Arzobispado de Madrid-Alcalá).
99 Carta de Isidoro Zorzano a don Josemaría, del 5-IX-1930 (original en AGP, IZL, D-1213, nº 7).
100 Ibidem, del 14-IX-1930 (original en AGP, IZL, D-1213, nº 8).
101 Apuntes, n. 381.
102 C 22, 10-XI-31.
103 Ibidem, n. 602; Carmen Cuervo -así se llama la mujer que Jesús vino preparando, para la O. de D.; cfr. también n. 1872.
104 Cfr. Apuntes, n. 693. En esa catalina, que es del lunes por la mañana, 11 de abril de 1932, con motivo de la primera vocación de expiación, anota: Gracias a Dios. Hoy, en nuestra reunión semanal, propondré a mis hermanos sacerdotes que recemos el Te Deum.
105 Cfr. ibidem, n. 434.
106 Ibidem, n. 931
107 Ibidem, n. 1136.
108 Ibidem, n. 381.
Seguí trabajando con los chicos -explica en otra catalina-, sin que dejara de sentir la necesidad de buscar almas entre las mujeres (ibidem, n. 1872); o hacía labor en ambiente de mujeres […], pero no encontraba gente que me pareciera dispuesta (ibidem, n. 381).
109 C 28, 8-IV-32.
110 Cfr. Apuntes, n. 691, del 10 de abril, donde dice: Estos días preparo a las niñas de primera Comunión del Colegio de Sta. Isabel.
111 Ibidem, n. 402.
112 Ibidem, n. 710.
113 C 28, 8-IV-32.
114 Apuntes, n. 748.
115 Es posible que la familia de los Escrivá atravesara alguna dificultad que tenía inquieto a don Josemaría. Cfr. C 30, 7-VI-32 y ss.
116 José Manuel Doménech, AGP, RHF, T-00872.
La historia de la Segunda República Española fue muy accidentada. En el verano de 1932 continuaban los desórdenes públicos, los atentados criminales contra personas e iglesias, tensiones patrióticas con motivo de la autonomía catalana y algunos movimientos separatistas, a lo que había que sumar el paro y la difícil situación económica del país.
En esas condiciones se fragua una confabulación entre elementos monárquicos, con participación de algunos militares descontentos por las reformas del Ejército emprendidas por el gobierno republicano.
La fecha fijada para la sublevación era el 10 de agosto, a las cuatro de la madrugada. Ese plan de alzamiento se produciría en Sevilla y Madrid. Ni estaba bien organizado ni tenía muchos seguidores. El gobierno, además, conocía desde el mes de julio la existencia del complot.
El 10 de agosto se levantó el general Sanjurjo en Sevilla, pero no se le unieron las guarniciones de otras capitales. En cuanto a la sublevación de Madrid, fue fácil y rápidamente sofocada.
117 Apuntes, n. 800.
118 Ibidem, n. 814.
119 José Antonio Palacios, AGP, RHF, T-02750, p. 1.
120 Ibidem, p. 3.
121 José Manuel Doménech, AGP, RHF, T-00872.
122 Ibidem. Aparte de las penas impuestas a los sublevados militares y civiles, expropiación de fincas rústicas de quienes se habían confabulado contra el régimen, o se presumía que lo apoyaron, se aplicaron otras sanciones, como el deportar a Villa Cisneros, en el antiguo Sahara español, a 145 complicados o sospechosos, entre los que se encontraba José Manuel Doménech. Las expediciones de presos iban de Madrid a Cádiz, de donde salieron en barco para África el 22 de septiembre de 1932. Otros sospechosos o presuntos complicados quedaron como presos políticos en la Cárcel Modelo de Madrid.
123 Apuntes, n. 746.
124 Cfr. Apuntes, n. 838. El 12 de septiembre de 1932, don Josemaría fue al convento de los carmelitas de Madrid a entregar una instancia para ser admitido en la Orden Tercera del Carmen Descalzo. Dos cosas (además del Amor) me mueven a hacerme terciario carmelita: obligar más a mi Madre Inmaculada, ahora que me veo más débil que nunca; y proporcionar sufragios a "mis buenas amigas las Animas benditas del Purgatorio" (ibidem, n. 823). La fecha del ingreso en la Orden Tercera, en respuesta a la instancia, fue el 2 de octubre de 1932 (cfr. ibidem, n. 838).
