Custodiar, alimentar y promover la memoria de Jesucristo

CIV Asamblea plenaria de la C.E.Española

Instrucción Pastoral sobre los catecismos de la Conferencia Episcopal Española para la iniciación cristiana de niños y adolescentes

INTRODUCCIÓN

1. «Así pues, tú, hijo mío, hazte fuerte en la gracia de Cristo Jesús, y lo que has oído de mí, a través de muchos testigos, esto mismo confíalo a hombres fieles, capaces, a su vez, de enseñar a otro (…). Reflexiona lo que digo, pues el Señor te dará inteligencia para que lo comprendas todo. Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos» (2Tm 2, 1-2. 7-8).
Timoteo, estrecho colaborador del apóstol y responsable de nuevas comunidades cristianas, se siente desanimado, cansado, incapaz de hacer frente a las dificultades de su tarea, le agobia la responsabilidad. Pablo le exhorta entrañablemente con palabras de afecto, de aliente y de consuelo; palabras que vienen a ser referente de toda maduración cristiana y vienen a constituir el retrato de quienes son llamados a ser transmisores de la fe, los catequistas. Ellos, testigos del Señor, se transforman en punto de referencia porque saben dar razón de la esperanza que sostiene la vida (cf. 1P 3, 15) y están comprometidos con la verdad que proponen. Además, los testigos no remiten nunca a sí mismos, sino a Alguien más grandes que ellos, a alguien que han encontrado y cuya bondad han experimentado; por ello hacen memoria, se acuerdan de Jesucristo muerto y resucitado. En este sentido, como dice el papa Francisco, el corazón de los catequistas ha de centrarse en dos miradas: la de custodiar la memoria de Dios en sí mismos y la de saber despertarla en los demás, o, lo que es lo mismo, alimentar la fe personal y dar testimonio de ella: «El catequista es un cristiano que lleva consigo la memoria de Dios, se deja guiar por la memoria de Dios en toda su vida, y la sabe despertar en el corazón de los otros. Esto requiere esfuerzo. Compromete toda la vida. El mismo Catecismo, ¿qué es sino memoria de Dios, memoria de su actuar en la historia, de su haberse hecho cercano a nosotros en Cristo, presente en su Palabra, en los sacramentos, en su Iglesia, en su amor?» 1.
La Iglesia no ha cesado en transmitir y actualizar esta memoria a través de la catequesis y la liturgia, por medio del anuncio de la Palabra y de la celebración de los sacramentos, especialmente la eucaristía. En efecto, la transmisión de la fe tiene su manantial en la Vigilia pascual, centro de la liturgia cristiana, que con su espiritualidad bautismal inspira toda catequesis 2, la cual tiene como finalidad el encuentro con «una Persona, la de Jesús de Nazaret, Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad, que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros» 3.

2. En los primeros compases del tercer milenio, la dinámica de la historia nos abre a una etapa nueva en lo cultural, social, económico y religioso. La novedad de este tiempo constituye un lugar teológico para escuchar el designio salvífico de Dios. Sabemos de las dificultades crecientes para engendrar y educar en la fe a las nuevas generaciones, por eso los obispos venimos impulsando una amplia pastoral en torno a la evangelización y, más concretamente, la catequesis 4. En el momento presenta la cuestión fundamental para la comunidad eclesial y sus pastores en cómo se hace hoy un cristiano. Con esta Instrucción Pastoral nos proponemos responder a dicha cuestión teniendo como destinatarios a los niños y adolescentes.

De lo heredado a la propuesta

3. Apenas hace dos o tres generaciones, la fe se podía dar por supuesta como algo natural, estaba sencillamente presente como parte de la vida. Hoy resulta natural precisamente lo contrario; en el fondo parece que no es posible creer y que de hecho Dios está ausente. Para muchos la fe de la Iglesia parece algo desfasado y de tiempos lejanos. Aquello que durante siglos se ha transmitido como por ósmosis de generación en generación, hoy se vuelve más problemático. Junto a grupos de niños y adolescentes que crecen en la fe, hay otros que se han apartado de la práctica cristiana habitual e incluso crecen al margen de las preocupaciones religiosas. Aunque la fe hoy parece correr el riesgo de quedar reducida a una realidad insignificante sabemos que «Dios y los acontecimientos, que son otras tantas llamadas de su parte, invitan a la Iglesia a renovar su confianza en la acción catequética como en una tarea absolutamente primordial de su misión» 5. Por ello, nuestra tarea es ayudar a niños y adolescentes a percibir la fe como algo que estimula la auténtica libertad, el verdadero amor y la fidelidad genuina. De ahí la necesidad de impulsar una catequesis de iniciación cristiana.

Contexto, objetivos y estructura

4. Los obispos españoles ponemos en esta Instrucción Pastoral en manos de los padres de familia, sacerdotes, catequistas y educadores en la fe con el fin de ayudar a comprender mejor lo que significa una catequesis de iniciación cristiana. Esta catequesis lleva en su interior el gozo de vivir la belleza de la fe y el entusiasmo de su transmisión a niños y adolescentes. Lo hacemos atendiendo a nuestro Plan Pastoral y con motivo de la publicación de Testigos del Señor,segundo catecismo para la iniciación cristiana, con el que culmina el encargo de la Conferencia Episcopal a la Subcomisión de Catequesis de renovar los catecismos a la luz del Catecismo de la Iglesia Católica 6. Los objetivos que nos proponemos son: ofrecer las claves de comprensión para una nueva catequesis al servicio de la iniciación cristiana, presentar una nueva visión completa del itinerario orgánico y gradual para dicha catequesis y dar a conocer los catecismos correspondientes de la Conferencia Episcopal. Todo ello ayudará a una progresiva y coherente programación catequética.

5. Para dar respuesta a dichos objetivos, distribuimos este documento en tres partes. En la primera, nos adentramos en la compresión de la catequesis al servicio de la iniciación cristiana de niños y adolescentes, subrayando sus elementos fundamentales, señalando las características específicas y recordando la función maternal de la Iglesia. En la segunda parte, teniendo en cuenta la situación de niños y adolescentes, presentamos el itinerario catequético de la iniciación cristiana, su gradualidad por etapas y los elementos específicos de cada una de ellas. Y la tercera parte, explicamos, por un lado, los catecismos de la Conferencia Episcopal, documentos de fe, y, por otro, aquellos textos que, emanados del Catecismo de la Iglesia Católica, complementan la oferta de instrumentos para la catequesis de jóvenes y adultos.

CATEQUESIS AL SERVICIO DE LA INICIACIÓN CRISTIANA

6. Desde la primera proclamación del kerigma apostólico a la pregunta que les dirigen aquellos a quienes Dios había abierto el corazón, los Apostóles y sus sucesores tenemos otra respuesta más que el encargo que el Señor nos dio antes de subir al cielo: ofrecer el pan de la Palabra y la gracia de los sacramentos para que todos los hombres puedan conocer a Jesucristo, el Camino que nos conduce al Padre, la Verdad que nos hace libres, la Vida que nos llena de alegría (cf. Mt 28, 19-20 y Jn 14, 6). Animados por el papa Francisco podemos decir que «la alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría». «¡No nos dejemos robar esta alegría evangelizadora!» 7.

Entre la gracia de Dios y la libertad del hombre

7. El documento de la Conferencia Episcopal Española sobre La iniciación cristiana nos recuerda que «la iniciación cristiana es un don de Dios que recibe la persona humana por la mediación de la Madre Iglesia. Sólo Dios puede hacer que el hombre renazca en Cristo por el agua y el Espíritu; sólo Él puede comunicar la vida eterna e injertar al hombre como un sarmiento, a la Vid verdadera, para que el hombre, unido a Él, realice su vocación de hijo de Dios en el Hijo Jesucristo, en medio del mundo, como miembro vivo y activo de la Iglesia» 8. Esta inserción en el misterio de Cristo va unida, a la vez, a un itinerario catequético y sacramental que ayuda a crecer y madurar la vida de la fe. Todo ello articulado en un período de tiempo, en unas estructuras, en un camino con etapas y pruebas (escrutinios) 9.
En este sentido, podemos pensar que engendrar y modelar en la fe a las nuevas generaciones puede resultar difícil pero no imposible, porque no solo es tarea nuestra. La iniciación cristiana tiene la peculiaridad de que la iniciativa en la transformación de la persona y su integración en la Iglesia la tiene Dios. Es una acción gratuita del Padre que actualiza, aquí y ahora, por la Palabra y los sacramentos que su Hijo realiza en la Iglesia, y por la acción del Espíritu Santo que inspira, ilumina, guía y conduce al que es llevado a iniciarse como cristiano. Es, pues, la acción del Espíritu Santo en el corazón de cada persona la que hace germinar el don de la fe. A nosotros, eso sí, nos corresponde la función de mediadores. Una mediación que se hace al sembrar, regar y cultivar la apertura del hombre a Dios para, de esta forma, conjugar la gratuidad de Dios y la libertar del hombre 10.

8. Así pues, en la iniciación catequesis, liturgia y experiencia cristiana caminan juntas hacia un mismo objetivo. Conviene cuidad las tres dimensiones correspondientes e íntimamente correlacionadas: dimensión catequética, dimensión sacramental y dimensión espiritual; más aún, y dadas las circunstancias actuales desde el punto de vista socio-cultural y religioso, podemos decir que las dos primeras, más allá de todo automatismo, están al servicio de la dimensión espiritual, donde se fundamenta el proceso de conversión, el encuentro y la adhesión a Jesucristo. Bautismo, catequesis y confesión de fe se reclaman mutuamente. Mediante los sacramento de iniciación, el ser humano es vinculado a Cristo y asimilado a él en el ser y en el obrar, introduciéndole en la comunión trinitaria y en la Iglesia. Mediante la catequesis, que precede, acompaña o sigue a la celebración de los sacramentos, el catequizando descubre a Dios y se entrega a él; alcanza el conocimiento del misterio de la salvación, afianza su compromiso personal de respuesta a Dios y de cambio progresivo de mentalidad y de costumbres; fundamenta su fe acompañado por la comunidad eclesial. Mediante la vivencia espiritual, que posibilita la apertura del catequizando a la conversión, se le favorece la experiencia de encuentro con Jesucristo y se le propone la adhesión personal a él. En este sentido no podemos olvidar que «los sacramentos como signos tienen, también, un fin pedagógico. No solo suponen la fe, también la fortalecen, la alimentan y la expresan por palabras y acciones; por esto se llaman sacramentos de la fe» 11.

Iniciar, acompañar y sostener la experiencia de la fe

9. La Iglesia como madre no solo ha engendrado hijos de Dios por el bautismo, sino también por el cuidado, educación y desarrollo de ese vida de fe que recibieron en el bautismo. Por la catequesis, la Iglesia cuida y ayuda a crecer en la fe a los bautizados. Por medio de la espiritualidad, la Iglesia acompaña a los catequizandos, o en su caso a los catecúmenos, y les va mostrando la belleza de la fe, les pone en camino hacia el encuentro con Jesucristo y les facilita los medios para adherirse a él y seguirle. En este proceso catequético, sacramental y espiritual, la persona acoge la pregunta vocacional, cuya respuesta implica la elección de estado en la Iglesia y en el mundo.
Pero ¿qué entendemos por encuentro? Desde el punto de vista de la teología, la palabra "encuentro" es muy densa y tiene un sentido profundo. Un encuentro no se da porque un grupo de personas, movidos por un mismo objetivo, estén reunidos en un mismo lugar o porque hagan juntos un mismo itinerario, ni incluso porque vivan bajo un mismo techo. Un encuentro se da cuando una persona viviente (en nuestro caso Jesucristo resucitado) se encuentra y se comunica a otra persona (en nuestro caso los discípulos de ayer o los cristianos de hoy) de tal manera que toda la vida de esta persona queda marcada, afectada y transformada para siempre por esta revelación y comunicación. Por él pasaron los Apóstoles de la duda a la certeza, del escepticismo a la esperanza, de la pasividad a la actividad, de la tristeza a la alegría. Cuánto necesitamos los cristianos de hoy este encuentro con Cristo que marque, afecte y transforme nuestra persona.
Desde esta perspectiva, podemos decir que la iniciación cristiana, don de Dios a lo largo de la historia del cristianismo, es hoy para nuestra Iglesia en España una tarea compleja y apasionante en «la dulce y confortadora alegría de evangelizar» 12.

Maternidad de la Iglesia particular

10. Esta misión maternal de la Iglesia que es la iniciación cristiana «se lleva a cabo en las Iglesias particulares, en las que está verdaderamente presente y actúa la Iglesia de Cristo una, santa, católica y apostólica» 13. Y así la Iglesia particular o diócesis se constituye en sujeto de la Iniciación cristiana. Ella está llamada a «ofrecer, dentro de su Proyecto diocesano de catequesis de carácter global, un doble servicio: un proceso de iniciación cristiana para niños, adolescentes y jóvenes en íntima conexión con los sacramentos de iniciación (…) y un proceso de catequesis para adultos» 14.
Llegados a esta convicción, recordamos que, aunque existen diversos ámbitos y niveles donde se manifiesta la Iglesia de Cristo, la parroquia encarna la maternidad espiritual de la Iglesia particular, pues en ella, como célula de la diócesis, el cristiano es engendrado a la fe, madura en ella y la vive como tal 15. De ahí la necesidad de ubicar debidamente la iniciación y de potenciar la calidad evangelizadora y comunitaria de las parroquias como lugar donde se vive y se aprende a vivir como hijos de Dios, discípulos de Jesucristo y hermanos de todos los hombres. La parroquia es hogar y mesa común de todos los fieles sin excepción y debe estar abierta a la integración con otros sujetos e instancias que contribuyen a la iniciación cristiana. En este sentido, tenemos presente la pluralidad de situaciones que se dan con respecto a las parroquias debido a la movilidad de las personas. En cualquier caso las directrices diocesanas y el vínculo correspondiente en la comunidad cristiana donde se realice la catequesis marcarán el camino a seguir.

El escenario pastoral en torno a la iniciación cristiana

11. Adentrados de lleno en el siglo XXI, el pluralismo religioso e ideológico en que vivimos favorece el descubrimiento de que la fe es más una opción personal que la incorporación automática a un mundo de creencias socialmente establecido, que hemos heredado y en el que hemos vivido en un pasado no muy lejano. Por eso, la catequesis debe proponer la fe para que el don de Dios sea acogido libremente por el hombre y crezca en el seno materno de la Iglesia, siempre acompañada del testimonio de vida de los cristianos, cuya mejor expresión son los santos. Aquí y ahora, conscientes de que la catequesis es un servicio único y diferenciado 16 , se hace necesaria y urgente una tarea pastoral de conjunto, es decir, en comunión y corresponsabilidad de todos: de los sacerdotes, nuestros más estrechos colaboradores, como pastores del Pueblo de Dios a ellos confiado; de los padres en la familia, al servicio del despertar y de la educación religiosa; de los catequistas en la parroquia, al servicio de la iniciación sacramental y de los procesos de personalización de la fe; de los profesores y educadores en la escuela, al servicio de la enseñanza religiosa para el diálogo entre fe y cultura; de los animadores en los grupos y movimientos apostólicos, al servicio de la maduración de la vida cristiana.

