ESDRAS Y NEHEMÍAS

Los libros de Esdras y Nehemías están muy relacionados entre sí, y tienen muchas semejanzas de estilo y de orientación con los libros de las Crónicas 1. La presentación y denominación de estos escritos ha variado a lo largo de la historia. En el antiguo canon hebreo los textos de Esdras y Nehemías formaban un solo volumen. Así pasó a la versión griega de los Setenta, donde constituyen un solo libro que se suele denominar Esdras B (en esta versión se llama Esdras A a un libro apócrifo que figura en un apéndice de la Vulgata como III Esdras). Los comentaristas cristianos lo dividieron en dos de acuerdo con su contenido. Así se encuentra ya en la Vulgata donde estos libros se llaman I Esdras y II Esdras. Más tarde esta misma división pasó al canon hebreo y ha quedado también recogida en la Neovulgata.

1. ESTRUCTURA Y SÍNTESIS DEL CONTENIDO

Estos libros no ofrecen una exposición lineal de los acontecimientos, como sucedía en los libros de la «historia deuteronomista» o en Crónicas, sino que se ocupan sólo de los episodios más sobresalientes en la reconstrucción religiosa y civil de Judá durante el tiempo en que éste formaba parte del imperio persa. En esta obra conjunta se podrían distinguir las siguientes partes:

I. RECONSTRUCCIÓN DEL TEMPLO (Esd 1, 1-Esd 6, 22). Cuando Ciro autoriza el regreso 2, se forma una caravana a las órdenes de Sesbasar que se dirige de Babilonia a Jerusalén 3 y, una vez allí, los recién llegados reconstruyen el Templo 4. Concluidas las obras y realizada su dedicación, celebran con gran gozo la solemnidad de la Pascua 5.

II. MISIÓN DE ESDRAS: INSTAURACIÓN DE LA LEY (Esd 7, 1-Esd 10, 44). El relato de la misión encomendada a Esdras, el escriba, se inicia con el documento de Artajerjes mediante el cual se le entregaron todos los poderes necesarios para llevarla a cabo 6. A continuación se describen los preparativos y el desarrollo de la marcha a Jerusalén hasta su llegada 7. Una vez allí, Esdras ve que muchos no cumplen algunos preceptos de la Ley, y pronuncia una oración penitencial confesando ante Dios las culpas del pueblo 8. Por último se toman severas medidas para arreglar aquella situación 9.

III. MISIÓN DE NEHEMÍAS: RECONSTRUCCIÓN DE LA CIUDAD (Ne 1, 1-Ne 13, 31). Se exponen en primer lugar los motivos que movieron a Nehemías, que estaba al servicio del rey de Persia, a plantearse la tarea de reconstruir Jerusalén y cómo alcanzó del monarca permiso para llevarla a cabo10. Sigue la descripción de las obras de restauración de la ciudad11, y las gestiones para su repoblación12. El núcleo central de esta parte lo constituye la proclamación de la Ley realizada por Esdras y el compromiso del pueblo a cumplirla13. Seguidamente se lleva a cabo la distribución de la población entre Jerusalén y el resto del territorio14 y la dedicación de la muralla recién reconstruida15. Por último se habla de una restauración de la vida civil, ocurrida en una segunda misión de Nehemías16.

2. COMPOSICIÓN

El orden de los acontecimientos que aparece en los libros de Esdras y Nehemías suscita varias dificultades. La lista de los repatriados está repetida17. En el pasaje que va de Esd 4, 6 a Esd 6, 18, escrito en arameo, Darío aparece mencionado después de Jerjes y Artajerjes, cuando en realidad sabemos que éstos son posteriores a aquél. En los relatos que Esdras y Nehemías hacen de sus misiones y actividad se desconocen completamente el uno al otro; sólo en dos momentos ocasionales el redactor del libro los hace coincidir18. En conjunto, da la impresión de que cuando llega Esdras ya se había realizado la reforma de Nehemías, puesto que Esdras no alude al calamitoso estado de la ciudad que movió a Nehemías a ir a Jerusalén19. Tampoco se explicaría el desorden que Nehemías encontró, especialmente en el ámbito de los matrimonios mixtos20, si ya hubiese estado allí Esdras y se hubiese impuesto la Ley que traía. De todos estos datos se deduce que el redactor del libro ha unido unas memorias ya existentes de Esdras21 y otras de Nehemías22 escritas en primera persona, y ha recogido a la vez datos de otras fuentes como la correspondencia en arameo con los reyes persas23 o listas de repatriados24, presentando los hechos con un orden que refleja más intereses doctrinales que cronológicos.

