Notas Cap. 18

1 Decretum Primum inter (16-VI-1950), en Amadeo de Fuenmayor et al., ob. cit., Apéndice Documental 31, pp. 544-553 235.

2 Carta a sus hijos de Roma, desde Molinoviejo (Ortigosa del Monte, Segovia), en EF-480901-2.

3 Carta a sus hijos de Palermo, en EF-491121-1.

4 Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-461206-2.

5 Cfr. José Ramón Madurga Lacalle, PM, f. 291; Juan Antonio Galarraga Ituarte, RHF, T-04382, p. 2.

6 Cfr. Fernando Maycas Alvarado, RHF, T-06140, pp. 1-2.

7 Cfr. Cartas a Pedro Casciaro Ramírez, desde Madrid y desde Roma, en EF-480418-1 y EF-480616-1, respectivamente; Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-480311-2.

8 Cfr. Carta a sus hijos de México, desde Madrid, en EF-490213-1; y Pedro Casciaro Ramírez, Sum. 6346-6347. Era entonces Arzobispo Primado de México Mons. Luis María Martínez. El Centro del Opus Dei estaba en la calle de Londres, nº 33.

9 José Luis Múzquiz de Miguel, RHF, T-04678/1, p. 46. Cfr. también Carta a sus hijos de México, desde Madrid, en EF-490213-1.

10 Esa imagen de la Virgen la pusieron en el primer oratorio, el de Woodlawn Residence, en Chicago. Cfr. José Luis Múzquiz de Miguel, RHF, T-04678/1, p. 46.

11 Cfr. Carta a sus hijos de México, desde Madrid, en EF-490213-1.

12 Carta a José Manuel Barturen Palacios, en EF-551030-1.

13 Aunque el Fundador procuraba que, desde primera hora, fuesen varios juntos a los nuevos países, de hecho algunos estuvieron sin compañía. Así escribe a José Ramón Madurga Lacalle: Aunque esta primera temporada estés aislado en Dublín -no, solo-, ese aislamiento vivido con espíritu sobrenatural ha de ser la base fuerte de la labor que se avecina (Carta, desde Madrid, en EF-481109-1). Aislados estuvieron José María González Barredo, en Chicago (cfr. Carta, en EF-480309-1), y Adolfo Rodríguez Vidal, en Santiago de Chile, (cfr. Cartas, en EF-500531-9, EF-500620-10, etc.).

14 Carta a sus hijos de Inglaterra, en EF-490119-3.

15 Carta a Adolfo Rodríguez Vidal, en EF-501028-7.

16 Carta a sus hijos de Inglaterra, en EF-490530-2. No olvidéis que la roturación es dura -escribía el Fundador a los de París-, pero sin ella no es posible la siembra, ni la cosecha (Carta a Fernando Maycas Alvarado y Álvaro Calleja Goicoechea, desde Madrid, en EF-490418-2).

17 Carta a sus hijos de Francia, desde Madrid, en EF-490216-1.

18 Carta a sus hijos de Estados Unidos, desde Madrid, en EF-490223-2.

19 Carta a sus hijos de México, desde Madrid, en EF-490418-5.

20 Carta, en EF-500620-4. Lo que representaba aquella primera etapa viene descrito por el Fundador en carta al Cardenal Bernard Griffin (Arzobispo de Westminster en 1943 y creado Cardenal en 1946): Mis hijos de Londres han desarrollado hasta ahora una actividad espiritual más bien de preparación y, por lo tanto, poco aparente. Es la etapa que hay que recorrer en todas partes, al comienzo, antes de poder hacer un apostolado extenso: la labor de adaptarse al ambiente, dominar la lengua, establecer los primeros contactos… (Carta, en EF-500314-2).

21 Carta, en EF-500620-5.

22 Carta, en EF-510423-2.

23 En octubre de 1947 José Ramón Madurga Lacalle, miembro del Opus Dei, fue a Irlanda a seguir un curso de especialización en el University College de Dublín. Por encargo del Fundador visitó al Arzobispo, Mons. John Charles McQuaid. El Arzobispo interpretó mal su presencia, pensando que se trataba del establecimiento en su diócesis de una nueva institución religiosa. Poco más tarde, por indicación del Padre, fue a Dublín Pedro Casciaro, que trató de explicar a Mons. McQuaid la verdadera naturaleza y el apostolado del Opus Dei. El Sr. Arzobispo no dio su permiso para establecer una residencia universitaria en Dublín. (Era costumbre invariable del Fundador el iniciar siempre las labores apostólicas con el permiso del Ordinario del lugar: nihil sine episcopo). Una carta del Fundador (en EF-480311-4) y posteriores visitas de don José María Hernández Garnica, y una entrevista con el Nuncio en Dublín, Mons. Ettore Felici, no cambiaron el parecer de Mons. McQuaid, completamente cerrado en su idea de tratar al Opus Dei como si fuese una congregación religiosa.
Igual suerte corrieron otros intentos para hacerle entender la legítima presencia de unos laicos en la universidad y su derecho a hacer apostolado (cfr. Carta a Mons. John Charles McQuaid, en EF-510422-1). Finalmente, un año más tarde, en agosto de 1952, don Álvaro del Portillo tuvo una larga entrevista con el Arzobispo, el cual concedió su venia (11-VIII-1952) para la erección de dos centros en Dublín, uno para hombres y otro para mujeres (cfr. AGP, Sección Expansión Apostólica, Irlanda I/5, 24 y I/5, 25). Desde entonces, Mons. McQuaid mostró sincero afecto y estima por el Opus Dei.