Claves de este nuevo escenario

12. Señalamos al menos seis conceptos que encierran dentro de sí otras tantas realidades pastorales de hondo calado para llevar adelante la pastoral de iniciación cristiana de la que forma parte: acogida, primer anuncio, catequesis adecuada, celebración de los sacramentos, mistagogía y acompañamiento.
a) Acogida: Si como bien dice Tertuliano, «un cristiano no nace, se hace», tanto el Evangelio como la fe deben proponerse, no imponerse. Esto nos lleva a pensar que una de las actitudes prioritarias para realizar hoy en nuestra Iglesia, en cualquiera de las circunstancias y con los motivos que aduzcan quienes se acerquen a las parroquias u otros lugares eclesiales, ha de ser la acogida cordial. Acogida que conlleva delicadeza, escucha, atención y solicitud pastoral. Pensemos que el testimonio de vida cristiana es el camino privilegiado de la evangelización, su forma primera e insustituible. La comunicación de la fe se da por irradiación, por contagio, antes que por iniciativas o actividades especiales (cf. 1Jn 1, 1-3) 17. Por medio del testimonio de cada creyente, de la familia, de la comunidad cristiana, el amor de Dios va a alcanzar a las personas en su situación concreta y las dispone para creer. Acogida, pues, primorosa, confiada, cordial, crítica, capilar, atenta a cada persona y que tiene en cuenta la fe cristiana, una fe que llena de sentido la vida.
b) Primer anuncio: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva» 18 . De ahí que su objetivo sea la vinculación primera a Jesucristo y el deseo de ser su discípulo (fe inicial). El primer anuncio es el lugar donde el kerigma, el mensaje de salvación del Misterio pascual de Jesucristo, es proclamado con gran poder espiritual, capaz de provocar el arrepentimiento del pecado, la conversión del corazón y la decisión de la fe (cf. 1Co 15, 3-5). El papa Francisco, asumiendo las propuestas del Sínodo de Obispos sobre «La Nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana», propone un auténtico plan de renovación de toda la Iglesia alrededor, entre otros, de dos ejes: el anuncio gozoso del Evangelio y la opción preferencial por los pobres. A lo largo de la exhortación apostólica las referencias explícitas y estimulantes al primer anuncio son constantes 19.
c) Catequesis: La catequesis constituye en el itinerario de iniciación cristiana un período de formación esencial, que tiene su fundamento en el primer anuncio y lleva al encuentro con Cristo, forma parte de la iniciación y conduce, por la confesión de la fe y la celebración de los sacramentos, a la inserción en Cristo y la participación en la vida eclesial. Dicha formación orgánica, más que una enseñanza, es un aprendizaje en toda la vida cristiana, una iniciación cristiana integral, que propicia un auténtico seguimiento de Jesucristo.
d) Celebración de los sacramentos: Como bien sabemos en el itinerario de la iniciación cristiana están incluidos los tres sacramentos específicos de la misma: bautismo, confirmación y eucaristía. Y como prolongación del bautismo, el de la penitencia. No entramos ahora en el orden de la recepción ni en las edades para ello. Sí queremos indicar la importancia de presentar el significado cristiano de los mismos. No se trata de celebrar los pasos de la vida, o de bendecir algún acontecimiento especial, o de pedir un exorcismo para alejar del niño o adolescente algún mal, daño o desgracia que le pudiera suceder. Más bien lo que se busca en la preparación de dichos sacramentos es ayudar a captar el significado esencial de cada uno de ellos. Ayudar a que su celebración como encuentro con Jesucristo no sea una ceremonia, sino un encuentro con el Señor cuya Palabra escuchamos y en cuyo nombre bautizamos, recibimos el don del Espíritu Santo y nos alimentamos de su Cuerpo y de su Sangre. A ello puede ayudar la rica simbología que acompaña el rito de cada sacramento. Convendría en este aspecto, recordar el proceso y sentido de las etapas o tiempos del catecumenado e implicar a la comunidad cristiana referente en la acogida y celebración de los sacramentos. Al ser de iniciación, significa que los receptores de los mismos se introducen en la familia de la Iglesia.
e) La mistagogía: Esta palabra significa iniciar en los misterios. Nos induce a una viva experiencia de los sacramentos recibidos (RICA, n. 38) y se realiza en un contexto de vida comunitaria intensa y comprometida. Dicha pedagogía posibilita iniciar en los misterios cristianos y favorece el gustarlos, el saborearlos. Tiene un carácter vivencial, celebrativo, doctrinal como en la época patrística. Ayuda a releer y revivir los acontecimientos de la Historia Salutis a través de la liturgia en la que Cristo es el centro que vive en su Iglesia por el Espíritu.
Esto supone un salto cualitativo en las parroquias, pasando de una pastoral que prepara a los sacramentos a una pastoral que va más allá de la misma celebración, para introducir poco a poco en la vida de la comunidad y ayudar así a vivir en lo cotidiano el sacramento celebrado o el misterio experimentado.
La mistagogía conoció su momento mejor entre los siglos II-IV de nuestra era, gracias a la catequesis de algunos Padres como Cirilo de Jerusalén, Ambrosio de Milán, Juan Crisóstomo, etc. Nos parece que la realidad pastoral y la situación de la catequesis hoy están hoy más cerca de aquellos siglos que del pasado siglo XX.
En aquel momento los Padres ofrecieron una propuesta especial, que no era simplemente una enseñanza de doctrinas como la mayor parte de las filosofías de la época, ni la llamada a valores morales, que la leyes protegían, sino la propuesta a participar en el misterio de Cristo muerto y resucitado, fuente de transformación interior del hombre, de una novedad de vida, de una clara identidad cristiana. Esto conducía a un nuevo modo de vivir, de emplear bien el tiempo, de cuidar la honestidad en el trabajo, de pensar en las relaciones familiares, de concebir la muerte, de entablar relaciones sociales basadas en la justicia, el amor y la misericordia, etc. Como podemos observar, existe un gran parecido con la época contemporánea que nos toca vivir.
f) Acompañamiento: El antiguo pueblo de Israel, primero, y la Iglesia, después, han sido misteriosamente acompañados por Dios. El acompañamiento al que ahora nos referimos es expresión de la maternidad de la Iglesia y de una paternidad espiritual de quien acompaña, en nuestro caso los catequistas. Podemos decir que el acompañamiento es un ministerio de ayuda que afecta a la integralidad y a la totalidad de la vida, a la manera de entenderla, al modo de mirar los acontecimientos y situarnos ante ellos, al estar atentos a las preocupaciones y esperanzas de los acompañados, niños o adolescentes. El acompañante tendrá la humilde función de ayudar a que la presencia de Dios salga a la luz desde la realidad cotidiana, estudios, amigos, familia, compromisos, etc. En este sentido, recordando a los discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35), podemos decir que la meta del acompañamiento es hacer «arder los corazones»; todo diálogo entre acompañante y acompañado tiene como intención dar a luz lo que llevan dentro e iluminar desde la fe esa experiencia 20. Actitudes como escuchar, ver, respetar, atender y dialogar estarán en la base. En definitiva, se trata de ayudar a rastrear el rostro y la acción de Dios en los acontecimientos diarios y preguntarse: «Señor, ¿qué quieres de mí?».

Dinamismo intrínseco de la iniciación cristiana y sus consecuencias pastorales

13. Puestos de relieve estos conceptos o actitudes, nos centramos ahora en el dinamismo intrínseco de la iniciación y sus consecuencias pastorales. «La iniciación cristiana es un camino que se hace en el seno de la Iglesia y requiere tiempo, ha de tener continuidad y etapas y se vive con apertura a la gracia que se recibe en los tres sacramentos que le dan unidad: el bautismo, la confirmación y la eucaristía. El resultado de ese camino ha de ser un cristiano adulto que sepa vivir su fe en la Iglesia y en el mundo; pues la catequesis ha de tener siempre clara su meta: tiende al hombre perfecto, a la madurez de la perfección en Cristo» 21. En este sentido, podemos subrayar que la iniciación cristiana de niños y adolescentes, a la que nos referimos en esta Instrucción, es fundamentalmente un itinerario catequético y sacramental.
Porque es sacramental, el itinerario se ha de orientar a reconocer que entre los tres sacramentos hay una tensión, un dinamismo intrínseco: el bautismo evoca la confirmación, la eucaristía requiere la conciencia bautismal, y el bautismo y la confirmación tienen como meta el Sacrificio eucarístico. Hay que poner de relieve, por tanto, que el horizonte de los tres sacramentos es la vida eucarística: somos cristianos que viven y alimentan su fe en la eucaristía del domingo, meta sacramental de la iniciación cristiana. De hecho, la eucaristía renueva cada semana la iniciación en cada cristiano. Los tres sacramentos de la iniciación son tres acontecimientos de un único misterio de configuración con Cristo y de inserción en la Iglesia 22.

14. Esto, evidentemente, tiene unas claras consecuencias pastorales. Se puede decir que articular bien los sacramentos es un desafío para la pastoral de hoy. Estos sacramentos de iniciación son el gran acontecimiento de nuestra salvación; por ellos somos insertados en Cristo Jesús, muerto y resucitado. Por eso, hay que celebrarlos como un único acontecimiento. «Los fieles renacidos en el bautismo se fortalecen en el sacramento de la confirmación y finalmente son alimentados en la eucaristía con el manjar de la vida eterna, y así, por medio de estos sacramentos, reciben, cada vez con más abundancia, los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad» 23. Por los tres se expresa la unidad del Misterio pascual y esa unidad se proyecta sobre todo el itinerario de iniciación cristiana. Los sacramentos atraviesan todo el itinerario catecumenal y constituyen el nervio estructural de todo el camino; se pueden considerar como el despliegue cronológico de la acción bautismal 24.
Ello significa que, si necesaria es la celebración de los sacramentos en la que acontece la incorporación al misterio de Cristo, no lo es menos la propuesta de la fe y de la experiencia cristiana que se ofrece en la catequesis. «La catequesis es elemento fundamental de la iniciación cristiana, y está estrechamente vinculada a los tres sacramentos, y especialmente al bautismo, sacramento de la fe. El eslabón que une la catequesis con el bautismo es la profesión de fe, que es, a un tiempo, elemento interior de este sacramento y meta de la catequesis» 25. Por eso hay que cuidar de que no se separe la catequesis de los sacramentos, ni estos se reciban sin una adecuada preparación. «Puede y debe hablarse, por tanto, de una verdadera sinergia o actuación común, en la obra de nuestra redención, entre Cristo, y su esposa la Iglesia, entre el don del Espíritu y la acción de la Iglesia» 26.

Características de la catequesis de iniciación cristiana

15. De cuanto venimos diciendo, podemos afirmar que el objetivo de la catequesis de iniciación es servir a la unidad de la fe, asegurando la identidad del cristiano 27, y que se caracteriza por ser:
a) Orgánica y sistemática: «Una formación orgánica y sistemática de la fe (…). Es necesaria una catequesis bien ordenada, ya que esa indagación vital y orgánica en el misterio de Cristo es lo que, principalmente, distingue a la catequesis de las demás formas de presentar la Palabra de Dios. Se trata, en efecto, de educar en el conocimiento y en la vida de fe, de forma que el hombre entero, en sus experiencias más profundas, se vea fecundado por la Palabra de Dios. Se ayudará así al discípulo de Cristo a transformar el hombre viejo, a asumir sus compromisos bautismales y a profesar la fe de corazón» 28. La catequesis ayuda a conocer cuáles son sus núcleos fundamentales desde los que valorar y jerarquizar las demás verdades, normas y criterios cristianos. Para eso ha de tener unidad interna ya sea en sus contenidos, en sus objetivos y en el método que se utilice al servicio de una fe adulta y coherente, de una fe confesante. Todo en la catequesis ha de estar elaborado según un plan coherente que manifieste la unidad y la armonía de la fe.
b) Integral y gradual: Una educación en todas las dimensiones de la fe: creer, celebrar, vivir y orar, que se realiza gradualmente a fin de acompañar el ritmo del que aprende a ser cristiano 29. Será una catequesis que promueva la síntesis entre la adhesión plena del hombre a Dios (fides qua) y los contenidos del mensaje cristiano (fides quae); que desarrolle todas las dimensiones por las cuales la fe llega a ser conocida, celebrada, vivida, hecha oración, apostolado y servicio; es decir, una fe que impulse a la persona a confiarse por entero y libremente a Dios: inteligencia, voluntad, corazón y memoria; que le ayude a discernir la vocación a la que el Señor le llama. «En ese camino educativo hay que insertar, junto a la enseñanza fiel y orgánica de la Sagrada Escritura, de la Tradición viva de la Iglesia y del Magisterio auténtico, la herencia espiritual de los padres, de los santos y las santas de la Iglesia» 30.
c) Completa y elemental: «Una formación básica, esencial, centrada en lo nuclear de la experiencia cristiana, en las certezas más básicas de la fe y en los valores evangélicos fundamentales. La catequesis pone los cimientos del edificio espiritual del cristiano, alimenta las raíces de la vida de fe, capacitándole para recibir el posterior alimento sólido en la vida ordinaria de la comunidad cristiana» 31. La catequesis lleva en su interior como el ardiente deseo de invitar a descubrir la novedad del Evangelio e ir al corazón de la fe.
d) Inteligible y significativa: La catequesis ha de ofrecer certezas sencillas pero sólidas, que le ayuden a buscar cada vez más y mejor el conocimiento del Señor 32. De un modo especial, y en estos tiempos de evangelización, «el don más precioso que la Iglesia puede ofrecer al mundo de hoy, desorientado e inquieto, es formar unos cristianos firmes en lo esencial y humildemente felices en su fe» 33. Una catequesis sensible a la búsqueda de sentido y que responda a las preguntas y necesidades de los iniciados para su realización plena. Se trata de un esfuerzo progresivo de integración entre la fe y la vida, para poder asumir y vivir la fe en el mundo de hoy.
e) Mistagógica: «La catequesis de iniciación cristiana de niños y adolescentes, a diferencia de lo que ocurre en el catecumenado de adultos, está definida también en cierto modo por la mistagogía. En efecto, el camino hacia la madurez en la fe, hacia la fe adulta, abierto y configurado por el sacramento del bautismo, se desarrolla por medio de los demás sacramentos de la iniciación que dan sentido y vertebran todo el proceso iniciatorio» 34 .
Se trata, en definitiva, de recoger la herencia del catecumenado, institución viva en la Tradición de la Iglesia, cuyo espíritu, como venimos diciendo, debe impregnar toda la catequesis. Con los Padres de la Iglesia 35, en el contexto misionero en el que hacemos nuestra catequesis de iniciación, deberíamos de adoptar este proceso o camino: accedere ad fidem, o sea, la conversión inicial al Señor; ingredi in fidem, o sea, ser introducidos progresivamente en la fe y a vivir sus consecuencias; signare fidem, o sea, ser marcados por el sello sacramental que realiza la iniciación cristiana, pues en realidad la iniciación se hace «a través de los sacramentos».

