Amigos de Dios

El tesoro del tiempo

Lugar en el libro: 3ª
Datación: 9-I-1956
Primera edición: V-1973
Orden de edición: 4ª

1. Nota histórica

El original mecanografiado de la homilía El tesoro del tiempo se remitió a España desde Roma el 22 de marzo de 1973 1. Casi un mes antes, el 25 de febrero, había llegado también el texto de otra homilía (Para que todos se salven), a la que nos referiremos más adelante. Esas cuatro semanas entre un envío y otro, nos sitúan dentro del margen usual –tres o cuatro semanas, con algunas excepciones–, que san Josemaría venía siguiendo en la redacción final de las homilías, desde que comenzó a publicarlas. La que ahora estudiamos debió ser, pues, elaborada durante el mes de marzo de 1973.
El mencionado original consta de trece folios mecanografiados a doble interlineado, con treintaiséis notas a pie de página 2. En la página 6 hay una corrección autógrafa de san Josemaría (sustituye, con bolígrafo azul, la palabra "rato" por "instante") 3, que debió añadir en la lectura postrera del texto y que al ser única fue mantenida, sin mecanografiar de nuevo esa página 4.
En la redacción de la homilía utilizó el Autor, como texto básico, algunos apuntes de una meditación suya, predicada en Roma el 9 de enero de 1956 (día, precisamente, de su 54 cumpleaños), tomados a oído por los asistentes y mecanografiados más tarde por ellos mismos 5.
Se dispone asimismo de la anotación correspondiente a aquel día del Diario del Colegio Romano de la Santa Cruz, que recoge por extenso la meditación predicada entonces por san Josemaría 6.
En dicha anotación, como puede verse en el texto que hemos reproducido a pie de página, se leen estas palabras: "He cogido una ficha de hace veinte años o más. Y nos va a servir". Tal "ficha" coincide, a mi entender, con el guion autógrafo, que se conserva 7, de una meditación que había predicado años atrás. Aunque el guion no está datado, es muy probable que se remonte a 1934 o 1935, pues la letra y abreviaturas usadas, la tinta y el tipo de papel, el propio modo de esquematizar (composición de lugar; petición; desarrollo por puntos; propósitos; coloquio), guardan plena semejanza con otros guiones de esos años. Las ideas esbozadas, así como el orden en que están escritas, responden exactamente al desarrollo de la meditación de l 9 de enero de 1956 y al de la homilía que estudiamos 8.
La primera edición de El tesoro del tiempo apareció en el "Folleto Mundo Cristiano" n. 165, mayo de 1973 9. Al releer san Josemaría el texto editado en el folleto señaló dos pequeños retoques10: en la p. 18 §4 (actual 53b), corrige una pequeña errata ("debe" por "debo"), y en la p. 19 §3 (actual 54) cambia "oír" por "oir" (luego, sin embargo, mantuvo el acento).

2. Líneas teológico-espirituales de fondo

Cualquier persona interesada en el significado del tiempo desde alguna de sus perspectivas (física, filosófica, teológica, etc.), podría quizá reconocerse en la actitud manifestada por san Agustín cuando, en una de sus frases más celebres, escribe: "¿Qué es el tiempo? ¿Quién sabría explicarlo en forma sencilla y breve? ¿Quién sabría formar ese concepto en su mente para después expresarlo con palabras? Y sin embargo, ¿hay alguna palabra más familiar y conocida en nuestras conversaciones que la de ‘tiempo’? Cuando somos nosotros los que hablamos, seguramente lo entendemos, y también lo entendemos cuando oímos hablar a otros. Pero, ¿qué es el tiempo? Si ninguno me lo pregunta, lo sé; si quisiera explicarlo a quien me lo pregunta, no lo sé" (Confesiones, XI, 14, 17). Tampoco nosotros somos capaces de ofrecer una respuesta adecuada a dicho interrogante, aunque advirtamos en nuestra condición temporal la misteriosa realidad del tiempo y seamos capaces de afirmar cosas verdaderas sobre él.