125 Ibidem, nn. 1635-1636; cfr. Jesús Alvarez Gazapo, Sum. 4347; Giovanni Udaondo, Sum. 5080.
126 Apuntes, n. 1634.
127 Ibidem, n. 1637.
128 Ibidem, n. 1637-1640.
129 Ibidem, n. 1642.
130 Instrucción 8-XII-41, n. 9. Sobre los Arcángeles, Patronos de la Obra, cfr. ibidem, nota 1211; Javier Echevarría, Sum. 2645; Mario Lantini, Sum. 3587; Joaquín Alonso, Sum. 4616; Carmen Ramos, Sum. 7361.
131 Apuntes, nn. 1644, 1646 y 1648.
132 Ibidem, n. 1655.
133 Cfr. ibidem, n. 1658.
134 Ibidem, n. 1660.
135 Ibidem, n. 1661.
136 Así lo detalla el Fundador: El P. Sánchez repetidas veces me ha dado a entender (aunque no me lo haya dicho) que él es el Director de mi alma, no el Director de la O. de D. Y comprendo, con meridiana claridad, que así debe ser (ibidem, n. 565). Idea que se repite en otra catalina: Ya lo he dicho otras veces: el P. Sánchez es el Director de mi alma, pero no el Director de la Obra. Por tanto, su opinión es muy respetable; más aún: yo me encontraré siempre muy inclinado a aceptarla, pero sé que no tengo obligación de sujetarme (ibidem, n. 784). Del padre Sánchez escribió en una carta de 1947: Nada tuvo que ver con la Obra, porque jamás le dejé intervenir ni opinar. Con una luz clara de Dios, entendí que ahí no podía ceder ni tolerar que otros ejecutaran lo que mi Señor me pedía a mí (Carta 29-XII-1947/14-II-1966, n. 20).
137 Y añade las razones que le llevan a actuar de ese modo: por sentirse sobrenaturalmente impulsado a ello, porque así lo exige la vida de infancia espiritual y porque de este modo no es posible nunca que vaya engañado (Apuntes, n. 560). En momentos de duda, turbación o cuando ha de tomar alguna decisión que afecte a su alma lo consultará siempre con su director.
En seguida me fui a mi P. Sánchez, para contarle el estado de mi alma, anota el 12 de mayo de 1932 (ibidem, n. 719). Fui al P. Sánchez, le expuse el estado de mi alma: hoy he sufrido, y ayer también. Mi padre Sánchez ha estado muy padre (ibidem, n. 744).
138 Ibidem, n. 708.
139 Ibidem, n. 701.
140 Ibidem, n. 702.
141 Ibidem, n. 702.
142 En una catalina de noviembre de 1931 nos refiere uno de estos sucesos. Había caminado hasta Chamartín para ver al padre Sánchez: Después de mucho esperar, bajó un criadito, diciéndome secamente: "ha dicho el padre que tiene mucho quehacer". -Entonces, ¿no puedo verle? -le pregunté. "Claro", me respondió el chiquillo.
Me he quedado de piedra. En seguida, se lo ofrecí a Jesús y, a pesar de mi soberbia revuelta, procuré actuarme en pensamientos como éste: ¡demasiada paciencia tiene el padre S. conmigo! Soy un cargante. Además, aunque no hubiera tenido quehacer, estos sofocones te están muy bien, José María (Apuntes, n. 379; cfr. también n. 1757).
En una ocasión en que don Josemaría había sido invitado a comer en la Casa Generalicia en Roma, mientras contaba estos recuerdos, el lego de la Compañía que estaba sirviendo a la mesa interrumpió espontáneamente la conversación con estas palabras: "Me acuerdo yo muy bien de esto, porque me tocaba a mí muchas veces ir a decirle a usted que el P. Valentín Sánchez no podía recibirle" (Javier Echevarría, Sum. 2063).
143 Cfr. Apuntes, n. 1757.
144 Ibidem, n. 1661. - Sobre las dotes de su director espiritual y el tono de trato que recibió por parte del padre Sánchez, escribe el Fundador: ¡Qué gracia le ha dado el Señor para dirigir! (C 20, 14-VIII-31).
Y en carta del 29-XII-1947/14-II-1966: Me atendió como debía atenderme un sacerdote bueno; me trató muchas veces con dureza, y alabo esa dureza (Carta 29-XII-1947/14-II-1966, n. 20).
