MATEO

Mt 1, 1 Este versículo introduce todo Mt 1, incluido Mt 1, 18-25. La genealogía de Jesús responde al uso bíblico (Gn 5; Gn 10; Gn 36) y a la importancia de las genealogías en Israel después del exilio. Jesús aparece emparentado con el gran patriarca Abrahán, origen del pueblo, y con el rey David, de cuya descendencia debía nacer el Mesías; es decir, en él se cumplen las promesas de Dios.

Mt 1, 23 Los LXX tradujeron el hebreo doncella por el griego virgen. Mateo descubre así en el texto una profecía de la concepción virginal de Jesús por obra del Espíritu Santo en el seno de María, la Virgen.

Mt 3, 15 Justicia, palabra muy frecuente en Mateo, significa la adecuación a la voluntad de Dios, verdadero objetivo de la vida del creyente (véase Mt 5, 6. 10. 20; Mt 6, 1. 33; Mt 21, 32). Aquí es Jesús quien vive su condición de Hijo de Dios cumpliendo la voluntad del Padre, que, a veces, se concreta en el cumplimiento de las Sagradas Escrituras en él.

Mt 4, 1-11 Los textos bíblicos citados pretenden presentar a Jesús reviviendo las tentaciones de Israel en su camino de cuarenta años en el desierto; pero, a diferencia de Israel, el Maestro de Nazaret se mantiene fiel a Dios, su Padre; aquí y hasta el final (véase Mt 16, 21ss; etc.) esa es la forma en que él realiza su condición de Hijo de Dios.

Mt 5, 32 El término griego, aplicado de suyo a cualquier uso indebido de la sexualidad, parece contemplar aquí las uniones ilegítimas y, más en concreto, los matrimonios incestuosos, que de hecho no son matrimonio. Jesús no contempla, pues, una excepción a la indisolubilidad del matrimonio.

Mt 6, 9 El Padrenuestro, que Mateo inserta en el Sermón de la montaña y Lucas en el camino de Jesús hacia Jerusalén (Lc 11, 1-4), es una oración muy sencilla que revela un original semítico. A la referencia a Dios como Padre, sigue en Mateo una triple invocación a la acción de Dios para la venida de su reino y tres peticiones referidas a las necesidades esenciales de los discípulos. El plural «nuestro/nosotros» expresa el carácter comunitario de la oración.

Mt 8, 18-27 Conjunto narrativo variado, verdadera catequesis sobre la fe y el seguimiento: a la orden de pasar a la otra orilla (18) siguen escenas de seguimiento (19-22), tras lo cual Jesús sube a la barca seguido de sus discípulos (23). Después se narra, escuetamente, el milagro, en el que ocupa el primer plano la enseñanza sobre la fe (26).

Mt 10, 1 Al elegir doce, número de las tribus de Israel (Mt 19, 28), Jesús expresa su voluntad de congregar a todo Israel para que acepte el reino de Dios. Por otra parte, los Doce son continuadores de la obra de Jesús y tienen que hacer exactamente lo mismo que él hacía (véase Mt 9, 35).

Mt 11, 25-30 Estos versículos recogen una efusión de Jesús en la que expresa lo más íntimo de su experiencia espiritual y suponen un fuerte contraste con lo que precede. A la gente humilde y sencilla Dios les concede esa sabiduría íntima que se requiere para conocer su misterio y que no se encuentra en los sabios e ilustrados del mundo. Jesús tiene una conciencia muy especial de su condición de Hijo de Dios y de su relación con su Padre. Es Dios Padre quien lleva al conocimiento profundo de Jesús y es a través de Jesús como se conoce al Padre y su proyecto de amor. El Evangelio según san Juan es el mejor comentario a estas afirmaciones, auténtica cima espiritual de los evangelios sinópticos.

Mt 12, 17 En una profunda lectura cristológica del AT, el ministerio de Jesús es visto a la luz del «primer canto del Siervo», que subraya su carácter profético y la naturaleza no violenta de su misión, anunciando, incluso, la apertura a los gentiles. Situada aquí, la indicación marca un contraste evidente con el pasaje siguiente, donde Jesús es acusado de ser siervo del diablo.

Mt 12, 47s De acuerdo con el uso de los términos correspondientes en el AT, los hermanos y hermanas de Jesús de los que habla el NT en varias ocasiones son parientes del círculo familiar más cercano. En cualquier caso, Jesús constituye ahora una familia espiritual que tiene su origen en el Padre que está en los cielos (Mt 7, 21; Mt 23, 9).

Mt 13 El anuncio de la llegada del reino de los cielos (Mt 4, 17) ha suscitado entusiasmo y seguimiento, pero también polémica y rechazo; llega, pues, el momento de explicar en qué consiste aquel reino. A este fin sirven las parábolas del reino, que son relatos breves y sugerentes, con imágenes y comparaciones tomadas de la vida cotidiana, que pretenden hacer pensar al oyente y que van evocando los diversos aspectos del reino de Dios. El lenguaje poético y simbólico al que recurre Jesús pretende llevar al oyente o al lector a interrogarse sobre su propia situación ante un Dios que ofrece su reino.

Mt 14, 12 La misión de Juan el Bautista está vinculada a la de Jesús (Mt 3, 2; Mt 4, 15; Mt 11, 18ss); y su muerte violenta y su sepultura prefiguran el destino del Nazareno (Mt 17, 11-13).

