Congregaciσn general de la compaρνa de Jesϊs.
Curia General de la Compaρνa de Jesϊs, Roma.
Lunes 24 de octubre de 2016

Queridos hermanos y amigos en el Seρor,

al rezar pensando quι les dirνa, recordι con particular emociσn las palabras finales que nos dijo el Beato Pablo VI al finalizar nuestra Congregaciσn General XXXII: «Cosμ, cosμ, fratelli e figli. Avanti, in Nomine Domini. Camminiamo insieme, liberi, obbedienti, uniti nell’amore di Cristo, per la maggior gloria di Dio» 1.

Tambiιn San Juan Pablo II y Benedicto XVI nos han animado a «caminar de una manera digna de la vocaciσn a la que hemos sido llamados (Ef 4, 12 y a «proseguir por el camino de la misiσn con plena fidelidad a vuestro carisma originario, en el contexto eclesial y social caracterνstico de este inicio de milenio. Como os han dicho en varias ocasiones mis antecesores, la Iglesia os necesita, cuenta con vosotros y sigue confiando en vosotros, de modo especial para llegar a los lugares fνsicos y espirituales a los que otros no llegan o les resulta difνcil hacerlo» 3.

Caminar juntos –libres y obedientes– caminar yendo a las periferias donde otros no llegan, «bajo la mirada de Jesϊs y mirando el horizonte que es la Gloria de Dios siempre mayor, el que nos sorprende siempre» 4. El jesuita estα llamado para «discurrir –como dice Ignacio– y hacer vida en cualquiera parte del mundo donde se espera mαs servicio de Dios y ayuda de las αnimas» (Co 304). Es que: "Para la Compaρνa, todo el mundo le ha de ser casa", decνa Nadal 5.

Ignacio le escribνa a Borja a propσsito de una crνtica de los jesuitas llamados "angιlicos" (Oviedo y Onfroy), porque decνan que la Compaρνa no estaba bien instituida y que habνa que instituirla mαs en espνritu: el espνritu que los guνa –decνa Ignacio– "ignora el estado de las cosas de la Compaρνa, que estαn in fieri, fuera de lo necesario (y) substancial" 6. Me gusta tanto esta manera de ver de Ignacio a las cosas en devenir, haciιndose, fuera de lo substancial. Porque saca a la Compaρνa de todas las parαlisis y la libra de tantas veleidades.

La Fσrmula del Instituto es lo "necesario y substancial" que debemos tener todos los dνas ante los ojos, despuιs de mirar a Dios nuestro Seρor: "El modo de ser del Instituto, que es camino hacia Ιl". Lo fue para los primeros compaρeros y previeron que lo fuera "para los que nos sigan por este camino". Asν, tanto la pobreza como la obediencia o el hecho de no estar obligados a cosas como rezar en coro, no son ni exigencias ni privilegios, sino ayudas que hacen a la movilidad de la Compaρνa, al estar disponibles «para correr por la vνa de Cristo Nuestro Seρor» (Co 582) teniendo, gracias al voto de obediencia al Papa, una «mαs cierta direcciσn del Espνritu Santo» (Fσrmula Instituto 3). En la Fσrmula estα la intuiciσn de Ignacio, y su substancialidad es lo que permite que las Constituciones hagan hincapiι en tener siempre en cuenta «los lugares, tiempos y personas» y que todas las reglas sean ayudas –tanto cuanto– para cosas concretas.

El caminar, para Ignacio, no es un mero ir y andar sino que se traduce en algo cualitativo: es aprovechamiento y progreso, es ir adelante, es hacer algo en favor de los otros. Asν lo expresan las dos Fσrmulas del Instituto aprobadas por Paulo III (1540) y Julio III (1550) cuando centran la ocupaciσn de la Compaρνa en la fe –en su defensa y propagaciσn– y en la vida y doctrina de las personas. Aquν Ignacio y los primeros compaρeros usan la palabra aprovechamiento (ad profectum 7, cf. Flp 1, 12.25) que es la que da el criterio prαctico de discernimiento propio de nuestra espiritualidad.

