Amar con obras: a Dios y a los hombres

Fernando Ocáriz

A modo de introducción

Primera parte. El doble precepto de la caridad

I. El amor de Dios a los hombres
Dios es plenitud de realidad, infinita riqueza de perfección
Todo depende radicalmente de Dios, en el ser y en el obrar
Presencia divina: presencia de Amor
En el inicio de la historia, el pecado entró en el mundo
La plenitud de los tiempos: Cristo
Amor de Dios, misericordia y justicia
II. El amor del hombre a Dios
Amor y ley
Amar a Dios, al prójimo y a uno mismo
Dios en nosotros y nosotros en Dios
III. Un riesgo de desnaturalizar el cristianismo
Ante la modernidad y la postmodernidad
La utopía del paraíso futuro intramundano
«Muerte de Dios» y culto al hombre
La verdadera grandeza humana
El cristianismo no se reduce a un humanismo
IV. La novedad del amor cristiano
Primacía del amor a Dios sobre el inseparable amor al prójimo
Amar al mundo
Unidad entre el amor a Dios y el amor a los demás

Segunda parte. Amar a Dios

I. Vida teologal
Vida de fe
Esperanza cristiana
II. Consecuencias de la secularización del cristianismo
Fe y fidelidad
La Verdad cristiana es Vida y Camino
La vida moral: amor y libertad
Secularización de la vida moral
III. Exigencias del amor a Dios
No es posible amar demasiado a Dios
Amor a Dios, culto y oración
Amor a Dios y obediencia a sus mandamientos
Amor a Dios y conversión
La idolatría
Culto a Dios y fraternidad humana
Servicio a Dios y servicio a los hombres

Tercera parte. Amar a los hombres y al mundo

I. El precepto divino
La medida de la caridad
La raíz y el fundamento del amor cristiano
Toda persona es digna de ser amada
Más allá de todo humanismo horizontal
II. Exigencias de la fraternidad cristiana
El orden de la caridad
Caridad y unidad en la fe
Aprender a amar, contemplando a Jesucristo
Amor a los demás y apostolado
Caridad y justicia
La esperanza profunda del hombre
Sembrar paz y alegría
Epílogo
Notas