Más que del tiempo somos conscientes de la temporalidad, que se manifiesta en todo lo que existe: en el movimiento espacial, en el desarrollo biológico, en los sucesos puntuales, en la sucesión de los días, etc. En todo eso percibimos la presencia del tiempo, ligado a las cosas, a las circunstancias, a los hechos concretos, a las acciones, a los estados interiores. Pero del tiempo como tal no tenemos experiencia inmediata y, por tanto, resulta para nosotros algo imposible de definir. No obstante nuestra completa inmersión en la temporalidad, la realidad última del tiempo parece escapar a cualquier forma de saber humano, porque su análisis conduce a misterios más profundos (como en el caso de la teología), o bien lleva a afrontar cuestiones en un cierto sentido irresolubles a partir de los saberes mismos (como sucede en las ciencias y en la filosofía).
Sin embargo, la inteligencia cristiana se siente legitimada para sostener –no como fruto de la capacidad de intuición o de la experiencia, sino apoyándose sobre el fundamento de la revelación y de la fe–, que el tiempo puede ser concebido como "dimensión de Dios", y que en esta afirmación se resume su significado más profundo. He aquí una formulación autorizada de este pensamiento: "En el cristianismo, el tiempo tiene una importancia fundamental. Dentro de su dimensión ha sido creado el mundo, en su interior se desarrolla la historia de la salvación, que tiene su culmen en la ‘plenitud del tiempo’ de la Encarnación, y su meta en la vuelta gloriosa del Hijo de Dios al final de los tiempos. En Jesucristo, Verbo encarnado, el tiempo llega a ser una dimensión de Dios, que en sí mismo es eterno" (SAN JUAN PABLO II, Carta apostólica Tertio Millennio Adveniente, 10). Escondidas en el misterio del Verbo encarnado, hay, pues, profundas perspectivas del tiempo y de la eternidad que la sabiduría teologal cristiana debe saber comunicar.
San Josemaría, como es habitual en sus escritos, no va a desarrollar en la presente homilía consideraciones estrictamente teológicas, pero sí ofrecerá importantes consideraciones espirituales sostenidas en la visión cristiana del tiempo, que se encierra en el misterio de la Creación y en el del Verbo Encarnado y Redentor. El tiempo que Dios nos concede es la medida de su amor y de su espera: el Señor ha puesto en nuestras manos un tesoro maravilloso aunque efímero, que, con su ayuda, hemos de hacer fructificar en esta vida, de cara a la otra. El amor de Dios aguarda expectante nuestra libre y amorosa correspondencia.
El tesoro del tiempo, título que, en cierto modo, ofrece una síntesis de la homilía y desvela su hilo conductor, está construida sobre diversos pasajes del Evangelio, leídos por san Josemaría desde la perspectiva de fondo que acabamos de señalar: el tiempo como tesoro que se nos concede a plazo fijo, y como espera de Dios: como una invitación a gastarlo por amor y para su gloria. Este podría ser un buen resumen del contenido: "Verdaderamente es corto nuestro tiempo para amar, para dar, para desagraviar. No es justo, por tanto, que lo malgastemos, ni que tiremos ese tesoro irresponsablemente por la ventana: no podemos desbaratar esta etapa del mundo que Dios confía a cada uno" (39d).
La homilía, al igual que la meditación en que se apoya, consiste en una intensa reflexión sobre el sentido cristiano del tiempo, construida sobre cinco parábolas evangélicas con un trasfondo común: trabajar bien en lo que a cada uno corresponde en esta tierra, esforzarse en dar buen fruto, vivir de cara a Dios.
En los tres primeros números del texto (39-41), el Autor toma ocasión de la parábola de las diez vírgenes que salen al encuentro del esposo (Mt 25, 1-13). Y fijándose en la actitud de las cinco imprudentes, que "no supieron o no quisieron prepararse con la solicitud debida, y se olvidaron de tomar la razonable precaución de adquirir a su hora el aceite", a las que "faltó generosidad para cumplir acabadamente lo poco que tenían encomendado" (41a), concluye poniendo al lector ante su propia responsabilidad: "¿Por qué no encontramos a veces esos minutos, para terminar amorosamente el trabajo que nos atañe y que es el medio de nuestra santificación? (…) ¿Por qué nos faltan la serenidad y la calma, para cumplir los deberes del propio estado, y nos entretenemos sin ninguna prisa en ir detrás de los caprichos personales? Me podéis responder: son pequeñeces. Sí, verdaderamente: pero esas pequeñeces son el aceite, nuestro aceite, que mantiene viva la llama y encendida la luz" (41b).