El aprovechamiento no es individualista, es comϊn: «El fin de esta Compaρνa es no solamente atender a la salvaciσn y perfecciσn de las αnimas propias con la gracia divina, mas con la misma intensamente procurar de ayudar a la salvaciσn y perfecciσn de las de los prσjimos» (Ex 1, 2). Y si para algϊn lado se inclinaba la balanza en el corazσn de Ignacio era hacia la ayuda de los prσjimos, tanto es asν que se enojaba si le decνan que la razσn de que alguno se quedara en la Compaρνa era «para que asν salvara su αnima. Ignacio no querνa gente que siendo buena para sν, no se hallara en ella aptitud para el servicio del prσjimo» (Aicardo I punto 10 pαg. 41).

El aprovechamiento es en todo. La fσrmula de Ignacio expresa una tensiσn: "no solamente… sino…"; y este esquema mental de unir tensiones –la salvaciσn y perfecciσn propia y la salvaciσn y perfecciσn del prσjimo– desde el αmbito superior de la Gracia, es propio de la Compaρνa. La armonizaciσn de ιsta y de todas las tensiones (contemplaciσn y acciσn, fe y justicia, carisma e instituciσn, comunidad y misiσn…) no se da mediante formulaciones abstractas sino que se logra a lo largo del tiempo mediante eso que Fabro llamaba "nuestro modo de proceder" 8. Caminando y "progresando" en el seguimiento del Seρor, la Compaρνa va armonizando las tensiones que contienen y producen inevitablemente la diversidad de gente que convoca y las misiones que recibe.

El aprovechamiento no es elitista. En la Fσrmula Ignacio procede describiendo medios para aprovechar mαs universalmente, que son propiamente sacerdotales. Pero notemos que las obras de misericordia se dan por descontadas, ¡la Fσrmula dice: «sin que eso sea σbice» para la misericordia! Las obras de misericordia –el cuidado de los enfermos en las hospederνas, la limosna mendigada y repartida, la enseρanza a los pequeρos, el sufrir con paciencia las molestias…– eran el medio vital en el que Ignacio y los primeros compaρeros se movνan y existνan, su pan cotidiano: ¡cuidaban que todo lo demαs no fuera σbice!

El aprovechamiento, por fin, es "lo que mαs aprovecha". Se trata del "magis", de ese plus, que lleva a Ignacio a iniciar procesos, a acompaρarlos y a evaluar su real incidencia en la vida de las personas, ya sea en cuestiones de fe, de justicia o de misericordia y caridad. El magis es el fuego, el fervor en acciσn, que sacude dormideras. Nuestros santos lo han encarnado siempre. Decνan de San Alberto Hurtado que era "un dardo agudo que se clava en las carnes dormidas de la Iglesia". Y esto contra esa tentaciσn que Pablo VI llamaba "spiritus vertiginis" y De Lubac, "mundanidad espiritual". Tentaciσn que no es, en primer lugar, moral sino espiritual y que nos distrae de lo esencial: que es ser aprovechables, dejar huella, incidir en la historia, especialmente en la vida de los mαs pequeρos.

«La Compaρνa es Fervor», decνa Nadal 9. Para reavivar el fervor en la misiσn de aprovechar a las personas en su vida y doctrina, deseo concretar estas reflexiones en tres puntos que, dado que la Compaρνa estα en los lugares de misiσn en que tiene que estar, hacen mαs bien a nuestro modo de proceder. Tienen que ver con la alegrνa, con la Cruz y con la Iglesia, nuestra Madre, y miran a dar un paso adelante quitando los impedimentos que el enemigo de natura humana nos pone cuando vamos, en el servicio de Dios, de bien en mejor subiendo.

1. Pedir insistentemente la consolaciσn

Siempre se puede dar un paso adelante en el pedir insistentemente la consolaciσn. En las dos Exhortaciones Apostσlicas [Evangelii gaudium y Amoris laetitia] y en la Encνclica Laudato si’ he querido insistir en la alegrνa. Ignacio, en los Ejercicios nos hace contemplar a sus amigos «el oficio de consolar», como propio de Cristo Resucitado (EE 224). Es oficio propio de la Compaρνa consolar al pueblo fiel y ayudar con el discernimiento a que el enemigo de natura humana no nos robe la alegrνa: la alegrνa de evangelizar, la alegrνa de la familia, la alegrνa de la Iglesia, la alegrνa de la creaciσn… Que no nos la robe ni por desesperanza ante la magnitud de los males del mundo y los malentendidos entre los que quieren hacer el bien, ni nos la reemplace con las alegrνas fatuas que estαn siempre al alcance de la mano en cualquier comercio.

