Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
Las palabras bíblicas «te daré en herencia las naciones, los confines de la tierra en propiedad» (Sal 2, 8) se refieren proféticamente a Jesucristo y, por tanto, en él y con él a cada uno de nosotros. Nada del mundo nos es ajeno a los cristianos.
Que esta realidad nos mueva también a sentir –a saber– como muy nuestras todas las alegrías y todos los sufrimientos del mundo, y nos lleve a ser «constantes en la oración» sin dejar de vivir «alegres en la esperanza» (Rm 12, 12), acudiendo a la intercesión de nuestra Madre, Santa María, especialmente en este mes de mayo.
Con todo cariño, os bendice vuestro Padre
Fernando
Roma, 24 de mayo de 2022