En los siguientes números de la homilía, agrupados en diversos apartados con subtítulo propio, continúa el mismo discurso de fondo.
El primer apartado, "Desde la primera hora" (nn. 42-44), toma en consideración la parábola del hombre que salió en distintas horas a contratar jornaleros para su viña (Mt 20, 1-16). A estos, les sobraba el tiempo; al Autor –y así exhorta al lector– todo el tiempo de una vida le parece poco para ocuparlo al servicio de la caridad, según el mandato del Maestro. "Todo el espacio de una existencia es poco, para ensanchar las fronteras de tu caridad. (…) Nos conocerán precisamente en eso, porque la caridad es el punto de arranque de cualquier actividad de un cristiano" (43a).
El contenido del segundo apartado, "Rendir para Dios" (nn. 45-47), se centra en una de las figuras que aparecen en la parábola del hombre que entregó a sus criados distintos bienes para que los administraran en su ausencia (Mt 25, 14-30). Se trata de aquel que, por cobardía, o por egoísmo, o por comodidad –en cierto modo, todo va junto–, enterró lo recibido y no le sacó partido. En el rechazo que recibe de su señor se nos está diciendo análogamente a todos que: "Cuando el cristiano mata su tiempo en la tierra, se coloca en peligro de matar su Cielo: cuando por egoísmo se retrae, se esconde, se despreocupa. El que ama a Dios, no solo entrega lo que tiene, lo que es, al servicio de Cristo: se da él mismo" (46b).
"Al pie de la viña" es el título del siguiente apartado (nn. 48-49), en el que el Autor, con ocasión de la parábola del hombre que plantó una viña y la arrendó a unos labradores antes de ausentarse (Mt 21, 33-44), quiere detenerse principalmente en ese "ausentarse" para subrayar la necesidad de estar en lo que Dios espera de nosotros, de nuestro tiempo: "Dejadme que insista: ¿tu tiempo para ti? ¡Tu tiempo para Dios! (…) Te pido –te pide Dios– fidelidad en tu empeño, dominar la soberbia, sujetar la imaginación, no permitirte la ligereza de irte lejos, no desertar" (49b).
Al considerar el pasaje de la higuera en la que Jesús no halló fruto cuando fue a buscarlo (Mc 11, 12-14; 20-22), nos impulsa san Josemaría a huir de la apariencia de fecundidad en la tarea apostólica, y a ser, por el contrario "almas dispuestas a trabajar con heroísmo feraz" (51c). La razón es clara: "El tiempo es un tesoro que se va, que se escapa, que discurre por nuestras manos como el agua por las peñas altas. Ayer pasó, y el hoy está pasando. Mañana será pronto otro ayer. La duración de una vida es muy corta. Pero, ¡cuánto puede realizarse en este pequeño espacio, por amor de Dios!" (52b).
Mirando a Cristo Niño, que declara a sus padres que debe ocuparse de las cosas de su Padre (Lc 2, 49), el cristiano ha de estar persuadido de que "nuestro caminar en la tierra –en todas las circunstancias y en todas las temporadas– es para Dios, de que es un tesoro de gloria, un trasunto celestial (…): sin que sea necesario cambiar de estado, en medio de la calle, santificando la propia profesión u oficio y la vida del hogar, las relaciones sociales, toda la actividad que parece solo terrena" (54a).

Notas

1 com/cg/22-III-1973, en AGP, A.3, 108-1-5. Llegó acompañada de la indicación habitual: destinada al segundo volumen, pero podía publicarse antes como folleto. En esa misma fecha, el texto fue remitido a las Regiones que se encargaban de las traducciones: Italia, Portugal, Alemania, Francia e Inglaterra. A otras Regiones de lengua inglesa (Estados Unidos, Irlanda, Australia, Nigeria y Kenia), y también a Japón, se les comunicó que, una vez aprobada, podían pedir la traducción a Inglaterra (AGP, A.3, 108-1-6).
2 Las referencias patrísticas no se citan por el Migne, como sí se hará más tarde, al editar el libro. En una doble cita del Commentariorum in Matthaeum libri, de san Jerónimo (cfr. nts. 8 y 21), el original mecanografiado remite a la edición crítica del Corpus Christianorum; sin embargo, el libro editado remitirá al Migne.
