1305 No olvides que el Dolor es la piedra de toque del Amor (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 439).
1306 Acordose el Amigo de sus pecados, y por temor del infierno quiso llorar y no pudo. Pidió lagrimas al amor y la Sabiduría le respondió que mas frecuente y fuertemente llorase por amor de su Amado que por temor de las penas del infierno, puesto que le agradan mas los llantos que son por amor que las lagrimas que se derraman por temor (R. LLULL, Libro del Amigo y del Amado, 341).
1307 Quien no se arrepiente de verdad, no ama de veras; es evidente que cuanto mas queremos a una persona, tanto mas nos duele haberla ofendido. Es, pues, este uno mas de los efectos del amor (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., 205).
1308 ¡ Que cercano esta Dios de quien confiesa su misericordia! Si; Dios no anda lejos de los contritos de corazón (SAN AGUSTÍN, Sermón 11).
1309 Pedro salió fuera y lloro amargamente. Era confesar su culpa. Lloro amargamente porque sabia amar, y bien pronto las dulzuras del amor reemplazaron en el a las amarguras del dolor (SAN AGUSTÍN, Sermón 295).
1310 Dios nos manda que primeramente nos lavemos por la contrición para que nuestra suciedad no nos haga indignos de penetrar en la pureza de los secretos de Dios (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).
1311 Nada hay tan grato y querido por Dios como el hecho de que los hombres se conviertan a el con sincero arrepentimiento (SAN MAXIMO, Carta 11).
1312 Mas que el pecado mismo, irrita y ofende a Dios que los pecadores no sientan dolor alguno de sus pecados (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Hom. sobre S. Mateo, 14).
1312b Cuando brota del amor de Dios amado sobre todas las cosas, la contrición se llama "contrición perfecta" (contrición de caridad). Semejante contrición perdona las faltas veniales; obtiene también el perdón de los pecados mortales si comprende la firme resolución de recurrir tan pronto sea posible a la confesión sacramental (cfr. CONC. DE TRENTO, DS 1677) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1452).
1312c La contrición llamada "imperfecta" (o "atrición") es también un don de Dios, un impulso del Espíritu Santo. Nace de la consideración de la fealdad del pecado o del temor de la condenación eterna y de las demás penas con que es amenazado el pecador. Tal conmoción de la conciencia puede ser el comienzo de una evolución interior que culmina, bajo la acción de la gracia, en la absolución sacramental. Sin embargo, por sí misma la contrición imperfecta no alcanza el perdón de los pecados graves, pero dispone a obtenerlo en el sacramento de la Penitencia (cfr. CONC. DE TRENTO, DS 1678, 1705) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1453).
1313 ¡Muy honda es tu caída!-Comienza los cimientos desde ahí abajo. Se humilde.-" Cor contritum et humiliatum, Deus, non despicies "-No despreciara Dios un corazón contrito y humillado (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 712).
1314 Cuando os sintáis movidos por la contrición os daréis cuenta de la laboriosidad y esfuerzo que supone el salvar la propia alma. Se afianzara en vosotros la profunda convicción de que, lejos de poder enseñar a los demás, tenéis todavía necesidad de la ayuda de un maestro (CASIANO, Colaciones, 24).
1315 Estaba lejos (se refiere al publicano de la parábola) y, sin embargo, se acercaba a Dios; y el Señor le atendía de cerca. El Señor esta muy alto y, sin embargo, mira a los humildes; el publicano no levantaba sus ojos al cielo y no miraba para que se le mirase. Su conciencia le abatía, pero su esperanza le elevaba. Golpeaba su pecho y se hería a si mismo; el Señor le perdonaba porque se arrepentía (SAN AGUSTÍN, en Catena Aurea, vol. VI, p. 302).
1316 Pronto se rehabilito Pedro, como quien recibe una fuerza nueva; y en tanto grado, que quien se había asustado de la Pasión de Cristo, permaneció después firme sin temer su propio martirio (SAN LEON, Sermón 9, sobre la Pasión).
