Notas Cap. 21

1 Instrucción 19-III-1934, n. 20.

2 Apuntes, n. 342.

3 Ibidem, n. 642.

4 Ibidem, n. 1287.

5 AGP, P01 1971, p. 13.

6 María Begoña Álvarez Iráizoz, RHF, T-04861, p. 113.

7 Javier Echevarría, Sum. 3029.
En 1960 el alcalde de Barbastro deseaba colocar una placa conmemorativa en la fachada de la casa donde nació el Fundador. Inmediatamente le escribió don Josemaría rogándole que no pusieran ninguna lápida en la casa. Cfr. Carta a josé maría cancer Gómez, en EF-600330-3.

8 César Ortiz-Echagüe Rubio, Sum. 6899.

9 Javier Echevarría, PR, p. 681.

10 AGP, P01 1971, p. 11.

11 Tertulia con los alumnos del Colegio Romano, 10-III-1956. Los monumentos que quiero dejar sois vosotros, hijos míos; les dijo en otra ocasión (AGP, P01 1975, p.1617).

12 Alberto Taboada del Río, RHF, T-03358, n. 1366.

13 Álvaro del Portillo, Sum. 1006.

14 Javier Echevarría, Sum. 2279.

15 Ibidem, PR, p. 1690.

16 Javier de Ayala Delgado, Sum. 7600.

17 Meditación, 2-X-1962.

18 Apuntes, n. 1699.

19 Ibidem, n. 48.

20 Ibidem, n. 1725; cfr. también ibidem, n. 1152.

21 Homilía, 9-I-1968.

22 ¡Cómo os quiero a todos, hijos míos! Cara a cara no me atrevo a decíroslo. Os quiero con toda mi alma, os quiero más que vuestros padres, aunque no os haya visto nunca. Este cariño que os tengo, hijos, no es caridad oficial, seca; es caridad verdadera y cariño humano sensible porque sois mi tesoro. Cuando lleguéis a viejos, contad que el Padre os quería así (AGP, P01 1971, p. 10).

23 Cfr. Jesús Álvarez Gazapo, PR, p. 1443.

24 Álvaro del Portillo, Sum. 677.

25 Ibidem.

26 Ef. 3, 15.

27 Carta 6-V-1945, n. 23.

28 Santiago Escrivá de Balaguer y Albás, Sum. 7333, 7334.

29 Carta a Teodoro Ruiz Jusué, desde Londres, en EF-580904-3.

30 Mercedes Morado García, RHF, T-07902, p. 166.

31 Encarnación Ortega Pardo, Sum. 5365.

32 José Luis Soria Saiz, RHF, T-07920, Anexo I, p. 25.

33 Carta a Joaquín Madoz, Montoya, , en EF-570502-2.

34 Carta a Michael Richards,, en EF-640510-3.

35 AGP, P01 1971, p. 10.

36 Carta a Joaquín Alonso Pacheco, en EF-610814-1C 3075, 11-VII-1961.

37 César Ortiz-Echagüe Rubio, Sum. 6898.

38 AGP, P01 1971, p. 12.

39 Ibidem, p. 9; cfr. Amigos de Dios, n. 125.

40 C 3481, 23-VI-1964.

41 AGP, P01 1971, p. 12.

42 Teresa Acerbis, Sum. 4997; Blanca Fontán Suanzes, Sum. 6955; Joaquín Alonso Pacheco, Sum. 4840.

43 Francisco Vives Unzué, Sum. 7458.

44 Mario Lantini, Sum. 3614.

45 Manuel Botas Cuervo, RHF, T-08253, p. 34. En el fondo, al Padre le hacían gracia los dichos de Pedro, y a veces daba pie a sus comentarios, como escribía a sus padres, a los señores de Casciaro: Ese Pedro es un sol; trabaja maravillosamente y, como es tan pillo, sabe explotar muy bien, hasta conmigo, esa gracia y esas virtudes humanas que Dios le ha dado (C 2189, 30-VII-1954).