Algunos elementos fundamentales en la catequesis de la Iniciación cristiana

16. La catequesis al servicio de la Iniciación cristiana en las actuales circunstancias necesita subrayar algunos elementos fundamentales, como son:
a) La dimensión comunitaria: La Iniciación cristiana acontece en la comunidad y con la comunidad eclesial. Una catequesis aislada de la vida comunitaria está llamada al fracaso. La parroquia es el lugar ordinario y privilegiado de la Iniciación cristiana de niños y adolescentes 36. Hay que tener en cuenta, también, otros ámbitos comunitarios como la escuela católica, los movimientos y asociaciones laicales, que bajo la orientación y responsabilidad del obispo pueden favorecer la Iniciación cristiana. En este sentido, queremos subrayar los esfuerzos de tantos agentes de pastoral, sacerdotes, catequistas, animadores de liturgia, servidores de la caridad, etc., en la construcción de comunidades vivas, orantes y apasionadas por el testimonio cristiano. Animamos a seguir en este empeño, pues la catequesis se desarrolla en, desde y para la comunidad.
b) La dimensión familiar: La iniciación cristiana de niños y adolescentes necesita, aunque de formas diversas y progresivas, la participación y el acompañamiento de los padres. Ellos son los primeros y principales educadores de sus hijos en la fe. Además, la catequesis de la familia «precede, acompaña y enriquece toda otra forma de catequesis» 37. En este sentido, nos parece imprescindible la corresponsabilidad de la familia, padres, abuelos, o en su caso los tutores, en los procesos catequéticos de la transmisión de la fe de sus hijos. Mantenemos el principio de que nada sin los padres, todo con la familia, y esta vinculada vitalmente a la comunidad cristiana.
c) La dimensión espiritual: La iniciación cristiana supone un camino de crecimiento interior. Atendiendo al catecumenado de adultos, recordamos el tiempo de los escrutinios que sirven de autoevaluación personal y de evaluación eclesial para auscultar, con la ayuda de la gracia divina, el proceso de conversión cristiana para la adhesión a Jesucristo y su seguimiento. Mirando como ejemplo comparativo, paralelamente en la iniciación se cuidará el proceso interior del que se prepara para recibir los sacramentos con el fin de ayudarle a la conversión personal, en orden a la profesión de fe inherente a los sacramentos de Iniciación, acompañado por la catequesis adecuada. En este sentido, nos parece necesario y saludable cuidar la oración personal y comunitaria, la liturgia, la gracia del perdón como cualidad del amor, el sentido de la reconciliación, etc.
d) La formación en la totalidad de la vida cristiana: La iniciación cristiana es un camino que introduce en las dimensiones fundamentales de la vida cristiana, ayudando a los niños y adolescentes a hacerlas propias: la adhesión personal al Dios verdadero y a su plan de salvación en Cristo; el descubrimiento de los misterios fundamentales del Mensaje cristiano; la adquisición de una mentalidad y de un comportamiento evangélicos; la educación a la oración; la iniciación en el sentido de pertenencia a la Iglesia; la participación sacramental y litúrgica; la formación a la vida apostólica y misionera; la introducción en la vida caritativa y de compromiso social. En este sentido, nos parece conveniente que los catequistas conozcan de fondo el Catecismo de la Iglesia Católica y tengan como referente tanto dicho Catecismo como su Compendio.
e) Una pluralidad de experiencias orgánicamente relacionadas: La iniciación cristiana es un camino fundamentado sobre una pluralidad de experiencias orgánicamente correlacionadas entre sí que, emanadas de las dimensiones precedentes, ayudan a adquirir una plena personalidad cristiana de niños y adolescentes en su proceso de Iniciación. El iniciado se adhiere a la Palabra que ilumina su vida individual y colectiva, para que llegue a ser evangélica. La catequesis encontrará siempre su contenido en la fuente misma de la Palabra de Dios. No existe iniciación sin ritos. Es el rito sacramental, que introduce en el Misterio pascual de Cristo, que hace presente la salvación en cada hombre. Para que haya verdadera iniciación es necesario que tanto la palabra como los ritos lleven a un paso de lo viejo a lo nuevo. Y una experiencia fundamental es siempre la novedad de vida. No existe iniciación sin vida nueva.
f) El papel insustituible de los acompañantes: El papel primero del acompañamiento corresponde a la comunidad cristiana y a los padres. Pero, a la vez, subrayamos el papel determinante de los catequistas y, en su verdadero sentido, de los padrinos. Este acompañamiento es expresión de una paternidad espiritual. En este sentido, pensamos en el peregrino de Emaús, que, a medida que avanzan en el camino, les ayuda a desentrañar el sentido evangélico de los acontecimientos extraordinarios o a hacer una lectura creyente de las realidades más comunes; los acompañantes son también personas de la búsqueda compartida, personalizada y creadora. Dicho acompañamiento debe estar ungido por «entrañas de misericordia» 38.

Estructura y gradualidad de un itinerario catequético emanado del catecumenado bautismal

17. La fe, impulsada por la gracia divina y cultivada por la acción de la Iglesia, experimenta un proceso de maduración. La catequesis, al servicio de este crecimiento, es una condición gradual y, teniendo como referente el catecumenado bautismal, dicha catequesis se desarrolla por etapas o grados 39. A este respecto, y antes de indicar dichas etapas, hemos de decir que cada itinerario de iniciación nos ofrece unos elementos comunes que posibilitan una orientación de vida cristiana. Por eso deben estar previstos todos y cada uno de los elementos que completan dicha iniciación. Así:
– El anuncio y acogida de la Palabra de Dios (catequesis).
– El ejercicio de vida cristiana (vivir en el Señor): respuesta de la fe, oración, comportamiento, testimonio.
– Las celebraciones litúrgicas, especialmente los sacramentos.
– La inserción en la comunidad cristiana.

18. Dado que «la misión ad gentes es el paradigma de toda la acción de la Iglesia, el catecumenado bautismal a ella inherente es el modelo inspirador de la acción catequizadora» 40. Por ello, creemos conveniente subrayar los elementos del catecumenado que ahora deben inspirar nuestra catequesis y el significado de esta inspiración. Así:
Etapa misionera. Primer anuncio (precatecumenado)
– Gracia de Dios y disponibilidad del hombre (empatía).
– Despertar a la fe y conversión a Dios (simpatía).
– Propiciar una experiencia de encuentro personal con Dios Padre, revelado en Jesucristo y alentado por el Espíritu Santo.
• Rito de entrada.
• Entrega de la cruz.
Etapa catecumenal. Tiempo prolongado de catequesis
– Propiciar el conocimiento de la fe (credo).
– Educar en la liturgia (celebración y sacramentos).
– Formar en el estilo de vida cristiana -moral- (Mandamientos y Bienaventuranzas).
– Enseñar a orar (padrenuestro).
– Inducir a la vida comunitaria y a la misión.
• Rito de elección, previo discernimiento.
• Entrega del Símbolo.
Etapa de purificación e iluminación (tiempo de Cuaresma)
– Intensificación en el acompañamiento (testigos de ayer y de hoy).
– Profundización más espiritual (sentido penitencial y celebrativo).
– Preparación interior a la acción de la gracia de Dios (oración).
• Ritos: escrutinios y celebración de la penitencia (sacramentos).
• Entrega del padrenuestro.
Etapa mistagogía
– Es tiempo de profundizar en los misterios recibidos para saborear la gracia de Dios, la nueva vida de ser cristiana, experimentar lo que significa ser hijo de Dios por el bautismo, participar en la mesa del Señor con los hermanos y sentir el aliento del Espíritu Santo para ser testigos en medio del mundo. Es, pues, un tiempo orientado a incorporar al que ha sido iniciado a la vida de la Iglesia de la que forma parte de manera completa.
• Rito: bendición con orientación vocacional.

Catequizandos y catecúmenos, catequesis postbautismal y catequesis prebautismal

19. Conviene señalar, sin embargo, que tanto entre catequizandos y catecúmenos como entre catequesis postbautismal y prebautismal, respectivamente, hay una diferencia fundamental. Esta diferencia proviene de los sacramentos de iniciación recibidos por los primeros, los cuales «han sido ya introducidos en la Iglesia y hechos hijos de Dios por el bautismo. Por tanto su conversión se funda en el bautismo recibido, cuya virtud deben desarrollar después» 41. Considerada esta diferencia esencial, queremos recordar ciertos elementos que nos parecen de capital importancia. Así pues:
– El catecumenado bautismal da prioridad a la evangelización, de tal manera que para recibir los sacramentos se pide conversión, fe y cambio de vida. Como dice san Basilio: «Primero es necesario convertirse en discípulo del Señor, para después ser admitido al bautismo» 42.
– El catecumenado bautismal recuerda constantemente a toda la Iglesia la importancia fundamental de la función de iniciación con los factores básicos que la constituyen: la catequesis, los sacramentos del bautismo, confirmación y eucaristía, y la espiritualidad en orden a la conversión.
– El catecumenado bautismal es un camino por etapas para una gradual maduración de la fe de los nuevos creyentes. Los propios nombres con los que son denominados nos recuerdan que es un camino para recorrer en etapas progresivas en las que se tiene que producir un cambio: «accedentes», «auditores», «cathecumeni», «electi», «iluminandi».
– El catecumenado bautismal es responsabilidad de toda la comunidad cristiana. «Esta iniciación no deben procurarla solamente los catequistas y sacerdotes, sino toda la comunidad de los fieles, y de modo especial los padrinos» 43.
– El catecumenado bautismal está impregnado por el misterio de la Pascua de Cristo. Es así que la Vigilia pascual y su espiritualidad bautismal son inspiración para toda la catequesis.
– El catecumenado bautismal es una experiencia pastoral-formativa global; es decir, el catecumenado es campo de entrenamiento hecho con la catequesis, con ejercicios ascéticos y penitenciales, y con ritos y celebraciones. Tres experiencias integradas entre sí.
– El catecumenado promueve el crecimiento espiritual de los nuevos creyentes con la unidad de catequesis y liturgia. La catequesis, que es profundización de la Palabra, suscita el conocimiento y el desarrollo de la fe, así como el seguimiento del Señor para una fructuosa recepción de los sacramentos de la regeneración. Por su parte, la liturgia, sobre todo la participación en la primera parte de la eucaristía, y los escrutinios y exorcismo se convierten en decisiva experiencia espiritual con las que sostener la fe de los creyentes y su combate cristiano. Esta unidad entre catequesis y liturgia se hace más patente en la formación cuaresmal.
– El catecumenado bautismal es, también, lugar inicial de inculturación. Esto significa que la Iglesia acoge, bien a los catequizandos, o bien a los catecúmenos integralmente, con sus vínculos culturales 44.
– El catecumenado bautismal, en cuanto proceso formativo y verdadera escuela de fe, proporciona a la catequesis postbautismal una dinámica y unas características configuradoras: la intensidad e integridad de la formación; su carácter gradual, con etapas definidas; su vinculación a ritos, símbolos y signos, especialmente bíblicos y litúrgicos, su constante referencia a la comunidad cristiana…
La catequesis postbautismal, sin tener que reproducir miméticamente la configuración del catecumenado bautismal, reconociendo el carácter de bautizados que tienen los catequizandos, hará bien en inspirarse en esta «escuela preparatoria de la vida cristiana» 45. Desde esta perspectiva, ofrecemos unitinerario marco que cada Iglesia particular podrá adaptar a sus propias circunstancias.
No obstante, antes queremos proponer algunos ingredientes del itinerario que enriquecen su estructura interior y le dan un tono pedagógico de iniciación.
a) Por ser un camino continuo y por etapas, requiere tiempo y que se viva con apertura a la gracia. Se trata, pues, de un caminar personal hacia la madurez cristiana. Por tanto, ha de estar especialmente atento a los ritmos de cada persona. Se trata de un proceso que apunta a opción de fe. Y el resultado de ese camino ha de ser un cristiano que sepa vivir su fe en la Iglesia y en el mundo; pues la catequesis ha de tener siempre clara su meta: «tiende al hombre perfecto, a la madurez de la plenitud en Cristo» 46. La iniciación cristiana es el lugar emblemático en el que se forma la identidad del cristiano.
b) Eso requiere un nuevo modo de hacer las cosas, como por ejemplo, no tener prisa: hacer depender todo del don de Dios y de la acogida del iniciado. Ir marcando el ritmo con etapas y pasos, teniendo en cuenta que no se nace cristiano. Un itinerario hace caminar y produce la satisfacción de ir más allá; siempre se van arriesgando pasos, los que hay que dar en cada una de las etapas. «Para que las personas sean capaces de decisiones verdaderamente libres y responsables es preciso dar tiempo, con una inmensa paciencia» 47, pues solo así se puede acompañar a los niños y adolescentes en un crecimiento sereno y armónico.
c) El itinerario, aunque se haga en grupo, ha de ser personalizado, pues no existe un camino estándar. Hay que tener en cuenta la situación de la fe inicial, pero también el camino que se va recorriendo. Para eso es necesario el diálogo y la búsqueda, es decir, dialogar para la búsqueda en común sobre el modo más auténtico de ser cristiano hoy.
d) Todo en el itinerario ha de estar al servicio de las personas en su edad, circunstancias y necesidades, más que al de una simple organización pastoral 48. Esto hace necesario que los destinatarios, niños y adolescentes, no sean espectadores, sino verdaderos sujetos que le den vida y armonía a todo lo que les va sucediendo. El itinerario es siempre la aventura que ha de hacer cada uno de los iniciados, acompañado por sus catequistas, en las comunidades cristianas. Cada niño o adolescente es único, por eso ha de sentirse protagonista, sujeto activo, creativo.
e) Es preciso tomar conciencia de que cada etapa del itinerario es el tiempo justo en el que se puede imprimir en los niños y adolescentes puntos de referencia, valores y una gramática de la fe. Para ello habrá que diseñarla y cuidarla con especial esmero. En cada etapa se ofrecerá una propuesta bella, gratificante y libre.
f) Es necesario fomentar la gratuidad y la libertad en cualquier punto del camino: todos y de un modo especial los catequistas y los niños y adolescentes han de ser conscientes de que todo depende de la gracia de Dios y de la respuesta humana. Es necesario que cada catequista que acompañe una etapa del itinerario tenga una visión de conjunto del gran proyecto común del itinerario completo, para que lo que hace esté bien engarzado con lo que antes hicieron otros y con lo que harán los que vengan después. Para que esto se haga bien, hay que tener muy en cuenta esta "alarma": cuando los destinatarios de la iniciación viven de "momentos", pero no hacen un itinerario espiritual; cuando viven un recorrido sin unidad, que al final parece poco fructuoso e inconcluso, no puede haber iniciación cristiana.
Como síntesis de cuanto venimos señalando, en orden a la construcción del itinerario, podemos concluir diciendo que como es un camino complejo ha de afectar a todas las dimensiones de la persona: razón, corazón, manos, pies. Razón para buscar sin cesar la verdad y acogerla, reconociendo la suprema autoridad de Dios; corazón para sentir y consentir el amor del Padre; manos para trabajar y abrirlas al indigente; pies para caminar como mensajero que lleva la Buena Noticia a la humanidad de parte de Dios. La persona entera debe sentirse concernida e implicada.