1317 Hubiera muerto con la mas desastrada de las muertes (el hijo prodigo). Pero como se arrepintió y no perdió la esperanza, después de corrupción tan grande volvió a su primer esplendor, se vistió de la mas bella vestidura y obtuvo honor mayor que el hijo que jamas había caído (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Exhortac. a Teodoro, 1).
1318 Cuanto mas continuos son el dolor y el arrepentimiento por nuestras caídas, mas presto encuentra nuestro mal la curación (CASIANO, Colaciones, 19).
1319 Para quienes buscan con sinceridad el remedio, no puede faltar la medicina del verdadero medico de las almas. Esto es particularmente cierto para aquellos que no cierran los ojos a sus dolencias por desanimo o por negligencia (CASIANO, Colaciones, 19).
1320 Muchas veces es útil y seguro que el hombre no tenga en esta vida muchas consolaciones, mayormente según la carne. Mas no sentir o gustar de las divinas, nuestra es la culpa, que no buscamos la contrición del corazón ni desechamos del todo las vanas consolaciones (Imitación de Cristo, 1, 21, 3).
1321 En un caso solamente debe parecernos útil la tristeza, y es cuando la concebimos para el arrepentimiento de nuestras faltas, o por el deseo de perfección, o por el de la contemplación de la futura bienaventuranza. De esta especie de tristeza ha dicho el Apóstol: La tristeza según Dios es causa de penitencia saludable, de que jamas hay por que arrepentirse; mientras que la tristeza según el mundo lleva a la muerte (2Co 7, 10) (CASIANO, Instituciones, 9, 10).
1322 La tristeza que causa un arrepentimiento saludable es propia del hombre obediente, afable, humilde, dulce, suave y paciente, en cuanto que deriva del amor de Dios. Sufre infatigable el dolor físico y la contrición del espíritu, gracias al vivo deseo de perfección que le anima. Es también alegre, y en cierto modo se siente como robustecido por la esperanza de su aprovechamiento, conserva de continuo el hechizo y el encanto de la afabilidad, y posee en si todos los frutos del Espíritu Santo (CASIANO, Instituciones, 9).
1323 Es sumamente necesario que cuando nos compungimos tengamos cuidado de la vida de los que nos están encomendados. De tal manera nos debe afectar la amargura de la compunción, que no nos aleje del amor a los demás (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).
1324 Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. El llanto, al que aquí se promete el consuelo eterno, nada tiene que ver con la tristeza de este mundo [...]. La tristeza religiosa es la que llora los pecados propios o bien las faltas ajenas (SAN LEON MAGNO, Sermón 95, sobre las bienaventuranzas).
1325 [...] no deben entristecernos las caídas, ni aun las caídas graves, si acudimos a Dios con dolor y buen propósito en el sacramento de la Penitencia. El cristiano no es un maníaco coleccionista de una hoja de servicios inmaculada. Jesucristo Nuestro Señor se conmueve tanto con la inocencia y la fidelidad de Juan y, después de la caída de Pedro, se enternece con su arrepentimiento. Comprende Jesús nuestra debilidad y nos atrae hacia si, como a través de un plano inclinado, deseando que sepamos insistir en el esfuerzo de subir un poco, día a día. Nos busca, como buscó a los dos discípulos de Emaus, saliéndoles al encuentro; como buscó a Tomas y le enseñó, e hizo que las tocara con sus dedos, las llagas abiertas en las manos y en el costado. Jesucristo siempre esta esperando que volvamos a El, precisamente porque conoce nuestra debilidad (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 75).
1326 Mas le vale a un hombre confesar sus caídas que endurecer su corazón (SAN CLEMENTE, Carta a los Corintios, 50).
1327 Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tu no lo desprecias. Este es el sacrificio que has de ofrecer No busques en el rebaño, no prepares navíos para navegar hasta las mas lejanas tierras a buscar perfumes. Busca en tu corazón la ofrenda grata a Dios. El corazón es lo que hay que quebrantar (SAN AGUSTÍN, Sermón 19).