46 Vicente Mortes Alfonso, RHF, T-04203, p. 15.

47 José Ramón Madurga Lacalle, RHF, T-05848, p. 71.

48 Álvaro del Portillo, Sum. 1336. Como padre y como madre -decía a sus hijos- tengo obligación de corregir, de ayudar, y os aseguro que no me falta la más plena comprensión con la persona equivocada. Pero si no me preocupara de que rectificasen, no les querría bien (Javier Echevarría, Sum. 3102).

49 Mercedes Morado García, RHF, T-07902, p. 122; José Luis Múzquiz de Miguel, RHF, T-04678/1, p. 130.

50 Carta 31-V-1954. En el Opus Dei, hijos míos, obedecemos con la cabeza y con la voluntad; no como cadáveres. Yo con cadáveres no voy a ninguna parte; los entierro piadosamente. Cfr. AGP, P01 IX-1966, p. 48; y AGP, P06 V, p. 180.

51 Carta 7-X-1950, n. 38.

52 Uno de los puntos en que el Fundador no transigía era el mal gusto y la chabacanería. En una de las residencias de mujeres en Roma había un busto de yeso dorado, con peluca, a lo Luis XIV. Además de feo no era apropiado en la decoración de la casa. El Padre lo vio e invitó a sus hijas a que lo dejaran caer, como por descuido. Cosa que hicieron con sumo gusto. Cfr. Carla Bernasconi, RHF, T-08199, p. 255. En cambio, guardaba las cosas humildes, de las que sacaba lección por su simbolismo.
Tampoco se hacían esperar las correcciones en los temas que lindaban con la ordinariez. A este propósito cuenta Jesús Urteaga que al regresar el Padre cierto día a Diego de León, se encontró con un desagradable olor a pescado frito por toda la casa. No me importa -dijo- que coman sardinas. Pero no consiento que la casa huela a sardinas. Cfr. Jesús Urteaga Loidi, RHF, T-00423, p. 69; también Joaquín Alonso Pacheco, Sum. 4840.

53 Cfr. Encarnación Ortega Pardo, RHF, T-05074, p. 128.

54 Rosalía López Martínez, RHF, T-07918, n. 3.2.5.

55 Dorotea Calvo Serrador, RHF, T-04906, p. 22.

56 Kurt Hruska, Sum. 3494. Doña Consuelo de Matheu, que conoció y trató al Fundador en circunstancias difíciles, estando refugiado en el Consulado de Honduras, durante la guerra civil, cuando tan fácilmente se olvidan las convenciones sociales y los respetos humanos, dice: "Si tuviera que definir a don Josemaría lo haría diciendo que era un caballero" (cfr. Consuelo de Matheu Montalvo, RHF, T-05050, p. 5.

57 C 3643, 25-V-1965.

58 Encarnación Ortega Pardo, Sum. 5356.

59 María Begoña Álvarez Iráizoz, RHF, T-04861, p. 20.

60 Javier Echevarría, Sum. 3094.

61 Javier Echevarría, Sum. 3096.

62 Javier Echevarría, Sum. 3214.

63 Álvaro del Portillo, Sum. 976.

64 "Ut bono spirituali Praelati et eiusdem valetudini consulant, sint duo Custodes seu admonitores" (Codex iuris particularis Operis Dei, art. 132, 6).

65 Cfr. Florencio Sánchez Bella, Sum. 7565.

66 Javier Echevarría, Sum. 3211. Una de sus hijas, que trabajó en la Administración de la Sede Central, cuenta a este respecto una anécdota. "Si estábamos friendo patatas y tenía que pasar junto a la cocina, a lo mejor preguntaba: - Álvaro, ¿me como una? Si el gesto de don Álvaro era negativo, seguía andando, mirándonos con una sonrisa amable -inolvidable-, sin darle ninguna importancia" (Begoña de Urrutia Domingo, RHF, T-06897, p. 4).
Conociendo el sentido de humor del Padre y de don Álvaro, lo más probable es que se diese entre ellos una callada confabulación para divertir un poco a las personas de la Administración; y, muy probablemente, don Josemaría recordaba sus pillerías de niño cuando entraba en la cocina de Barbastro a pescar algo. Mejor si María la cocinera estaba friendo patatas.
Una escena similar recoge Mercedes Anglés, esta vez al descubierto. Sucedió en el planchero de la Administración de Villa Tevere. El Fundador empezó a cantar una tonada de Juan del Encina, que sus hijos solían cantársela a él. La canción aludía a la paternidad espiritual del Padre y a su oficio de Buen Pastor de la grey:
"Pastor de buen grado
yo siempre sería,
pues tanta alegría
me da este ganado…"
Calló unos momentos, y preguntó: - ¿Y quién es el ganadico? Todas las que estaban allí, con una sola voz, le contestaron: - "¡Nosotras, Padre!"
- "Padre, dicen que son ellas", recalcó don Álvaro.
- Álvaro, qué malo eres, se reía el Padre (cfr. Mercedes Anglés Pastor, RHF, T-08385, p. 21).