3 Cfr. ADD, 44c.
4 Se conserva también una copia del original mecanografiado (AGP, A.3, 110-2-3), en la que se han introducido posteriormente a mano algunos ligeros retoques: los números marginales se han escrito en su posición definitiva (39-54), tachando los antiguos (62-77), y las siglas bíblicas están escritas de distinta manera (Matth. ha pasado a Mt; Ioann. a Io. o Ioh.; Philip. a Fil.; etc.). También se han incluido a mano dos correcciones de erratas (a las que nos referimos más adelante), que habían sido señaladas por san Josemaría al leer el texto de la homilía publicado en el folleto n. 38 de la colección "Noray".
5 Esos apuntes están archivados en AGP, A.4, m560109. Se conservan cinco versiones. Versión A): Ocupa siete páginas tamaño holandesa, mecanografiadas a doble interlineado, y no numeradas; tiene como título: "APROVECHAMIENTO DEL TIEMPO", y debajo: "Meditación del Padre (9-I-56)". En el primer folio alguien ha escrito a posteriori, a mano y en rojo: "Utilizada en El tesoro del tiempo". En el último folio se lee: "Colegio Romano de la Santa Cruz, 9 Enero 1956". En ese mismo folio vuelto se lee, escrito a mano y con tinta: "9-I-56", y debajo: "XIX.- APROVECHAMIENTO DEL TIEMPO" (el XIX no sabemos qué significa; ese apunte debe posiblemente proceder de una colección anterior de textos de la predicación oral del fundador, con numeración propia). Es una versión reconstruida a partir de las notas tomadas por uno o varios oyentes. El texto mecanografiado presenta también algunas correcciones a mano: signos de exclamación que faltaban, algunos acentos, alguna pequeña frase añadida, algún tachón, etc. Denotan que se ha corregido de nuevo, por algún motivo, después de haber sido mecanografiada por vez primera. Versión B): Es la misma que la anterior pero con todas las correcciones ya integradas en el texto. Utilizaremos esta versión como texto básico comparativo de la homilía. Ocupa cinco folios y 1/3, con margen inferior muy reducido, e interlineado sencillo. Su título es: "MEDITACIÓN", y debajo: "9-I-56". En el primer folio alguien ha escrito a mano: "Año Nuevo: aprovechamiento del tiempo". Versión C): de tres folios y 1/2 de extensión. Se titula: "Roma: 9 Enero 1956". Es una versión tomada a oído por un oyente, que la transcribe luego a mano y a tinta. Mantiene semejanza con las anteriores, pero es más escueta. Acaba en la referencia al pasaje del talento enterrado, es decir, en el actual n. 47c (quizás no alcanzó a tomar más notas el oyente). Versión D): son tres holandesas y 1/2, a espacio sencillo, con margen izquierdo muy estrecho. Su título es: "APROVECHAMIENTO DEL TIEMPO". En el primer folio alguien ha escrito a mano: "Fragmentos de una meditación del Padre". Guarda semejanza con las anteriores, pero es menos completa. Finalmente, se conservan en ese dossier un folio mecanografiado con ideas tomadas por algún oyente, y un sobre con bastantes notas parciales tomadas por diversos oyentes, que serán útiles para la edición crítico-histórica de las meditaciones de san Josemaría.