Itinerarios inspirados en el proceso de estilo catecumenal

20. En nuestros días son cada vez más frecuentes las situaciones personales que requieren la adaptación del modolo típico a las necesidades propias de cada catecúmeno. Manteniendo siempre la necesaria referencia a dicho modelo, se pueden proponer tres itinerarios inspirados en él. A saber:

1. Niños bautizados en la infancia que completan la iniciación sacramental durante el proceso continuo de catequesis.
Este itinerario consta de tres etapas: el despertar religioso, la iniciación sacramental y personalización de la fe. En cada itinerario es importante destacar su objetivo, los contenidos propios, las celebraciones, el texto de referencia y los principales responsables. Así:
a) Despertar religioso y primer anuncio
Objetivo: Despertar la dimensión religiosa y capacidad de trascendencia del niño a través del conocimiento y experiencia del amor de Dios Padre, que nos ha entregado por medio de Jesús.
Acentos:
– Despertar la presencia y el amor de Dios Padre y Creador.
– Conocer los hechos más importantes de la vida de Jesús.
– Aprender las oraciones principales del cristiano.
– Descubrir la belleza y la alegría de creer.
– Cuidad la integración en el grupo.
Celebraciones:
– Acogida del grupo en la comunidad.
– Celebración de la Navidad: montar y bendecir el Belén.
– Celebración de la Semana Sana: montar y adornar la cruz.
– Entrega del padrenuestro.
Texto: libro Los primeros pasos en la fe.
Responsabilidad: familia y parroquia.
b) Iniciación sacramental en el seno de la comunidad cristiana:
Objetivo: Propiciar el encuentro personal con Jesucrtisto e introducir al niño en las cuatro dimensiones de la fe (conocer-celebrar-vivir-orar).
Acentos:
1º paso:
– Conocer y entrar en relación con Jesús a través de la oración.
– Vivir el domingo y conocer los elementos litúrgicos.
– Reconocer la vida como regalo de Dios y vivirla como tal.
– Profundizar en el sentido del perdón y la misericordia.
2º paso:
– Sentir la pertenencia a la familia de la Iglesia.
– Reconocer el amor de Dios entregado en los sacramentos.
– Profundizar en la eucaristía y participar en la misa.
– Apreciar la presencia de Jesús en la penitencia y la eucaristía.
• Descubrir la vida nueva en Cristo (Mandamientos).
• Conocer la vida de los santos como ideal de vida cristiana.
Celebraciones:
1º paso:
– Participar en la misa del domingo y días de fiesta.
– Entrega del catecismo.
– Entrega de la cruz.
2º paso:
– Entrega del Evangelio.
– Entrega del Decálogo.
– Celebración de la penitencia.
– Celebración de la eucaristía.
Texto: catecismo Jesús es el Señor.
Responsabilidad: parroquia y familia.
c) Primera síntesis de experiencia religiosa y personalización de la fe:
Objetivos:
– Proporcionar una primera síntesis de experiencia religiosa, ayudando al niño a gustar la gracia recibida en los sacramentos y a vivir como cristiano.
– Favorecer la alegría de pertenecer a la Iglesia.
Acentos:
1º paso: Narratio fidei: Historia de la Salvación (hechos históricos, acontecimientos salvíficos y personajes: identidad, vocación y misión).
2º paso: Explanatio fidei: credo, sacramentos, Mandamientos y padrenuetros.
Celebraciones:
– Eucaristía del domingo y días festivos.
– Convivencias y retiros espirituales en los tiempos fuertes.
– Celebración asidua de la penitencia.
– Entrega del credo.
– Entrega de la Sagrada Escritura.
– Celebración de la confirmación.
Texto: catecismo Testigos del Señor.
Responsabilidad: parroquia y familia.
2. Niños no bautizados en su infancia que solicitan el bautismo en edad escolar
La iniciación cristiana de los niños en edad catequética tiene su referencia en el catecumenado de adultos y por ello el modelo es el descrito en el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, del que deben hacerse las adaptaciones propias para un catecumando de niños, de acuerdo con las indicaciones del capítulo V, titulado: «Ritual de la Iniciación de los niños en edad catequética» 49. Especialmente se tendrá que tener presente la gradualidad, que expresa la dimensión maternal de la Iglesia que acoge y acompaña, y la condición de los destinatarios; en concreto, su edad y situación. La iniciación de los niños, por tanto, también se desarrolla durante un proceso adecuado antes de acceder a los sacramentos. En este proceso se distinguen varios tiempos y comporta algunos ritos. En concreto, se deben distinguir cuatro tiempos: precatecumenado, caracterizado por el primer anuncio; catecumenado, dedicado a la catequesis integral; iluminación y purificación cuaresmal; y mistalogía. Los ritos en el catecumenado de niños son tres: rito de entrada en el catecumenado, escrutinios o ritos penitenciales, y celebración de los sacramentos del bautismo, confirmación y eucaristía. La descripción de este itinerario con sus tiempo y ritos fue presentada en el domingo aprobado por esta misma Asamblea Plenaria en el año 2004, con el título Orientaciones pastorales para la iniciación cristiana de niños no bautizados en su infancia 50.
3. Adolescentes que interrumpieron el proceso catequético después de la primera comunión y solicitan completar la iniciación cristiana
Objetivo: Favorecer la alegría de la de, así como la pertenencia a la Iglesia y llegar a tener una primera síntesis de experiencia religiosa en orden a profundizar y crecer en ella.
Estos catequizando, a ser posible, formarán un grupo propio, con un acompañamiento más personalizado y completando las etapas específicas, tanto en sus claves catequéticas como en sus celebraciones y crecimiento espiritual.
En el primer momento se buscará recordar y recrear la experiencia de amor del Padre del cielo, la experiencia del encuentro con Jesucristo y la experiencia de aliento y apertura a la acción del Espíritu Santo en su Iglesia.
Celebraciones:
– Integración en el grupo.
– Presentación a la comunidad cristiana.
– Participación en la eucaristía dominical y fiestas.
– Participación en el sacramento de la penitencia.
En un segundo momento se ofrecerá una catequesis orgánica e integral en torno a la Historia de la Salvación (hechos históricos, acontecimientos salvíficos y personajes: identidad, vocación y misión).
Y en un tercer momento se ofrecerá una catequesis orgánica y sistemática en torno a la confesión de fe (credo), la celebración de los misterios (sacramentos), al estilo de vida cristiana (moral) y a la oración (padre nuestro).
Texto: catecismo Testigos del Señor.
Celebraciones:
– Misa del domingo y fiestas.
– Entrega de la Sagrada Escritura.
– Asiduidad en la penitencia.
– Entrega del credo.
– Sacramento de la confirmación.
– Convivencias y retiros: Se trata de una preparación espiritual más intensa centrada en el Espíritu Santos, sus dones y sus frutos, para la celebración del sacramento de la confirmación (y eucaristía y penitencia si no los hubiera recibido). Se hace a lo largo de la última Cuaresma cuidando los Escrutinios y Ritos penitenciales. Se hace entrega del padrenuestro. Se concluye con la recepción de dicho sacramento, bien en un domingo de Pascua o, mejor aún, en la vigilia o solemnidad de Pentecostés.

Algunas sugerencias para tener en cuenta en los diversos itinerarios

21. Sugerencias que proponemos a modo de «pistas para el camino»:
– Cuidar, adecuadamente, las dimensiones de cada itinerario: etapas, tiempos, acentos y celebraciones en orden a una progresiva maduración y personalización de la fe.
– Atender, cuidadosamente, el acompañamiento personal y en grupo. Se necesitan catequistas que sean testigos, maestros y educadores.
– Invitar directamente, tanto a nivel personal como en grupo, a participar en la pastoral de adolescencia y juventud, una vez concluida la catequesis de iniciación.
– Ofrecer tiempos de reflexión, oración y encuentros en orden a favorecer tanto la vocación cristiana a nivel general como también, y sobre todo, a nivel particular: laicado cristiano, vida consagrada y ministerio sacerdotal.

ITINERARIO CATEQUÉTICO DE LA INICIACIÓN CRISTIANA

22. En esta segunda parte ofrecemos el itinerario catequético al servicio de la iniciación para niños y adolescentes, jalonado en varias etapas51. Las etapas del itinerario que presentamos son expresión de la gradualidad de la catequesis al servicio de la iniciación cristiana que expresa la maternidad de la Iglesia, que acoge y acompaña, y la condición de los destinatarios, en concreto su edad y situación 52. En este sentido, las etapas que describimos son cuatro. Dos en torno a la infancia: el despertar religioso y la iniciación sacramental; y dos en torno a la adolescencia: una primera síntesis de la experiencia religiosa y la personalización de la fe. Dichas etapas tienen unos objetivos y unos criterios pedagógicos así como unos catecismos correspondientes, que debidamente señalaremos y explicaremos más adelante.

Jesús bendice a los niños

«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios (…) Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos» (Mc 10, 14-16).

23. ¿Qué ofrece la Iglesia a los niños? Ellos son el futuro y la alegría. Con Benedicto XVI afirmamos que «la Iglesia es joven», pues ellos cogen el testigo, y el papa Francisco nos insiste en acoger a los niños hoy, ya que ellos son el mañana. Al analizar el imaginario cultural de la infancia las creencias religiosas ocupan un lugar relevante. En general, podemos decir que la procedencia de los niños que se acercan a la catequesis es muy variada, por lo que se hace necesario un discernimiento y acompañamiento personal. Es verdad que la mayoría de los niños españoles están bautizados y dicen creer en Dios, bastantes suelen orar e ir a misa el domingo, procuran ser honestos pero, en la medida que crecen, se constata un alejamiento progresivo de la Iglesia que se inicia después de recibir los sacramentos de la penitencia y de la eucaristía. Si bien la educación en la fe de los niños depende en gran medida del ambiente familiar y académico en el que se desarrollan, se observa, no obstante, que la tendencia de secularización va creciendo significativamente.
¿Qué buscan y a qué nos interpelan? Buscan el amor de Dios y cómo es Dios. Buscan conocer a Jesús y ser sus amigos. Buscan el modo de ser felices. Valoran las comunidades cristianas vivas y acogedoras. Desean aprender a orar personalmente y a participar en la misa comunitariamente. Buscan vivir la fe como experiencia y tener como referentes a testigos de ayer y de hoy: los santos. Quieren hacer obras buenas y ayudar a los pobres. Los niños buscan ver a Jesús en el rostro de los catequistas y de los pastores. Quieren un Dios Padre con quien puedan hablar en la intimidad y confiarle sus cosas.
En respuesta a las demandas, la Iglesia les ofrece un proceso orgánico y sistemático de iniciación cristiana distribuido en etapas en el que la catequesis juega un papel fundamental «para hacer de los niños verdaderos creyentes, que no se reduzca a un simple proceso de enseñanza y de formación doctrinal, sino que conduzca a la plena inserción en el misterio de Cristo por medio de la fe y los sacramentos» 53.

Etapa del despertar religioso (niños 0-6 años)

24. La infancia constituye la primera secuencia de la vida del hombre a la que psicólogos, pedagogos y catequetas conceden una gran importancia por ser la etapa en la que la persona se inicia en la vida y en la sociedad. La Iglesia, que acoge con gozo el don de la vida que Dios regala a una familia, entiende que esta etapa es fundamental para la incorporación del nuevo ser humano al misterio salvador de Cristo. Es el momento en la vida del niño en el que, de forma sencilla y vivencial, por el testimonio cristiano de quienes le rodean, el niño descubre el Misterio de Dios y el sentido de transcendencia.
En estos años, de manera progresiva, el niño sale del exclusivo ambiente familiar, se incorpora a la escuela y juega con otros niños. Este período de socialización es un momento significativo para que la comunidad cristiana le abra sus puertas y, conducido por sus padres, se sienta en ella con cierta familiaridad. Es una oportunidad importante para educar en actitudes creyentes, sobre todo en la confianza, que contribuirán a desarrollar la fe; pues desde el afecto y la fantasía el niño es capaz de vivir una auténtica experiencia religiosa, original y profunda. En efecto, el despertar religioso parte de una confianza básica (fundamento antropológico de la fe) promovida por el cariño y el cuidado de sus padres y familiares que hace posible que el niño salga de sí (fundamento antropológico de la conversión), esto es, que se auto-transciende, y transciende incluso a los suyos, hacia la presencia misteriosa, pero real, de Dios Padre, que los mismos padres y la propia Iglesia representan y señalan de una manera explícita.

25. Objetivos para alcanzar por el niño en esta etapa:
– Descubrir la presencia y el amor de Dios Padre y Creador en la vida cotidiana y en el mundo que le rodea.
– Agradecer y alabar a Dios por los regalos que nos hace, en especial por la creación, la vida y la familia.
– Conocer los hechos más importantes de la vida de Jesús y reconocer su amistad.
– Descubrir que la Iglesia es una gran familia formada por muchas y diversas personas a la que él pertenece, gracias al bautismo (si lo ha recibido).
– Discernir entre el bien y el mal y adquirir actitudes y valores cristianos básicos.
– Aprender las principales oraciones del cristiano.

26. Algunos criterios pedagógicos:
– El principio de la relación de confianza y de seguridad básicas que ha de establecerse en el despertar religioso por parte de los padres especialmente, o por parte de aquellas figuras que desempeñan esta función paternal. La carga afectiva de la relación paternal y maternal de los padres con sus hijos, actúa como elemento determinante de asimilación y constituye, por lo mismo, el primer principio pedagógico en la transmisión de la fe.
– El lenguaje que mejor llega a los niños de esta edad es el narrativo, pues les ayuda a conocer e identificarse con lo narrado. Sería conveniente y apropiado hacerlo así con el Evangelio de Jesús.
– También el lenguaje de los signos y de los símbolos es adecuado para esta etapa.
– Una forma de ayudar al niño a conocer y seguir a Jesús es mediante la asimilación de valores sencillos como la gratitud, el perdón, el bien, la amistad, el servicio, el amor, el sufrimiento y el dolor.
– La metodología debe ser activa, sensitiva y receptiva, ayudando a un descubrimiento gozoso de la realidad corporal, de la realidad de las cosas, haciendo percibir al niño que Dios es el centro de la vida.
Esta primera catequesis del despertar religioso, de estilo familiar, contiene las dimensiones de una catequesis integral en todos sus aspectos (cognoscitivo, espiritual y moral), aunque de manera muy rudimentaria y con el único recurso pedagógico de la palabra, la imagen y el testimonio de los padres. Brota del profundo misterio acontecido en el niño por el bautismo y del alimento que los adultos reciben en la eucaristía del domingo. Así, la fe de los pequeños crece con la de los padres y en el seno de la comunidad cristiana en la que ellos viven y celebran la fe.