67 Alejandro Cantero Fariña, Sum. 6687; Pedro Casciaro Ramírez, Sum. 6355.

68 César Ortiz-Echagüe Rubio, Sum. 6899.

69 Cfr. Jesús Álvarez Gazapo, Sum. 4421.

70 Javier Echevarría, Sum. 3239. La rectificación se extendía, a veces, a errores involuntariamente cometidos en su infancia. Me siento en deuda con la douce France -escribía en 1963-, y pienso que puedo tenerle un especial cariño… y manifestarlo (C 3343, 5-XII-1963).
En Francia se abstenía, por mortificación, de beber sus famosos vinos. Se fundía con las almas francesas en sus visitas a Notre-Dame de París, a Lourdes, a Tours, a Chartres, a Lisieux. Pensaba que tenía una deuda lejana con este país, y quería saldarla.
La invasión napoleónica de España dejó funesto recuerdo, por las atrocidades que cometieron las tropas. Durante más de un siglo, los libros de la escuela y la memoria del vulgo estuvieron marcados por la antipatía a ciertos episodios de la historia. En ese ambiente se crió Josemaría, de niño, en el colegio. Más tarde, su corazón, grande y católico, rechazó ideas tan mezquinas y rencorosas.
¿Por qué tienen los pueblos que arrastrar culpas pasadas de sus gobernantes, y más cuando median generaciones? Don Josemaría ilustraba, humorísticamente, lo absurdo de los odios multiseculares con una historieta. La del ciego que cantaba coplas y baladas patrióticas. Loores y más loores a España; y vituperios a Francia, con aquello de: "Mala la hubisteis franceses, en ésa de Roncesvalles"… Hasta que un día alguien le preguntó:
- Dígame, señor cieguecito, ¿por qué canta sólo lo bueno de España, y calla lo malo?; y, al revés, ¿por qué silencia lo bueno de otros países y saca a relucir lo malo?
- Pues mire usted: porque soy ciego español. Lo bueno de otros países, que lo canten los ciegos extranjeros (cfr. P. José Llamas Simón, RHF, T-02869, p. 9).

71 Cfr. Apuntes, nn. 114, 211, 222, 348, etc.

72 C 2500, 14-IV-1956.

73 Javier Echevarría, Sum. 3088.

74 Kurt Hruska, Sum. 3492 y 3493. La conjunción entre las primeras tendencias naturales y lo que fue más tarde resultado de su lucha ascética, revelan el equilibrio de su carácter, claramente expresado en algunos testimonios. El Fundador -refiere el profesor Alastrué- "tenía por naturaleza un carácter impetuoso, fuerte, vivo, decisivo; pero en su vida obraba todo lo contrario: era tranquilo, pacífico, sosegado, reflexivo, muy exacto en su hablar, sin decir una palabra más de las necesarias, y muy comedido en sus modales; los ímpetus de la naturaleza los ahogaba con su virtud, con su mortificación, con su paciencia y su caridad" (Eduardo Alastrué Castillo, Sum. 5542). Cfr. también Juan Bautista Torelló Barenys, Sum. 5236.

75 No era raro ver al Padre con la cabeza entre las manos, pensativo, repasando cosas pendientes y exclamando: ¡No sé cómo no me estalla la cabeza!

76 De boca del Fundador recoge Mons. Javier Echevarría el siguiente comentario: el Señor se ha servido también de mi "caratteraccio" para sacar adelante el Opus Dei (Javier Echevarría, Sum. 3088).

