11ª semana del Tiempo Ordinario, martes

Años impares

2Co 8, 1-9: Cristo se hizo pobre por vosotros. San Pablo recomienda la generosidad de los fieles para con los necesitados. De este modo imitarán a Cristo. San Agustín pone ese texto al comentar que los invitados a la cena no quisieron venir, y dice:

" No vinieron los ricos sanos, quienes creían que andaban bien y que tenían la vista despierta, es decir, los que presumían mucho de sí y, por lo mismo, casos más desesperados cuanto más soberbios. Vengan, pues, los mendigos, ya que invita el que "siendo rico se hizo pobre por nosotros para que los mendigos nos enriqueciéramos con su pobreza" (2Co 8, 9). Vengan los débiles, porque no necesitan del médico los sanos, sino los enfermos. Vengan los cojos... Vengan los ciegos... " (Sermón 162, 8).

Venimos nosotros y somos servidos.

– Por eso alabamos al Señor con el Salmo 145: " alaba, alma mía, al Señor. Lo alabaré mientras viva "... Con ese Salmo se ponen de manifiesto la grandeza y el poder real de Dios de tal manera, que, atraídos por la misericordia, el poder y la bondad de Dios, se despeguen de los atractivos ilusorios y engañosos de este mundo y pongan su esperanza sólo en Dios. Este mensaje del Salmo es de perpetua utilidad. Cristo es nuestro Modelo. Él llevó una vida entera pendiente de su Padre hasta el punto de decir que su comida era hacer la voluntad del Padre (Jn 8, 29). San Agustín comenta:

" Contra tus venenosas insinuaciones canta el mártir: "alabaré al Señor mientras viva" (Sal 145, 2). Entonces, una vez que haya muerto, ¿ya no lo alabarás? Al contrario, lo harás con mayor intensidad que mientras dura la vida. No se puede hablar de duración lo que no tiene fin " (Sermón 335,B,2).

Años pares

1R 21, 17-29: Has hecho pecar a Israel. El profeta Elías manifiesta al rey la gravedad de su crimen con la muerte de Nabot y le anuncia el castigo. El rey hace penitencia y obtiene que se retrase la ejecución de la sentencia.

Lógicamente la Iglesia indica como Salmo responsorial algunos versos del Salmo 50 con el estribillo: " Misericordia, Señor, hemos pecado " . El pecado es un mal intolerable. Es la muerte. Todo el Salmo está construido sobre la oposición: muerte-resurrección; pecado-perdón. El pecado es un mal esencial, porque se mide su gravedad en relación con el Bien esencial que es Dios. El pecado no se mira como la infracción de una regla, o de un código de conducta, sino como la infidelidad a un Amor: el Amor eterno e infinito de Dios, Es un mal trascendente.

– El Salmo 50 contiene el resumen de todas nuestras oraciones: adoración, amor, ofrenda, acción de gracias, arrepentimiento, súplica... Comenta San Agustín:

" Fíjate en el rey David. También él había recibido ya los sacramentos de su tiempo... Ya estaba también ungido con la unción venerable en la que estaba figurado el sacerdocio real de la Iglesia. De forma repentina se hizo reo... No en vano, pues, arrepentido, clamó al Señor desde tan terrible y abrupto abismo del crimen, diciendo: Aparta tu rostro de mis pecados... ¿En mérito de qué, sino a lo que dice a continuación: Reconozco mi maldad y mi pecado está siempre en tu presencia. ¿Qué le ofreció al Señor para tenérselo propicio? Si hubieras querido un sacrificio... (Sal 50, 11, 5.18-19). Así, pues, no sólo le ofreció devotamente este sacrificio, sino que también mostró con esas palabras lo que convenía ofrecerle. No basta, en efecto, mejorar las costumbres y apartarse de las malas acciones, si no se satisface a Dios por todo cuanto se ha hecho mediante el dolor de la penitencia, el gemido de la humildad, el sacrificio de un corazón contrito y la colaboración de las limosnas " (Sermón 351, 12).

Evangelio

Mt 5, 43-48: Amad a vuestros enemigos. La doctrina de la nueva justicia alcanza su culmen en el amor a los enemigos. Hasta ese punto de perfección deben tender los discípulos de Cristo, si quieren imitar al Padre que está en los cielos. San Juan Crisóstomo nos exhorta:

" ¡He aquí cómo pone el Señor el coronamiento de todos los bienes! Porque, si nos enseña no sólo a sufrir pacientemente una bofetada, sino a volver la otra mejilla; no sólo a soltar el manto, sino añadir la túnica; no sólo a andar la milla a que nos fuerzan, sino otra más de nuestra cuenta, todo ello es porque quiere que recibas como la cosa más fácil algo muy superior a todo eso.

– " ¿Y qué hay, me dices, superior a eso? -Que a quien todos esos desafueros cometa con nosotros, no le tengamos ni por enemigo. Y todavía algo más que eso. Porque no dijo: no le aborrecerás, sino: le amarás. Ni dijo: no le hagas daño, sino: hazle bien.

" Mas, si atentamente examinamos las palabras del Señor aún descubriremos algo más subido que todo lo dicho. Porque no nos mandó simplemente amar a quienes nos aborrecen, sino también rogar por ellos. ¡Mirad por cuántos escalones ha ido subiendo y cómo ha terminado por colocarnos en la cúspide de la virtud!

" Contémoslo de abajo arriba. El primer escalón es que no hagamos por nuestra parte mal a nadie. El segundo, que si a nosotros se nos hace, no volvamos mal por mal. El tercero, no hacer a quien nos haya perjudicado lo mismo que a nosotros se nos hizo. El cuarto, ofrecerse uno mismo para sufrir. El quinto dar más de lo que el ofensor pide de nosotros. El sexto, no aborrecer a quien todo eso hace. El séptimo, amarle. El octavo, hacerle beneficios. El noveno, rogar a Dios por él. ¡He aquí una cima filosófica!. De ahí también el espléndido premio que se le promete... Se nos promete ser semejantes a Dios, cuanto cabe que lo sean los hombres " (Homilía 18, 3-4 sobre San Mateo).