24 Carta a José Ramón Madurga Lacalle y Patrick Cormac Burke, en EF-500620-6.

25 Cfr. Carta a Francisco Botella Raduán, en EF-500623-1.

26 Cfr. ibidem.

27 Ibidem.

28 Enseñaba a sus hijos, refiere Mons. Álvaro del Portillo, que el noventa por ciento de la vocación se la debemos a nuestros padres. Ellos han sido, frecuentemente, quienes han puesto en nuestra vida la semilla de la fe y de la piedad; y siempre les debemos el habernos traído al mundo, habernos educado, habernos formado humanamente (son palabras textuales del Fundador: Álvaro del Portillo, Sum. 1340).

29 Cfr. Alejandro Cantero Fariña, Sum. 6670; Teresa Acerbis, Sum. 5005; Fernando Valenciano Polack, Sum. 7146.

30 Ésta es una de aquellas temporadas de intranquilidad que abarca los años de las tres consagraciones del Opus Dei (1951-1952). En 1971 haría otra consagración, al Espíritu Santo, por distinto motivo y en diferentes circunstancias.

31 Carta a Gioconda Lantini, en EF-490705-1.

32 Mons. Juan Larrea Holguín nació en Buenos Aires (9-VIII-1927). Pidió la admisión en el Opus Dei como numerario en abril de 1949. Abogado en ejercicio antes de ser ordenado sacerdote el 5-VIII-1962. Consagrado Obispo (15-VI-1969). Fue Obispo Auxiliar de Quito (Ecuador), Obispo de Ibarra, nombrado Arzobispo Coadjutor de la archidiócesis de Guayaquil (Ecuador) el 26-III-1988, y Arzobispo el 7-XII-1989.

33 Juan Larrea Holguín, Sum. 6026.

34 En la deposición procesal hecha en Roma por Umberto Farri, testigo número 3, que comprende las sesiones 2-39 (de octubre 1981 a mayo 1982) no se habla de este asunto, ya que el testigo desconocía los hechos por entonces. Sin embargo, en el archivo privado de la familia, heredado en 1985 por Umberto Farri, se encuentran los documentos referentes a esta materia. Entre ellos una copia fotográfica del escrito de denuncia enviado al Papa (25-IV-1951), junto con las minutas de la elaboración de sucesivas redacciones. En dicho archivo se conservan asimismo las correcciones autógrafas del texto, por parte del P. A. Martini, S.J., principal consejero en todo este asunto, como puede comprobarse por los originales de trece cartas enviadas por el P. A. Martini al Sr. Farri, todas ellas firmadas, y algunas en papel estampillado con direcciones de varios centros académicos (cfr. archivo Farri, carpeta Umberto).

35 La mención que se hace de que los jóvenes tenían dirección espiritual antes de ir por Villa Tevere (se habla de Padres Espirituales) no parece ser cierta, pues los cinco jóvenes en cuestión declararon, y firmaron en la declaración, que ninguno de ellos tenía director espiritual antes de acercarse al Opus Dei.

36 En el escrito se hace referencia también al Cardenal Giuseppe Siri, entonces Arzobispo de Génova, como enemistado con el Opus Dei. Lo cierto es que, mal informado por un padre jesuita, y por algunas noticias tendenciosas sobre el Opus Dei, se mantuvo en actitud cautelosa por unos años. Finalmente, hallándose el Cardenal Siri en Roma, con ocasión del Concilio Vaticano II, habló con el Fundador y le expresó lo mucho que le había hecho sufrir aquel religioso y lo muy satisfecho que estaría de poder tener a la Obra en su diócesis. Cfr. Carta del P. A. Martini al Sr. Farri, del 2-XI-1951; en archivo Farri, carpeta Umberto; Luigi Tirelli, Sum. 4538; Giacomo Barabino, Sum. 4525; Juan Bautista Torelló Barenys, Sum. 5209.

37 Esposto a Sua Santità Pio XII (25-IV-1951): fotocopia del original en archivo Farri, carpeta Umberto.

38 Cfr. Francesco Angelicchio, Sum. 3499.

39 Mario Lantini, Sum. 3572.

40 Álvaro del Portillo, PR, p. 571. No toleraba el Fundador el más mínimo comentario sobre este tema, como indica Juan Udaondo en una anécdota de la que es protagonista: "Por aquellos días -refiere el testigo- me enteré de que el padre jesuita Bellincampi, coadjutor Vicepárroco de la parroquia de San Roberto Bellarmino en Roma y asistente del grupo scout de la misma, se había sentido herido porque algunos de ellos frecuentaban la casa de viale Bruno Buozzi, y que entre ellos Umberto Farri, Giorgio de Filippi y Salvatore Longo habían pedido la admisión en el Opus Dei. Con el descontento, no se contenía en hacer afirmaciones falsas y calumniosas respecto a la Obra y al grupo de españoles como les llamaba. Un día, estando a solas con el Fundador, se me escapó un comentario un poco mordaz para con el padre Bellincampi. El Fundador me cortó en seco. Me corrigió enérgicamente por no haber sabido vivir el espíritu que siempre nos había enseñado, es decir: callar, disculpar, reparar y rezar, y me aconsejó no sólo rezar por el padre Bellincampi, sino coger las disciplinas y ofrecer por el padre Bellincampi, una buena tanda de golpes" (Juan Udaondo Barinagarrementería, Sum. 5034).