77 Cfr. Jesús Álvarez Gazapo, Sum. 4408.

78 C 48, 26-IV-1934. He procurado ir al paso de Dios -escribe a sus hijos-, con mansedumbre y con naturalidad, sin ninguna nota triunfal, avasalladora; teniendo por lema esconderme y desaparecer, para que se viera sólo la acción de Dios en las almas y en su Iglesia Santa (Carta 31-V-1954, n. 1).

79 Desde primera hora, en escritos y meditaciones, habla el Fundador de "enamoramiento", para expresar el amor a Dios por parte del alma: cfr. Camino, nn. 419, 425, 999; Surco, 795, 799, etc.

80 Carta 25-V-1962, n. 98.

81 Carta 9-I-1932, n. 73.

82 En sus Apuntes íntimos (n. 206) recoge el Fundador unos cuadros sinópticos rebosantes de iniciativas apostólicas en multitud de ambientes. Estos cuadros son anteriores a 1930, probablemente, y fueron después incorporados a sus Apuntes. Pues bien, ya en el cuadro II, de través, se lee, abarcando una larga lista de actividades a desarrollar: Los santos resultan incómodos.

83 Javier Echevarría, Sum. 3097 y 3265. Solía también repetir el dicho popular: "o herrar o quitar el banco".

84 Carta 9-I-1932, n. 74.

85 C 3545, 10-XI-1964. En Surco, n. 558 se vuelve a recoger la idea: Los santos resultan siempre incómodos para los demás.

86 José López Ortiz, Sum. 5312.

87 Cfr. C 3545, 10-XI-1964.

88 Carta 6-V-1945, n. 4.

89 C 1211, 16-XII-1946.

90 C 3397, 20-II-1964.

91 Javier Echevarría, Sum. 2864.

92 Cfr. Javier Echevarría, Sum. 2845; y Juan Udaondo Barinagarrementería, Sum. 5079.

93 Mercedes Morado García, RHF, T-07902, p. 120.

94 María Begoña Álvarez Iráizoz, RHF, T-04861, p. 91.

95 Camino, n. 432. Cuenta Mons. Julián Herranz, recogiendo las palabras del Fundador, que el 8 de enero de 1955, en conversación con profesores y alumnos del Colegio Romano de la Santa Cruz, les decía que le hubiese dado un gozo muy grande celebrar misa con un cáliz que tuviese un grueso diamante escondido dentro, en el vástago, bajo la copa, donde nadie pudiese verlo. Ese diamante escondido, humilde y sacrificado, sentiría bullir encima la Sangre de Cristo, con todo su calor y todo su fuego de amor. Ese diamante le recordaría de continuo lo que hubiera querido que fuese su vida: la vida de un enamorado de Cristo, que, imitando los años de trabajo ordinario y escondido de Jesús en Nazaret, supiese desaparecer en el cumplimiento fiel de la Voluntad de Dios. Cfr. Julián Herranz Casado, Sum. 3917.

96 Cfr. Javier Echevarría, Sum. 2865.

97 Homilía 26-XI-1967 (Amigos de Dios, nn. 299 y 301).

98 Javier Echevarría, Sum. 2498.

99 AGP, P01 1971, p. 9.

100 El trabajo -escribe el Fundador- al ser Opus Dei, es también oración: por eso no podemos decir que un hombre que viva el espíritu del Opus Dei es activo o contemplativo; porque la acción es contemplación y la contemplación es acción, en unidad de vida (Carta 31-V-1954, n. 20). El objetivo de la formación ascética que daba el Fundador a sus hijos no era otro que el hacer de ellos contemplativos en medio del mundo (Julián Herranz Casado, Sum. 3909).

101 Cfr. Javier Echevarría, Sum. 1775; y Joaquín Alonso Pacheco, Sum. 4844. En otro lugar aconseja a los directores de la Obra que practiquen una cortesía que es muestra de educación humana y también de finura espiritual, porque es caridad de Cristo (Instrucción 31-V-1936, n. 24).

102 Camino, 409.

103 Amigos de Dios, n. 75. No sabría determinar -escribe en otro lugar- cuál es la principal virtud humana: depende del punto de vista desde el que se mire. Además, la cuestión resulta ociosa, porque no consiste en practicar una o unas cuantas virtudes: es preciso luchar por adquirirlas y practicarlas todas. Cada una se entrelaza con las demás, y así, el esfuerzo por ser sinceros, nos hace justos, alegres, prudentes, serenos (ibidem, n. 76). Cfr. también Instrucción V-1935/10-IX-1950, n. 70.