De hecho, aunque no es imposible que Esdras fuese a Jerusalén antes que Nehemías, o coincidiendo con la segunda misión de éste25, a la luz de datos existentes –entre ellos un importante papiro de aquella época– hoy se considera como lo más probable desde el punto de vista histórico que Nehemías realizase sus misiones en Jerusalén entre los años 445 y 424 a.C., y que Esdras en cambio llegase allí el 398 a.C. Nehemías habría restaurado la muralla, organizado social y económicamente Judea y fortalecido la identidad y unidad de los repatriados mediante la renovación del pacto con Dios al estilo del Deuteronomio, urgiendo a la celebración del sábado y prohibiendo algunos matrimonios mixtos. Esdras, en cambio, habría llevado la Ley y la habría impuesto como ley del estado para todos los judíos. Nehemías y Esdras representarían dos momentos distintos y sucesivos en el desarrollo de la comunidad judía de Jerusalén y su relación con la diáspora.

El autor de Esdras-Nehemías refundió las memorias de estos dos personajes que se transmitían independientemente. Lo hizo con el propósito de exaltar la figura de Esdras y recoger al mismo tiempo la memoria de Nehemías. Una exaltación de Esdras aún mayor se encuentra en una obra apócrifa llamada III Esdras –aparece con este nombre en un apéndice de la Vulgata, aunque, como ya se ha señalado, en los Setenta aparece como Esdras A– en la que Esdras es el que culmina la reforma iniciada por Josías antes del destierro26 y continuada por Zorobabel a la vuelta, y en la que no aparece la figura de Nehemías. Con un propósito similar el autor de Esdras-Nehemías pone en primer lugar la misión de Esdras, y luego la de Nehemías como el que viene a apoyar su obra. Para ello traslada el episodio más importante de la actividad de Esdras, la proclamación de la Ley27, a un momento de las memorias de Nehemías, haciendo así coincidir a ambos en Jerusalén.

Es posible que, más preocupado por motivos teológicos que por la precisión histórica, el autor de Esdras-Nehemías haya llegado a esta presentación de los hechos entendiendo que el rey Artajerjes, que permitió en el año séptimo de su reinado que Esdras fuera a Jerusalén28, era Artajerjes I, que reinó del 465 al 424 a.C., el mismo que, en el año veinte de su reinado, dejó ir a Nehemías29. Pero en realidad, y tal como se deduce de un papiro de esa época, el Artajerjes que envió a Esdras fue Artajerjes II, que reinó del 405 al 358 a.C. Quizá inconscientemente el autor de Esdras-Nehemías unió en torno al reinado de un solo Artajerjes la misión de Nehemías y de Esdras.

También se han querido solucionar estas dificultades proponiendo que en vez de leer en Esd 7, 7 «el año siete del rey Artajerjes» se lea «el año treinta y siete del rey Artajerjes», de manera que la misión de Esdras habría tenido lugar el año 428 a.C., y hubiese podido coincidir en Jerusalén con Nehemías.

