18ª semana del Tiempo Ordinario, viernes

Años impares

Dt 4, 32-40: Amo a tus padres y después eligió su descendencia. Llama la atención Moisés sobre la misericordiosa elección del Señor en favor de Israel, a quien se ha dado a conocer y ha colmado de beneficios. Por eso el pueblo escogido ha de corresponder con gran amor, manifestado en la observancia de sus mandatos, que en definitiva son para bien de todos los hombres.

Tres acontecimientos del pasado retienen la atención de este pasaje bíblico: Dios se ha acercado a Israel comprometiéndose en las promesas de los patriarcas yendo a busca a su pueblo exiliado en Egipto, e introduciéndolo en la tierra prometida. El mismo y único Dios es el autor de estos tres acontecimientos: ¿por qué no habrá de ser también el autor de los acontecimientos que nos preocupan? Dios es único; por tanto su amor dura para siempre...

La palabra de Dios no se limita al pasado; también tiene actualidad ahora y la tendrá en el futuro; si esa Palabra espera una respuesta del hombre, esa respuesta es tan necesaria hoy como ayer y no es otra que una correspondencia de amor.

– Seguimos con la misma idea en el Salmo 76 escogido como responsorial: " Recuerdo las proezas del Señor, Sí recuerdo tus antiguos portentos, medito todas tus obras y considero tus hazañas. Dios mío, tus caminos son santos... Tú, oh Dios, haciendo maravillas... "

El cristiano, con mirada de fe, ha de saber leer en los caminos de la Providencia, que saca bienes aun de los mismos males. Por muy mal que nos parezca la situación del mundo, el cristiano ha de saber que Cristo ha prometido su asistencia a la Iglesia y una acogida favorable a la oración perseverante. Nunca hemos de desconfiar de que los antiguos portentos de la historia de la salvación se pueden renovar en nuestros días, como de hecho se renuevan en tantos movimientos más o menos silenciosos y en tantos actos heroicos patentes a los ojos de Dios.

Años pares

– Na 1, 15; Na 2, 2; Na 3, 1-3.6-7: ¡Ay de la ciudad sangrienta! Nahúm, contemporáneo de Jeremías, anuncia el final del poder sirio. El profeta es el alegre mensajero que trae la noticia de la salvación, al tiempo que anuncia la ruina de Nínive, la ciudad enemiga. Yavé es realmente el Señor de toda la historia. San Jerónimo explica que:

" El padre únicamente corrige al que ama; el maestro únicamente reprende al alumno que ve de más agudo ingenio; si el médico deja de curar, es que ha perdido toda esperanza. Y si tú replicaras que así como Lázaro recibió los males en su vida, así yo también soportaré resignado mis sufrimientos, para que se me conceda la gloria futura, el Señor no tomará dos veces venganza de los mismos (Na 1, 9). Por qué Job, hombre santo y sin tacha, y justo entre los de su tiempo, tuvo que sufrir tantas calamidades está explicado en su mismo libro " (Carta 68, 1, a Castriciano).

– El salmo responsorial se ha tomado del capítulo 32 del Deuteronomio: " Yo doy la muerte y la vida... El Señor defenderá a su pueblo y tendrá compasión de sus siervos... " El Señor es justo. Si castiga, será hasta lo señalado por Él y al mismo tiempo quien ha sido en cierto sentido escogido como instrumento de su justicia recibirá su paga por su mala acción. Él dice: daré su paga al adversario ". Porque Dios es único, un acontecimiento que tuvo lugar en Nínive, según la lectura anterior, repercutió en Jerusalén. Por la misma razón, un pueblo hundido en la desgracia recupera la felicidad prometida a sus antepasados. Siempre hemos de tener gran confianza en Dios.

Evangelio

Mt 16, 24-28: ¿Qué podrá dar un hombre para recobrar la vida? Después del anuncio de la Pasión, Jesús les indica a los suyos que habrán de seguirle en el sufrimiento y en la muerte. Llegará, sin embargo, un día en el que Cristo volverá en su gloria para el premio final. Algunos de sus discípulos tendrán un anticipo de semejante venida en la visión de Jesús transfigurado. San Agustín comenta:

" El hombre se perdió por primera vez causa del amor a sí mismo. Pues si no se hubiese amad y hubiese antepuesto a Dios; no se hubiese inclinado a hacer su propia voluntad descuidando la de Él. Amarse uno a sí mismo no es otra cosa que querer hacer su propia voluntad. Antepón la voluntad de Dios; aprende a amarte no amándote... Cuanto tiene de bueno, atribúyalo a Aquél por quien ha sido hecho; cuanto tiene de malo, es de cosecha propia.

" No hizo Dios lo que de malo existe en él; pierda lo que hizo si esto le causó defección. "Niéguese a sí mismo, dijo, y tome su cruz y sígame" (Mt 16, 24). ¿A dónde hay que seguir al Señor? Sabemos adonde va: hace pocos días hemos celebrado su solemnidad. Resucitó y subió al cielo: allí hay que seguirle. No hay motivo alguno para perder la esperanza; no porque el hombre pueda algo, sino por la promesa de Dios... Sigan a Cristo los miembros que allí tienen su lugar, cada uno en su género, en su puesto...

" Tomen su cruz, es decir, mientras están en este mundo toleren por Cristo cuantos sufrimientos les procure el mundo. Amen al único que no sufre engaño, el único que no engaña. Ámenle porque es verdad lo que promete. Mas como no lo da al instante, la fe titubea. Resiste, persevera, aguanta, soporta la dilación: todo esto es llevar la cruz " (Sermón 96).