27. La catequesis de la comunidad aportará a la catequesis familiar una enseñanza sistemática, elemental, completa e integral donde los contenidos cognoscitivos se transmiten en relación con los litúrgicos y testimoniales. Sin embargo, es muy común entre nosotros que cuando las parroquias ofrecen la catequesis para esta edad acuden muchos niños que no han sido iniciados en el despertar religioso por parte de sus familias indiferentes o, incluso, no creyentes. En este caso, serán las parroquias las que suplan dicha deficiencia y habrán de atender cuidadosamente a esas familias indiferentes o no creyentes con una acogida cordial y un acompañamiento discreto y positivo.
En estos años de la vida del niño, es recomendable una relación frecuente de los padres con catequistas y demás agentes de pastoral infantil. Como base para la catequesis, téngase en cuenta el libro Los primeros pasos en la fe 54.

28. En esta etapa la mayoría de los niños están escolarizados y reciben la enseñanza religiosa. Los profesores cristianos son un valioso complemento a la catequesis familiar, pues se incorporan en los currículos correspondientes de educación infantil y el primer ciclo de educación primaria los objetivos y contenidos de formación religiosa propios de esta edad, complementarios del despertar religioso.

Etapa de la iniciación sacramental (niños 6-10 años)

29. La Iglesia privilegia estos años de la vida del niño a los que llama del «uso de razón» preparándoles convenientemente para entregarles lo más preciado: el sacramento de la eucaristía, precedido del sacramento de la penitencia 55. Les ofrece una cuidada catequesis de «iniciación sacramental», que trata de introducir al niño de manera orgánica en el conocimiento de Jesús, de su mensaje y en la vida de la Iglesia, teniendo en cuenta tres momentos: el primer anuncio, el encuentro personal con el Señor y el descubrimiento de Jesús en la Iglesia.
Queremos señalar, sin embargo, que cada vez es más frecuente que los niños de esta edad acudan a la parroquia sin el despertar religioso. En estos casos la comunidad cristiana asumirá esta tarea y en la etapa de la iniciación sacramental cuidará ofrecer un primer anuncio para poner los rudimentos de la fe.
Para esta catequesis se entregó, en su momento, el catecismo Jesús es el Señor, al que acompaña su correspondiente Guía para comprender y trabajar el catecismo 56.

30. Los objetivos para alcanzar por el niño durante esta etapa son:
– Adquirir los rudimentos de la fe, en caso de no haber despertado a ella y realizar una primera y básica profesión de la fe.
– Descubrir el amor y la misericordia de Dios y comenzar a reconocer la propia vida como proyecto de Dios.
– Conocer y valorar la presencia y la acción de Jesucristo hoy entre nosotros a través de los sacramentos, la Palabra y el prójimo.
– Conocer en profundidad los sacramentos de iniciación cristiana y su unidad, y celebrar la eucaristía y la penitencia.
– Descubrir la acción del Espíritu Santo en la Iglesia y adquirir alguna responsabilidad o misión como miembro de la comunidad.
– Conocer los rasgos de la identidad cristiana, aprender y vivir el mandamiento nuevo del amor de forma concreta e identificarlo en la vida de los santos.
– Conocer las principales oraciones del cristiano, orar de forma habitual y confiada, y tener una relación de amistad con el Señor por medio de la oración en sus distintas formas y expresiones.

31. Algunos criterios pedagógicos:
– Pedagogía de los acontecimientos y de las personas: son las acciones de Dios a favor del hombre a lo largo de la Historia de la Salvación, mirabilia Dei de ayer, de hoy y de siempre. Y también, la significatividad de las personas: Jesucristo, la Madre del Señor, los apóstoles, el joven rico, el hijo pródigo… la comunidad cristiana, los santos, los testigos, la persona del niño, sus padres, el catequista… Asimismo, la sistematicidad en la transmisión de los contenidos a fin de que adquieran destrezas básicas de la fe.
– Ayudar al niño a comprender el lenguaje de la comunidad en la que está madurando su fe y a expresar el encuentro, la adhesión al Señor, con las mismas palabras y gestos de esa comunidad: las plegarias, los textos de la liturgia, las confesiones de fe, las fórmulas doctrinales, el lenguaje de la Sagrada Escritura. Se trata de iniciar al niño para asumir el patrimonio común de la Iglesia, que es el lenguaje de la fe.
– Pedagogía de los símbolos y de los signos, con objeto de ayudar al niño a descubrir, a través de los signos en general y de los signos sacramentales en particular, la presencia de Dios entre nosotros, la realidad del misterio de Dios y su plan de salvación.

32. Por su parte, el segundo ciclo de la enseñanza religiosa escolar está programado, dentro de sus objetivos específicos, con una perspectiva complementaria a lo que es el núcleo central de la formación cristiana en esta edad y centro de su atención: la celebración de la eucaristía y de la penitencia.

Jesús alienta y da vida a los adolescentes (edades de 10-14 años)

«Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: "Tu hija se ha muerto, ¿para qué molestar más al maestro?". Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y dijo al jefe de la sinagoga: "No temas; basta que tengas fe". Llegaron a la casa (…), y con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo talitha qumi (que significa: contigo hablo, niña, levántate). La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años» (Mc 5, 35-36.40-42).

33. ¿Qué piden los adolescentes a la Iglesia? ¿Qué buscan y a qué nos interpelan? Parafraseando a san Juan Pablo II, «ellos son la esperanza del mundo y la alegría de la Iglesia». Ellos buscan, ante todo, el modo de ser felices. Al analizar las diversas radiografías de nuestros adolescentes, se deduce que son buscadores de una identidad perdida en las brumas del pasado infantil, viven afectados por unas nuevas relaciones interpersonales y quedan sorprendidos por un mundo cambiante y oculto en las nieblas del futuro juvenil. Desde estos rasgos descriptivos de su fisonomía se abren los interrogantes sobre su dimensión religiosa y vida de fe. Es una etapa clave para tomar decisiones, también con respecto a la identidad cristiana. Algunos optan claramente por Jesucristo y otros, lamentablemente, abandonan la Iglesia. Esto sucede generalmente después de recibir el sacramento de la confirmación.
En estos años adquiere importancia la dimensión de los comportamientos, por eso necesitan referentes como Jesucristo, su persona, su vida y su mensaje. Y por eso valoran, también, el testimonio de las personas creyentes y comprometidas. Se preguntan por la Iglesia y contrastan lo que se dice y oyen de ella fuera con lo que ven y viven dentro. En la adolescencia buscan un Dios que les ayude a comprenderse a sí mismos, a situar las causas de sus contradicciones y conflictos internos. Valoran el estar juntos. Unos y otros buscan vivir confiados, esperanzados y amados. Su dimensión religiosa tiene que ver con estar, con acompañar y con celebrar. En el fondo buscan el núcleo religioso de la fe cristiana: «amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo». El reto de esta catequesis tiene como uno de sus objetivos ayudarles a clarificar, por un lado, la síntesis de la experiencia religiosa y, por otro, la maduración y, poco a poco, la personalización de la fe.

34. La progresiva entrada del niño en la adolescencia reclama una catequesis que le ayude a descubrir su propia persona, comprenda los problemas que la edad le plantea y afronte las dudas e interrogantes propios de su evolución, abriéndoles al diálogo serio y sereno con otras personas, especialmente con sus padres. Se trata también de ayudarles a descubrir valores cristianos que puedan dar un nuevo sentido a su vida, formando en ellos una conciencia moral liberadora pero exigente, con sentido crítico y reflexivo, tanto a nivel personal como social. Que compartan su fe, la relacionen con su vida y la celebren en grupo al tiempo que vayan descubriendo la variedad de la vocación cristiana (matrimonio, ministerio ordenado y vida consagrada). En su mundo cambiante y provisional, el mensaje cristiano llega al adolescente ofreciendo la fuerza del Espíritu que aleja todo temor y garantiza el amor de Dios para siempre. Como instrumento para esta catequesis se presenta el catecismo Testigos del Señor y su Guía correspondiente para comprender y trabajar el catecismo.

35. En nuestras diócesis existen diversas y variadas propuestas de catequesis para estas edades. Hay también diversidad en la duración de los itinerarios que se proponen. Siguiendo las orientaciones de la Conferencia Episcopal, el sacramento de la confirmación se celebra en algún momento del proceso catequético y en torno a la edad de los 14 años 57. Atender esta realidad es uno de los objetivos de la catequesis de esta etapa y que Testigos del Señor también contempla.
Además, ofrece la posibilidad de la preparación inmediata para la celebración de este sacramento. A este respecto conviene recordar que dicha preparación deberá subrayar la vinculación del sacramento de la confirmación con el bautismo y con la eucaristía, mostrando así la unidad de la iniciación sacramental, que debe ser entendida como un todo y que ha de conjugar el carácter gratuito de la iniciativa salvadora de Dios con la respuesta libre del hombre.
Como hemos señalado anteriormente, las dos etapas en torno a la adolescencia son la primera síntesis de la experiencia religiosa y la personalización de la fe. Hemos considerado que, además de compartir contenidos, comparten también objetivos y criterios, por lo que irán situados al final de ambas etapas.

Etapa de la primera síntesis de la experiencia religiosa (niños de 10-12 años)

36. En esta edad de los 10-12 años, en que los niños llegan a la infancia adulta, psicólogos, pedagogos y catequetas coinciden en proponer programas de educación amplios, dado que en estos años se educan con facilidad las facultades humanas en todas sus dimensiones. Padres, catequistas y profesores concuerdan en reconocer al niño de esta edad una conducta equilibrada, que se adapta progresivamente a las enseñanzas que recibe, y puede crecer en su vida de fe por medio de la oración, de su inserción en la comunidad y del culto litúrgico.
Por ello, en el itinerario de iniciación cristiana que proponemos, la catequesis «se dirige a una inteligencia más plena y fructuosa de los misterios que se adquiere con la renovación de las explicaciones y, sobre todo, con la recepción continuada de los sacramentos» 58. Para la catequesis de esta etapa hemos entregado el catecismo Testigos del Señor y su Guía correspondiente para comprender y trabajar el catecismo.
Dadas las características de esta edad, es necesario ofrecer itinerarios de fe donde se relacionen sus propias vivencias con aquellas que nos ofrece la Iglesia a través de la Sagrada Escritura, los santos de ayer y los testigos de hoy. Haciendo uso de cuantos medios sean posibles es conveniente confrontar dichas experiencias.

37. Por su parte, la enseñanza religiosa escolar, en los objetivos específicos de su programación para el tercer ciclo de educación primaria, constituye un buen complemento a lo que será la profesión de fe cristiana en comunión con la Iglesia y en medio del mundo.

Etapa de la personalización de la fe (adolescentes de 12-14 años)

38. Esta etapa, que abarca el período de los 12-14 años, ha sido estudiada como "preadolescencia" o "adolescencia", según se hable del inicio o del cierre del período. Nosotros, sin pretensiones técnicas y por razones de efectividad, optamos por el término "adolescencia" para adaptarnos al sistema educativo, que considera que ya no son niños, pero que todavía no están preparados para su incorporación al mundo juvenil.
Según el parecer común de psicólogos, pedagogos y catequetas, los adolescentes se encuentran en un momento de inestabilidad e inseguridad personal, por lo que valoran mucho el ser acogidos de forma incondicional y ser receptores de afecto gratuito. De ahí que el grupo se convierta para ellos en el lugar afectivo y efectivo de su estar en el mundo, y en el lugar privilegiado de referencia eclesial. En él aprenderán a orar en comunidad y a descubrir modelos de creyentes que les estimularán a vivir su fe; continuar participando en la eucaristía y en el sacramento de la Reconciliación puede ser una experiencia fundante para el crecimiento de su vida cristiana.

39. Así, coincidiendo con el principio de la crisis de identidad del adolescente, se inicia en esta etapa el «replanteamiento» de la fe y el camino hacia el descubrimiento y la opción personal por la misma. Los contenidos que hay que ofrecer, respecto de la etapa anterior, no van a revestir novedad en cuanto a su formulación, pero sí en su metodología y profundización dadas las especiales características psicosociales que está viviendo. Por un lado, sentirá un cierto rechazo de la fe que ha vivido de niño y, a la vez, buscará elementos de juicio en orden a personalizar responsablemente la fe. Además, el adolescente está inmerso en un ambiente plural, confuso, indiferente y donde la fe es poco valorada o puesta en entredicho. Cualquier vacío aquí, cuando los destinatarios manifiestan un afán por saber, puede tener graves consecuencias para la fe y vida cristianas de cara al futuro. Por ello es importante responder a sus inquietudes y mostrarles el valor que la fe tiene «para que tengan vida» y vida en plenitud.

40. La catequesis de esta edad «no puede ignorar esos aspectos fácilmente cambiantes de un período tan delicado de la vida. Podrá ser decisiva una catequesis capaz de conducir al adolescente a una revisión de su propia vida y al diálogo, una catequesis que no ignore sus grandes temas como la donación de sí mismo, la fe, el amor y su mediación que es la sexualidad. La revelación de Jesucristo, como amigo, como guía y como modelo admirable y, sin embargo, imitable; la revelación de su Mensaje, que da respuesta a las cuestiones fundamentales; la revelación del plan de amor de Cristo Salvador como encarnación del único amor verdadero y de la única posibilidad de unir a los hombres; todo eso podrá constituir la base de una auténtica educación en la fe. Y, sobre todo, los misterios de la Pasión y muerte de Jesús, a los que san Pablo atribuye el mérito de su gloriosa Resurrección, podrán decir muchas cosas a la conciencia y al corazón del adolescente y arrojar luz sobre sus primeros sufrimientos y los del mundo que va descubriendo» 59.