En cualquier caso, el autor de Esdras-Nehemías quiere unir ambas figuras viendo en ellas, con toda razón, a los restauradores del judaísmo, si bien dando preeminencia a Esdras, el sacerdote30, que es quien enseña y proclama la Ley. La Ley aparece así como el núcleo esencial del judaísmo. Nehemías viene a colaborar con Esdras y se ocupa de hacer cumplir la Ley y de la reconstrucción de la ciudad. Dada la vaguedad en el recuerdo de la cronología de los hechos, la importancia que se da a la enseñanza de la Ley, y que la figura de Esdras ni siquiera aparece en escritos del siglo II a.C. como en el libro del Eclesiástico y 2 Macabeos, en las que en cambio sí se nombra a Nehemías, se piensa que Esdras-Nehemías fue compuesto en torno al año 100 a.C., aunque también hay autores que lo sitúan en los siglos IV-III a.C.

3. ENSEÑANZA

Los libros de Esdras y Nehemías muestran que los acontecimientos que configuran la etapa de la restauración de la vida social en Judá después del exilio de Babilonia forman parte de un proyecto unitario de Dios, aunque su realización tuviera lugar en diversos momentos, durante el reinado de varios monarcas persas31.

Esos sucesos constituyen una nueva etapa en la historia de la salvación, en continuidad con las precedentes. Dicha continuidad viene subrayada por las genealogías que sirven para atestiguar los lazos existentes entre la población que lleva a cabo la restauración y el pueblo que había vivido en esa tierra hasta el destierro. Se trata de diversas generaciones de personas, pero del mismo pueblo al que Dios había elegido desde mucho tiempo atrás.

El Israel de la época persa y griega –se viene a decir– es el mismo de antes, aunque en él se hubieran realizado profundas transformaciones debidas a las concretas vicisitudes históricas por las que los israelitas habían pasado: habían perdido la soberanía nacional sobre su territorio, y ya no estaban gobernados por un monarca davídico, sino, en el ámbito interno, por un sumo sacerdote. También la actividad religiosa experimentó profundos cambios de formas: durante mucho tiempo estuvieron en el exilio lejos de Jerusalén, por lo que no pudieron ofrecer en el Templo los sacrificios acostumbrados. En esas circunstancias surgió la sinagoga como lugar de reunión y fue cobrando mayor protagonismo la Ley.

Cuando las murallas de la ciudad fueron reconstruidas y el Templo se reedificó, también se reorganizó la vida nacional y religiosa del pueblo. En ese momento era importante hacer notar la relación entre los lugares antiguos y los nuevos y entre las instituciones actuales y las del pasado. El altar y el Santuario fueron construidos «en su lugar»32. Los utensilios que los deportados transportaron a su regreso hasta Jerusalén para uso del Templo eran los que Nabucodonosor se había llevado a Babilonia33. Tanto los sacerdotes como el personal que servía en todo lo relacionado con el culto eran los descendientes de los que con anterioridad se habían ocupado de esas tareas34.

La continuidad que subrayan estos libros constituye un elemento importante de su enseñanza, ya que ofrecen un testimonio acerca del modo en que Dios conduce la historia de la salvación, avanzando y progresando al paso de los tiempos, haciendo surgir respuestas nuevas a las diversas situaciones que se presentan, pero manteniendo siempre fuertes lazos de fidelidad a los orígenes.

Junto a la continuidad, en los libros de Esdras-Nehemías se destaca con fuerza la identidad del pueblo elegido, que ha de mantenerse mediante la severa prohibición de matrimonios mixtos, y la segregación respecto a los gentiles. No siempre había sido así en la historia del pueblo, como muestran los libros de Rut o de Jonás; pero en esos momentos, en los que la tentación de sincretismo se acentúa debido a la nueva situación social y política, tales medidas fueron providenciales para mantener la identidad religiosa del «pueblo de Israel», que en ese tiempo toma la configuración de «pueblo judío». En efecto, a partir de las reformas de Nehemías y Esdras, tal como aparecen en el libro, la pertenencia al pueblo no está unida a habitar en un territorio concreto o proceder de él, sino a tener una ascendencia determinada –de ahí la importancia de las genealogías– y a someterse a una ley que, aun siendo considerada como la Ley dada por Dios a Moisés, se estima que viene establecida para todos los judíos por la autoridad de un rey extranjero.