En las notas redactadas durante los ejercicios espirituales de 1934, con objeto de que las leyera el P. Sánchez, escribe: El interés que siempre ha manifestado V.R. por la Obra de Dios y por mi alma, me llena de agradecimiento. Por eso, padre mío, yo le quiero a Vd. mucho en Jesucristo: todos los días le encomiendo en mi oración, y todos los días dos veces le vuelvo a encomendar intra missam (Apuntes, n. 1791).
145 Ibidem, n. 1665. Últimamente habían aumentado, al parecer, la rabia y las trastadas del diablo. No insiste el Fundador sobre este tema, ni da más detalles del hecho. Cfr. también ibidem, nn. 719, 720, 721, 739 y 743.
146 Ibidem, n. 1676. Posiblemente habló en junio de 1932 con Pou de Foxá en Zaragoza, el cual debió animarle en sus estudios (cfr. C 28, 8-IV-32, y Apuntes, n. 780).
147 Ibidem, n. 1678.
El nudo de la cuestión era su pobreza, que ya le había impedido doctorarse en Sagrada Teología al terminar los cursos académicos en la Universidad Pontificia de Zaragoza:
No tengo dinero. Esto lleva consigo una doble consecuencia: a/ que, como he de trabajar -a veces excesivamente- para sostener mi casa, no me queda ni tiempo, ni humor para los trabajos inmediatos de esos doctorados: y b/ que, aunque tuviera tiempo, no teniendo dinero, es imposible pasar a esos ejercicios académicos (ibidem, n. 1676).
148 Ibidem, nn. 1680-1681.
149 Ibidem, n. 1679.
150 Ibidem, n. 1686.
151 Cfr. ibidem, n. 1688.
152 Ibidem, n. 1689.
153 Ibidem, n. 1699.
154 Ibidem, n. 1695.
155 Ibidem, n. 1702. Las otras eran las siguientes:
2/ No hacer preguntas de curiosidad.
3/ No sentarme más que cuando sea indispensable, y siempre sin apoyar la espalda.
4/ No comer nada dulce.
5/ No beber más agua que la de las abluciones.
6/ Desde la comida o almuerzo del mediodía, no comer pan.
7/ No gastar ni cinco céntimos, si, en mi lugar, un pobre de pedir no pudiera gastarlos.
8/ No quejarme de nada nunca con nadie, como no sea por buscar dirección.
9/ No alabar, no criticar.
Deo omnis gloria! Leeré esta nota todos los domingos.
156 Ibidem, n. 1658.
157 Ibidem, n. 870. Durante toda su vida luchó, mortificándose aun en cosas lícitas, para guardar la vista, como ilustra una curiosa anécdota que ocurrió hacia finales de 1931. Tenía don Josemaría amistad con los marqueses de Guevara (el marqués, Floro Rodríguez Casanova, era hermano de doña Luz, la Fundadora del Patronato de Enfermos). Estando un día en casa de los marqueses, y con objeto de proporcionar trabajo a un joven pintor, que lo necesitaba, preguntó si podía darle un encargo. La marquesa accedió gustosa a que le hiciese un retrato. Se presentó el pintor; posó la marquesa y le prestó luego un traje para que terminara el cuadro en su estudio. A los pocos días fue el pintor a ver a don Josemaría. Se encontraba en un apuro. Necesitaba saber de qué color eran los ojos de la marquesa. El sacerdote confesó su ignorancia; pero todo tenía remedio. Esa semana iba a comer con los marqueses y se enteraría.
Llegó el día de la invitación y, estando a la mesa, contó ingenuamente su entrevista con el pintor y la dificultad en que se hallaba:
-"Pues míreme, Padre; tengo unos ojos de un color verde ¡estupendo!", saltó la marquesa. - Ahora los miro menos, ¡majadera!, replicó el sacerdote (cfr. Apuntes, nn. 181, 356, 450 y 462; y AGP, P04 1974, 2, 510).
158 El 2 de octubre de 1928, escribe el Fundador, quedaba dibujada la empresa, a la que debía seguir la tarea de su realización, fijando la espiritualidad propia del Opus Dei y llevando a cabo sus apostolados; esto es, que continuara este pobre cura anotando y perfilando la Obra (ibidem, n. 475; cfr. nota 391).