41 AGP, P01 I-1966, p. 27.

42 Carta 24-XII-1951, n. 260.

43 El interesado comunicó por carta del 27-IV-1951 al Sr. Farri: "Le ruego tenga a bien excluirme de toda actividad y de la adhesión dada con mi firma al escrito referente a nuestros hijos y al Opus Dei". Cfr. Archivo Farri, carpeta Umberto; y las declaraciones de los hijos de los firmantes: RHF, D-15002.

44 Ibidem.

45 PR vol. XVII, Documenta Vol. II, Opus Dei (Consagraciones), p. 5. La Consagración tiene lugar en todos los Centros de la Obra el día de la fiesta de la Sagrada Familia.

46 Cfr. Carta 25-I-1961, n. 44.

47 Encarnación Ortega Pardo, RHF, T-05074, p. 152.

48 Javier Echevarría, Sum. 2401.

49 Desde antes, desde bastante tiempo antes de la fiesta de la Asunción de 1951, sentía yo una zozobra inmensa en mi alma, porque el Señor me hacía intuir que algo muy grave se tramaba contra la Obra (Carta 24-XII-1951, n. 230). Cfr. también Carta 25-I-1961, n. 44.

50 Álvaro del Portillo, Sum. 421.

51 Carta 24-XII-1951, n. 230.

52 Carta 7-X-1950, n. 31.

53 Se trata de uno de los cuentos que narra el Infante don Juan Manuel, en el Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio. Años más tarde, La Fontaine haría popular esta historia en sus fábulas.

54 Álvaro del Portillo, Sum. 421.

55 Cfr. Carta 14-IX-1951, n. 27.

56 Carta 24-XII-1951, n. 230; No sabiendo a quien dirigirme aquí en la tierra, me dirigí, como siempre, al cielo, escribe en Carta 25-I-1961, n. 44.

57 Carta a sus hijas e hijos, en EF-510809-1. El Fundador ya había estado con don Álvaro en Loreto, el 3 y 4 de enero de 1948.

58 Cfr. Joaquín Alonso Pacheco, Sum. 4680; Juan Udaondo Barinagarrementería, Sum. 5038.

59 Es Cristo que pasa, n. 12; sobre el viaje de Roma a Loreto: cfr., en algunos puntos, Francisco Monzó Romualdo, RHF, T-03700, p. 23; y Alberto Taboada del Río, RHF, T-03358, n. 1334.

60 PR vol. XVII, Documenta Vol. II, Opus Dei (Consagraciones), p. 9. Durante la misa hizo la consagración con las palabras encendidas que le brotaban del alma, y la renovó durante la acción de gracias, en nombre de toda la Obra. Cfr. AGP, P01 1976, p. 1231.

61 Ibidem, p. 10.

62 Al celebrar la misa aquel 15 de agosto, el Padre, "en la patena había puesto, junto con la Sagrada Forma, la fidelidad de todos sus hijos" (Encarnación Ortega Pardo, RHF, T-05074, p. 152).

63 Cfr. "Datos de dos viajes a Portugal (I y X-1951)", en RHF, D-15459; y Álvaro del Portillo, Sum. 422. Posteriormente el Padre estuvo en Loreto en varias ocasiones: 7-XI-1953; 12-V-1955; 8-V-1960; 8-V-1969; 22-IV-1971.

64 Cfr. Juan Udaondo Barinagarrementería, Sum. 5036.

65 Cfr. ibidem, 5039.

66 Cfr. "Relación de Juan Udaondo sobre la visita al Cardenal Schuster (15-I-1952)", en RHF, D-15460. En el mes de octubre de 1951 tornaron a visitar al Cardenal Alfredo Ildefonso Schuster y le invitaron a pasar por la casa de la calle Carlo Poerio, 16, donde vivían. Y semanas más tarde, volviendo de una visita pastoral, encontrándose cerca de ese Centro de la Obra, volvió a verles. Todos estaban fuera, excepto Juan Masiá, que le enseñó la casa, quedando impresionado el Cardenal por la limpieza, dignidad y decoro del oratorio. También debió percibir su Eminencia que se vivía la pobreza sin ostentación, pues algún tiempo después les envió un saco de arroz por medio del chófer (cfr. Juan Masiá Mas-Bagá, RHF, T-05896, p. 3).

67 "Documentación relativa a la contradicción que dio lugar a la Consagración del Opus Dei al Corazón de María, del 15-VIII-1951", en RHF, D-15001.

