Entrada: " Oh Dios, cuando salías al frente de tu pueblo y acampabas con ellos y llevabas sus cargas, la tierra tembló, el cielo destiló. Aleluya " (cf. Sal 67, 8-9.20).
Colecta (compuesta con textos de los Sacramentarios Gelasiano y de Bérgamo): " Te pedimos, Señor, que los dones recibidos en esta Pascua den fruto abundante en toda nuestra vida ".
Ofertorio: " Que nuestra oración, Señor, y nuestras ofrendas sean gratas en tu presencia, para que así, purificados por tu gracia, podamos participar más dignamente en los sacramentos de tu amor "
Comunión: " Sabed que estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Aleluya " (Mt 28, 20).
Postcomunión: " Dios Todopoderoso y eterno, que en la resurrección de Jesucristo nos has hecho renacer a la vida eterna; haz que los sacramentos pascuales den en nosotros fruto abundante y que el alimento de salvación que acabamos de recibir fortalezca nuestra vida ".
– Hch 5, 27-33: Testigo de esto somos nosotros y el Espíritu Santo. El Consejo y los sacerdotes se inquietan ante la obstinación de los Apóstoles en hablar de Jesús de Nazaret. Y le mismo interrogatorio ofrece a los Apóstoles ocasión para proclamar una vez más el mensaje fundamental del cristianismo: " Cristo muerto y resucitado. De Él viene toda la salvación ". Los Apóstoles eran consecuentes con su fe y la vocación a la que habían sido llamados, sin importarles que esto fuese mal visto de los demás. Esto mismo decía San Juan Crisóstomo en el siglo V:
" Lo que hay que temer no es el mal que digan contra nosotros, sino la simulación de nuestra parte; entonces sí que perderíais vuestro sabor y seríais pisoteados. Pero, si no cejáis en presentar el mensaje con toda su austeridad, si después oís hablar mal de vosotros, alegraos. Porque lo propio de la sal es morder y escocer a los que llevan una vida de molicie. Por tanto, estas maledicencias son inevitables y en nada os perjudicarán, antes serán pruebas de vuestra firmeza. Mas, si por el temor de ellas, cedéis en la vehemencia conveniente, peor será vuestro sufrimiento, ya que entonces todos hablarán mal de vosotros y os despreciarán; en esto consiste en ser pisoteados por la gente " (Homilía sobre San Mateo 15).
Por eso dice San Gregorio Magno:
" Así como el hablar indiscreto lleva al error, así el silencio imprudente deja en su error a quienes pudieran haber sido adoctrinados " (Regla Pastoral 2).
– Jesús pasó por la Cruz para llegar a la Resurrección. Es necesario que el grano de trigo muera para que pueda dar fruto. Los sufrimientos de todo apóstol, de todo creyente, pues todos hemos de ser apóstoles en nuestro ambiente, están marcados con vida. El Señor está cerca de los que sufren. Así nos lo dice el Salmo 33: " Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a Él. El Señor se enfrenta con los malhechores para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor ".
– Jn 3, 31-36: El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en sus manos. El que es de la tierra se opone a Cristo, que procede del cielo y da testimonio de cuanto ha visto. El que cree en el Hijo posee la vida eterna. Hay que defender la fe no obstante los contradictores y las dificultades de propios y extraños. San Agustín advierte:
" En otros tiempos se incitaba a los cristianos a renegar de Cristo; en nuestra época se enseña a los mismos a negar a Cristo. Entonces se impelía, ahora se enseña; entonces se oía rugir al enemigo, ahora, presentándose con mansedumbre insinuante y rondando, difícilmente se le advierte. Es cosa sabida de qué modo se violentaba entonces a los cristianos a negar a Cristo; procuraban atraerlos así para que renegasen; pero ellos, confesando a Cristo, eran coronados. Ahora se enseña a negar a Cristo y, engañándoles, no quieren que parezca que se les aparta de Cristo " (Comentario al Salmo 39).
" Como ciego que oye las pisadas de Cristo que pasa, le llamo... pero cuando haya comenzado a seguir a Cristo, mis parientes, vecinos y amigos comienzan a bullir. Los que aman el siglo se me ponen enfrente: "¿Te has vuelto loco? ¡Qué extremoso eres! ¿Por ventura los demás no son cristianos? Esto es una tontería. Esto es una locura". Y cosas tales clama la turba para que no sigamos llamando al Señor los ciegos " (Sermón 88).