41. Objetivos para alcanzar por los destinatarios en estas etapas:
– Profundizar en la fe de la Iglesia y adquirir una síntesis integral de la fe, fundamento de la vida cristiana en todas sus dimensiones y descubrir lo conveniente de tener fe para tener una vida plena.
– Avanzar en el descubrimiento de Jesucristo para entrar en comunión con él en el seno de la comunidad cristiana y reconocerle como el Salvador que continúa vivo y presente entre nosotros en su Palabra, en los sacramentos, en el testimonio de sus discípulos, y en la vida entera de la Iglesia.
– Asimilar los rasgos fundamentales de la identidad cristiana y descubrir la vida moral como una llamada a vivir y a amar de forma buena y verdadera, reconociendo en los mandamientos caminos de vida.
– Conocer y celebrar los sacramentos de la Iglesia, y profundizar especialmente en los ya recibidos.
– Profundizar en el sacramento de la confirmación, que nos fortalece para ser testigos y miembros de la Iglesia a la que pertenecemos desde el bautismo.
– Reconocer que la Iglesia vive de la eucaristía y es lugar de comunión.
– Profundizar en la vida de oración a través de sus fuentes: la Palabra de Dios, la Tradición de la Iglesia, la liturgia…

42. Algunos criterios pedagógicos:
– La pedagogía de Dios es la pedagogía de la Alianza. La catequesis de estas etapas debe ser fiel a la pedagogía que Dios ha desarrollado a lo largo de la Historia de la Salvación, y que se articula en torno a la llamada de Dios y la respuesta del hombre. Es la pedagogía del encuentro, la llamada, la escucha, la amistad, el seguimiento. Es la pedagogía del diálogo: la acción de Dios y la respuesta del hombre. Es una pedagogía que presenta los acontecimientos salvadores, los personajes bíblicos y las personas que rodean al adolescente, y al adolescente mismo, de tal forma que vaya comprendiendo que su vida se inserta dentro del proyecto de la salvación de Dios con los hombres, y pueda así descubrir su misión en este proyecto.
– La pedagogía del lenguaje propio de la fe y del lenguaje propio de la Iglesia, el lenguaje que nos une a la memoria y la tradición de la Iglesia.
– Es recomendable incorporar la pedagogía de los modelos, de los testimonios de vida, de las figuras religiosas a través de las cuales aprende. La educación moral puede tener en la presentación de la vida de los santos un buen soporte.
– Los criterios que nos permiten verificar el crecimiento, maduración, progreso… son necesarios con vistas al apoyo y las certezas que el adolescente necesita.

43. Así pues, la temática y dinámica catequética y litúrgica de esta catequesis ha de abarcar una presentación del mensaje cristiano acerca de Jesucristo, de la Iglesia y de sus sacramentos. De modo especial, ha de comprender una reiniciación a los sacramentos de la eucaristía y de la penitencia, además de la iniciación específica a la confirmación. Asimismo, no puede obviar una presentación del comportamiento moral cristiano adaptada a la edad y a los problemas de los adolescentes.
Para esta catequesis ofreceremos, como ya hemos indicado antes, el catecismoTestigos del Señor, al que acompañará la Guía correspondiente.

44. Por su parte, la enseñanza religiosa escolar, en este período que ocupa la enseñanza secundaria obligatoria en sus dos ciclos, puede completar cuanto venimos diciendo con unos objetivos y contenidos que le son específicos y que en ningún otro ámbito educativo le van a ofrecer con los medios y recursos que tiene una enseñanza reglada. Nos referimos al diálogo fe-cultura y aquella «teología fundamental» en la que el chico y la chica de esta edad necesitan formarse para afianzar sus convicciones fundamentales.

LOS CATECISMOS PARA LA INICIACIÓN CRISTIANA

Catequesis, Catecismo y catecismos

45. El «contenido» de la fe que la catequesis de iniciación cristiana promueve es Jesucristo, el Hijo de Dios, nacido de la Virgen María, el Crucificado y Resucitado: «El fin definitivo de la catequesis es poner a uno no solo en contacto sino en comunión, en intimidad con Jesucristo. Toda la acción evangelizadora busca favorecer la comunión con Jesucristo» 60 y la catequesis está destinada a suscitar una relación personal con el Señor, vivo y presente hoy en su Iglesia, que actúa y se manifiesta a través de ella. En este sentido, la catequesis conducirá a entrar en la Sagrada Escritura, en Tradición viva, en la fe del Pueblo de Dios, una fe que se profesa, se celebra, se hace vida y conduce a una relación con el Señor a través de la oración.
Así pues, lo propio de la catequesis es esa iniciación orgánica y sistemática en las diversas expresiones de la fe de la Iglesia, durante un período intensivo y suficientemente prolongado de formación cristiana integral y fundamental 61, por lo que no puede reducirse a la mera explicación o aprendizaje del catecismo, pues como ya se ha indicado, la catequesis es mucho más amplia.

46. La importancia del catecismo, como instrumento privilegiado para la catequesis, radica en que hace posible que la transmisión de la fe sea íntegra, ayuda a conocer mejor la fe de la Iglesia y presenta una síntesis adecuada. El catecismo es un libro de la fe, que recopila autorizadamente los «documentos de la fe», Sagrada Escritura y Símbolo 62, y ocupa un lugar propio en toda pedagogía de la comunicación de la fe porque formula las verdades del mensaje cristiano y salvaguarda la transmisión de lo que Dios dijo e hizo por nosotros los hombres y por nuestra salvación. Cada catecismo es un instrumento al servicio de la catequesis, cuyo fin es favorecer el encuentro con el Señor, madurar en la fe y acompañar en su seguimiento.

47. Se han cumplido ya más de veinte años de la promulgación del Catecismo de la Iglesia Católica. Su fin es presentar una exposición orgánica y sistemática de los contenidos esenciales y fundamentales del mensaje cristiano a la luz del Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradición de la Iglesia. Instrumento válido y autorizado al servicio de la comunión eclesial, norma segura para la enseñanza de la fe. El Catecismo de la Iglesia Católica se presenta también a sí mismo como «punto de referencia para los catecismos o compendios que se redacten en las diversas regiones. No está destinado a sustituir a los catecismos locales, sino a alentar y facilitar la redacción de nuevos catecismos locales que tengan en cuenta las diversas situaciones y culturas, pero que guarden cuidadosamente la unidad de la fe y la fidelidad a la doctrina católica» 63.
Por medio de los catecismos locales, la Iglesia actualiza la pedagogía divina y comunica el Evangelio de una manera más accesible a la persona para que esta pueda realmente percibirlo como buena noticia de salvación. Así pues, elCatecismo de la Iglesia Católica y los catecismos locales juntos, al contemplar su armonía, muestran la sinfonía de la fe y, con la específica autoridad de cada uno, forman una unidad. Son la expresión concreta de la unidad en la misma fe apostólica y, a la vez, de la rica diversidad en la formulación de esa misma fe 64.

48. En este sentido, recordamos que, señalado el valor de los catecismos como instrumentos por excelencia de la catequesis, llamamos la atención de cuantos han de utilizarlos para que lleguen a manos de los respectivos destinatarios en su integridad, en su momento oportuno y especialmente en el acto catequético mismo. Somos conscientes, no obstante, de que los catequistas suelen utilizar apoyos complementarios de la catequesis (guías para catequistas, materiales didácticos, etc.). Estos materiales, sin embargo, por su distinción cualitativa respecto de los catecismos, en ningún caso deben sustituirlos ni suplantarlos 65.

Renovación de catecismos locales a la luz del Catecismo de la Iglesia Católica

49. La Iglesia en España siempre ha dado una importancia considerable a los catecismos como instrumentos básicos y de orientación fundamental para la catequesis. En la última década, siguiendo la indicación de san Juan Pablo II que invitaba a los obispos a iniciar la adaptación de los catecismos locales al Catecismo de la Iglesia Católica 66, la Conferencia Episcopal Española emprendió decididamente la renovación de los catecismos destinados a la iniciación cristiana de niños y adolescentes.
Hoy contamos con los tres documentos que en su momento nos propusimos: Los primeros pasos en la fe, texto apropiado para el despertar religioso; Jesús es el Señor, catecismo para la iniciación sacramental; y Testigos del Señor, catecismo para el crecimiento y maduración en la fe. Son los documentos oficiales necesarios para desarrollar el itinerario catequético en etapas que, caracterizado por la gradualidad y destinado a niños y adolescentes, hemos venido describiendo en esta Instrucción Pastoral.
El estudio y trabajo directo de los obispos españoles ha tenido como resultado estos textos que contienen una síntesis orgánica y básica de la fe y que, junto a la Sagrada Escritura, se ofrecen como punto de referencia inspirador de la catequesis en España. En ellos, esta Conferencia Episcopal se ha esforzado en conjugar la integridad del mensaje cristiano con su presentación significativa y cercana a la psicología y mentalidad de los destinatarios concretos y en clara referencia a las experiencias nucleares de su vida 67.
A todos nosotros, obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, nos corresponde ahora ponernos en juego para que estos catecismos sean usados correctamente, «pues los instrumentos de trabajo no pueden ser verdaderamente eficaces si no son utilizados por catequistas bien formados. Por tanto, la adecuada formación de los catequistas no puede ser descuidada en favor de la renovación de los textos y de una mejor organización de la catequesis» 68. A este respecto, deseamos que los criterios y orientaciones de esta Instrucción sirvan, por un lado, para la formación de los catequistas y, por otro, que el conocimiento de las características fundamentales de los catecismos que presentamos a continuación, les ayuden a desempeñar mejor su misión.

El libro Los primeros pasos en la fe (niños de 0-6 años)

50. Es el primer texto que corresponde a la etapa del despertar religioso, de los primeros pasos en la fe de los más pequeños, una etapa denominada primera infancia o edad preescolar.
Dirigido a padres, abuelos y catequistas, el libro presenta de una forma sencilla la Revelación de Dios para que los mayores puedan contar y ayudar a los más pequeños a descubrir la vida nueva que la Iglesia sembró en ellos el día que recibieron el bautismo.
El texto propone un primer acercamiento a Dios y a la fe a través de bellas imágenes y sencillas expresiones. Presenta a Dios Padre Creador, da a conocer a Jesús y muestra la vida cristiana en la familia y en la parroquia. A través de las diversas narraciones podrán conocer cómo Dios se hace amigo de los hombres y cómo actúa, también hoy, entre nosotros.

51. Estructura:
El libro está compuesto por seis núcleos temáticos a través de los cuales se ofrece una visión global y primera de la fe, adaptada a la edad del niño. Cada núcleo o bloque queda introducido por una página en la que se muestra el anuncio fundamental que en él se desarrolla.
– El primero, «La familia cristiana», es el punto de partida. Se trata de un primer bloque de temas dedicado a la familia, presentándola como la protagonista de la transmisión de la semilla de la fe sembrada en el bautismo.
– El segundo núcleo, «Dios Padre nos quiere mucho y cuida de nosotros», es el anuncio de la paternidad de Dios, de un Dios que nos conoce y nos ama, que cuida de nosotros y que nos perdona. Es la presentación de la proximidad de un Dios, tan cercano a nosotros, que está en nuestra propia vida.
– El tercer bloque, «Dios Padre es amigo de los hombres», es un conjunto de temas donde se narra que ese Dios que nos ama y nos conoce, se ha manifestado en una historia, una historia que tiene su inicio en la Creación y que continúa, a pesar de la desobediencia de los hombres, con la elección de Abrahán, con la elección de pueblo de Israel y con los profetas que anuncian el Mesías. Contiene todos los elementos que configuran la historia de la Salvación.
– El cuarto núcleo, «Dios Padre envía a su Hijo al mundo», es muy cercano a los niños, centrado en la celebración de la Navidad y del Adviento. Presenta a la Virgen como Madre de Jesús y a Jesús, Hijo de Dios, nacido de María, que vivió en Nazaret y que creció en gracia y en sabiduría, alguien con quien los niños pueden identificarse.
– El quinto núcleo, «Con Jesús vivimos como hijos de Dios», es el bloque de temas dedicado a la vida cristiana, una vida nueva que nace en el bautismo basada en el amor de Dios, el perdón a imagen de Jesús, la paz, la verdad, el compartir…; normas de vida que se alcanzan en plenitud por la gracia de Dios. El texto muestra así un caminar que nace de la fe, a la vez que responde al deseo del corazón humano de ser imagen de Dios. El niño puede descubrir en Cristo el Modelo, el Maestro, Aquel a quien seguir.
– En el sexto y último bloque, «Celebramos la alegría de ser hijos de Dios», se presentan las grandes fiestas cristianas. Un camino privilegiado para el despertar religioso de los niños: hacerles participar de la Navidad, de la Pascua, del domingo, de las fiestas de la Virgen, de Todos los Santos. El cristiano camina, vive y celebra junto con otros cristianos; un lugar privilegiado de ese caminar es la liturgia.
– El libro concluye con el tema de las oraciones del cristiano y ofrece para los padres, una y breve síntesis de la fe.

52. Así, mediante Los primeros pasos en la fe, el niño puede recibir de sus padres y del ambiente familiar los primeros rudimentos de la catequesis, que consisten en una sencilla revelación de Dios Padre bueno y providente, que nos ha dado a su Hijo, al que aprende abrir su corazón 69.

El catecismo Jesús es el Señor (niños de 6-10 años)

53. Es el catecismo dirigido a la infancia media, momento privilegiado para un elemental desarrollo coherente y orgánico de la vida cristiana. «De acuerdo con una tradición ya consolidada, es en esta etapa, de ordinario, en la que tiene lugar la iniciación cristiana comenzada con el bautismo. Con la recepción de los sacramentos, se inicia la primera formación orgánica de la fe y su incorporación en la vida de la Iglesia. Por eso el proceso catequético en el tiempo de la infancia será eminentemente educativo, atento a desarrollar las capacidades y aptitudes humanas, base antropológica de la vida de fe, como el sentido de la confianza, de la gratuidad, del don de sí, de la invocación, de la gozosa participación… La educación a la oración y la iniciación a la Sagrada Escritura son aspectos centrales de la formación cristiana de los pequeños» 70.

54. En Jesús es el Señor se ofrece un primer anuncio de Jesucristo y una presentación del conjunto de las verdades de la fe. Los destinatarios de este catecismo son los niños que acuden a catequesis para completar o comenzar su iniciación cristiana, que se realiza mediante el conocimiento de la fe, la participación en la liturgia de la Iglesia, la recepción de los sacramentos, especialmente la eucaristía, y la vida de oración.
Articulado en torno al credo, Jesús es el Señor contiene, de forma íntegra y adaptada a sus destinatarios, la fe de la Iglesia. Este hecho lo convierte, no en un libro de catequesis más entre otros, sino en la orientación fundamental y en el instrumento privilegiado para la catequesis de infancia.
Sus contenidos ayudan a realizar un primer anuncio, a introducir al niño en las cuatro dimensiones de la fe (creer, celebrar, vivir y orar) y a profundizar en el conocimiento de Jesucristo: reconocer su presencia en los sacramentos y a alentarle a llevar una vida según los Mandamientos.