159 Esto sucedió con anterioridad a sus ejercicios espirituales en Segovia (Pía Unión o lo que sea, ibidem, n. 772). Con el padre Postius consultó don Josemaría sobre la conveniencia de crear o no en aquellos momentos una asociación de jóvenes universitarios (cfr. Apuntes, n. 769, del 7-VII-32). La idea de la Pía Unión fue desechada muy pronto. El 29 de septiembre de 1932 anota: Hoy he estado con el P. Postius. Aconseja que no se haga asociación de jóvenes. Trabajar sin que haya asociación: abriendo una academia, p. e. Así lo venía yo considerando (ibidem, n. 837).
160 Instrucción 8-XII-41, n. 9; cfr. también Apuntes, n. 1642.
Dos días más tarde, el sábado, escribe: - Recé las preces de la O. de D., invocando a los Santos Arcángeles nuestros Patronos: San Miguel, S. Gabriel, S. Rafael… Y ¡qué seguridad tengo de que esta triple llamada, a señores tan altos en el reino de los cielos, ha de ser -es- agradabilísima al Trino y Uno, y ha de apresurar la hora de la Obra! (Apuntes, n. 1653).
El recurso a estos Arcángeles y Apóstoles, buscando su intercesión a la hora de hacer apostolado, se remonta a fechas muy anteriores. Así, por ejemplo, el día de San Juan Evangelista (27 de diciembre de 1930), en que se encomendó al Apóstol y obtuvo un favor (cfr. ibidem, n. 140); y el 14 de enero de 1931 cuando se pregunta en una catalina: San Juan (¿nuestro Patrono?) (cfr. ibidem, n. 152).
En otra catalina del 8 de mayo de 1931, fiesta de la "aparición de S. Miguel", se lee: - He encomendado la Obra a San Miguel, el gran batallador, y pienso que me ha oído (ibidem, n. 198).
161 Durante el retiro espiritual en Segovia, en 1932, escribió acerca del apostolado con jóvenes universitarios, que dicha labor se hará bajo la protección de Santa María de la Esperanza y el patrocinio de San Rafael el arcángel. Esto -ahora y después- sin formar asociación de ningún género: a base de academias (ibidem, n. 1697). Idea que repite en otra catalina: La obra de S. Rafael y S. Juan se hará siempre en nuestras academias, sin formar con los estudiantes asociación de ningún género (ibidem, n. 921).
162 Ibidem, n. 890.
163 Copia del contrato de inquilinato, AGP, RHF, D-15113. En el contrato se dice "casa de la calle de Franco Giner (antes Martínez Campos) núm. 4 Pral. izq.". Las mensualidades eran de 115 pts. La 3ª de las "Condiciones del contrato" establecía que: "El retraso de cuatro días en el pago de alquiler, se estima como causa suficiente para incoar el desahucio".
164 Apuntes, n. 892.
165 Ibidem, n. 893.
166 Ibidem, n. 883.
167 Ibidem, n. 884.
168 En sus Apuntes íntimos, del 18 de julio de 1932, refiriéndose a la visita que hizo a don José María Somoano, ya casi agonizante, escribe: El médico de guardia dijo que le comprometíamos, hube de marcharme del Hospital del Rey, después de confesar a unos niños en "La Ventilla", fui a casa de D. Norberto (ibidem, n. 787).
169 Cfr. Sor San Pablo Lemus y González de la Rivera, AGP, RHF, T-05833; y Pilar Angela Hernando Carretero, AGP, RHF, T-05250, p. 1.
170 Apuntes, n. 907.
171 Ibidem, n. 863.
172 Ibidem, n. 913.
173 Juan Jiménez Vargas, AGP, RHF, T-04152/1, p. 19. Otro de los estudiantes presentes era José María Valentín-Gamazo, cfr. AGP, RHF, T-02710.
174 Cfr. AGP, P04 1975, p. 278. "Nos ha dicho el Padre en muchas ocasiones -comenta Mons. del Portillo- que al dar la bendición con el Santísimo, no vio solamente tres muchachos: sino tres mil, trescientos mil, tres millones…; blancos, negros, amarillos, de todas las lenguas y de todas las latitudes" (Instrucción 9-I-35, nota 25).
