Entrada: " Venid vosotros, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la Creación del mundo. Aleluya " (Mt 25, 34).
Colecta (del Misal anterior y antes de los Sacramentarios Gelasiano y Gregoriano): " Oh Dios, que todos los años nos alegras con la solemnidad de la resurrección del Señor; concédenos, a través de la celebración de estas fiestas, llegar un día a la alegría eterna ".
Ofertorio: " Acepta, Señor, este sacrificio, con el que has redimido a todos los hombres, y concédenos bondadosamente la salud del alma y del cuerpo ".
Comunión: " Los discípulos conocieron al Señor Jesús al partir el pan. Aleluya " (Lc 24, 35).
Postcomunión: " Te pedimos, Señor, que la participación en los sacramentos de tu Hijo nos libre de nuestros antiguos pecados y nos transforme en hombres nuevos ".
– Hch 3, 1-10: Te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo, echa a andar. Lo que actúa en San Pedro al curar a este lisiado de la Puerta Hermosa del Templo en Jerusalén, es el Nombre de Jesucristo, esto es, su Persona y su fuerza.
Sobre el Nombre de Jesús dice San Bernardo:
" El nombre de Jesús no es solamente Luz, es también manjar. ¿Acaso no te sientes confortado cuantas veces lo recuerdas? ¿Qué otro alimento como él sacia así la mente del que medita? ¿Qué otro manjar repara así los sentidos fatigados, esfuerza las virtudes, vigoriza la buenas y honestas costumbres y fomenta las castas afecciones? Todo alimento del alma es árido si con este óleo no está sazonado; es insípido si no está condimentado con esta sal. Si escribes, no me deleitas, a no ser que lea el nombre de Jesús. Si disputas o conversas, no me place, si no oigo el nombre de Jesús. Jesús es miel en la boca, melodía en los oídos, alegría en el corazón. ¿Está triste alguno de vosotros? Venga a su corazón Jesús, y de allí salga a la boca. Y he aquí que apenas aparece el resplandor de este nombre desaparecen todas las nubes y todo queda sereno " (Sermón 15 sobre el Cantar 1.2).
– Las grandes maravillas de Dios en favor de su pueblo culminan con la resurrección de Jesús, primicia de los que resucitaremos. Cantemos con el Salmo 104 al Señor, que ha sido fiel a sus promesas, haciendo maravillas con su pueblo al nombre de Jesús: " Dad gracias al Señor, invocad su nombre, dad a conocer sus hazañas a los pueblos, cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas. Gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! Él Señor es nuestro Dios, Él gobierna toda la tierra ".
– Lc 24, 13-35: Reconocieron a Jesús al partir el pan. Aparición a los discípulos de Meaux. A Jesús se le sigue encontrando en su Palabra, en la Eucaristía, en los hermanos, en los pobres y necesitados. Comenta San Gregorio Magno:
" En verdad les dirigió la palabra, les reprendió su dureza de entendimiento, les descubrió los misterios de la Escritura Sagrada que a Él se referían... Fingió ir más lejos. Convenía probarlos por si podían amarle, al menos como extraño, los que como a Dios no le amaban todavía. Pero, como no podían ser extraños a la caridad los hombres con quienes la Verdad caminaba, le ofrecen hospitalidad... Ponen pues la mesa, presentan pan y manjares; y en el partir el pan conocen a Dios, a quien en la explicación de la Sagrada Escritura no habían conocido. Al escuchar, por lo tanto, los preceptos de Dios, no fueron iluminados; pero sí lo fueron al cumplirlos, porque escrito está: "No son justos ante Dios los oyentes de la ley, sino que serán justificados los que la observen". Así pues, todo el que quiera entender lo que ha oído, apresúrese a poner por obra todo lo que ha podido oir. He aquí que el Señor no es conocido mientras habla, y se digna ser reconocido cuando le sustentan " (Homilía 23 sobre los Evangelios).