68 Ibidem.

69 Ibidem.

70 En el escrito se continúa el estudio y exposición sumaria del régimen de las dos Secciones de la Obra: diversas, completamente separadas (penitus separatae). Se unen solamente en cuanto al espíritu que las anima; y, en cuanto al régimen, dependen únicamente del Presidente General, que es siempre un sacerdote, asistido en el gobierno por tres sacerdotes (el Secretario General, el Procurador General y el Sacerdote Secretario Central); y para el gobierno provincial o regional, el Presidente General se sirve del sacerdote Consiliario, que actúa "nomine et vice Praesidis Generalis semperque ad ipsius mentem".
Son tantas y tales las medidas de prudencia, cautela y sentido común, tomadas por el Fundador y establecidas en las Regulae internae pro Administrationibus, que ninguna casa o institución eclesiástica dispone, en teoría y en la práctica, de separación tan rigurosa. Y aquí, en el mencionado escrito, se examina en detalle la situación real del servicio prestado por las mujeres, que nunca podrían ser substituidas por hombres. Por otra parte, no se da promiscuidad ni siquiera vecindad de ningún tipo, ya que en las residencias, casas de retiro, etc. existen, de iure y de facto, dos casas completamente separadas, con distinta entrada desde la calle, sin que se hablen, se conozcan o relacionen las personas que viven en aquellos dos Centros: "familiarem administrationem habeant omnium domorum Instituti, in loco tamen penitus separato commorantes, ita ut de iure et de facto duae sint domus in unoquoque domicilio".
Cfr. AGP, Sección Expansión Apostólica, Italia VI, doc. 2.

71 "Relación de Juan Udaondo sobre la visita al Cardenal Schuster (15-I-1952)", en RHF, D-15460.

72 Cfr. Carta de don Álvaro al P. Arcadio María Larraona Saralegui, del 3-II-1952: en "Documentación relativa a la contradicción que dio lugar a la Consagración del Opus Dei al Corazón de María, del 15-VIII-1951", en RHF, D-15001; y AGP, Sección Expansión Apostólica, Italia, VI, doc. 4. La separación existente entre las dos ramas de la Obra era absoluta y total, desde todos los puntos de vista. Y el Padre, con su energía de expresión, la recalcaba, al hablar del ministerio sacerdotal, con rotundidad física: Si digo siempre, de una manera gráfica, que la Sección de varones vive a cinco mil kilómetros de distancia de la Sección femenina, los sacerdotes habéis de vivir a diez mil. Y al mismo tiempo, debéis conjugar esa distancia santa con la más viva preocupación por servir, con vuestro trabajo sacerdotal, a vuestras hermanas (Carta 8-VIII-1956, n. 43).

73 Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-520209-2.

74 Juan Udaondo Barinagarrementería, Sum. 5041; cfr. Carta 25-I-1961, n. 44.

75 Cfr. Juan Udaondo Barinagarrementería, Sum. 5041.

76 Álvaro del Portillo, Sum. 422.

77 Álvaro del Portillo, PR, p. 562.

78 La carta llevaba las firmas del Presidente General y del Procurador General. Don Álvaro pidió al Padre que le permitiera poner su firma también en la carta, mostrando así que estaba de pleno acuerdo con el Padre respecto al contenido del escrito. Cfr. Carta a Mons. Federico Tedeschini, en EF-520312-1 y Carta 25-I-1961, n. 44.

79 Juan Udaondo Barinagarrementería, Sum. 5041.

80 Carta 21-I-1961, n. 45; cfr. también Álvaro del Portillo, Sum. 423 y 802; Mario Lantini, Sum. 3630; y Joaquín Alonso Pacheco, Sum. 4680.

81 Por lo que el Fundador escribe a Mons. Tedeschini (Carta, en EF-520312-1, leída al Papa), días antes, el 3 de diciembre de 1951, un Cardenal de la Curia había avisado a don Josemaría del grave peligro que corría. Tal vez se tratase de la persona que avisó también al Cardenal Schuster. Estos avisos quedan implícitamente recogidos por el Fundador cuando, en Carta 24-XII-1951, n. 230, escribe: Todas las calumnias, que van calando poco a poco en la Curia Romana -donde trabajan muchos hombres santos, que nos comprenden muy bien-, vienen de las mismas personas, y de mi España: mejor dicho, de algunos españoles, removidos por esos otros.

82 Cfr. Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-521118-1.

83 Carta a José Luis Múzquiz de Miguel, en EF-520814-5.

84 Entre los abundantísimos testimonios referentes a este punto, y en los comentarios que continuamente aparecen en su correspondencia acerca del tema de las obras de Villa Tevere, ni una sola vez manifiesta vacilación o flojera en su voluntad de acabar la tarea emprendida.

85 Carta a Odón Moles Villaseñor, en EF-540601-8. En una de sus cartas (a José Luis Múzquiz de Miguel, en EF-500923-8) explica el porqué del instrumento divino: de este gran instrumento romano van a salir -y muy pronto- los directores y los profesores de los Centros de Estudios y los Sacerdotes: este año tendremos cerca de treinta, haciendo el doctorado en filosofía, o derecho canónico o teología.

86 Carta, en EF-500923-7.

87 Carta, en EF-510329-2.

88 Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-500104-1.

89 Carta a José Luis Múzquiz de Miguel, en EF-521019-1.

90 Carta a Pedro Casciaro Ramírez, en EF- 520828-2.

91 Carta a Manuel Botas Cuervo, en EF-540601-1.

92 En Villa Tevere solía ir el Padre por la mañana al estudio de los arquitectos a ver cómo habían resuelto su programa de trabajo; y siempre tenía alguna anécdota que referir de sus hijos esparcidos por el mundo. Una de las veces lloró, allí mismo, de agradecimiento al contarles cómo los de un país sudamericano habían enviado a Roma el primer donativo que recibieron, unos pocos millones de liras, pero las necesitaban ellos para poder comer (cfr. Francisco Monzó Romualdo, RHF, T-03700, p. 16).

