7ª semana de Pascua, miércoles

Entrada: " Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo. Aleluya " (Sal 46, 2).

Colecta (del Veronense y del Gregoriano): " Padre lleno de amor, concede a tu Iglesia, congregada por el Espíritu Santo, dedicarse plenamente a tu servicio y vivir unida en el amor, según tu voluntad ".

Ofertorio: " Recibe, Señor, este sacrificio que tú mismo has querido que te ofreciéramos, y por esta eucaristía, que celebramos para glorificarte, dígnate santificarnos y darnos tu salvación ".

Comunión: " Cuando venga el Paráclito, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la Verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí, y también vosotros daréis testimonio -dice el Señor-. Aleluya " (Jn 15, 26-27).

Postcomunión: " La participación en los santos misterios aumente, Señor, nuestra santidad, y, al purificarnos de nuestros pecados, nos haga cada vez más capaces de recibir tus dones ".

Hch 20, 28-38: Os dejo en manos de Dios, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia. Pablo anuncia las dificultades que van a sufrir dentro de la propia comunidad y les hace sus últimas recomendaciones. Un cristianismo auténtico es una vida de íntimo contacto con Dios, que no ahoga, sino que abre cauces a la expansión de una intensa emoción humana. La palabra y la acción de gracias nos edifican como Iglesia y nos dan la herencia de los santos.

San Gregorio de Nisa, expone unas normas seguras para el gobierno de las almas:

" Es necesario que los que gobiernan la comunidad ejerciten dignamente las actividades de dirección... Existe el peligro de que algunos que se ocupan de otros y los dirigen hacia la vida eterna puedan destruirse a sí mismos sin notarlo. Es necesario que quienes supervisan trabajen más que el resto, sean más humildes que quienes están bajo ellos, les ofrezcan su propia vida como ejemplo de servicio y consideren a los súbditos como un depósito que Dios les ha confiado... No es conveniente que los hombres cristianos, atentos al esfuerzo humano, consideren que la entera corona depende de sus peleas, sino que es necesario refieran a la voluntad de Dios sus esperanzas en el premio "(De Institución Cristiana).

– En la Ascensión del Señor, Dios ha desplegado su poder. Ha resplandecido su majestad. Jesús desde el cielo da fuerza y poder a su pueblo. Ha avanzado por los cielos y ahora reina junto al Padre. Así lo proclamamos con el Salmo 67: " Oh Dios, despliega tu poder, tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro. A tu templo de Jerusalén traigan los reyes su tributo. Reyes de la tierra cantad a Dios, tocad para el Señor que avanza por los cielos, los cielos antiquísimos, que lanza su voz, su voz poderosa: Reconoced el poder de Dios. Sobre Israel resplandece su majestad y su poder, sobre las nubes. ¡Dios sea bendito! ".

Jn 17, 11-19: Que sean uno como nosotros. Jesús pide por la unidad de los que han de ser sus discípulos, de toda la Iglesia. Son muchos los santos Padres que han tratado de la unidad de la Iglesia. Dice San Cipriano:

" Esta unidad de la Iglesia está prefigurada en la persona de Cristo por el Espíritu Santo en el Cantar de los Cantares, cuando dice: "Una sola es mi paloma, mi hermosa es única de su madre, la elegida de ella" (Ct 6, 8). Quien no guarda esta unidad de la Iglesia, ¿va a creer que guarda la unidad de la fe? Quien resiste obstinadamente a la Iglesia, quien abandona la cátedra de Pedro, sobre la que está cimentada la Iglesia, ¿puede confiar que está en la Iglesia? " (Sobre la unidad de la Iglesia, 5).

Y San Ireneo:

" Por diversos que sean los lugares, los miembros de la Iglesia profesan una misma fe y única fe, la que fue transmitida por los Apóstoles a sus discípulos " (Tratado sobre las herejías 1, 10). Cristo nunca habla de Iglesias, sino de la Iglesia, de su Iglesia y por ella oró en la última Cena.