Entrada: " Los discípulos se dedicaban a la oración en común con algunas mujeres, entre ellas María, la Madre de Jesús, y con sus hermanos. Aleluya " (Hch 1, 14).
Colecta (del Misal anterior): " Dios Todopoderoso, concédenos conservar siempre en nuestra vida y en nuestras costumbres la alegría de estas fiestas de Pascua que nos disponemos a clausurar ".
Ofertorio: " Que la venida del Espíritu Santo nos prepare, Señor, a participar fructuosamente en tus sacramentos, porque Él es el perdón de todos los pecados "
Comunión: " El Espíritu Santo me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando -dice el Señor-. Aleluya " (Jn 16, 14).
Postcomunión: " Señor de misericordia, escucha nuestras súplicas, y, ya que nos has hecho pasar de los ritos antiguos a los sacramentos de la nueva alianza, ayúdanos a pasar de la vida caduca, fruto del pecado, a la nueva vida del Espíritu ".
– Hch 26, 16-20.30-31: Pablo vivió en Roma predicándoles el Reino de Dios. En régimen de semilibertad, el Apóstol no deja de continuar la misión para la que fue elegido por el Señor predicar el Reino de Dios. El plan salvífico de Dios realizado en Cristo por su Muerte-Resurrección e impulsado por el Espíritu tiene una dimensión universal. La Iglesia como comunidad y sacramento de salvación, debe actualizar y llevar a cumplimiento el plan de Dios. Nos toca a nosotros continuar esa misión con todos los medios que podamos: nuestra oración, nuestra palabra, nuestra vida... Dice San Gregorio de Niza:
" Esta es la verdadera perfección, no detenerse nunca en el camino hacia lo que es mejor y no poner límites a lo perfecto " (De la perfecta forma cristiana). " La gracia del Espíritu Santo se concede a cada hombre con la idea de que debe aumentar e incrementar lo que recibe " (Institución cristiana).
Y San Gregorio Nacianceno:
" Procurad una limpieza de espíritu siempre en aumento. Nada agrada tanto a Dios como la conversión y salvación del hombre... Sed como lumbreras en medio del mundo, como una fuerza llena de vida para los demás hombres "(Disertación 39).
– Jesús está en el cielo y los buenos lo verán. El cristiano vive con ansias de ver el rostro del Señor, convencido de que verá a Dios cara a cara. Con esta confianza caminamos hacia el gran día de la segunda venida del Señor. Por eso proclamamos con el Salmo 10: " El Señor está en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo; sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres. El Señor examina a los inocentes y culpables, y al que ama la violencia Él lo odia. Porque el Señor es justo y ama la justicia. Los buenos verán su rostro ".
– Jn 21, 20-25: Este es el discípulo que ha escrito todo esto y nosotros sabemos que su testimonio es verdadero. Comenta San Agustín:
" "Sígueme", porque por él padeció Cristo, del cual dice el mismo Pedro: "Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas". Por eso le fue dicho: "Sígueme". Pero hay otra vida inmortal en la que no hay males: allí veremos cara a cara lo que aquí vemos en espejo y figuras cuando se ha progresado mucho en la verdad.
" Así, pues, la Iglesia tiene conocimiento de dos vidas que le han sido predicadas y encomendadas por divina inspiración, de las cuales una es en la fe y la otra en la contemplación; la una en el tiempo de la peregrinación, la otra en la eternidad de la mansión; la una en el trabajo, la otra en el descanso; la una en el camino, la otra en la patria; la una en el trabajo de la actividad, la otra en el premio de la contemplación; la una se afana por conseguir la victoria, la otra vive segura en la paz de la victoria..., en conclusión, la una es buena, pero llena de miserias, la otra es mejor y bienaventurada... " (Tratado 124, 5 Sobre el Evangelio de San Juan).