Entrada: " Por el Bautismo fuísteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con Él, porque habéis creido en la fuerza de Dios que lo resucitó. Aleluya " (Col 2, 12).
Colecta (compuesta con textos del Gelasiano y del Gregoriano): " Oh Dios, que has renovado por las aguas del bautismo a los que creen en ti, concede tu ayuda a los que han renacido en Cristo, para que venzan las insidias del Mal y permanezcan siempre fieles a los dones que de Ti han recibido ".
Ofertorio: " Acoge, Señor, con bondad las ofrendas de tu pueblo, para que, bajo tu protección, no pierda ninguno de tus bienes y descubra los que permanecen para siempre ".
Comunión: " Padre, por ellos ruego, para que todos sean uno en nosotros, y así crea el mundo que tú me has enviado, dice el Señor. Aleluya " (Jn 17, 20-21).
Postcomunión: " Dios Todopoderoso, no ceses de proteger con amor a los que has salvado, para que así, quienes hemos sido redimidos por la pasión de tu Hijo, podamos alegrarnos en su resurrección ".
– Hch 9, 31-42: La Iglesia se iba construyendo y se multiplicaba animada por el Espíritu Santo. La actividad apostólica de Pedro se desarrolla en un principio dentro de un período de paz para la Iglesia. El Apóstol cura a un paralítico de Lidia y resucita a una mujer en Jafa, provocando con ello nuevas conversiones. La asamblea eucarística realiza y construye continuamente la comunidad de salvación, que es la Iglesia. En ella encontramos la paz del Espíritu Santo y el aliento para una vida al servicio del Señor y de los hermanos. San Cipriano comenta:
" En los Hechos de los Apóstoles está claro que las limosnas no sólo ayudan al pobre. Habiendo enfermado y muerto Tabita, que hacía muchas buenas obras y limosnas, fue llamado Pedro y apenas se presentó, con toda diligencia de su caridad apostólica, le rodearon las viudas con lágrimas y súplicas... rogando por la difunta más con sus gestos que con sus palabras. Creyó Pedro que podría lograrse lo que pedían de manera tan insistente y que no faltaría el auxilio de Cristo a las súplicas de los pobres en quienes Él había sido vestido... No dejó, en efecto, de prestar su auxilio a Pedro, al que había dicho en el Evangelio que se concedería todo lo que se pidiera en su nombre. Por tal causa se interrumpe la muerte y la mujer vuelve a la vida y con admiración de todos se reanima, retornando a la luz del mundo el cuerpo resucitado. Tanto pudieron las obras de misericordia, tanto poder ejercieron las obras buenas " (Sobre las obras y limosnas 6).
– Con su resurrección Cristo ha vencido a la muerte. Las cadenas que nos ataban han quedado definitivamente rotas. Jesús nos ha salvado ¿Cómo pagar tan inmenso bien? La Santa Misa es la acción de gracias más agradable al Padre. Con el Salmo 115 decimos: " ¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombres. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo. Mucho le cuesta al Señor la muerte de su fieles. Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava: Rompiste mis cadenas. Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor ".
– Jn 6, 61-70: ¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Algunos discípulos abandonan a Jesús ante sus llamativas afirmaciones, pero Simón Pedro proclama su fe en Él, el Mesías, el Hijo de Dios. Comenta San Agustín:
" ¿Nos alejas de Ti? Danos otros igual que Tú. ¿A quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Mirad cómo comprendió esto Pedro con la ayuda de Dios y confortación del Espíritu Santo. ¿De dónde le viene esta inteligencia sino de su fe? Tú tienes palabras de vida eterna. Porque Tú das la vida eterna en el servicio de tu cuerpo y de tu sangre y nosotros hemos creído y entendido. No entendimos y creímos, sino creímos y entendimos. Creímos, pues, para llegar a comprender; porque si quisiéramos entender primero y creer después, no nos hubiera sido posible entender sin creer. ¿Qué es lo que hemos creído y qué lo que hemos entendido? Que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, es decir, que Tú eres la misma vida eterna y que no comunicas en el servicio de carne y sangre sino lo que Tú eres " (Tratado 27, 9 sobre el Evangelio de San Juan).