175 José Ramón Herrero Fontana, AGP, RHF, T-05834, p. 3; y Pilar Angela Hernando Carretero, AGP, RHF, T-05250, p. 1.
176 Sor San Pablo Lemus y González de la Rivera, AGP, RHF, T-05833.
177 O por decirlo con palabras del Fundador: escoger quienes vayan después a la obra patrocinada por S. Gabriel y S. Pablo, y quienes vengan al cogollo de la O. de D. (Apuntes, n. 913; del 25-I-1933). Más adelante, cuando la Obra tenía ya trazado su desarrollo, el Fundador explicaba que, en realidad, todos en la Obra son "cogollo", puesto que no existe más que una sola, e idéntica, vocación al Opus Dei.
178 Benita Casado, AGP, RHF, T-06242, pp. 1-2. Sor Benita profesó como religiosa de la Congregación de siervas de María. Luis, uno de los sobrinos de doña Pilar Sevilla, recuerda que en 1933 don Josemaría le preparó para la primera Comunión, que hizo el 15 de marzo, y que le regaló un cuadrito recordatorio (cfr. Luis Sevilla, AGP, RHF, T-06243, p. 2).
179 Benita Casado, AGP, RHF, T-06242, p. 3; cfr. también Luis Sevilla, AGP, RHF, T-06243, p. 3.
180 José Antonio Palacios, AGP, RHF, T-02750, p. 5.
181 Ibidem, p. 6.
182 Apuntes, n. 912; cfr. también n. 606.
183 Ibidem, n. 877.
184 Ibidem, n. 877.
185 Ibidem, n. 1696.
186 Ibidem, n. 925; cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 241; Javier Echevarría, Sum. 2080; Joaquín Alonso, Sum. 4618; Joaquín Mestre, AGP, RHF, T-00181, p. 34.
Ángel Herrera Oria nació en Santander en 1886 y murió siendo Cardenal Obispo de Málaga en 1968. En 1909 fundó en Madrid la Asociación Católica Nacional de Propagandistas; y dirigió el diario "El Debate" desde su aparición en 1911 hasta 1933. Durante los años intermedios se significa por su acción social con estudiantes católicos. En 1933 es nombrado presidente de la Junta Central de la Acción Católica Española. Se ordenó sacerdote en 1940. Es consagrado Obispo en 1947 y nombrado Cardenal en 1965.
Sobre los proyectos de Ángel Herrera y la creación de la Casa del Consiliario, cfr. Gonzalo Redondo, Historia de la Iglesia en España (1931-1939), ob. cit., pp. 202 y ss.
187 Apuntes, n. 926. Sobre la negativa a los ofrecimientos de Herrera Oria, cfr. Florencio Sánchez Bella, Sum. 7488. Las entrevistas del Fundador con Ángel Herrera fueron al menos tres, en un corto plazo de tiempo, aunque fue el 11 de febrero, la segunda vez que charlaron, cuando entraron decididamente en el tema de la Casa del Consiliario y en el ofrecimiento hecho a don Josemaría, que allí mismo declinó la oferta (cfr. Apuntes, nn. 923, 925, 926, 927, 933 y 934).
En la anotación del 11-II-33 (ibidem, n. 923) se lee: Indudablemente me obsequió la Señora ayer tarde con dos cosas: la segunda, que me quedé cojo y casi no he podido dormir la noche anterior […]. Y la primera, que nos dio otra vocación para la O., Jenaro Lázaro. Mons. A. del Portillo refiere cómo fue la cojera: cuando entró a ver a Herrera no sentía dolor alguno; y cuando salió, cojeaba. Era la primera vez que sufría un ataque reumático (cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 242).
188 Apuntes, n. 927.
189 Siendo ya Mons. Olaechea Arzobispo de Valencia, convencido de la santa heroicidad de este rasgo, confió a su secretario, don Joaquín Mestre Palacio el encargo de dar testimonio del hecho, el cual lo transmite con estas palabras:
"El propio presidente Herrera insistía, argumentando en plata:
-"Piense, don Josemaría, que en Casa reuniré, Dios mediante, a los mejores sacerdotes de España, y que lo que le ofrezco a usted es eso: que sea su Director".
Mas el Padre, como digo, respondió invariable y categóricamente:
- No, no. Agradecido, pero no acepto; porque yo debo seguir […] el camino por el que Dios me llama. Además, no acepto por eso mismo que usted me dice: porque en esa Casa se reunirán los mejores sacerdotes de España. Y es evidente que yo no valgo para dirigirles" (Joaquín Mestre, AGP, RHF, T-00181, p. 34).