93 Aquí seguimos trabajando -escribe a Ricardo Fernández Vallespín-, con la esperanza en Dios cada día mayor porque cada día son mayores los apuros económicos (Carta, en EF-521006-1).

94 Carta, en EF-490731-1.

95 Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-490916-1. El subrayado no es del texto original.

96 Cfr. Carta a sus hijos de México, en EF-490829-2.

97 Cfr. Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-490728-1.

98 Cfr. Carta a sus hijos de Inglaterra, en EF-500816-3.

99 Cfr. Carta a sus hijos de Argentina, en EF-520828-1. Humanamente hablando; como afirma esperanzadamente el Fundador: No nos dejará el Señor en la estacada, que nunca nos dejó.

100 Cfr. Carta a José Luis Múzquiz de Miguel, en EF-520828-4.

101 Cfr. Carta a Pedro Casciaro Ramírez, en EF-520828-2.

102 Ibidem. Cfr. también Carta a José Luis Múzquiz de Miguel, en EF-520828-4.

103 Cfr. Carta a Pedro Casciaro Ramírez, en EF-520828-2.

104 Cfr. Carta a José Luis Múzquiz de Miguel, en EF-520917-3. Recuerda María Begoña de Urrutia Domingo que uno de aquellos sábados pasó el Padre al planchero de la Administración y les dijo: Hijas mías, rezad mucho porque Don Álvaro tiene que pagar esta tarde a los obreros y no tenemos nada de dinero en casa (RHF, T-06897, p. 8).

105 Cfr. Carta a sus hijos de Inglaterra, en EF-500816-3.

106 Carta, en EF-500215-1.

107 Cfr. Carta a Mons. José López Ortiz, O.S.A., en EF-500307-2. Hasta el 5 de marzo no pudo dejar la clínica.
En su testimonio sobre los diez años de angustias económicas que sufrieron en Villa Tevere, resume don Álvaro: "No voy a describir aquí los apuros económicos por los que pasamos en aquellos años. Fue una verdadera prueba de fe y de celo" (Álvaro del Portillo, Sum. 827).
En efecto, aquella empresa era un monstruo voraz e insaciable, que nunca colmaba su apetito de dinero. De ahí que las peticiones de Roma a otros países llevasen siempre sello de urgencia: enviad lo que sea cuanto antes, porque tenemos pendiente otra letra creo que para el día ocho, y además hace tiempo que no podemos pagar al contratista, ¡entre otras cosas! (Carta a Francisco Botella Raduán, en EF-501101-1). Consiguieron, por fin, pagar al contratista en el plazo previsto.

108 Carta a Pedro Casciaro Ramírez, en EF-510329-2. En carta a los del Consejo, de agosto de 1950, se lee: dentro de octubre vencen letras, firmadas por Álvaro, por valor de veinticinco millones de liras. ¡Dios sobre todos! (Carta, en EF-500830-2).

109 ¿De dónde sacaba don Álvaro el dinero? Era más que sorprendente. Siempre disponía de lo estricto, y siempre a última hora. Esa hora temible era la de los sábados por la tarde, en que semanalmente, o cada dos semanas, tenían que pagar a obreros y proveedores. Nunca teníamos dinero, refiere don Álvaro, pero el Padre "estaba seguro de que el Señor no le faltaría nunca" (Álvaro del Portillo, Sum. 827). Sobre la conciencia del Fundador pesaba el "dar de comer a los obreros que trabajaban en las obras, y a sus familias: ese dinero nos lo tenía que mandar Dios" (ibidem). Don Josemaría puso los medios humanos: pedir, pedir por todas partes; y los sobrenaturales: oración y sacrificio.

110 Ibidem.

111 Francisco Monzó Romualdo, RHF, T-03700, p. 13.

112 RHF, Diario de obras de Villa Tevere, 17-XI-1951. Para pagar puntualmente los sábados a los obreros -cuenta Jesús Álvarez Gazapo- "se hicieron grandes sacrificios, renunciando todos a muchos pequeños gastos, como eran el uso del transporte público y los cigarrillos. La falta de espacio obligaba, por entonces, a los alumnos del Colegio Romano a estudiar en el jardín mientras hubiera luz natural, y después sentados en la escalera, único lugar iluminado y disponible. El Fundador nos invitaba a ofrecer estas mortificaciones, a las que uníamos nuestra oración para superar diversas dificultades" (cfr. Jesús Álvarez Gazapo, Sum. 4307).
María Isabel La Porte Ríos recuerda la costumbre del Padre de rezar los sábados por don Álvaro (Sum. 5116). Costumbre todavía viva en 1955. El día que se colocó la última piedra de Villa Tevere (9 de enero de 1960) "me acordé -dice- que el Padre nos había invitado muchas veces a rezar por don Álvaro, sobre todo los sábados, porque era aquel el día en que había que pagar el jornal a los albañiles".

