– Dt 31, 1-8: Sé fuerte y valiente, se dice a Josué. Moisés exhorta a Josué a que cobre ánimo y energías para que sea capaz de hacer penetrar a Israel en la tierra de promisión. De la misma manera que lo hizo con Josué, Dios aportará la salvación a su pueblo por medio de Jesucristo que nos introducirá en el Reino de los cielos. La historia de la salvación continúa. Los hombres se suceden unos a otros. Todos hemos de realizar la misión que nos corresponde.
Dios quiere llevar a los hombres a una vida de comunión con Él. Esta idea fundamental para la doctrina de la salvación es la que expresa el tema de la alianza. En el Antiguo Testamento dirige todo el pensamiento religioso, pero se ve cómo con el tiempo se va profundizando. En el Nuevo Testamento adquiere una plenitud sin igual, pues ahora tiene ya por contenido todo el misterio de Cristo.
– Como salmo responsorial se han escogido unos versos del Deuteronomio 32: " La porción del Señor fue su pueblo ". El tema del pueblo de Dios, en el que se organizan en síntesis todos los aspectos de la vida de Israel, es tan central en el Antiguo Testamento, como lo será en el Nuevo, el tema de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, pero también cuerpo de Cristo. Entre los dos sirve de enlace la escatología profética: en el marco de la antigua alianza, anuncia y describe anticipadamente al pueblo de la Nueva Alianza, aguardado para el fin de los tiempos.
– Ez 2, 8-3, 4: Comió el volumen y le supo dulce como la miel. Dios presenta al profeta Ezequiel un libro para que se lo coma. Contiene ese libro la revelación del Señor. La imagen expresa la identificación de la voz del profeta con la palabra de Dios. San Gregorio Magno dice:
" El libro que llenó las entrañas se ha hecho en la boca dulce como la miel, porque los que de veras han aprendido a amarle en las entrañas de su corazón, ésos saben hablar dulcemente del Señor omnipotente. Si la Sagrada Escritura es dulce al paladar de éstos, cuyas vísceras vitales están llenas de los mandatos de Él, porque a quien los lleva impresos interiormente para vivir, a ése le es agradable hablar de ellos. En cambio, no resulta dulce el sermón a quien una vida réproba está remordiendo dentro de la conciencia.
" De ahí la necesidad de que quien predica la palabra de Dios considere primero cómo debe vivir, para que luego, de su vida, deduzca qué y cómo debe predicar; porque en la predicación, la conciencia enamorada de Dios edifica más que el arte de hablar; pues amando lo celestial, dentro de sí mismo lee el predicador el modo de persuadir cómo deben despreciarse las cosas terrenas " (Homilía 10, 13 sobre Ezequiel).
– Con unos versos del Salmo 118 oramos: " Mi alegría es el camino de tus preceptos, más que todas las riquezas. Tus preceptos son mi delicia, tus decretos mis consejeros. Más estimo yo los preceptos de tu boca, que miles de monedas de oro y plata. ¡Qué dulce al paladar tu promesa! más que miel en la boca. Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón. Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos ".
– Mt 18, 1-5.10.12-14: Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños. Esta es una de las reglas que se han de seguir en la vida comunitaria de la Iglesia: es necesaria la sencillez para entrar en el Reino de los cielos. San Jerónimo enseña:
" Si alguno fuere tal que imita a Cristo en su humildad, en él se recibe a Cristo. Y, para que cuando les suceda esto a los apóstoles no lo consideren una gloria personal, prudentemente añade que deberán ser recibidos no por sus méritos, sino en honor a su Maestro. Pero el que escandalice... Aunque ésta pueda ser una condenación general de los que provocan escándalos, sin embargo, según el contexto, también se puede ver en ella una crítica de los apóstoles quienes, al preguntarle quién era el mayor en el Reino de los cielos, parecían disputarse los honores. Si hubieran perseverado en ese defecto, podían perder a aquéllos que llamaban a la fe por causa del escándalo, al ver que los apóstoles se disputaban los honores.
" Sus palabras: "sería preferible para él que le atasen al cuello una piedra de moler", se refieren a una costumbre del país. Éste era entre los antiguos judíos el castigo de los grandes criminales: se los arrojaba al fondo del mar con una piedra atada al cuello. Es preferible, sin embargo, para él, porque es mucho mejor recibir el castigo inmediato que ser reservado para los tormentos eternos (2P 2, 9)... Cada uno de los fieles sabe lo que le hace daño o turba su corazón y lo somete a menudo a tentación. Es preferible una vida solitaria que perder la vida eterna por las necesidades de la vida presente " (Comentario al Evangelio de Mateo 18, 5.6.8).