1328 Cada día hemos de pedir perdón, porque cada día hemos ofendido (SAN AGUSTÍN, Sermón 25).
1329 Tendremos siempre materia de arrepentimiento respecto a esas menudas infracciones en que el justo cae siete veces al día y se levanta otras tantas. Porque, queramos o no, las cometemos todos los días. Ora a sabiendas, ora por ignorancia u olvido, de pensamiento o de palabra, por sorpresa o por impulso inevitable, o por la fragilidad de nuestra carne, es difícil que nos veamos libres de ellas (CASIANO, Colaciones, 20).
1330 Solo predicamos a los demás lo recto, si manifestamos con las obras lo que decimos, si nos compungimos en el amor de Dios y lavamos con lagrimas las manchas cotidianas de la vida humana, que no puede pasar sin culpa (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 17 sobre los Evang.).
1331 Jamas se ha encontrado ni se encontrara en este mundo un hombre cuya santidad, diligencia y aplicación sean tales que pueda adherirse al bien verdadero y no tenga que experimentar todos los días que ha faltado distrayéndose de el (CASIANO, Colaciones, 23).
1332 (Santificado sea tu nombre). También pedimos todos los días que sea santificado. Necesitamos de la santificación continuamente, porque los que pecamos todos los días debemos purificar nuestros pecados mediante una contrición continua (SAN CIPRIANO, Sobre el Padrenuestro).
1333 Debemos igualmente considerar frecuentemente los pecados que cometimos: considerándolos, llorar; y llorando, borrarlos (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 39 sobre los Evang.).
1334 A nosotros representó aquella mujer cuando, después de haber pecado, nos volvemos de todo corazón al Señor y le imitamos en el llanto de penitencia (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 13 sobre los Evang.).
1335 Algunos, sin preocuparse de indagar el numero de personas a quienes perjudicaron, darán alguna limosna, o mandaran celebrar algunas misas; y hecho esto, quedaran ya tranquilos. No hay duda de que las misas y las limosnas son muy buenas obras; mas deben ser pagadas con vuestro dinero y no con el del prójimo (SANTO CURA DE ARS, Sermón sobre la restitución).
1336 He aquí que llama a todos los que se han manchado, desea abrazarlos, y se queja de que le han abandonado. No perdamos este tiempo de misericordia que se nos ofrece, no menospreciemos los remedios de tanta piedad que el Señor nos brinda. Su benignidad llama a los extraviados, y nos prepara, cuando volvamos a El, el seno de su clemencia. Piense cada cual en la deuda que le abruma, cuando Dios le aguarda y no se exaspera con el desprecio. El que no quiso permanecer con El, que vuelva; el que menosprecio estar firme a su lado, que, al menos, se levante después de su caída [...]. Ved cuan grande es el seno de su piedad, y considerad que tenéis abierto el regazo de su misericordia (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 33 sobre los Evang.).
1337 De los principios que hemos expuesto puede deducirse fácilmente la existencia del purgatorio. Porque si es verdad que la contrición borra los pecados, no quita todo el resto de pena que por ellos se debe; ni tampoco se perdonan siempre los pecados veniales, aunque desaparezcan los pecados mortales. Ahora bien, la justicia de Dios exige que una pena proporcional restablezca el orden perturbado por el pecado. Luego hay que concluir que todo aquel que muera contrito y absuelto de sus pecados, pero sin haber satisfecho plenamente por ellos a la divina justicia, debe ser castigado en la otra vida. Negar el purgatorio es, pues, blasfemar contra la justicia divina. Es, pues, un error, y un error contra la fe (SANTO TOMÁS, Suma Teológica, Sup., q. 71, a. 1).
1338 ¡No apaguéis esta alegría que nace de la fe en Cristo crucificado y resucitado! ; Testimoniad vuestra alegría! ¡Habituaos a gozar de esta alegría! [...]. Es la alegría de la presencia de Dios en el alma, mediante la " gracia ".-Es la alegría del perdón de Dios, mediante sus sacerdotes, cuando por desgracia se ha ofendido a su infinito amor, y arrepentidos se retorna a sus brazos de Padre. (JUAN PABLO II, Aloc. 24-III-1979).