La gracia de la paternidad. Fue el tema en el que se centró el Papa Francisco en su homilía del 26 de junio. Destacando que "todos nosotros, para ser maduros, debemos sentir la alegría de la paternidad". Un tema –añadió a continuación– que es válido también en el caso del celibato sacerdotal, porque "paternidad es dar vida a los demás": para los sacerdotes será, por lo tanto, "la paternidad pastoral, la paternidad espiritual", que es siempre y de todas formas "dar vida, convertirse en padres".
El Papa Bergoglio hizo referencia a las lecturas del día, deteniéndose sobre todo en la primera, del libro del Génesis (Gn 15, 1-12.17-18), que habla de la alianza de Abrahán con el Señor. Nuestro padre en la fe –explicó– "sentía que el Señor le quería mucho, que le había prometido muchas cosas, pero sentía la necesidad de un hijo"; percibía dentro de sí "ese grito propio de la naturaleza: yo quiero tener un hijo". Entonces –recordó el Pontífice– habló con el Señor de su "deseo de convertirse en padre". Porque "cuando un hombre no tiene este deseo" hay algo que falta en él, "algo no funciona".
La paternidad de Abrahán se ve de nuevo en otro episodio: el momento "muy bello en el que prepara el sacrificio: toma los animales, los divide, pero llegan las aves rapaces. Y a mí me conmueve verdaderamente –reconoció el Papa– ver a este hombre de noventa años con el bastón en la mano que defiende el sacrificio, que defiende lo que es suyo". Se trata de una imagen que el Papa Francisco asocia a la de "un padre cuando defiende a la familia", de "un padre que sabe" qué significa "defender a los hijos". Y ello –prosiguió– "es una gracia que nosotros sacerdotes debemos pedir: la gracia de la paternidad pastoral, de la paternidad espiritual".