Amigos de Dios

Desprendimiento

Lugar en el libro: 7ª
Datación: 14-IV-1954
Primera edición: XII-1977
Orden de edición: 18ª

1. Nota histórica

La homilía Desprendimiento fue la última en ser enviada desde Roma para ser publicada por separado; de hecho, su primera edición, en diciembre de 1977, tuvo lugar casi al mismo tiempo de su inclusión en Amigos de Dios, y de la aparición del libro por esas mismas fechas.
El texto original había salido hacia España el 3 de octubre de 1977 1. Estaba compuesto por diecinueve folios mecanografiados a doble espacio, con treinta y cinco notas a pie de página; las referencias patrísticas estaban incompletas, a falta, como en otros casos, de las referencias del Migne. Tenía como título: "DESPRENDIMIENTO", acompañado –a modo de subtítulo y de información– de la frase: "(Homilía pronunciada el 4-IV-1955. Lunes Santo)".
Es preciso señalar que, al incluir esa fecha en la versión mecanográfica de la homilía se había producido un doble error (se puso "4" en lugar de "14", y "1955" en lugar de "1954"), transmitido también después, inadvertidamente, a las primeras ediciones impresas en castellano y en otras lenguas. Ese error ha perdurado hasta el presente. Eso ha conducido a que en Amigos de Dios aparezcan dos homilías datadas en el mismo día, pues se asigna también esa misma fecha a Vida de oración. A partir de la presente edición ese error queda ya corregido, pues solo a esta última, y no a Desprendimiento, corresponde dicha datación.
Consta, en efecto, documentalmente, que aquel 4 de abril de 1955, lunes santo, san Josemaría –dentro de unos días de retiro espiritual– predicó a los alumnos del Colegio Romano de la Santa Cruz una meditación sobre oración y vida contemplativa. Años después, como veremos más adelante, redactó, tomando como base aquella meditación, la homilía Vida de oración a la que dio la misma fecha, y es por tanto la única a que le corresponde.
La homilía Desprendimiento, en cambio, podría tener cierta relación, aunque débil 2, con una plática sobre pobreza predicada por san Josemaría, también en el Colegio Romano y durante un curso de retiro, pero un año antes: el día 14 de abril de 1954, miércoles de Pasión. De esta solo nos ha llegado una versión mecanográfica, reconstruida a partir de las numerosas fichas manuscritas de oyentes que se conservan 3.
Se dispone también de la anotación del Diario del Colegio Romano, correspondiente a aquel día, que recoge algunos apuntes de la plática 4.
Mientras se preparaba en España la edición de la homilía, se detectaron algunas erratas en el texto mecanográfico, cuya corrección fue consultada a Roma, donde fueron aprobadas 5.
La primera edición de Desprendimiento apareció en Madrid, en el Cuaderno Mundo Cristiano, n. 14, en diciembre de 1977. Constaba de 10.000 ejemplares. A los pocos días, como ya ha sido indicado, se editaba también el volumen Amigos de Dios.

2. Líneas teológico-espirituales de fondo

El señorío del desprendimiento
La mirada de san Josemaría firmemente centrada, como es habitual, en Jesucristo, se detiene ahora a contemplar la elegancia y finura que caracterizan su paso por la tierra. Dignidad, discreción, mesura, dominio: desprendimiento. El que es Rey de Reyes y Señor de Señores (cfr. Ap 19, 16), "se hizo pobre por vosotros, para que vosotros seáis ricos por su pobreza" (1P 2, 21). Esa es la realidad del vivir humano de Jesús, en el que brillan las actitudes propias de su condición de Hombre e Hijo de Dios, cualidades que han de reflejarse también, por medio de la gracia y a través del empeño en imitarle, en quienes, al ser también hijos de Dios por la gracia, desean identificarse con Él.
El Señor desarrolló su existencia terrena ocupado de la voluntad y de la gloria de su Padre, y asimismo pendiente, al mismo tiempo, del bien total –la salvación– de sus hermanos los hombres. Tomó parte intensamente en las realidades y los acontecimientos de este mundo, pero estos no marcaban el sentido o la meta de su existencia, pues Él vivía de Amor, y eso significa donación, entrega, servicio, serio desprendimiento de sí mismo y de las cosas: en una palabra, señorío.
Tal cualidad, signo y efecto de la virtud de la pobreza o, como aquí es denominada, del desprendimiento, constituye el argumento de fondo de la homilía, contemplado primero en Cristo y luego en ese cristiano corriente que, inmerso en la tarea profesional y en la construcción de la sociedad, trata de ser un fiel discípulo del Maestro.

Ejemplo de Cristo (nn. 110-114)

Hay que poner los ojos con mucha atención en el ejemplo de Cristo –este es tema del primer apartado–, que "se hizo pobre por ti, por mí, y padeció, dándonos ejemplo, para que sigamos sus pisadas (cfr. 1P 2, 21)" (110c); Cristo, que "no tiene inconveniente en rebajarse, para elevarnos de la miseria a la dignidad de hijos de Dios, de hermanos suyos" (112a). Hay que fijarse en Él, en su completo desasimiento, y esforzarse en sacar consecuencias personales. "Convenceos de que si de veras deseamos seguir de cerca al Señor y prestar un servicio auténtico a Dios y a la humanidad entera, hemos de estar seriamente desprendidos de nosotros mismos: de los dones de la inteligencia, de la salud, de la honra, de las ambiciones nobles, de los triunfos, de los éxitos" (114a).