113 Cfr. Jesús Álvarez Gazapo, Sum. 4309, 4310.

114 Cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 827; también Francisco Monzó Romualdo, RHF, T-03700, p. 15.

115 Carta a sus hijos de Perú, en EF-541106-10. Sobre el modo heroico y alegre con que los alumnos del Colegio Romano vivían las restricciones de todo tipo -en la comida, en la luz, en el espacio que ocupaban, yendo a pie de un lado a otro para ahorrar en el tranvía, etc.-, cfr. Mario Lantini, Sum. 3600.
Heroica es también la generosidad del Fundador en medio de su pobreza. Mons. Tirelli cuenta un caso del que se enteró mucho después de la muerte del Padre, el cual, a través de terceras personas, ayudaba económicamente a un sacerdote pobre. Cfr. Luigi Tirelli, PR, p. 1623.

116 Alberto Taboada del Río, RHF, T-03358, n. 1373.

117 Ibidem, n. 1352.

118 Cfr. AGP, P06 IV, p. 353; cfr. Jesús Urteaga Loidi, RHF, T-00423, p. 72.

119 Carta a Alberto Ullastres Calvo y José Montañés Moreno, en EF-520404-3.

120 Alberto Taboada del Río, RHF, T-03358, n. 1353. El médico y testigo José Luis Pastor narra un suceso muy significativo: "Un día -cuenta- me llamaron a visitar a don Álvaro del Portillo enfermo, yo le dije que guardara cama, y que le visitaría al día siguiente. Y al día siguiente me encontré con que no sólo se había levantado sino que había salido a la ciudad, siendo un día de frío intenso. Cuando volvió le dije: Don Álvaro, Vd. tenía que haber guardado cama. Y él, como toda excusa de lo que había hecho, me contestó: si yo no hubiera salido a la ciudad, vosotros hoy no tendríais qué comer" (José Luis Pastor Domínguez, PM, f. 541).
Una mañana de 1954 -cuenta Mercedes Anglés Pastor- varias numerarias que estaban limpiando la Villa Vecchia se encontraron con el Padre, que estaba solo.
- "¿Cómo está don Álvaro?", le preguntaron, creyendo que seguía enfermo.
- Ha salido de viaje, les respondió el Padre.
- "Pero, si ayer se encontraba enfermo, Padre".
- Hija mía. A ti no te hubiera dejado ir. A él sí.

121 Cfr. Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-540421-4.

122 Encarnación Ortega Pardo, RHF, T-05074, p. 49.

123 Cfr. Cartas a sus hijos del Consejo General, en EF- 540601-10 y EF-540421-4; y Carta a Manuel Botas Cuervo, en EF-540601-1.

124 Carta a José Luis Múzquiz de Miguel, en EF-521016-6; cfr. también: Cartas a Ricardo Fernández Vallespín, en EF-521006-1, y a Pedro Casciaro Ramírez, en EF-521016-5.

125 Cfr. Francisco Monzó Romualdo, RHF, T-03700, p. 15.

126 Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-540421-4.

127 Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-540601-10.

128 Carta a don Amadeo de Fuenmayor Champín, en EF-550613-2.

129 Carta a sus hijos del Consejo General, desde Montecatini, en EF-550909-2.

130 Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-560127-1. Excepcionalmente don Álvaro había tenido algunos descansos, que consistían en un cambio de ambiente, como explica el Padre en una carta a Amadeo de Fuenmayor Champín: Hoy te escribo para decirte que estoy contento con el viaje de Álvaro, porque siempre le servirá de algún descanso el cambio de ambiente, aunque siga trabajando y se trate sólo de una estancia de ocho días. Precisamente por esta falta de descanso, te pido que hagas preparar habitación para Álvaro en Talleres -si hay alguna que sea fresca- o en tu casa; y que alguien cuide de que coma y de que duerma ocho horas, imponiéndose en mi nombre, si fuera preciso (Carta, en EF-550708-1).

131 Carta, en EF-530107-1.

132 Carta a Amadeo de Fuenmayor Champín, en EF-550725-1.

133 Carta a sus hermanos Carmen y Santiago Escrivá de Balaguer y Albás, en EF-520404-1. Existían, además, graves obstáculos de orden intelectual y espiritual, derivados de la dificultad en entender la naturaleza del Opus Dei, que se abrió camino fatigosamente, en las mentes de muchos eclesiásticos; aunque, por otra parte, era explicable que así sucediera, pues el ambiente no facilitaba un recto entendimiento. Cfr. AGP, P01 1977, p. 1191.

134 Cfr. Encarnación Ortega Pardo, RHF, T-05074, p. 147.

135 Cfr. Carta a Francisco Botella Raduán, en EF-500623-1. Los bocetos y modelos que le presentaron no acababan de satisfacerle y, finalmente, encargó a Manolo Caballero Santos, artista que trabajó a su lado en Roma, un cuadro al óleo inspirado en un retablo de la iglesia de San Carlos de Zaragoza, donde estuvo de seminarista. Representaba un corazón envuelto en llamas, ceñido por una corona de espinas, rematado por la Cruz y con ángeles en derredor. También encargó en 1954 otro cuadro al pintor Fernando Delapuente. Cfr. Cartas a Fernando Delapuente Rodríguez, en EF-540103-1 y EF-540600-1; y también Jesús Álvarez Gazapo, Sum. 4394.