4. LOS LIBROS DE ESDRAS Y NEHEMÍAS A LA LUZ DEL NUEVO TESTAMENTO

Dentro del canon de la Sagrada Escritura, los libros de Esdras y Nehemías, además de ser un testimonio de la forma de actuar de Dios con su pueblo en los tiempos de la vuelta del destierro, manifiestan la comprensión de Dios y del pueblo elegido que tenía el autor inspirado de estos libros, así como las enseñanzas que dirigía a sus contemporáneos. En este sentido Esdras-Nehemías constituyen un momento concreto de la revelación divina en el Antiguo Testamento, que no se agota ni termina en estos libros –como dejaría entender el canon judío de la Biblia, que se cierra con ellos y con los de las Crónicas–, sino que continúa dándose en otras obras judías posteriores también canónicas, como 1 Macabeos o Sabiduría, y culmina en los libros del Nuevo Testamento. Desde esta perspectiva del canon bíblico, Esdras-Nehemías han de ser vistos y leídos como una etapa preparatoria y transitoria hacia la revelación del Nuevo Testamento. Preparatoria, porque ambos libros dan razón en buena parte –no del todo pues había otras tendencias dentro del judaísmo– de la situación religiosa y de la forma de pensar del pueblo judío, centrada en el cumplimiento de la Ley, en la época en la que vive Jesucristo y surge la Iglesia. Transitoria, en cuanto que las enseñanzas de los libros de Esdras y Nehemías sobre la absolutización de la Ley como medio de obtener la misericordia de Dios, y la segregación respecto a los gentiles como medio de mantener la identidad del pueblo elegido, van a ser profundamente modificadas en el Nuevo Testamento. Para éste, en efecto, aunque la Ley conserva su valor, la misericordia de Dios llega al hombre, a todos los hombres, judíos o no, por Jesucristo, el Mesías; la identidad de la Iglesia, nuevo pueblo de Dios, no se mantiene mediante la segregación frente a los gentiles, sino mediante la fidelidad y santidad de sus miembros en medio del mundo.

Estos libros se han interpretado en la tradición cristiana sobre todo en sentido espiritual buscando en ellos lecciones acerca de la edificación de la Ciudad de Dios, es decir, de la Iglesia. Además de esa perspectiva general, la acción de Esdras es contemplada como un anticipo de lo que Jesucristo realizaría en plenitud: así como Esdras instruyó en la Ley de Moisés al pueblo de Dios, Jesús enseñó esa Ley y la llevó a su perfección35.

1 cfr Introducción a la Historia del Cronista.
2 Esd 1, 1-11.
3 Esd 2, 1-Esd 3, 6.
4 Esd 3, 7-Esd 6, 18.
5 Esd 6, 19-22.
6 Esd 7, 1-26.
7 Esd 8, 1-36.
8 Esd 9, 1-15.
9 Esd 10, 1-44.
10 Ne 1, 1-Ne 2, 20.
11 Ne 3, 1-Ne 6, 19.
12 Ne 7, 1-72.
13 Ne 8, 1-Ne 10, 40.
14 Ne 11, 1-36.
15 Ne 12, 27-47.
16 Ne 13, 4-31.
17 cfr Esd 2, 1-67 y Ne 7, 6-72.
18 Ne 8, 9; Ne 12, 26.
19 cfr Ne 1, 3.
20 cfr Ne 13, 23-27.
21 cfr Esd 7, 1-Esd 10, 44.
22 cfr Ne 1, 1-Ne 7, 72; Ne 10, 1-Ne 13, 31.
23 cfr Esd 4, 8-Esd 6, 18.
24 cfr Esd 2, 1-70.
25 cfr Ne 13, 6.
26 cfr 2R 23, 1-3.
27 cfr Ne 8, 1-18.
28 cfr Esd 7, 1-10.
29 cfr Ne 2, 1-6.
30 cfr Esd 7, 1-6.
31 Esd 1, 7.
32 Esd 3, 3; Esd 6, 7.
33 Esd 5, 14.
34 Esd 2, 36-63; Ne 7, 39-65.
35 cfr Mt 5, 17.