Señorío del cristiano (nn. 115-119)

Si ese ha sido el ejemplo de pobreza personal que ha querido dejarnos el Señor, ¿cómo hacer para que ese modo integral de vida y esa forma coherente de conducta se refleje con pureza en la existencia personal de cada uno de nosotros? La reflexión del Autor traslada ahora el punto de mira desde la grandeza del comportamiento de Jesús y la elegancia de su desprendimiento, al deseable modo de ser de quienes aspiran a conducirse como "otro Cristo", pues eso son por el bautismo.
Según el Diccionario de la RAE, el término "señorío" significa en su quinta acepción: "Dominio y libertad en obrar, sujetando las pasiones a la razón". Este es, en cierto modo, el sentido en que lo utiliza san Josemaría, aunque él –como se aprecia en el texto– va más allá. No solo sujeción de las pasiones, sino desprendimiento verdadero del propio yo: "un saltar por encima del propio entendimiento y de la propia voluntad" (115a), sometiendo el corazón a Cristo.
Por esa línea de fondo trascurre el segundo apartado de la homilía, cuyo objetivo es iluminar desde el señorío del Señor el significado del señorío cristiano. Sabiendo en lo que consiste el primero, contemplado ya en los puntos anteriores, se entiende bien que este nuevo apartado comience yendo directamente al núcleo de la cuestión, que puede quedar sintetizado así: "Corazones generosos, con desprendimiento verdadero, pide el Señor. Lo conseguiremos, si soltamos con entereza las amarras o los hilos sutiles que nos atan a nuestro yo" (115a).

Padre, … no los saques del mundo (nn. 120-123)

La virtud de la pobreza, el desprendimiento del que nos da ejemplo el Maestro, no ha sido grabado por el Espíritu Santo en la entraña de la vocación cristiana, que es una llamada a la identificación con Cristo, para que solo lo vivan algunos. Es un requerimiento para cuantos quieren seguir de cerca al Señor, cada uno en su propio estado y de acuerdo con los dones recibidos. El Autor, lo sabemos bien, se dirige de modo directo a los fieles laicos, y a ellos también se encaminan las enseñanzas prácticas de la homilía. "Somos nosotros hombres de la calle, cristianos corrientes, metidos en el torrente circulatorio de la sociedad, y el Señor nos quiere santos, apostólicos, precisamente en medio de nuestro trabajo profesional, es decir, santificándonos en esa tarea, santificando esa tarea y ayudando a que los demás se santifiquen con esa tarea" (120). El ejercicio del desprendimiento en una persona con esas características ha de estar en consonancia con su condición: "Debes ir vestido de acuerdo con el tono de tu condición, de tu ambiente, de tu familia, de tu trabajo…, como tus compañeros, pero por Dios, con el afán de dar una imagen auténtica y atractiva de la verdadera vida cristiana" (122a).

Dios ama al que da con alegría (nn. 124-126)

Evoca san Josemaría hacia el final de la homilía unas palabras de san Pablo, que le servirán también para dar título al último apartado: "Que cada uno dé según se ha propuesto en su corazón, no de mala gana ni forzado, porque Dios ama al que da con alegría" (2Co 9, 7). Ese pasaje del Apóstol continúa de la siguiente manera: "Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia, para que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, tengáis abundancia en toda obra buena, según está escrito: Repartió con largueza, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre" (ibid., 8-9). Esta misma es la sintonía que resuena en los últimos compases del texto: "El verdadero desprendimiento lleva a ser muy generosos con Dios y con nuestros hermanos; a moverse, a buscar recursos, a gastarse para ayudar a quienes pasan necesidad. No puede un cristiano conformarse con un trabajo que le permita ganar lo suficiente para vivir él y los suyos: su grandeza de corazón le impulsará a arrimar el hombro para sostener a los demás, por un motivo de caridad, y por un motivo de justicia" (126b).