136 Cfr. Carta a Amadeo de Fuenmayor Champín, en EF-520801-1.

137 Cfr. Carta a Teodoro Ruiz Jusué, en EF-520814-4.

138 Aquí la gente muy contenta -escribe a los de Estados Unidos-. Álvaro y yo también muy contentos, pero con más preocupaciones económicas que nunca. Tanto, que voy lanzando un S.O.S., para ver si el Señor quiere poner fin a esta tortura (Carta, en EF-520905-3).

139 Carta a Pedro Casciaro Ramírez, en EF-520905-2.

140 Cfr. Carta a Teodoro Ruiz Jusué, en EF-521016-7.

141 Carta a José Luis Múzquiz de Miguel, en EF-521019-1.

142 Carta a Teodoro Ruiz Jusué, en EF-521019-2. Tres días más tarde vuelve a escribir al Consiliario de Colombia suplicando un auxilio económico: Ya te he escrito varias veces, angustiado. Por eso, haz lo que puedas y -in nomine Domini- hasta lo que no puedas (Carta, en EF-521022-1).

143 Cfr. Carta a sus hijos de Venezuela, en EF-521016-2.

144 Carta 16-VII-1933, nn. 3 y 26.

145 Camino, n. 696.

146 Amigos de Dios, n. 299.

147 Camino, n. 58.

148 Es Cristo que pasa, n. 166

149 Ibidem, n. 169. La paz de Cristo nos la trae el Corazón Sacratísimo. En efecto, otro aspecto del misterio divino es que el Espíritu Santo, el lazo de amor entre el Padre y el Hijo, encuentra en el Verbo un Corazón humano (ibidem).

150 Cfr. Jesús Álvarez Gazapo, Sum. 4394.

151 Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-521105-1.

152 PR vol. XVII, Documenta Vol. II, Opus Dei (Consagraciones), p. 12.

153 Carta a Pedro Casciaro Ramírez, en EF-521000-3.

154 Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-521027-1.

155 Cfr. sobre los pequeños donativos: Carta a Teodoro Ruiz Jusué, en EF-521016-7; sobre retraso de pagos: Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-521105-1; sobre plazos finales y condiciones de pagos: Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-521118-1; y sobre las hipotecas: Francisco Monzó Romualdo, RHF, T-03700, p. 15.

156 Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-521118-1.

157 PR vol. XVII, Documenta Vol. II, Opus Dei (Consagraciones), p. 13. Esta consagración se renueva todos los años en la fiesta de Cristo Rey en los Centros del Opus Dei.

158 Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-530114-1.

159 Carta a sus hijas e hijos, en EF-521200-1.

160 Carta a sus hijas e hijos, en EF-530908-1.

161 Carta a Amadeo de Fuenmayor Champín, en EF-530728-3.

162 Recogido en: AGP, P01 1978, p. 1076.

163 Carta a Pedro Casciaro Ramírez, en EF-540601-2.

164 Estamos siempre viviendo de milagro, y las obras van adelante, cuenta en junio de 1954 (Carta a José Luis Múzquiz de Miguel, en EF-540601-9).

165 Carta, en EF-540601-13.

166 Esta solución no apareció hasta 1955, en que se firmó, el 20 de abril, un contrato con una nueva empresa, la constructora Castelli, y se nombraban Cooperadores y Patronos a quienes ayudasen espiritual o económicamente (cfr. Carta a José Luis Múzquiz de Miguel, en EF-540811-1).
Llevaba la constructora Leonardo Castelli; y con él y con su familia hizo estrecha amistad el Fundador, como puede apreciarse por la mucha y cariñosa correspondencia en las grandes y pequeñas ocasiones de felicitación, invitaciones, pésame o trato personal.

167 Cfr. Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-480304-2.

168 Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-500830-2.

169 La carta del 30 de agosto va dirigida a los del Consejo General en Madrid. Dos días más tarde dará una breve noticia a Pedro Casciaro Ramírez, por carta a México, quitando importancia a su cura: Aún tengo que detenerme aquí todo este mes -le dice-, porque me están curando la boca (Carta, en EF-500901-9).

170 Carta a Teodoro Ruiz Jusué, Consiliario de Colombia, en EF-521031-1.

171 Carta a sus hijos del Consejo General, en EF-521118-1. Es muy probable que el malestar físico a que se refiere tenga que ver con la pequeña operación del dentista, de que habla en la Carta a Teodoro Ruiz Jusué, Consiliario de Colombia, en EF-521031-1.

172 En medio de ese espacio de cinco semanas sin correspondencia del Padre hay únicamente una carta brevísima, en realidad una nota o aviso, a Juan Larrea Holguín: cfr. Carta, en EF-540517-1.

173 Cfr. Carta a sus hijas de la Asesoría Central, en EF-470117-1.

174 Camino, n. 219. Todo el mundo ha sufrido en la vida -escribe el Fundador-. Es de mal gusto que una persona hable de sus sufrimientos, y pueda perder el mérito espiritual, si lo tuviera (Carta 14-IX-1951, n. 3). El Padre no aireaba sus molestias y dolores, tampoco los mantenía en absoluto secreto. Sobre sus enfermedades hablaba sinceramente con don Álvaro y don Javier, sus Custodes, y se ponía en sus manos.

175 Cfr. Camino, n. 208.

176 Álvaro del Portillo, Sum. 475; Javier Echevarría, Sum. 2091.

177 Carlo Faelli, Sum. 3461. Cfr. también Alejandro Cantero Fariña, Sum. 6594. Sobre la historia clínica: cfr. el extracto elaborado por el Departamento de Medicina Interna de la Clínica de Navarra: RHF, D-15111.