Este «servicio de la alegrνa y de la consolaciσn espiritual» arraiga en la oraciσn. Consiste en animarnos y animar a todos a «pedir insistentemente la consolaciσn a Dios». Ignacio lo formula de modo negativo en la 6 regla de primera semana, cuando dice que «mucho aprovecha el intenso mudarse contra la misma desolaciσn» instando en la oraciσn (EE 319). Aprovecha porque en la desolaciσn somos muy «para poco» (EE 324). Practicar y enseρar esta oraciσn de pedir y suplicar la consolaciσn, es el principal servicio a la alegrνa. Si alguno no se cree digno (cosa muy comϊn en la prαctica), al menos insista en pedir esta consolaciσn por amor al mensaje, ya que la alegrνa es constitutiva del mensaje evangιlico, y pνdala tambiιn por amor a los demαs, a su familia y al mundo. Una buena noticia no se puede dar con cara triste. La alegrνa no es un plus decorativo, es νndice claro de la gracia: indica que el amor estα activo, operante, presente. Por eso el buscarla no debe confundirse con buscar "un efecto especial", que nuestra ιpoca sabe producir para consumo, sino que se la busca en su νndice existencial que es la "durabilidad": Ignacio abre los ojos y se despierta al discernimiento de los espνritus al descubrir esta distinta valencia entre alegrνas duraderas y alegrνas pasajeras (Autobiog 8). El tiempo serα lo que le da la clave para reconocer la acciσn del Espνritu.

En los Ejercicios, el "progreso" en la vida espiritual se da en la consolaciσn: es el «ir de bien en mejor subiendo» (EE 315) y tambiιn «todo aumento de fe, esperanza y caridad y toda leticia interna» (EE 316). Este servicio de la alegrνa fue lo que llevσ a los primeros compaρeros a decidir no disolver sino instituir la compaρνa que se brindaban y compartνan espontαneamente y cuya caracterνstica era la alegrνa que les daba rezar juntos, salir a misionar juntos y volver a reunirse, a imitaciσn de la vida que llevaban el Seρor y sus apσstoles. Esta alegrνa del anuncio explνcito del Evangelio –mediante la predicaciσn de la fe y la prαctica de la justicia y la misericordia– es lo que lleva a la Compaρνa a salir a todas las periferias. El jesuita es un servidor de la alegrνa del Evangelio, tanto cuando trabaja artesanalmente conversando y dando los ejercicios espirituales a una sola persona, ayudαndola a encontrar ese «lugar interior de donde le viene la fuerza del Espνritu que lo guνa, lo libera y lo renueva»10, como cuando trabaja estructuralmente organizando obras de formaciσn, de misericordia, de reflexiσn, que son expansiσn institucional de ese punto de inflexiσn donde se da el quiebre de la voluntad propia y entra a actuar el Espνritu. Bien decνa M. De Certeau: los Ejercicios son «el mιtodo apostσlico por excelencia», ya que posibilitan el «retorno al corazσn, principio de una docilidad al Espνritu que despierta e impulsa al ejercitante a una fidelidad personal a Dios» 11.

2. Dejarnos conmover por el Seρor puesto en Cruz

Siempre se puede dar un paso mαs en el dejarnos conmover por el Seρor puesto en cruz, por Ιl en persona y por Ιl presente en tantos hermanos nuestros que sufren –¡la gran mayorνa de la humanidad! El Padre Arrupe decνa que allν donde hay un dolor, allν estα la Compaρνa.