104 Carta 14-IX-1951, n. 3.

105 Surco, n. 238.

106 Joaquín Alonso Pacheco, Sum. 4771.

107 El Fundador estaba persuadido de tener un Arcángel ministerial, por lo que comentaba: No está dicho en ningún sitio que los sacerdotes tengan un Arcángel ministerial, pero yo se lo pido al Señor con tanta fe, y he acudido con tanta devoción a mi Arcángel ministerial que, si no lo tenía, estoy seguro de que el Señor me lo habrá concedido (Javier Echevarría, Sum. 2646).

108 Apuntes, n. 647.

109 Álvaro del Portillo, Sum. 325.

110 Amigos de Dios, n. 80.

111 Javier Echevarría, Sum. 3238 y 3237; Mercedes Morado García, Sum. 6937; etc.

112 Javier Echevarría, Sum. 2559.

113 Alberto Taboada del Río, RHF, T-03358, n. 1345; cfr. también María Begoña de Urrutia Domingo, RHF, T-06897, p. 55.

114 Mercedes Morado García, Sum. 6929.

115 Javier Echevarría, Sum. 2865.

116 Es Cristo que pasa, n. 21. El pensamiento de la generosidad en la entrega aparece repetidamente en sus primeros escritos y pasa a Camino, n. 420: ¡Qué poco es una vida para ofrecerla a Dios!…
Por otra parte, la insistencia del Fundador en la idea de "gastarse" en el servicio de Dios resalta, por ejemplo, en la traducción del texto paulino (2Cor. 12, 15): yo de muy buena gana me gastaré y me desgastaré hasta agotarme por vuestra alma (AGP, P01 III-1961, p 16).
Quizá llegara a oídos del Fundador aquel conocido dicho histórico que narra el canciller López de Ayala o, más probablemente, lo sacó de la lectura de las Crónicas de Castilla. Sucedió que durante las luchas intestinas del reinado del rey don Pedro (el Justiciero, en opinión de unos; y el Cruel, a juicio de otros) el señor de la villa de Aguilar fue preso y hubo de comparecer ante sus jueces. El valido del rey le preguntó:
- ¿Qué porfía tomaste tan sin pro, siendo tan bien andante en este reino?
A lo que, con resignada entereza le replicó el prisionero:
- Ésta es Castilla, que hace los hombres y los gasta (Pedro López de Ayala, Crónica del rey don Pedro, Madrid 1953, vol. 66 de la B.A.E., pág. 428).

117 Javier Echevarría, Sum. 3249.

118 C 3497, 18-VII-1964. El trabajo en el Opus Dei lo definió como una enfermedad crónica, contagiosa, incurable y progresiva (AGP, P04 1974, II, p. 186).

119 Instrucción 31-V-1936, nota 95. No cambió de idea con los años: Muchas veces pienso que sería una comodidad morirse pronto. No deseo la muerte: debemos desear vivir muchos años, y trabajar (Carta 15-X-1948, n. 11).

120 AGP, P01 1975, p. 767.

121 Morir es una cosa buena -dice el Fundador en Forja, n. 1037-. Pero mientras el Señor te quiera mantener en la tierra, morir, para ti, es una cobardía. Vivir, vivir y padecer y trabajar por Amor: esto es lo tuyo.
No andaba el Fundador del todo conforme con el dolorido sentir de aquellos versos del Romancero, tan traídos y llevados por la literatura sacra y profana del Siglo de Oro español:
"Ven muerte, tan escondida,
Que no te sienta venir;
Porque el placer de morir
No me torne a dar la vida". (La lección primitiva aparece en el Cancionero de Valencia, de 1511.)
Tampoco compartía sentimientos con el suspirante estribillo del "muero porque no muero". Resultaba demasiado cómodo el que le enterrasen todavía joven. La letra de su estribillo era muy diferente. Era una glosa de san Pablo a la que puso otra música: "Que vivo porque no vivo, que es Cristo quien vive en mí" (Gal. 2, 20).

