Antología de Textos

ESCANDALO

1. El Señor lanzó sobre el escándalo un aviso estremecedor: ¡Ay del mundo por los escándalos! (Mt 18, 7). Este pecado se produce en muchas ocasiones de modo prácticamente inevitable en el trato de los hombres entre sí (Mt 18, 7), pero quien lo provoca voluntariamente adquiere una gran responsabilidad: Más le valdría que le colgasen una piedra de molino y lo hundieran en el fondo del mar (Mt 18, 6). El escándalo se opone a la voluntad salvífica del Padre (Mt 18, 14), a la obra redentora del Hijo (Mt 18, 6), al cuidado vigilante de los Ángeles Custodios (Mt 18, 10), aunque cause la ruina espiritual de una sola alma (Mt 18, 5 y 12). La gravedad del escándalo se descubre por los severísimos preceptos que Nuestro Señor da para evitarlo: Si tu mano o tu pie se escandaliza, córtalo y arrójalo lejos de ti [...]. Si tu ojo te escandaliza, sácatelo y arrójalo de ti (Mt 18, 8).
Si con el amor y la corrección fraterna acercamos las almas a Dios, con el escándalo logramos todo lo contrario. Escandalizar es sencillamente destruir, destrozar, romper. Escándalo es toda palabra u obra desordenada que ofrece al prójimo ocasión de ruina espiritual. Es muy laboriosa la formación doctrinal y espiritual de una persona, realmente se puede considerar una obra de artesanía. Pero, como en todas las obras de arte, un accidente o un momento de locura puede poner en peligro, o perder el valor que tanto costó adquirir.
2. El causante del escándalo está obligado -por caridad- a reparar el daño ocasionado al prójimo en la medida de sus posibilidades. Esta obligación se convierte en un estricto deber de justicia cuando el causante del escándalo ha utilizado engaños, violencias o amenazas, o cuando estaba obligado positivamente a velar por el bien espiritual de aquellos a quienes ha escandalizado. El escándalo de las personas de conciencia débil (scandalum pussillorum) obliga en ocasiones a limitar la propia libertad en el ámbito de lo lícito.
3. En general, no es necesario prestar atención alguna al escándalo farisaico, como nos enseña Nuestro Señor con su ejemplo, ya que su causa no está en la propia acción, sino en la maldad e hipocresía ajenas. Sin embargo, las acciones que pueden provocar este escándalo no deben realizarse sin una razón de cierta importancia.

Citas de la Sagrada Escritura

Entrando en Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los perceptores de la didracma y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga la didracma? Y el respondió: Cierto que sí. Cuando iba a entrar en casa, le salió Jesús al paso y le dijo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran censos y tributos? ¿de sus hijos o de los extraños? Contestó él: de los extraños. Y le dijo Jesús: Luego los hijos están exentos. Mas, para no escandalizarlos, vete al mar, echa el anzuelo y coge el primer pez que pique [...]; tómalo y dalo por mi y por ti. Mt 17, 24-27
Y al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen en mi, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le hundieran en el fondo del mar. Mt 18, 6-7
Si tu mano o tu pie te escandaliza, córtatelo y échalo de ti; que mejor te es entrar en la vida manco o cojo que con manos o pies ser arrojado al fuego eterno. Mt 18, 8-9
Porque los judíos piden señales, los griegos buscan sabiduría, mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles, mas poder y sabiduría de Dios para los llamados, ya judíos, ya griegos. 1Co 1, 22-25
¿Quién desfallece que no desfallezca yo? ¿Quién se escandaliza que yo no me abrase? 2Co 11, 29
Por lo cual se contiene en la Escritura: "He aquí que yo pongo en Sión una piedra angular, escogida, preciosa, y el que creyere en ella no será confundido". Para vosotros, pues, los creyentes, es honor; mas para los incrédulos esa piedra, desechada por los constructores y convertida en cabeza de esquina, es "piedra de tropiezo y roca de escándalo". 1P 2, 6-8
Si lo que yo como escandaliza a mi hermano, no comeré en mi vida carne, por no escandalizar a mi hermano. 1Co 8, 13
Es verdad que todas las viandas son limpias, pero hace mal el hombre en comer de ellas con escándalo de los otros. Y hace bien en no comer carne, y en no beber vino, ni en tomar otra cosa por la cual su hermano se ofende, o se escandaliza, o se debilita en la fe. Rm 14, 20-21

"Dicho o hecho menos recto, que es ocasión para otros de ruina espiritual"

1976 En la vida espiritual se puede llegar a la ruina espiritual por un dicho o hecho de otro, en cuanto que con su amonestación, solicitación o ejemplo lleva a otro a pecar. Y esto es con toda propiedad el escándalo [...]. Y por eso se dice que es "un dicho o un hecho menos recto que es ocasión de ruina" (Santo Tomás. S.Th. II-II, q. 43, a. 1).