El Jubileo de la Misericordia es un tiempo oportuno para reflexionar sobre los servicios de la misericordia. Lo digo en plural porque la misericordia no es una palabra abstracta sino un estilo de vida, que antepone a la palabra los gestos concretos que tocan la carne del prσjimo y se institucionalizan en obras de misericordia. Para los que hacemos los Ejercicios, esta gracia por la que Jesϊs nos manda que nos asemejemos al Padre (cf. Lc 6, 36) comienza con ese coloquio de misericordia que es la expansiσn del coloquio con el Seρor puesto en cruz por mis pecados. Todo el segundo ejercicio es un coloquio lleno de sentimientos de vergόenza, confusiσn, dolor y lαgrimas agradecidas viendo quiιn soy yo –disminuyιndome– y quiιn es Dios –engrandeciιndolo–, «que me ha dado vida hasta ahora» (EE 61), quiιn es Jesϊs, colgado en la cruz por mν. El modo como Ignacio vive y formula su experiencia de la misericordia es de mucho provecho personal y apostσlico y requiere una aguda y sostenida experiencia de discernimiento. Decνa nuestro padre a [san Francisco] Borja: «Yo para mν me persuado, que antes y despuιs soy todo impedimento; y de esto siento mayor contentamiento y gozo espiritual en el Seρor nuestro, por no poder atribuir a mν cosa alguna que buena parezca»12. Ignacio vive, pues de la pura misericordia de Dios hasta en las cosas mαs pequeρas de su vida y de su persona. Y sentνa que cuanto mαs impedimento ιl ponνa, con mαs bondad lo trataba el Seρor: «Tanta era la misericordia del Signore, e tanta la copia della soavitΰ e dolcezza della grazia sua con esso lui, che quanto egli piω desiderava d’essere in questo modo gastigato, tanto piω benigno era Iddio e con abbondanza maggiore spargeva sopra di lui i tesori della sua infinita liberalitΰ. Laonde diceva, che egli credeva no vi essere nel mondo uomo, in cui queste due cose insieme, tanto come in lui, concorressero; la prima mancare tanto a Dio e l’altra il ricevere tante e cosμ continue grazie dalla sua mano»13.

Al formular Ignacio su experiencia de la misericordia en estos tιrminos comparativos –cuanto mαs sentνa faltar al Seρor mαs se extendνa Ιl en darle su gracia– libera la fuerza vivificante de la misericordia que nosotros muchas veces diluimos con formulaciones abstractas y condiciones legalistas. El Seρor, que nos mira con misericordia y nos elige, nos envνa a hacer llegar con toda su eficacia esa misma misericordia a los mαs pobres, a los pecadores, a los sobrantes y crucificados del mundo actual que sufren la injusticia y la violencia. Sσlo si experimentamos esta fuerza sanadora en lo vivo de nuestras propias llagas, como personas y como cuerpo, perderemos el miedo a dejarnos conmover por la inmensidad del sufrimiento de nuestros hermanos y nos lanzaremos a caminar pacientemente con nuestros pueblos aprendiendo de ellos el modo mejor de ayudarlos y servirlos (cf. CG 32 d 4 n 50).

3. Hacer el bien de buen espνritu, sintiendo con la Iglesia

Siempre se puede dar un paso adelante en hacer el bien de buen espνritu, sintiendo con la Iglesia, como dice Ignacio. Es tambiιn propio de la Compaρνa el servicio del discernimiento del modo como hacemos las cosas. Fabro lo formulaba pidiendo la gracia de «todo el bien que pudiese realizar, pensar u organizar, se haga por el buen espνritu y no por el malo»14. Esta gracia de discernir, que no basta con pensar, hacer u organizar el bien sino que hay que hacerlo de buen espνritu, es lo que nos enraνza en la Iglesia, en la que el Espνritu actϊa y reparte su diversidad de carismas para el bien comϊn. Fabro decνa que en muchas cosas los que querνan reformar a la Iglesia tenνan razσn, pero que Dios no la querνa corregir con sus modos.