122 Carta 8-VIII-1956, n. 5.

123 Es Cristo que pasa, n 107.

124 Ibidem, n. 107.

125 Ibidem, n. 95.

126 Tratado de la oración y meditación, cap. IV.

127 Vida de Jesucristo, cap. XXIV.

128 Historia de la Sagrada Pasión, cap. XXIII.

129 Santo Rosario, tercer misterio doloroso.

130 Via Crucis, I estación, 5º punto de meditación.

131 Ibidem, II estación.

132 Ibidem, VIII estación.

133 Ibidem, IX estación, tercer punto de meditación. Antes de entrar en la meditación de la Sagrada Pasión, San Pedro de Alcántara hace en su Tratado un "pequeño preámbulo" en el que insiste en la conveniencia de "tener a Cristo ante los ojos presente y hacer cuenta que le tenemos delante cuando padece". Y más adelante continúa: "Pon primero ante tus ojos la imagen antigua de este Señor y la gran excelencia de sus virtudes […]. Y después que así le hubieres mirado, y deleitado, de ver una tan acabada figura, vuelve los ojos a mirarlo tal cual aquí lo ves […]. Míralo todo de dentro y de fuera […]. Y no pienses esto como una cosa ya pasada, sino como presente; no como dolor ajeno sino como tuyo propio" (cap. IV).
Este estilo de consideraciones, esta manera de hacer oración no era exclusiva de los tratados, como lo prueba este apunte de un sermón de Navidad de san Juan de Ávila, tomado a vuela pluma:
"Cuarenta días estuvieron la Virgen y su Niño bendito en el portal. No haya ninguno que con su pensamiento no los visite al menos a la mañana y a la noche cada día; y postraros delante del Niño y de la Virgen bendita, y besarle los pies y ofrecerle alguna cosa; rezadle algún rosario o pensar alguna cosa devota. Vámonos todos ahora, así como estamos aquí, al portal de Bethlem, donde la Virgen mora" (El Niño ha nacido para nuestra salud, Rialp Facsímiles, Madrid 1992).

134 AGP, P01 1973, p. 129; cfr. también Amigos de Dios, n. 216.

135 Via Crucis, XIV estación, primer punto de meditación.

136 Conversaciones, nn. 114 y 115.

137 AGP, P06 IV, p. 84. Nuestro Señor utilizaba ese procedimiento. Le gustaba enseñar con parábolas, sacadas del ambiente que le rodeaba: del pastor y de las ovejas, de la vid y de los sarmientos, de barcas y de redes, de la semilla que el sembrador arroja a voleo… (Amigos de Dios, n. 254).

138 Cfr. José Luis Soria Saiz, RHF, T-07920, anexo I, p. 26.

139 Es Cristo que pasa, n. 55.

140 Florencio Sánchez Bella, PM, f. 1421.

141 Amigos de Dios, n. 1.

142 Ibidem. Sobre el recurso de Nuestro Señor a esta parábola campesina comenta el Padre: Pero ¿no le habéis oído tratar también de ovejas y de rebaños? ¡Y con qué ternura!, ¡cómo goza al describir la figura del Buen Pastor! […]. El Opus Dei es también un rebaño de Cristo, con su Buen Pastor y sus ovejas. En la Obra habrá siempre un Padre que podrá decir: cognosco oves meas et cognoscunt me meae, conozco a mis hijos y mis hijos me conocen a mí. Porque el Buen Pastor, en el Opus Dei, será perpetuamente el que presida: el Padre, sea quien sea (tertulia 13-III-1955; AGP, P06 II, p. 51).

143 Cfr. José Luis Soria Saiz, RHF, T-07920, p. 74.

144 Es Cristo que pasa, n. 3.

145 Amigos de Dios, n. 215.

146 Surco, n. 804.

147 AGP, P01 1970, p. 994. Esta expresión, y otras semejantes (Josemaría, te he engañado otra vez o Josemaría, ¡sé fiel!) era un recurso utilizado por el Fundador para encararse consigo mismo, contemplándose desde fuera, con objetividad de examen de conciencia.