Notas

1 com/cg/3-X-1977, en AGP, A.3, 109-2-3. En la minuta de despacho de ese escrito (que tiene fecha de 30-IX-1977) se lee, escrita a mano, esta frase: "Me dice D. Javier que ya se puede enviar"; significa que el texto original, preparado en su momento por san Josemaría, había sido releído de nuevo para corregir posibles erratas, y aprobado por D. Álvaro del Portillo y D. Javier Echevarría: podían, pues, comenzarse, los trámites de publicación.
2 En realidad, las semejanzas son tenues; solo se advierte cierta relación entre algún pasaje de esa plática y los números 117 y 124 de la homilía.
3 En AGP, A.4, m540414. El original conservado es una versión muy trabajada, basada en las fichas de los oyentes, pero elaborada en fecha muy posterior.
4 Como se puede ver en el Diario del Colegio Romano (AGP, M.2.2, 427-22, 13 mar - 16 abr 54), san Josemaría predicó en diversas ocasiones a los alumnos durante aquellos días de retiro. El lunes 12, lo hizo sobre vida contemplativa; el martes 13, sobre mortificación y –en una segunda meditación– sobre obediencia; el miércoles 14, como estamos diciendo, habló de pobreza; el jueves 15, dirigió una meditación sobre la virtud de la pureza, que utilizó más tarde, como veremos, para redactar la homilía Porque verán a Dios. La anotación del 14 de abril dice: "El Padre nos habló a las 12.15 de: Pobreza / Nosotros tenemos obligación de vivir la pobreza. Hemos de procurar imitar a Jesucristo que siendo rico se hizo pobre y no tenía donde reclinar la cabeza. / De tal manera he amado la virtud de la pobreza que desde el primer momento no quise manejar ningún dinero de la Obra. Esto no quiere decir que despreciemos el dinero. Tenemos que emplearlo en nuestras labores de formación y de apostolado, y hemos de procurar buscarlo. Somos hombres, no ángeles, y trabajamos cara a Dios pero como los hombres, con medios humanos. / Por lo demás, cada uno de nosotros está totalmente desprendido de todas las cosas de la tierra. Hemos dado a Dios todo cuanto tenemos, o podemos tener. Nada es nuestro. Ni siquiera tenemos peculio. Nuestra pobreza es total. Vivimos la virtud de la pobreza con más dureza que los religiosos que más duramente la vivan. / El Señor me ha dado tanto cariño por vuestra santidad, que inspirado por Él he puesto tantos detalles en las Constituciones que impiden que los nuestros se descaminen. Dadle gracias. Mi preocupación llegaba hasta el extremo –hablo en la presencia de Nuestro Señor– de que temía se perdiera esta virtud bendita de la pobreza. (…) / Una característica de nuestra pobreza es que no aparece en el ámbito externo. El Señor quiere que vayamos siempre correctos, bien arreglados como los que más, (…). De la misma forma que atraemos por nuestro tono de vida, o por nuestro trabajo profesional, podemos también ganar amigos por nuestra corrección en el vestir. / Parte del sentido de pobreza es cuidar las cosas personales que tenemos para nuestro uso. / En estos últimos años muchas veces me he encontrado, sin nada, nada, nada. Nos faltaba lo más necesario, lo indispensable, y por delante un horizonte negro, cerrado, sin posibilidades visibles. Pero nunca nos faltó la alegría. ¡Dios proveerá, porque trabajamos para Él! / Alégrense los hijos de Dios en su Obra si alguna vez les falta algo. Pero que pongan enseguida los medios: no seamos bobalicones. Bien saben de esto algunos de los primeros, que ahora están diseminados por el mundo y son pedazos de mi corazón, que tuvieron que soportar abundantes privaciones. Ahora no os faltará lo necesario. / Otra ocasión para vivir la pobreza es la enfermedad. Y sé que mis hijos la aprovechan. En las Constituciones se detalla cómo ha de ser el comportamiento de los enfermos. Nada deben ellos exigir, ni pedir; se le dice al Director y al médico con objetividad y sencillez cómo se está, y luego se olvida uno y deja de preocuparse. Ya ellos sabrán preocuparse, disponer lo necesario y cuidar de los enfermos de la casa como debe cuidarse: con corazón y cariño de madre. Nosotros aprovechamos para vivir la alegría del pobre que está enfermo. Alegres en la enfermedad. Alegres en la pobreza. Alegres en la mortificación. / (…) Antes de terminar quiero que vayamos al Evangelio. ¿Os acordáis de aquella escena del joven rico, que describe san Lucas en el capítulo XVIII? Omnia quaecumque habes vende et da pauperibus et habebis thesaurum in coelo, et veni, sequere me. Vosotros habéis hecho eso. Por la misericordia de Dios y por el rasgo de vuestra entrega no os habéis ido tristes, sino que lo habéis dado todo, todo… Pues a ser alegres siempre, siempre, siempre, viviendo esta bendita pobreza nuestra".
5 Se consultaron por medio de com/cr/21-X-1977, y la aprobación se halla en com/cg/24-X-1977. Aunque las señalaremos en el lugar oportuno, las dejamos indicadas también aquí, en conjunto, referidas a la página del texto mecanográfico y al futuro número marginal en Amigos de Dios:
Lugar – Decía – Debe decir
p. 2 (111a) – "Dios, (…), no" – "Dios, (…) no"
p. 4 (114c) – "Vida la" – "vida, la"
p. 5 (114c) – "desprendido" – "desprendidos"
p. 6 (115b) "donde" – "dónde"
p. 6 (115b) "Lc IX, 50" – "Lc IX, 58"
p. 7 (117a) – "hay" – "haya"
p. 15 (123c) – "comodidad…" – "comodidad…;"
p. 18 (126a) – "cabellos;" – "cabellos, "
En AGP, A.3, 110-2-7 hay una copia del original en la que ya han sido incluidas estas correcciones; también, en la primera página, se ha escrito a mano y con lápiz la fecha en que el original había sido enviado a España: "3-X-77".