55. Estructura:
El catecismo consta de 44 temas, agrupados en 10 núcleos temáticos, que van recorriendo los artículos del credo de forma ordenada:
– El primer núcleo, «La Iglesia y los cristianos», está dedicado a lo que podríamos denominar un primer anuncio. El catecismo enseña al niño desde el primer momento que ser cristiano es amar a Jesús y que a Jesús le seguimos hoy en la Iglesia. Esta es presentada como la familia de los hijos de Dios que tienen como signo la cruz y a los que se reconoce por el amor.
– El segundo núcleo, «Dios es nuestro Padre», presenta a Jesús como promesa del Padre para la salvación de los hombres. Él es el Mesías esperado, el Salvador prometido y anunciado por los Profetas, el Enviado por Dios Padre para liberar a los hombres de las ataduras del pecado. El catecismo conduce al niño a ver el mundo y su propia vida como una historia de salvación de la que él, junto con Jesús, es el protagonista.
– El tercer, cuarto y quinto núcleos, «Jesús viene a salvarnos», «Jesús, el Hijo de Dios vivió entre nosotros» y «Jesús entrega su vida por nosotros», dan a conocer la vida y la persona de Jesucristo. Su vida, desde el nacimiento a la Resurrección, sus obras y sus palabras. El catecismo transmite la buena noticia del amor de todo un Dios que se hace hombre y entrega su vida por amor al hombre, venciendo al pecado y a la muerte. En Jesús, Dios se hace más cercano: se hizo niño, vivió en una familia, aprendió a rezar y pasó por el mundo haciendo el bien y actuando en favor de los hombres.
– Los núcleos del seis al diez se centran en el Espíritu Santo y la Iglesia, los sacramentos, la vida nueva de los hijos de Dios y el anuncio de la vida eterna. Teniendo a Cristo como centro, el catecismo presenta a la Iglesia como la familia de los hijos de Dios, en la que todos somos necesarios, y como cuerpo de Cristo, en el que cada uno es llamado a una misión. Si amamos a Jesús amamos a la Iglesia, que es su cuerpo, donde él está presente, enseñándonos y guiándonos hoy.
– En el núcleo «Por el bautismo nacemos a la vida nueva» se presenta a Cristo como modelo de vida y se despliega la catequesis de la vida nueva, vida que se recibe en el bautismo, que está llamada a crecer según la gracia y la ley y que se concreta en el doble mandamiento de la caridad desarrollado en el Decálogo.
– En el núcleo «La Reconciliación. Recibimos el perdón que nos renueva», Cristo es el Revelador del amor del Padre. Se explica que en el sacramento del perdón es Jesús el que le perdona a través del sacerdote. Esta realidad se hace extensiva en el catecismo al resto de los sacramentos, tratando de conducir al niño a vivirlos como lo que son: verdaderos encuentros con Jesús resucitado.
– «La eucaristía. Nos alimentamos con el cuerpo y la sangre del Señor». En este conjunto de temas Jesús es presentado como alimento. Siendo la finalidad de la catequesis el encuentro con Cristo, ¿cómo no hacer partícipe al niño del mejor de los encuentros? El catecismo trata de ayudarle a descubrir, valorar y comprender que Jesús está presente en la eucaristía. La eucaristía tiene una especial relevancia no solo en este núcleo, sino en todo el catecismo: la misa dominical, la oración ante el sagrario y el amor a los hermanos, en especial a los más pobres.
– Por último, en el núcleo titulado «Con Jesús, por siempre, en la casa del Padre», Cristo figura como el camino de felicidad que conduce a la verdadera vida, pues la vida es estar con Cristo. Donde está Cristo allí está la vida.
– Concluye Jesús es el Señor con dos apartados que recogen el lenguaje de la fe acuñado en la liturgia y la oración:
a) «Fórmulas de fe», compuesto de 86 preguntas y respuestas. Las fórmulas de fe son importantes porque nos permiten expresar, asimilar, celebrar y compartir con los demás las verdades de la fe, utilizando un lenguaje común.
b) «Orar y celebrar», que contiene las principales fórmulas de doctrina católica, oraciones y un elenco explicado de las fiestas cristianas más relevantes.
– Cabe también señalar que la imagen constituye un aspecto muy significativo del catecismo, pues tiene una finalidad pedagógica y catequética que complementa el mensaje.
Así pues, mediante el catecismo Jesús es el Señor, instrumento al servicio de la catequesis de iniciación cristiana, se busca introducir a los niños en la rica experiencia de la vida cristiana y en el lenguaje común de la fe. Desde la primera página se propone a Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, como alguien a quien conocer, imitar y amar.

El catecismo Testigos del Señor (niños y adolescentes de 10-14 años)

56. Este catecismo, que corresponde a la última etapa del itinerario catequético de infancia y adolescencia, tiene como finalidad ayudar a los catequizandos de esta edad a crecer en la fe, a gustar de la gracia recibida en los sacramentos, a incorporarse a la misión de la Iglesia y a llevar una vida en el Espíritu.
Testigos del Señor está fundamentalmente orientado a profundizar en la fe recibida, a propiciar un mayor crecimiento en la vida cristiana por el encuentro con Jesucristo y proponer su vinculación a la vida de la Iglesia. Sus páginas constituyen una invitación a seguir a Jesús y acoger el estilo de vida que hace de cada bautizado un testigo del Señor en medio del mundo.

57. Como ya hemos señalado, los catecismos tienen una pedagogía propia, que en este caso podemos denominar mistagógica, es decir, de profundización en los sacramentos recibidos y en el misterio de Cristo 71.
Así pues, Testigos del Señor progresa en la presentación de los contenidos fundamentales de la fe y desarrolla los grandes temas de Jesús es el Señor, el catecismo de la etapa anterior. Narra los acontecimientos de la Historia de la Salvación, en el hoy de la Liturgia, y presenta y desarrolla dicha Historia desde la Creación a la Parusía, presentando a Cristo, centro y plenitud de toda ella, vivo y presente hoy en la Iglesia por el Espíritu.

58. Estructura:
Las cuatro partes de la liturgia de la Vigilia pascual, Lucernario, Liturgia de la Palabra, Liturgia bautismal y Liturgia eucarística, inspiran la estructura del catecismo Testigos del Señor. Consta de 50 temas distribuidos en cinco partes, a saber:
I. «Jesucristo es la Luz». Presenta el núcleo de la fe en Jesucristo transmitida y vivida por la Iglesia en el tiempo (Lucernario).
II. «Jesucristo es la Palabra». En esta parte se narra la historia de la amistad de Dios con los hombres desde la Creación a la Alianza establecida con Israel (Liturgia de la Palabra, lecturas del Antiguo Testamento).
III. «Jesucristo es la Verdad». Se expone la culminación de la Historia de la Salvación en Cristo, centrada en su Misterio pascual (Liturgia de la Palabra, lecturas del Nuevo Testamento).
IV. «Jesucristo es la Vida». Es la parte dedicada a señalar la continuidad de la obra salvífica de Dios en Cristo, por el Espíritu, en la Iglesia. Está centrada principalmente en los sacramentos, siendo el bautismo el primero de ellos (Liturgia bautismal).
V. «Jesucristo es el Camino». Centrada en Cristo resucitado, presente en la Iglesia, que continuamente alienta la vida y la esperanza de los cristianos. Dedicada principalmente a la moral y a los mandamientos vividos como Cristo los vivió (Liturgia eucarística y envío).
Cada una de las cinco partes comienza con una bella exposición, a modo de pregón, de la liturgia de la Vigilia pascual que la inspira. Así mismo, al inicio de cada una de ellas se plantean una serie de preguntas, de carácter apologético, con la intención de provocar en el destinatario la reflexión y la curiosidad por encontrar respuestas en el avanzar de las páginas.
Además, en su estructura también conserva tres de los cuatro pilares delCatecismo de la Iglesia Católica (símbolo, sacramentos y decálogo) e inserta el cuarto pilar (oración) como elemento transversal a todos los contenidos, dedicándole un apartado en cada uno de los temas.

59. «Fórmulas de fe» y «Oracional». El catecismo incluye dos apartados finales de fórmulas de fe y oraciones en los que, además de las oraciones y fórmulas de doctrina católica más comunes y tradicionales, se contienen preguntas y respuestas. Como en Jesús es el Señor, este apartado tiene el objetivo de ayudar a expresar la fe de forma concreta, en fidelidad a la Tradición, mediante el diálogo en forma de pregunta y respuesta.
– El conjunto de las 162 preguntas y respuestas lo forman las 86 del primer catecismo, Jesús es el Señor, ampliadas con 76 nuevas fórmulas, según el avance en el conocimiento de la fe que Testigos del Señor proporciona. Dichas preguntas quedan, además, contextualizadas en el cuerpo del texto mediante llamadas indicativas a sus respectivos números.
– El «Oracional» contiene las oraciones más comunes del cristiano, con la preocupación de que no se pierda nada de aquello que hemos recibido de la Tradición de la Iglesia universal y de la Iglesia en España.

60. Contenidos del catecismo. Los 50 temas se van sucediendo de forma sistemática y orgánica, a la vez que progresiva. Algunos de los contenidos se van mostrando paulatinamente, completándose a medida que se avanza en los temas.
– Todos los temas incluyen una narración que presenta, mediante un lenguaje bíblico o doctrinal, el contenido fundamental.
– A esta narración le siguen tres apartados que tienen la finalidad de profundizar en el contenido bíblico, teológico, vital y oracional que la temática inspira y sustenta.
– El cierre de cada tema lo constituyen una pregunta-respuesta a modo de síntesis y una cita patrística, del Magisterio o de algún santo a modo de resumen del contenido que se desea comunicar.
– Además, a lo largo de las páginas pueden encontrarse recuadros explicativos de voces o conceptos catequéticos, culturales o apologéticos.
– La imagen también constituye un contenido fundamental del catecismo, pues tiene la finalidad catequética de reforzar o completar el mensaje del texto. Así, cada parte se abre con un texto bíblico acompañado de una imagen (fotografía o reproducción de una obra de arte). Igualmente se inicia cada tema. Grandes y pequeñas imágenes tienen una importante presencia en casi todas las páginas. Por otra parte, grandes ilustraciones proporcionan una visión general de alguno de los grandes temas: padrenuestro, año litúrgico, sacramentos, historia de la Iglesia, etc.

61. Es un catecismo en el que se presentan, de manera orgánica, sistemática, y atendiendo a la «jerarquía de verdades», los acontecimientos y verdades fundamentales del misterio cristiano. Presenta, en su organicidad, un compendio de los «documentos de la Revelación y de la tradición cristiana», que son ofrecidos en la rica diversidad de «lenguajes» en que se expresa la Palabra de Dios. Si bien el lenguaje de los documentos de la fe es el tono principal del texto, la explicación de los contenidos es enriquecida por otros lenguajes, adaptados a los niños y adolescentes, entre los que sobresalen el lenguaje dialogal y el lenguaje a través de las imágenes 72.
Así pues, la Iglesia propone al adolescente la revelación de Jesús y su mensaje como respuesta a sus inquietudes, subrayando el aspecto moral o el estilo de vida nueva del cristiano; intenta, asimismo, responder a su situación especial para que pueda comprender y aceptar el cambio personal, confrontándolo con experiencias de los personajes bíblicos y testigos actuales y, sobre todo, con Jesucristo, imagen perfecta del Dios invisible y, en consecuencia, modelo de todo hombre.

Al servicio de la primera síntesis de la experiencia religiosa (niños de 10-12 años)

62. La formación en la fe de los niños no debería interrumpirse después de haber recibido los sacramentos, sino orientarse hacia un mayor conocimiento de Jesucristo y de las Sagradas Escrituras, una vida de oración y de participación en los sacramentos de la eucaristía y de la penitencia. A esta necesidad, la catequesis responde proponiendo una auténtica experiencia de grupo, que desea convertirse en una verdadera comunidad en el seno de la Iglesia. En él, son invitados a descubrir que forman parte del Pueblo de Dios, se les educa para acoger una visión cristiana de los problemas de su vida y del mundo y se les proporciona la ayuda necesaria para afirmarse y mantenerse fieles en la fe recibida.
El catecismo Testigos del Señor sirve a estos objetivos encaminando a los destinatarios hacia una primera síntesis de la experiencia religiosa por la presentación de la Historia de Salvación realizada plenamente en Jesucristo. Al mismo tiempo, en este primer itinerario se trata de afianzar en ellos las actitudes cristianas ya aceptadas básicamente y vividas, acentuando el aspecto comunitario por su participación en el grupo y la comunidad y facilitando la vivencia y expresión de las realidades de fe que los niños van descubriendo.

Al servicio de la personalización de la fe (adolescentes de 12-14 años)

63. Ante la pluralidad de informaciones y propuestas que reciben los destinatarios de estas edades, la catequesis promueve una completa presentación de las verdades fundamentales del Mensaje cristiano para que ellos mismos, a su nivel, puedan llegar a una viva y operante profesión de fe en el Dios de Jesucristo. El adolescente tiene en sus manos la integridad del contenido de la fe: la narratio o Historia de la Salvación y la explanatio o exposición de la fe cristiana. Esta catequesis básica, integral y sistemática tiene como meta la confesión de fe en todos sus aspectos: cognoscitivos, espirituales y prácticos.
El catecismo Testigos del Señor sirve a estos objetivos ofreciendo a los destinatarios la posibilidad de personalizar, hacer suya, la fe de la Iglesia. Adentrados en la Historia de la Salvación y, sintiéndose miembros activos en la comunidad cristiana, pueden aprender a conjugar y vivir el «creo» y «creemos» del Pueblo de Dios.

Instrumentos para una catequesis ofrecida a todas las edades

64. El itinerario catequético de infancia y adolescencia se cierra con una invitación a continuar descubriendo el Evangelio y vivirlo en la comunidad eclesial a través de las diversas instancias de la pastoral con adolescentes que cada diócesis promueva.
Esta invitación a la continuidad en otros ámbitos pastorales no excluye la necesidad de persistir en la labor catequética dirigida a los adolescentes, que se convierten en jóvenes, y a los jóvenes, que van convirtiéndose en adultos 73.
La exposición de los contenidos de la fe en todas estas etapas de la catequesis se inspira en el Catecismo de la Iglesia Católica, texto oficial del Magisterio de la Iglesia, que recoge de forma precisa, a modo de síntesis orgánica, los acontecimientos y verdades salvíficas fundamentales. Unos y otras expresan la fe común del Pueblo de Dios y constituyen la referencia básica e indispensable para la catequesis. De dicho Catecismo y de su Compendio han ido surgiendo otros materiales que, situados en diferente nivel, pueden ser de gran ayuda para la catequesis con jóvenes y con adultos.

65. Los jóvenes y el Youcat 74: La inspiración que el Catecismo de la Iglesia Católica ofrece es especialmente significativa para la catequesis con jóvenes: «La propuesta explícita de Cristo al joven del Evangelio es el corazón de esta catequesis; propuesta dirigida a todos los jóvenes y a su medida, en la comprensión atenta de sus problemas» 75. Actualmente contamos con un laudable instrumento para su conocimiento e impulso, el Youcat, denominado por algunos «catecismo joven de la Iglesia católica», que abarca, en un lenguaje adaptado a los jóvenes, la totalidad de la fe católica tal y como ha sido expuesta en el Catecismo universal.