Es propio de la Compaρνa hacer las cosas sintiendo con la Iglesia. Hacer esto sin perder la paz y con alegrνa, dados los pecados que vemos tanto en nosotros como personas como en las estructuras que hemos creado, implica cargar la Cruz, experimentar la pobreza y las humillaciones, αmbito en el que Ignacio nos anima a elegir entre soportarlas pacientemente o desearlas15. Allν donde la contradicciσn era mαs candente, Ignacio daba ejemplo de recogerse en sν mismo, antes de hablar o actuar, para obrar de buen espνritu. Las reglas para sentir con la Iglesia no las leemos como instrucciones precisas sobre puntos controvertidos (alguno podrνa resultar extemporαneo) sino ejemplos donde Ignacio invitaba en su tiempo a "hacer contra" al espνritu antieclesial, inclinαndose total y decididamente del lado de nuestra Madre, la Iglesia, no para justificar una posiciσn discutible sino para abrir lugar a que el Espνritu actuara a su tiempo.

El servicio del buen espνritu y del discernimiento nos hace ser hombres de Iglesia –no clericalistas, sino eclesiales–, hombres "para los demαs", sin cosa propia que aνsle sino con todo lo nuestro propio puesto en comuniσn y al servicio.

No caminamos ni solos ni cσmodos, caminamos con «un corazσn que no se acomoda, que no se cierra en sν mismo, sino que late al ritmo de un camino que se realiza junto a todo el pueblo fiel de Dios»16. Caminamos haciιndonos todo a todos con tal de ayudar a alguno.

Este despojo hace que la Compaρνa tenga y pueda tener siempre mαs el rostro, el acento y el modo de todos los pueblos, de cada cultura, metiιndose en todos ellos, en lo propio del corazσn de cada pueblo, para hacer allν Iglesia con cada uno, inculturando el evangelio y evangelizando cada cultura.

Le pedimos a Nuestra Seρora de la Strada, en un coloquio filial o como de un siervo con su Seρora, que interceda por nosotros ante el «Padre de las misericordias y Dios de toda consolaciσn» (2Cor 1, 3), para que nos ponga siempre nuevamente con su Hijo, con Jesϊs, que carga y nos invita a cargar con Ιl la cruz del mundo. Confiamos a Ella nuestro "modo de proceder", para que sea eclesial, inculturado, pobre, servicial, libre de toda ambiciσn mundana. Le pedimos a nuestra Madre que encamine y acompaρe a cada jesuita junto con la porciσn del pueblo fiel de Dios al que ha sido enviado, por estos caminos de la consolaciσn, de la compasiσn y del discernimiento.

Notas

1 Discorso ai partecipanti alla 32 Congregazione Generale della Compagnia di Gesω, 3 dicembre 1974.
2 Homilνa en la celebraciσn inaugural de la 33 Congregaciσn General de la Compaρνa de Jesϊs, 2 de setiembre de 1983.
3 Discurso a los participantes en la 35 Congregaciσn General de la Compaρνa de Jesϊs, 21 de febrero de 2008.
4 Francisco, Homilνa en la fiesta del SS.mo Nombre de Jesϊs, Iglesia del Gesω, 3 de enero de 2014.
5 MNadal V 364-365.
6 Carta 51, A Francisco de Borja, julio de 1549, 17 N. 9. Cfr. M. A. Fiorito y A. Swinnen, La Fσrmula del Instituto de la Compaρνa de Jesϊs (introducciσn y versiσn castellana), Stromata, julio-diciembre 1977 – nΊ 3/4, 259-260.
7 "Ad profectum animarum in vita et doctrina Christiana" in Monumenta Ignatiana, Constitutiones T. I (MHSI), Roma, 1934 , 26 y 376; cfr. Constituzioni della Compagnia di Gesω annotate dalla CG 34 e Norme complementari, Roma, ADP, 1995, 32-33.
8 Cf. MF. 50, 69, 111, 114 etc.
9 Cf. MNad V, 310.
10 Pierre Favre, Memorial, Paris, Desclιe, 1959; cf. Introduction de M. De Certau, pαg. 74.
11 Ibνd. 76.
12 Ignacio de Loyola, Carta 26 a Francisco de Borja, fines de 1545.
13 P. Ribadaneira, Vita di S. Ignazio di Loiola, Roma, La Civiltΰ Cattolica, 1863, 336.
14 Pierre Favre, Memorial cit. nΊ 51.
15 Cf., Directorio Autσgrafo 23.
16 Francisco, Homilνa en la fiesta del SS.mo Nombre de Jesϊs, Iglesia del Gesω, 3 de enero de 2014.