178 "Tenía una sed insaciable. La toleraba con sentido sobrenatural y sin que lo apreciásemos los demás. Controlaba la fuerte necesidad de beber muchísima agua con verdadero espíritu de mortificación. Entre otros detalles, retrasaba el tomar agua más tiempo del necesario, aunque tuviese la lengua seca como una tabla, y muchas veces se refrescaba la boca, sin llegar a beber" (Javier Echevarría, Sum. 2091).

179 Cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 475.

180 Ibidem.

181 Kurt Hruska, Sum. 3490.

182 Ibidem, 3493.

183 Ibidem, 3494.

184 Carlo Faelli, Sum. 3462; cfr. también Javier Echevarría, Sum. 2821.

185 Carlo Faelli, Sum. 3463; cfr. también Carta 14-IX-1951, n. 7.

186 Forja, n. 791. A Ángel Jolín Moreno, miembro del Opus Dei, que padecía de hemofilia, le escribía en una ocasión: me da envidia ver cómo te toma el Señor para que le consueles con tus sufrimientos, ante el desamor y el olvido de tantas almas (Carta, en EF-581111-1).

187 Julián Herranz Casado, PR, p. 814.

188 Ibidem.

189 Cfr. Mario Lantini, Sum. 3709; y Alberto Taboada del Río, RHF, T-03358, p. 357.

190 Cfr. Álvaro del Portillo, PR, p. 624; y Luigi Tirelli, PR, p. 1630.

191 Cfr. Francisco Monzó Romualdo, RHF, T-03700, p. 20.

192 AGP P04 1974, I, p. 124.

193 Kurt Hruska, Sum. 3491.

194 "Días antes -refiere Álvaro del Portillo-, el profesor Faelli había recetado un nuevo tipo de insulina, indicando que la dosis tenía que ser de 110 unidades. Como siempre, me encargué de ponerle las correspondientes inyecciones. Yo ponía buen cuidado en leer atentamente la literatura médica que acompaña a las medicinas. Allí se decía que la dosis de esa nueva insulina era inferior a la normal, como las dos terceras partes. Por ese motivo y porque las dosis fuertes de insulina aumentaban mucho el dolor de cabeza que padecía el Padre, a pesar de lo que me había dicho el médico, le inyecté una dosis inferior. Con todo, el medicamento produjo una reacción, que entonces yo no conocía, de tipo similar al alérgico. Se lo comuniqué al médico, pero me dijo que siguiese con ese tipo de insulina" (Álvaro del Portillo, Sum. 478).

195 Ibidem.

196 Ibidem.

197 Javier Echevarría, Sum. 2092.

198 Cfr. Álvaro del Portillo, Sum. 479. Refiriéndose a ese momento de la revisión de la propia vida, contaba el Fundador a don Álvaro "que había tenido tiempo de pedir perdón a Dios por lo que él pensaba que eran fallos suyos, e incluso por alguna cosa que no había entendido. Por ejemplo, pensaba el Fundador que una vez el Señor le había dado a entender que moriría bastante más tarde. Y le pidió perdón también por esto, porque no le había comprendido" (cfr. ibidem).
Refiere Encarnación Ortega que el Padre padecía una fuerte diabetes y que "el 27 de abril de 1954, después de aplicarle insulina retardada, y de sufrir un shock anafiláctico, quedó curado de esta enfermedad repentinamente. Aquella misma tarde nos dijo a María José Monterde y a mí que por todo lo que habíamos pedido al Señor, Él nos había oído, y le había concedido una nueva etapa fecunda" (Encarnación Ortega Pardo, Sum. 5381).

199 Carlo Faelli, Sum. 3461.

200 Ibidem.

201 "Avanzando el tiempo -testimonia Javier Echevarría- como secuela de la diabetes se le produjo un comienzo de cataratas. Cuando le diagnosticaron esta deformación, reaccionó también con su habitual serenidad y alegría, ofreciéndoselo al Señor. Procuró no disminuir el trabajo, aunque el oculista aconsejó que leyera menos y que incluso no leyera durante una temporada. De esta época recuerdo que nos rogaba que le leyéramos todos los asuntos de trabajo. Ya he referido cómo se unía al rezo del Breviario.
También le causó la diabetes una insuficiencia renal, que podía tener consecuencias graves, y una insuficiencia cardíaca; por complicación de una y otra, se le encharcaban los pulmones con síntomas de asfixia cuando se acostaba por la noche. Le ocurrió varias veces y en todos los casos reaccionó con sentido sobrenatural, poniéndose en las manos del Señor, con paz sobrenatural y alegría.
A consecuencia de la insuficiencia renal y de la insuficiencia cardíaca, durante largas temporadas en los últimos años, padeció unos derrames sinoviales en los codos y en las rodillas que le producían -sólo con el roce de la ropa- intensos y fortísimos dolores, y le impedían o le hacían difícil caminar o mover los brazos. Nunca se quejó, y se sometió a tratamientos que alguna vez fueron poco acertados. Jamás se lamentó de una terapia equivocada, aunque fuese violenta y se demostrase luego poco eficaz y hasta perjudicial" (Javier Echevarría, Sum. 2096; y también: Álvaro del Portillo, Sum. 479).