6 Se encuentra en AGP, M.2.2, 428, 4 (18 de diciembre de 1955 – 26 de febrero de 1956). La anotación está consignada sin ánimo de literalidad, a partir de las ideas que anotó in situ el redactor del Diario (por ejemplo, transcribe el texto bíblico según lo oye, sin anotar la referencia exacta). Reproducimos todo el texto, tal como está escrito: "Lunes 9 de enero. Cumpleaños del Padre. / Estamos todos en el oratorio de la Sagrada Familia. Hay bancos por los pasillos y estamos un poco apretados pero hemos cabido todos. Después que hemos rezado Prima, llega el Padre. Va vestido de Monseñor. Y comienza la oración. Cuando charlo con vosotros, cuando charlamos juntos, has de hacer tu oración personal. Aunque hoy voy a tratar de un tema personal. Este tiempo que se marcha… / No os voy a decir: un año más, un año menos; no vamos a preguntar a los hombres sobre la brevedad de la vida. A nosotros, por el espíritu de nuestro Opus Dei, nos incitará a aprovechar el tiempo pero no a tener miedo a nuestro Señor. He cogido una ficha de hace veinte años o más. Y nos va a servir. / Mt 16. (Nos lee la parábola de las vírgenes prudentes). Han salido a recibir al esposo, están preparadas, han sabido aprovechar el tiempo. ¡Que es la hora! ¿Estamos dispuestos, con generosidad, con amor para los detalles del momento? ¿Y para aquel otro momento que vendrá un día? / Las vírgenes fatuas. No tuvieron tiempo de estar dispuestas aunque ponen el empeño que pueden en aquel momento. / Hijos míos, yo tampoco tengo tiempo si no aprovecho la oración, no aprovecho las clases, llego tarde a los actos comunes, porque me acuesto a deshora, por tanta omisión, por tanto desorden. / Otro pasaje de San Mateo. El del paterfamilias que sale a contratar obreros para su viña. / Ociosos… Tú no te sientes llamado a última hora, no estás como esos obreros en la plaza pública tomando el sol porque les sobra el tiempo. A nosotros no; a uno del Opus Dei a quien le sobra el tiempo es que está metido en la tibieza, que no ha sabido coger el espíritu de la Obra. Si te sobra el tiempo es que eres un tranquilo humanamente, y en términos sobrenaturales un tibio. / … Si dilectionem habueritis ad invicem… En eso os conocerán, no en que sois castos o pobres o humildes. Con delicadeza, con finura, ayuda a tus hermanos de tal manera que ni siquiera puedan darte las gracias… / Otro pasaje: el de los talentos. El que recibió uno hace algo que en mi tierra se llama cuquería. Lo entierra y así va a tener la comodidad de devolver lo que recibió. / Matar el tiempo. No trabajar por las almas. No poner en movimiento los talentos recibidos, el gran tesoro que te dio tu amo del cielo. No creo que en el Opus Dei pueda perseverar ningún calculador. No pienses en tu nombre, en tu carrera, en lo tuyo. ¡Si no tienes nada…! Estás matando el tiempo y necesitas que matemos tu egoísmo. / Siguió comentándonos la parábola del padre de familia que tenía una viña y la dejó a los labradores y partió para lejanas tierras. Tú no puedes hacer eso, hijo mío; no te puedes marchar. Tienes que estar en la línea, dentro de la cerca, descansando en la torre, metido en el lagar. Si te fueras sería como decir: ¡mi tiempo para mí! / El Señor me dio la vida, los sentidos, la gracia divina de la vocación. No tengo derecho a huir, a olvidar que soy una pieza de esta gran máquina de la divina Providencia. ¿Tu tiempo para ti? No. Pídele fidelidad. Fidelidad que tiene que manifestarse en aprovechamiento del tiempo, en lucha contra la imaginación, contra la soberbia. Ahora tú no puedes pensar de ninguna manera que tu tiempo es para ti. / San Mateo, XXI. Me conmueve Cristo Hombre. Cristo con hambre. El Hacedor, el Señor Todopoderoso. Señor, yo te agradezco tanto que el autor evangélico haya puesto este pasaje con ese detalle que me hace amarte más. Jesús se acerca a la higuera, que a lo lejos se ve con un follaje espléndido, para coger fruta, y no la encuentra. Numquam ex te fructus nascatur in sempiternum. Es fuerte. Nunca jamás. No le valió no ser tiempo de higos. Para quien no aprovecha el tiempo no hay excusas. Ni de edad, ni de formación, ni de enfermedad, ni de talento. ¡Ay del que se adorna con las hojas de un falso apostolado! / San Lucas, II. Cristo es un niño. Cristo niño entre los doctores. Qué alegría cuando lo ven adoctrinando a los doctores de Israel. ¿Por qué me buscáis? He de dedicar mi tiempo a mi Padre celestial. Este es el fruto de la oración: el tiempo es de Dios. Que haya en ti una gravedad que no choque. Serenidad. Yo, hace mucho, pedía al Señor ochenta años de gravedad y siete cerrojos para el corazón. Sentido de responsabilidad. Super senes intellexi quia mandata tua quaesivi. / Ahora, un coloquio con nuestra Madre del cielo. Tú que has visto a Jesús aprovechar el tiempo en servicio de Dios y de la Iglesia… / A continuación, el Padre nos dijo la Misa, que no fue dialogada…".