66. Los adultos: Y si la catequesis debe acompañar siempre el desarrollo de la persona, la catequesis con jóvenes se deberá prolongar a lo largo de la vida en una adecuada catequesis de adultos, pues «la fe del adulto tiene que ser constantemente iluminada, desarrollada y protegida, para que adquiera esa sabiduría cristiana que da sentido, unidad y esperanza a las múltiples experiencias de su vida personal, social y espiritual» 76.
Además del Catecismo de la Iglesia Católica y su Compendio, pueden ser particularmente útiles para una catequesis de adultos los materiales Para dar razón de nuestra fe, publicados por la Subcomisión Episcopal de Catequesis 77. Se trata de una propuesta de formación con el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, que permite desarrollar una comprensión orgánica del conjunto de la fe de manera ágil y sencilla.
En este sentido, por su transcendencia, valor y significado no podemos olvidar el catecismo Esta es nuestra fe 78 que, debidamente adaptado, puede ser de gran ayuda para entender y profundizar los contenidos de la fe en la etapa adulta tal como el Catecismo de la Iglesia Católica los presenta.

CONCLUSIÓN

67. Solo se ama aquello que bien se conoce. No podemos vivir en hondura nuestra fe católica si no conocemos a Jesucristo y su Mensaje, la Verdad de Dios para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Todo creyente se ha de convertir con su vida y su palabra en testigo de la fe. El testimonio cristiano brota, de manera natural, de la misma experiencia de fe cuando esta es vivida con fidelidad y responsabilidad gozosa. No se puede creer de verdad sin sentir la necesidad de anunciar y contagiar esa fe. Cada uno ha de contar «lo que le ha pasado por el camino» (Lc 24, 35).
En este aspecto, participamos con alegría y esperanza de la positiva labor que se viene realizando al servicio de la iniciación cristiana en las diócesis españolas, tanto en el ámbito de la catequesis como en la dignificación de los sacramentos. Con los mejores deseos de alentar, continuar y enriquecer dicha labor, ofrecemos estas orientaciones y criterios. La ocasión nos ha venido propiciada, como ya hemos dicho, al hacer entrega del catecismo Testigos del Señor, con el que culmina el encargo del «proyecto catecismos» de la Conferencia Episcopal.

68. Si bien es verdad que la iniciación cristiana no agota todas las posibilidades y situaciones catequéticas, sí podemos afirmar que constituye un momento significativo sobre el que se ponen las bases de la vida cristiana de quienes, habiendo recibido el bautismo de niños, necesitan madurar como cristianos. La catequesis de iniciación se articula en el marco más amplio de una pastoral evangelizadora con acento misionero, que mira a los niños y adolescentes, y con ellos, de manera especial, a sus padres y a las familias, con el fin de hacerles llegar la Buena Nueva de Jesucristo como llamada a la conversión y al seguimiento.

69. Al ofrecer esta Instrucción Pastoral damos gracias a Dios nuestro Padre, porque la luz de la fe ha brillado en nuestros corazones (cf. 2Co 4, 6). Gratitud extendida y compartida con vosotros, padres y abuelos, que en la familia, hogar entrañable de nacimiento y crecimiento interior, contagiáis con vuestro testimonio la alegría de creer y colaboráis en el despertar religioso de los niños. Gratitud a vosotros, catequistas, que, sembrados en medio de las parroquias donde aprendéis a florecer en vuestro ser, saber y hacer, colaboráis en la tarea de modelar a los nuevos creyentes mediante la catequesis de iniciación cristiana. Gratitud a los profesores cristianos, y de manera particular a los de religión católica, que ejercéis vuestra misión en los centros de enseñanza y buscáis compaginar el saber de la fe con los otros saberes humanos, a la vez que despertáis en los alumnos la capacidad de diálogo de la fe con la ciencia y la cultura. Gratitud a las personas consagradas y a las instituciones religiosas, especialmente dedicadas a la educación cristiana de niños, adolescentes y jóvenes, que, a través de la consagración y del testimonio, constituís una rica aportación a la catequesis de iniciación cristiana. Gratitud tanto a los responsables de los movimientos y asociaciones laicales como a los monitores de pequeños grupos que, con disponibilidad y entrega, ayudáis a vuestros destinarios a que se abran a la vida comunitaria y al compromiso apostólico en medio de sus ambientes. A todos vosotros os ofrecemos nuestro afecto y cercanía con las palabras de Jesús: «¡Ánimo! ¡No tengáis miedo! ¡Yo estoy con vosotros! Como el Padre me ha enviado, así os envío yo» (Mt 28, 9-10.20 y Jn 20, 21).
Permitidnos, también, una palabra de gratitud y de aliento a los sacerdotes, nuestros más estrechos colaboradores, pues ellos son un poco los «motores» en la acción pastoral, especialmente en la iniciación cristiana. Ellos son, en el fondo, los cuidadores que os cuidan a todos: laicos y consagrados, niños, adolescentes y jóvenes, adultos y ancianos. Ellos son pastores en el Pastor.
Sabemos que muchos presbíteros vivís hoy ocupados en múltiples trabajos y actividades, tratando de responder a las diversas necesidades de las comunidades cristianas que os hemos confiado. Desde aquí queremos valorar y reiterar el agradecimiento en nombre de nuestras diócesis por vuestro esfuerzo generoso, realizado muchas veces en condiciones difíciles. Pero dejadnos deciros algo que también nosotros hemos de recordar en nuestro servicio episcopal. No hemos de reducir nuestro ministerio al cumplimiento de unas funciones. Nuestra primera tarea es ser testigos de la fe y animadores de la vida cristiana en las comunidades.
Por eso, también queremos exhortaros con palabras inspiradas en san Pablo: «Reavivad el carisma de Dios que está en vosotros por la imposición de las manos. No nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de valentía y amor. No os avergoncéis del testimonio que habéis de dar del Señor. Soportad con fe los sufrimientos por el Evangelio, ayudados por la fuerza de Dios» (cf. 2Tm 1, 6-9). No estáis solos en vuestro trabajo. El Espíritu Santo os acompaña, pues vosotros sois sus «cooperadores» en la obra de la evangelización. Así nos lo recuerda bellamente el beato Pablo VI: «Lo que constituye la singularidad de nuestro servicio sacerdotal, lo que da unidad profunda a la infinidad de tareas que nos solicitan a lo largo de la jornada y de la vida, lo que confiere a nuestras actividades una nota específica, es precisamente esta finalidad presente en toda acción nuestra: anunciar el Evangelio de Dios» 79. Iniciar y transmitir la fe en Jesucristo, nuestro único Señor.

70. Todos, obispos, sacerdotes, consagrados y laicos cristianos, somos conscientes de la grande y hermosa tarea que el Señor nos ha confiado al enriquecernos con el don de la fe. Demos gracias a Dios por ello. Ahora nos encarga abrir los surcos y preparar una tierra bien dispuesta donde pueda germinar y dar fruto abundante la semilla del Evangelio. Sabemos que a nosotros nos toca sembrar y regar, solo el mismo Dios es quien hace crecer. Que María, madre, maestra y animadora de Jesús en Nazaret, dichosa por haber creído a Dios, nos oriente a todos hacia aquel que es «la luz verdadera, que alumbra a todo hombre» (Jn 1, 9).

Madrid, 21 de noviembre de 2014


Notas

1 FRANCISCO, Homilía en la misa de la peregrinación internacional de catequistas con motivo del Año de la fe (Roma, 29.IX.13); sobre la importancia de ejercitar la memoria en transmisión de la fe; DGC, 154 y SAN CIRILO DE JERUSALÉN, Catequesis, Prot. 11 (BPa 67, 41-42).
2 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 91.
3 JUAN PABLO II, Catechesi Tradendae, 5.
4 Cf. COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA, La catequesis de la comunidad. Orientaciones pastorales para la catequesis en España hoy. ÍNDICE, Madrid 1983, 314; ID., El catequista y su formación. Orientaciones pastorales, EDICE, Madrid 1985, 34-46; COMISIÓN EPISCOPAL DE LITURGIA, La iniciación cristiana de niños no bautizados en edad escolar, EDICE, Madrid 1992; CEE, La iniciación cristiana. Reflexiones y Orientaciones, EDICE, Madrid 1998, 3-5; ID., Orientaciones pastorales para la iniciación cristiana de niños no bautizados en su infancia, EDICE, Madrid 2004; ID., Orientaciones pastorales para la coordinación de la familia, la parroquia y la escuela en la transmisión de la fe, EDICE, Madrid 2013.
5 JUAN PABLO II, Catechesi Tradendae, 15.
6 CEE, La nueva evangelización desde la Palabra de Dios; Por tu palabra echaré las redes. Plan Pastoral 2011-2015, EDICE, Madrid 2012, 25 y 29.
7 FRANCISCO, Evangelii gaudium, 1 y 83.
8 CEE, La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones, 9.
9 Cf. CEE, La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones, 9-31.
10 Cf. OBISPOS DE LA DIÓCESIS DEL SUR DE ESPAÑA, Renacidos del agua y del Espíritu, Madrid 2013.
11 CONCILIO VATICANO II, Sacrosanctum concilium, 59.
12 Cf. FRANCISCO, Evangelii gaudium, 10.
13 CONCILIO VATICANO II, Christus dominus, 11.
14 CEE, La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones, 16.
15 Cf. CONCILIO VATICANO II, Apostolicam actuositatem, 10; JUAN PABLO II, Catechesi Tradendae, 63.
16 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 219.
17 FRANCISCO, Evangelii gaudium, 3-4.
18 BENEDICTO XVI, Deus caritas est, 1.
19 FRANCISCO, Evangelii gaudium, 110-175, 264-267.
20 Cf. FRANCISCO, Evangelii gaudium, 169-173.
21 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 56; cf. CEE, La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones, 21-23.
22 Cf. CONCILIO VATICANO II, Lumen gentium, 31; BENEDICTO XVI, Sacramentum caritatis, 17.
23 PABLO VI, constitución apostólica Divinae consortium naturae; cf. RICA, praen. 1-2.
24 Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, 2.4-5.
25 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 66.
26 CEE, La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones, 13.
27 Cf. FRANCISCO, Evangelii gaudium, 164-165, 177.
28 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 67.
29 Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 67; CEE, La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones, 42.
30 JUAN PABLO II, Fidei Depositum, 2.
31 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 67; cf. JUAN PABLO II, Catechesi Tradendae, 22; FRANCISCO, Evangelii gaudium, 166.
32 Cf. JUAN PABLO II, Catechesi Tradendae, 60.
33 JUAN PABLO II, Catechesi Tradendae, 61.
34 CEE, La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones, 42.
35 Cf. p. ej.: SAN JUSTINO, I Apol. 61, 1-13, BAC 116, pp. 250-251; SAN CIRILO DE JERUSALÉN, Catequesis, 5, 12 (BPa 67, pp. 127-128); SAN AGUSTÍN, Serm. 213, BAC, pp. 150-162.
36 CEE, La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones, 33.
37 JUAN PABLO II, Catechesi Tradendae, 68.
38 Cf. FRANCISCO, Evangelii gaudium, 24, 169-173
39 Cf. FRANCISCO, Evangelii gaudium, 24, 169-173.
40 Cf. SÍNODO DE LOS OBISPOS, Mensaje al Pueblo de Dios Cum iam ad exitum sobre la catequesis en nuestro tiempo (28.X.1997), 8; PABLO VI, Evangelii nuntiandi, 44; JUAN PABLO II, Christifideles laici, 61.
41 Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, 295.
42 SAN BASILIO DE CESAREA, Adv. Eun. III, 5 (PG 29, 665).
43 CONCILIO VATICANO II, Ad gentes, 14d.
44 Cf. JUAN PABLO II, Catechesi Tradendae, 53.
45 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 91.
46 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 56.
47 FRANCISCO, Evangelii gaudium, 171.
48 Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 242.
49 Cf. Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, 306-363.
50 Cf. CEE, Orientaciones pastorales para la iniciación cristiana de niños no bautizados en su infancia, EDICE, Madria, 2004, 32-43.
51 Cf. CEE, La Iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones, 21-23. Algunos aspectos de este itinerario, que ahora profundizamos y cuya propuesta intentamos mejorar y avanzar, aparecen ya publicados en SECRETARIADO DE LA SUBCOMISION EPISCOPAL DE CATEQUESIS, Guía básica del catecismo Jesús es el Señor, EDICE, Madrid 2009, pp. 21-45.
52 Inspiradas en la pedagogía divina, siguiendo la Historia de la Salvación, las etapas son momentos del itinerario catequético que contemplan distintas propuestas educativas y diversas situaciones de crecimiento vital de los destinatarios.
53 SECRETARIADO DE LA SUBCOMISIÓN EPISCOPAL DE CATEQUESIS, Guía básica del catecismo Jesús es el Señor, EDICE, Madrid 2009, p. 23.
54 SUBCOMISIÓN EPISCOPAL DE CATEQUESIS, Los primeros pasos en la fe. Libro para el despertar a la fe en la familia y en la parroquia, EDICE, Madrid 2009.
55 Cf. Codex Iuris Canonici, c. 914.
56 CEE, Jesús es el Señor, EDICE, Madrid 2008; SECRETARIADO DE LA SUBCOMISIÓN EPISCOPAL DE CATEQUESIS, Guía básica del catecismo Jesús es el Señor, EDICE, Madrid 2009.
57 CEE, Decreto general sobre las normas complementarias al nuevo Código de Derecho Canónico, Madrid 1983, art. 10.
58 Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, 38.
59 JUAN PABLO II, Catechesi Tradendae, 38.
60 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 80.
61 COMISIÓN EPISCOPAL DE ENSEÑANZA Y CATEQUESIS, La catequesis de la comunidad. Orientaciones pastorales, 143.
62 SÍNODO DE LOS OBISPOS, Mensaje al Pueblo de Dios Cum iam ad exitum sobre la catequesis en nuestro tiempo (28.X.1977), con especial atención a los niños y adolescentes, 9.
63 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 121.
64 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 131, 136.
65 Cf. SECRETARIADO DE LA SUBCOMISIÓN EPISCOPAL DE CATEQUESIS, Guía básica del catecismo Jesús es el Señor, EDICE, Madrid 2009, 7.
66 JUAN PABLO II, Fidei Depositum, 4.
67 Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 132-133.
68 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 234.
69 Cf. JUAN PABLO II, Catechesi Tradendae, 36.
70 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 178.
71 Cf. FRANCISCO, Evangelii gaudium, 166.
72 Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 96. 2.
73 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 171.
74 Youcat (Madrid 2011).
75 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 183.
76 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 173
77 SUBCOMISIÓN EPISCOPAL DE CATEQUESIS, Para dar razón de nuestra fe, EDICE, Madrid 2008.
78 CEE, Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia, EDICE, Madrid 1986.
79 FRANCISCO, Evangelii gaudium, 68.