El presidente de la Acción Católica Española, y futuro cardenal, quedó tan impresionado por el comportamiento del Fundador en aquella ocasión, que treinta años más tarde rememoraba ese desprendimiento al Rev. don Florencio Sánchez Bella (Sum. 7488).
Y Mons. J. Echevarría recoge así la negativa a Herrera: lo tengo perfectamente bien pensado, y no puedo cambiar. Además, si por ahí van a pasar los sacerdotes más conspicuos de España, habrá otros mucho mejores que yo que se encarguen de esos sacerdotes a los que yo no llego ni a la altura del zapato: y, por otro lado, tengo ya otras ocupaciones que no puedo dejar de atender, porque sería una traición a lo que el Señor me pide" (Javier Echevarría, Sum. 2080.)
Otros testimonios: Álvaro del Portillo, Sum. 241; Joaquín Alonso, Sum. 4618; Julián Herranz, Sum. 3881; Francisco Botella, PM, f. 221; Pedro Casciaro, Sum. 6320.
190 Cfr. Apuntes, nn. 768, 773 y ss., y n. 837.
191 Nuestra organización es una desorganización organizada, escribía el 19 de marzo de 1933 (ibidem, n. 956).
Los intentos de obtener enseñanzas o experiencia de otras instituciones nunca sirvieron al Fundador para nada. Las noticias que buscaba, ya a comienzos de 1930, sobre instituciones modernas de apostolado en otros países -y de las que se había olvidado- le sorprendieron un día, alrededor del 14 de febrero de 1932, con una carta desde Polonia del P. Laureano de las Muñecas (cfr. ibidem, n. 603). Era la respuesta a la enviada a Cracovia por don Josemaría (cfr ibidem, n. 581). Con el P. Laureano se vio don Lino en Santander a mediados de septiembre de 1932. Don Josemaría no esperaba solución de ello al planteamiento propio de la Obra y, por otra parte, ya había decidido crear una sociedad cultural, o Residencia: No sé si traerá el P. Laureano alguna solución práctica para plantear la O. ante la autoridad eclesiástica y ante la autoridad civil […]. Los socios y asociadas deberán formar sociedades culturales (ibidem, n. 835).
192 Ibidem, n. 184.
193 Ibidem, n. 184.
194 Ibidem, n. 164.
195 Ibidem, n. 815
196 Ibidem, n. 952.
Del ofrecimiento que doña Dolores y Carmen hicieron de su hogar para fines apostólicos, afirma Mons. Echevarría: "De su franca y completa colaboración se ha beneficiado el espíritu del Opus Dei, pues, sin intervenir en la fundación, supieron secundar el ambiente de hogar que quiso para la Obra en cumplimiento de la Voluntad de Dios" (Javier Echevarría, PR, p. 488).
197 Juan Jiménez Vargas, AGP, RHF, T-04152/1, p. 25; cfr. también Jenaro Lázaro, AGP, RHF, T-00310, p. 2.
198 Juan Jiménez Vargas, AGP, RHF, T-04152/1, p. 25.
199 José Ramón Herrero Fontana, AGP, RHF, T-05834, p. 2; cfr. también José Ramón Madurga, PM, f. 283v; Ignacio María de Orbegozo, Sum. 7274; Instrucción V-35/IX-50, n. 85, nota 153.
200 Ricardo Fernández Vallespín, AGP, RHF, T-00162, pp. 2-4. El libro que le regaló era la "Historia de la Sagrada Pasión", del Padre Luis de la Palma.
201 Manuel Sainz de los Terreros, AGP, RHF, T-12082, p..
202 Se ve que el Señor, porque así ha de ser en la entraña su Obra, ha querido que comience por la oración. Orar va a ser el primer acto oficial de los sujetos de la O. de D. (Apuntes, n. 128).
203 Ibidem, n. 935.
204 Las "Normas provisionales" fueron escritas por el Fundador el 24-III-1933, fiesta de San Gabriel (Apuntes, n. 966). Nacen de un resumen del plan de normas de piedad que se trazó durante el retiro espiritual de 1932 en Segovia. Cfr. también Apuntes, nn. 1700 y 939.