7 Se encuentra en AGP, A.3, 186-2-39; hemos incluido el facsímil en las primeras páginas de este volumen.
8 El cuadro que incluimos a continuación permite hacerse una idea de lo que decimos. La parte izquierda del cuadro corresponde al texto del guion transcrito en su literalidad, y a la derecha señalamos los pasajes correspondientes de la homilía:
  • Aprovechamiento del tiempo (Med) – Pasajes de ADD
  • Comp: representarme las distintas escenas evangélicas, que vamos a considerar. Petic: gracia para cumplir mi plan de vida de tal modo que aproveche bien el tiempo.
  • 1) Las vírgenes fatuas. (Math. XXV, 1) Lo q pasa en el reino de los cielos es: lo q sucedió a 10 vírgenes, q tomaron sus lámparas pa. salir a recibir al esposo… ¡Qué discretas, las que previenen el aceite!… Dum autem irent emere venit Sponsus. Nescio vos.- No tengo tiempo. ¡Si no tengo tiempo! ¿Xq’ descuido la oración? ¿Xq’ no preparo bien mis clases? ¿Xq llego tarde a los actos comunes? ¿Xq me acuesto y me levanto fuera de hora? ¿Xq atropello el trabajo q se me encomienda? ¿Xq tanta omisión? Desorden. El orden destello de Dios: x él llegamos al Creador. Cuncta fecit bona in tempore suo (Eccle. 3, 11) ¿No tengo tiempo? ¡No tengo voluntad! – Cfr. nn. 40-41
  • 2) Los operarios que salen al amanecer (Math XX, 1) Lo q pasa … es semejante a lo que hace un padre de familias, q sale en amaneciendo a concertar obreros pa. su viña. Tercia, sexta, nona, undécima. Me sobra tiempo. Tibieza. Ratitos perdidos. Ensueños, tonterías. Me sobra tiempo. Me sobra desaprensión. In hoc cognoscent… S. Pablo alter alterius – Cfr. nn. 42-43. 44b
  • 3) El que recibió un talento (Math. XXV, 14) Lo que pasa … es: lo q hace un h. q quiere partirse a lejanas tierras: llama a sus criados … cinco talentos, dos, uno. Este, scio quia homo durus es…, cuquería, calculador. Hay q matar el tiempo. Descansa, se despreocupa. Se dedica a lo suyo. Hay q matar el egoísmo (su salud, su nombre, sus cargos ¡lo suyo siempre!). – Cfr. nn. 45-47
  • 4) Los labradores de la viña (Math. XXI, 33) Un hombre, padre d fam, plantó una viña, púsola su cerca, hizo en ella lagar y edificó una torre, arrendándola a ciertos labradores, y él partió a lejanas tierras. Mi tiempo para mí. El Señor me dio la vida, mis sentidos y potencias, gracias sin cuento: mi vocación… Olvido q soy la rueda de una gran máquina, q es la Obra… Camión que se cruza en el camino… – Cfr. nn. 48-49
  • 5) La higuera estéril (Marc. XI, 12) (parece q aprovecho el tiempo) Betania, esuriit. Non enim erat tempus ficorum. Iam non amplius in aeternum ex te fructum quisquam manducet (fe, hojas - frutos, obras) Et audiebant discipuli ejus. No hay excusas, para quien no aprovecha el tiempo. ¿Poca edad, no formación, poco talento, enfermedad? ¡Ay del q se adorna con las hojas de un falso apostolado! ¡examínate! – Cfr. nn. 50-51
  • 6) El Divino modelo (Luc. II, 49) Quid est quod me quaerebatis? Nesciebatis quia in his quae Patris mei sunt oportet me esse? Mi tiempo pa. mi Padre Celestial. Gravedad. Discreción. Sabiduría. ¡Mi tiempo para P.C.! Ochenta años y siete cerrojos. ¡Jesús-Niño! ¡Jesús-Maestro! ¡Jesús amabilísimo! (Coloquio) – Cfr. nn. 53-54.
  • 9 Iba acompañada por la homilía Para que todos se salven. Enseguida apareció también en la colección de folletos "Noray", n. 38.
    10 El folleto se conserva en AGP, A.3, 108-1-5. Fueron comunicados a las diversas Regiones por medio de com/cg/12-V-1973 (AGP, A.3, 108-1-5).