El camino hacia la paz en Oriente Medio es el indicado por la "sabiduría" de Abrahán, padre común en la fe para judíos, cristianos y musulmanes. Lo dijo el Papa Francisco en la misa del 25 de junio al referirse a la "lucha por la tierra" entre Abrahán y Lot, que narra el capítulo 13 del Génesis (Gn 13, 2.8). "Cuando leo esto, pienso en Oriente Medio y pido mucho al Señor que nos dé a todos la sabiduría, esta sabiduría: no peleemos –tú aquí y yo allá– por la paz", dijo al inicio de la homilía. Y Abrahán nos recuerda también –agregó– que "nadie es cristiano por casualidad", porque Dios nos llama por nuestro nombre y con "una promesa".
Existe una promesa –recordó el Pontífice– en la raíz de la historia de Abrahán, que está preparado para dejar su tierra "e ir sin él saber dónde, sino donde Dios le indicara". El Papa Francisco repitió las bellísimas palabras del Génesis: "El Señor dijo a Abrahán: "Alza tus ojos y mira desde el lugar donde estás hacia el septentrión y el mediodía", por todas partes, todo es tuyo, todo será tuyo, de tu descendencia". Y –añadió– "este hombre, tal vez ya con noventa años, mira todo y cree en la Palabra de Dios que le invitó a salir de su tierra. Cree. Y luego se establece en el encinar de Mambré, el lugar donde el Señor le hablará muchas veces".
Abrahán "parte de su tierra con una promesa –subrayó el Pontífice–. Todo su camino consiste en ir hacia esta promesa. Y su itinerario es también un modelo para nuestro camino. Dios llama a Abrahán, una persona, y de esta persona hace un pueblo". También "nosotros, cristianos, hemos sido llamados en singular. Ninguno de nosotros es cristiano por pura casualidad: ninguno. Hay una llamada a ti, a ti, a ti", recalcó. Es una llamada "con el nombre, con una promesa: sigue adelante, yo estoy contigo, yo camino a tu lado".
"Dios nos acompaña, Dios nos llama por nuestro nombre, Dios nos promete una descendencia" –insistió el Santo Padre–. "Y ésta es la seguridad del cristiano: no es una casualidad, es una llamada. Una llamada que nos hace seguir adelante. Ser cristiano es una llamada de amor, de amistad. Una llamada a ser hijo de Dios, hermano de Jesús, a ser fecundo en la transmisión de esta llamada a los demás, a ser instrumento de esta llamada".
Todos somos pecadores. Pero, como recordó el Papa Francisco, lo importante es "seguir adelante, con el Señor. Seguir adelante con la promesa que nos hizo, con la promesa de fecundidad; y decir a los demás, contar a los demás, que el Señor está con nosotros, que el Señor nos eligió y que Él nunca nos deja solos. Esa certeza del cristiano nos hará bien".