1977 Si no eres malo, y lo parece, eres tonto.-Y esa tontería –piedra de escándalo– es peor que la maldad (J. Escrivá de Balaguer, Camino, 370).

1978 Procuremos, hermanos, no sólo vivir rectamente, sino también obrar con rectitud delante de los hombres; y no sólo preocuparnos de tener la conciencia tranquila, sino también [...] procuremos no hacer nada que pueda hacer sospechar mal a nuestro hermano más débil, no sea que comiendo hierba limpia y bebiendo un agua pura pisoteemos los pastos de Dios, y las ovejas más débiles tengan que comer una hierba pisoteada y beber un agua enturbiada (San Agustín, Sermón 47, sobre las ovejas, 12-14).

Gravedad del escándalo

1979 "Más le valiera que se atara una piedra de molino..." Habla el Señor como era costumbre en Palestina, porque los mayores crímenes entre los judíos se castigaban así, atando una piedra al cuello y arrojando al fondo del mar; y en realidad seria mucho mejor que un inocente sufriera esta pena que, aunque tan terrible, al fin es temporal, que dar la muerte eterna al alma de un hermano (San Beda, en Catena Aurea, vol. VI, p. 265).

1980 Muchos no temen a Dios, pero delante de los demás guardan el debido respeto, y por esto faltan menos. Pero cuando alguno obra con imprudencia delante de los demás, lleva entonces el vicio a su cima (Teófilo, en Catena Aurea, vol. VI, p. 294).

1981 El que vive mal en presencia del pueblo, en cuanto de él depende, mata a aquel que contempla el mal ejemplo de su vida (San Agustin, Sermón sobre los pastores, 46, 9).

1982 Por el castigo del que escandaliza se puede conocer el premio del que salva. Si la salvación de una sola alma no fuese para El de tanta importancia, no amenazaría con un castigo tan grande a quienes escandalizan (San Juan Crisóstomo, en Catena Aurea, vol. VI, p. 266).

Pecado contra la caridad

1983 "¡Ay de aquel hombre! Más le valiera no haber nacido, que escandalizar a uno solo de mis escogidos. Mejor le fuera que le colgaran una piedra de molino al cuello y lo hundieran en el mar, que no extraviar a uno solo de mis escogidos". Vuestra escisión extravió a muchos, desalentó a muchos, hizo dudar a muchos, nos sumió en la tristeza a todos nosotros (San Clemente, Carta a los Corintios, 46).

Escándalo farisaico

1984 Queda tranquilo si asentaste una opinión ortodoxa, aunque la malicia del que te escuchó le lleve a escandalizarse
- Porque su escándalo es farisaico (J. Escrivá de Balaguer, Camino, 349).

1985 Siempre que podamos, sin pecar, debemos evitar el escándalo de nuestros prójimos; pero si el escándalo proviene de la verdad, más vale permitir el escándalo que abandonar la verdad (San Beda, en Catena Aurea, vol. VI, p. 265).

Espectáculos que son ocasión de escándalo

1986 Ya es un gran daño pasar allí inútilmente el tiempo y ser escándalo para los otros (habla de la asistencia a espectáculos inconvenientes) [...], y, ¿cómo podrá decirse que tú no sufres daños, cuando contribuyes a los que se producen? [...]. Porque si no hubiera espectadores, tampoco habría quienes se dedicaran a esas infamias (San Juan Crisóstomo, Hom. sobre S. Mateo, 37).

1987 No me vengas con que todo es una representación. Si, una representación que ha convertido a muchos en adúlteros y trastornado muchas familias [...]. Si el hecho es un mal, su representación también tiene que serlo. Y nada digo todavía de cuántos adúlteros producen los que representan esos dramas de adulterio, y cuán insolentes y desvergonzados hacen a los que tales espectáculos contemplan. Nada hay, en efecto, más deshonesto, nada más procaz, que un ojo capaz de soportar esa vista [...]. Mejor fuera embadurnarte los ojos con barro y con cieno que no contemplar esa iniquidad (San Juan Crisóstomo, Hom. sobre S. Mateo, 6).