El "escándalo" de un Dios que se hizo hombre y murió en la cruz fue el centro de la homilía del 1 de junio. El recuerdo del mártir Justino, en su memoria litúrgica, dio al Papa Francisco ocasión de reflexionar sobre la coherencia de vida y el núcleo fundamental de la fe de cada cristiano: la cruz. "Nosotros podemos hacer todas las obras sociales que queramos –expresó– y dirán "¡qué bien la Iglesia! ¡Qué bien las obras sociales que hace la Iglesia! Pero si decimos que hacemos esto porque esas personas son la carne de Cristo, llega el escándalo".
Justino, por el escándalo de la cruz, se ganó la persecución del mundo. Él anunció al Dios que vino entre nosotros y se identificó con sus criaturas. El anuncio de Cristo crucificado y resucitado desconcierta a sus oyentes, pero él continúa testimoniando esta verdad con la coherencia de vida. "La Iglesia –comentó el Pontífice–, no es una organización de cultura, de religión, tampoco social; no es eso. La Iglesia es la familia de Jesús. La Iglesia confiesa que Jesús es el Hijo de Dios que se hizo carne. Este es el escándalo, y por esto perseguían a Jesús". Sin la Encarnación del Verbo falta el fundamento de nuestra fe, como subrayó el Santo Padre.
E hizo referencia al Evangelio de Marcos (Mc 11, 27-33), leído en la liturgia: en particular a la pregunta planteada a Jesús por parte de los sacerdotes, los escribas y los ancianos de Jerusalén: "¿Con qué autoridad haces esto?". ¿Por qué Jesús constituía un problema? "No es porque hiciera milagros", respondió el Papa. Ni porque predicara y hablara de la libertad del pueblo. "El problema que escandalizaba a esta gente –dijo– era aquello que los demonios gritaban a Jesús: "Tú eres el Hijo de Dios, tú eres el santo". Esto, esto es el centro". Lo que escandaliza de Jesús es su naturaleza de Dios encarnado. Y como a Él, también a nosotros "nos tienden trampas en la vida"; lo que escandaliza de la Iglesia es el misterio de la encarnación del Verbo. También ahora oímos decir a menudo: "Pero vosotros cristianos, sed un poco más normales, como las otras personas, sensatas, no seáis tan rígidos". Detrás, en realidad, está la petición de no anunciar que "Dios se hizo hombre", porque "la encarnación del Verbo es el escándalo".
Cuando el sumo sacerdote le pregunta: "¿Eres tú el Cristo, el Hijo de Dios?", Jesús responde que sí e inmediatamente es condenado a muerte. "Este es el centro de la persecución", subrayó el Pontífice. De hecho, "si nosotros nos convertimos en cristianos sensatos, cristianos sociales, de beneficencia solamente, ¿cuál será la consecuencia? Que no tendremos jamás mártires". Al contrario, cuando afirmamos que "el Hijo de Dios vino y se hizo carne, cuando predicamos el escándalo de la cruz, vendrán las persecuciones, vendrá la cruz".
El Papa Francisco exhortó a los fieles a pedir al Señor "no tener vergüenza de vivir con este escándalo de la cruz". E invitó a implorar de Dios la sabiduría, la inteligencia "para no dejarse atrapar por el espíritu del mundo, que siempre hará propuestas educadas, propuestas civilizadas". Propuestas que realmente niegan "el hecho de que el Verbo se encarnó".