Los cristianos de salón -que son egoístas, especuladores, mundanos o rigoristas- alejan a la gente que busca a Jesús. Acerca de esta tentación puso en guardia el Papa Francisco al celebrar la misa, el jueves 28 de mayo, en la capilla de la Casa Santa Marta. Invitando a cada uno a un examen de conciencia, el Papa recordó que los cristianos deben saber escuchar el grito de ayuda de la gente y sostenerla en el camino para acercarse al Señor.
El Papa Francisco inició la homilía hablando el episodio relatado por san Marcos en el pasaje evangélico (Mc 10, 46-52) propuesto por la liturgia. Jesús estaba con sus discípulos y con la gente -dijo- que lo seguía porque Él hablaba como un maestro, con autoridad propia. Bartimeo, un hombre ciego, escuchó bullicio y preguntó: "¿Qué sucede?”. Era Jesús. Y así Bartimeo comenzó a gritar, y gritaba con fuerza haciendo un acto de fe: "Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí”. Sus palabras son precisamente un acto de fe, destacó el Pontífice.
Pero entre la gente que estaba allí con Jesús, cada uno tenía su personalidad, su modo de ver la vida, de sentir la vida, explicó el Papa. Y, así, ante todo, había un grupo de gente que no escuchaba el grito del hombre ciego. Es ese grupo de gente que, incluso hoy, no percibe el grito de los muchos que tienen necesidad de Jesús. En definitiva, es un grupo de indiferentes: no escuchan, creen que la vida es sólo el grupito allí; están contentos, son sordos al clamor de tanta gente que necesita salvación, que necesita ayuda de Jesús y de la Iglesia. Pero, destacó el Papa Francisco, esa gente es egoísta, vive para sí misma incapaz de escuchar la voz de Jesús.
Luego están los que escuchan ese grito que pide ayuda, pero quieren silenciarlo, continuó el Pontífice. Y, en efecto, san Marcos en su Evangelio dice que muchos reprendieron a Bartimeo para hacerlo callar, diciéndole que no gritase y que dejase al maestro tranquilo. Lo hicieron también los discípulos. Y el Papa recordó además cuando los discípulos alejaron a los niños, precisamente para que no incomodaran al maestro. Así, pues, también los discípulos trataron de hacer callar a Bartimeo porque el maestro estaba con ellos, era para ellos, no era para todos. Actuando así esta gente aleja a Jesús de los que gritan, que tienen necesidad de la fe, que tienen necesidad de salvación.
Existe también, afirmó el Papa Francisco, otro grupo, formado por los especuladores: eran religiosos, parece, pero Jesús los expulsó del templo porque hacían sus negocios allí, en la casa de Dios. Se trata de personas que no escuchan, no quieren escuchar el grito de ayuda, sino que prefieren hacer sus negocios y usan al pueblo de Dios, usan a la Iglesia, para hacer sus propios negocios. También estos especuladores alejan a la gente de Jesús y no permiten que las personas pidan ayuda.
Otro grupo que aleja a la gente de Jesús -dijo también el Papa- son los cristianos sólo de nombre, sin testimonio, que no dan testimonio de cristianos. Sí, son cristianos de nombre, cristianos de salón, cristianos de fiestas, pero su vida interior no es cristiana, es mundana. Y uno que se llama cristiano y vive como un mundano aleja a quienes piden "ayuda” a Jesús.
Y, también, están los rigoristas, añadió el Papa: aquellos a los que Jesús reprende porque cargan muchos pesos sobre los hombros de la gente. Y Jesús les dedica a ellos todo el capítulo de san Mateo (Mt 23, 1). Les dice ¡hipócritas, explotáis a la gente!. En efecto, en lugar de responder al grito que pide salvación alejan a la gente.
El primer grupo, resumió el Pontífice, está formado por los que no escuchan. Del segundo, en cambio, forma parte mucha gente diversa, diferente que escucha la llamada, pero aleja de Jesús. Y está también un tercer grupo, son los que ayudan a acercarse a Jesús y que dicen a Bartimeo: "Ánimo, levántate, te llama”. Es el grupo de los cristianos que son coherentes entre lo que creen y lo que viven y ayudan a acercarse a Jesús a la gente que grita pidiendo salvación, pidiendo la gracia, pidiendo la salud espiritual para su alma.
Precisamente a la luz de esta reflexión, el Papa Francisco propuso un examen de conciencia que nos hará bien, a través de una serie de preguntas directas: ¿En qué grupo estoy? ¿En el primero, entre los que escuchan los numerosos gritos que piden ayuda de salvación? ¿Me ocupo sólo de mi relación con Jesús, cerrada, egoísta? ¿Pertenezco al segundo grupo, entre los que alejan a la gente de Jesús, por la falta de coherencia de vida, falta de testimonio, así como por estar muy apegados al dinero o por la rigidez?. Y también: ¿Alejo a la gente de Jesús o pertenezco al tercer grupo, el de los que escuchan el grito de tantas personas y les ayudo a acercarse a Jesús?. A estas preguntas, concluyó el Papa, cada uno de nosotros puede responder en su corazón.