El Papa Francisco volvió a hablar de la corrupción el 4 de junio, cuando, en su homilía, propuso una reflexión sobre el lenguaje que a menudo usan los corruptos, es decir, el lenguaje de la hipocresía: el mismo –dijo– que usó Satanás en el desierto cuando tentó a Jesús.
El Pontífice se inspiró en el Evangelio de Marcos (Mc 12, 13-17), que relata el intento de "algunos fariseos y herodianos" de hacer caer a Jesús en una trampa. "Fueron a Jesús para sorprenderle en falta. Simulaban conocer la verdad, pero la intención era otra: hacerle caer en la trampa. Fueron y dijeron: "Maestro, sabemos que eres veraz y no te preocupa lo que digan; porque no te fijas en apariencias, sino que enseñas el camino de Dios conforme a la verdad". Ellos, sin embargo, no creían en lo que decían. Era una adulación". Tal "es precisamente el discurso del adulador, quien va con palabras blandas, con palabras bonitas, con palabras demasiado azucaradas".
Ayer –recordó el Santo Padre– "hablamos de los corruptos. Hoy encontramos el lenguaje de los corruptos. ¿Cuál es su idioma? Este: el idioma de la hipocresía": "no aman la verdad. Se aman sólo a sí mismos, y, de este modo, buscan engañar, implicar al otro en su engaño, en su mentira. Tienen el corazón mentiroso; no pueden decir la verdad".
De este modo, los fariseos que son "tan amables en el lenguaje –prosiguió el Papa volviendo al relato evangélico–, son los mismos que irán el jueves por la noche a detenerle en el Huerto de los Olivos y el viernes le conducirán a Pilato. Y con Pilato usarán el mismo idioma: nosotros tenemos sólo un rey, que es César". Este lenguaje es un intento de "persuasión diabólica". En efecto, quienes en ese momento "alababan" a Cristo, "terminan traicionándole y mandándole a la cruz. Jesús, mirándolos a la cara, les dice esto: ¡hipócritas!".
En cambio, "la mansedumbre que Jesús quiere de nosotros no tiene nada que ver con esta adulación. La mansedumbre es sencilla, como la de un niño; y un niño no es hipócrita, porque no es corrupto. Cuando Jesús nos dice: que vuestro modo de hablar sea: "sí, sí", "no, no", con alma de niño, nos dice lo contrario de aquello que dicen los corruptos". "Que nuestro hablar sea evangélico", deseó el Santo Padre. Y "pidamos hoy al Señor que nuestro modo de hablar sea el de la sencillez, el de los niños, hablar como hijos de Dios: por lo tanto, hablar en la verdad del amor".