Mt 15, 21-28 En el AT, los cananeos eran los no judíos por antonomasia. De acuerdo con la orientación general del relato de Mateo, no es Jesús quien se adentra en ese territorio extranjero, sino la mujer la que sale al encuentro del Maestro y, frente a las reticencias iniciales de este último, logra con su gran fe que la buena noticia de la llegada del reino alcance también a quienes no son judíos. Se adelanta así de alguna manera la misión universal que Jesús ordenará a sus discípulos después de Pascua (Mt 28, 19).

Mt 16, 18 Como en otros textos bíblicos, el cambio de nombre indica la encomienda de una tarea o misión: Jesús cambia a Simón este nombre por el de Pedro, que traduce el arameo Kephas y quiere decir «roca»; de este modo señala la construcción de una casa o templo, de una nueva comunidad, en la que Pedro va a tener un papel fundamental. Este papel lo indican la expresión semítica «atar y desatar» y la imagen de las llaves. La primera implica autoridad doctrinal y disciplinar y manifiesta que Pedro, además de ser prototipo del discípulo de Jesús, es el garante de la interpretación auténtica de la enseñanza del Maestro (Mt 15, 15; Mt 17, 24-27; Mt 18, 21) y tiene autoridad para excluir o incluir en la comunidad. Por su parte, la imagen de las llaves alude a la autoridad sobre la casa (véase Is 22, 22), en la que subyace la consideración de la Iglesia como construcción. Esta declaración corresponde al papel eminente que Pedro jugó en los primeros tiempos de la Iglesia (Hch 1, 13. 15; Hch 2, 14; Ga 2, 7, etc.). La tradición católica, en un desarrollo temprano y coherente del sentido literal del texto, ha visto aquí la fundamentación del primado del Papa, Sucesor de Pedro en la Sede de Roma.

Mt 18 La instrucción de este capítulo, conocida como «Discurso comunitario», tiene como objeto la vida interna de la comunidad cristiana, alertando sobre peligros (6-14) y disponiendo incluso medidas disciplinarias (15-20). En cualquier caso, se subraya con fuerza especial que el perdón y la misericordia deben ser el horizonte radical de la vida de la comunidad de los discípulos de Jesús (21-35).

Mt 19-20 La novedad del reino de Dios que Jesús anuncia y hace presente promueve un ideal alternativo de relaciones sociales y una forma diferente de entender la vida. Jesús desarrolla aquí este ideal: la relación del varón y de la mujer (Mt 19, 3-12), la consideración de los niños (Mt 19, 13-15), la actitud ante el dinero (Mt 19, 16-29) y, por fin, la paradójica asunción por parte de Jesús del papel de un esclavo (Mt 20, 20-28).

Mt 20, 28 En conformidad con el conjunto del NT la expresión por muchos debe entenderse en el sentido de «por todos»; ello no significa que los efectos de la muerte de Cristo se apliquen de forma automática a toda la humanidad; para dicha aplicación se hace necesaria la respuesta humana.

Mt 21, 33 La parábola evoca Is 5, 2, aunque en lugar de recriminar a Israel (la viña) por no producir los frutos que Dios espera, como hacía el texto de Isaías, la parábola va dirigida contra los viñadores, es decir, los líderes del pueblo, los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos. En realidad se trata de una alegoría de la historia de la salvación con una referencia especialmente crítica al rechazo de Jesús, el Hijo único y amado del Padre.

Mt 24, 3 Venida traduce la palabra griega «parusía»; esta, que se usaba normalmente para hablar de la visita oficial del rey, se refiere aquí a la venida gloriosa de Jesucristo, la cual supondrá la plenitud del reino de los cielos y el fin del mundo.

Mt 26, 1-5 La pasión es el desenlace del conflicto que atraviesa toda la vida de Jesús. La fe pascual no hizo olvidar los momentos duros ni llevó a idealizar los recuerdos. Los relatos evangélicos no rehúyen lo doloroso de los acontecimientos, ni el abandono de los discípulos, ni la condena de Jesús. Pero en todo ello se descubre el plan de Dios y Jesús es presentado como la realización perfecta del justo que confía en Dios en medio de los sufrimientos y de la irrisión de sus adversarios: la teologización de la pasión se realiza ante todo viendo en ella el cumplimiento de lo que los Salmos dicen de los justos. El relato de Mateo subraya muy especialmente la entrega libre, obediente y confiada de Jesús a la voluntad del Padre.

Mt 26, 64 La expresión literal de esta frase es: sentado a la derecha del Poder. El judaísmo de la época empleaba el nombre «Poder» para evitar pronunciar el de Dios.

Mt 27, 40 Lo mismo que en las tentaciones a que lo sometió el diablo en el desierto (Mt 4, 1-11), aquí se recalca que Jesús vive su condición de Hijo de Dios no a través de signos espectaculares y poderosos, sino en obediencia y entrega al Padre hasta las últimas consecuencias.

Mt 28, 18 Las palabras del resucitado tienen su centro en una afirmación eclesiológica (Mt 28, 19-20a) enmarcada entre dos afirmaciones cristológicas (Mt 28, 18. 20b): el Señor resucitado, Hijo del Hombre revestido de plenitud de poder, Enmanuel en medio de los suyos, ordena hacer discípulos de todos los pueblos, superando así precedentes limitaciones (Mt 10, 5b-6; Mt 15, 24). Dicha tarea se concreta de dos maneras: bautizar y enseñar a guardar todo lo que Jesús ha mandado.