148 Cfr. Amigos de Dios, n. 117.

149 Surco, n. 263.

150 Amigos de Dios, 20.

151 Ef 1, 4; cfr. Forja, n. 10.

152 AGP, P01 1974, p. 950.

153 AGP, P01 1971, p. 352.

154 Is. 43, 1.

155 Forja, n. 12.

156 AGP, P01 1968, p. 450.

157 Camino, n. 155.

158 AGP, P01 1972, p. 464.

159 AGP, P01 1974, p. 255.

160 Apuntes, n. 218.

161 Amigos de Dios, n. 299.

162 AGP, P01 1974, p. 255.

163 Es Cristo que pasa, n. 107. Cuando hablamos de corazón humano -dice el Fundador en una homilía pronunciada en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús: 17-VI-1966- no nos referimos sólo a los sentimientos, aludimos a toda la persona que quiere, que ama y trata a los demás. Y, en el modo de expresarse los hombres, que han recogido las Sagradas Escrituras para que podamos entender así las cosas divinas, el corazón es considerado como el resumen y la fuente, la expresión y el fondo último de los pensamientos, de las palabras, de las acciones (ibidem, n. 164).

164 Cfr. ibidem, n. 166.

165 AGP, P01 1971, p. 10; ya citado anteriormente en este capítulo. Cfr. también Surco, n. 804, pues es autobiográfico: no he necesitado aprender a perdonar, porque el Señor me ha enseñado a querer.

166 AGP, P01 1974, II, p. 45.

167 Camino, n. 316.

168 Surco, n. 813.

169 Amigos de Dios, n. 75.

170 Conversaciones, n. 113.

171 Statuta, n. 80.

172 AGP, P04 1974, II, p. 109.

173 Conversaciones, n. 118. De la homilía pronunciada en el campus de la Universidad de Navarra el 8 de octubre de 1967, qué él tituló: Amar al mundo apasionadamente.
Y en una consideración espiritual da razón del porqué: El mundo nos espera. ¡Sí!, amamos apasionadamente este mundo porque Dios así nos lo ha enseñado: sic Deus dilexit mundum… -así Dios amó al mundo; y porque es el lugar de nuestro campo de batalla -una hermosísima guerra de caridad-, para que todos alcancemos la paz que Cristo ha venido a instaurar (Surco, n. 290)

174 Jn. 3, 16.

175 Cfr. Apuntes, n. 218.

176 Forja, n. 52.

177 Forja, n. 31.

178 Forja, n. 3.

179 Forja, n. 57.

180 Ya se ha examinado, de manera prolija, en lo que va expuesto de la vida de don Josemaría, el ocultarse y desaparecer; y cómo esta característica vendrá a ser lema de su vida interior y rasgo del espíritu de la Obra, en cuanto humildad colectiva.

181 Apuntes, n. 44.

182 Ibidem, n. 306.

183 Ibidem, n. 475.

184 Ibidem, n. 179.

185 Ibidem, n. 60.

186 Ibidem, nn. 60 y 61.

187 Ibidem, n. 61.

188 Ibidem, n. 475. Esta anotación es del 12-XII-1931; y sobre ella comenta don Álvaro: "El día 2 de octubre de 1928 quedó delimitada toda la Obra, menos la Sección femenina: además, poco a poco, con las ilustraciones del Señor y con la experiencia, vino la realización externa, que nuestro Padre iba llevando a cabo; en primer lugar, la espiritualidad propia y el apostolado personal".

189 Apuntes, n. 14; cfr. también n. 77. Esta imagen, en la que el Fundador describe el modo específico de hacer apostolado desde la entraña de la masa social, se recoge, ligeramente retocada, en una de las Instrucciones: Somos una inyección intravenosa, puesta en el torrente circulatorio de la sociedad (Instrucción, 19-III-1934, n. 42).

190 Apuntes, n. 12.

191 Lo cual no significa que no exista un auténtico "espíritu misional" en el Opus Dei, en cuanto a la difusión de la doctrina y de la fe cristiana. Como explicaba el Fundador al Nuncio en Kenia: el Opus Dei es -debe ser siempre-, en la selva africana y en el asfalto de las grandes ciudades, eminentemente misionero (C 5580, 16-XI-1957; cfr. también Carta 19-III-1954, n. 35). Y sobre este punto insiste el Fundador: Quiso el Señor desde el primer momento que su Obra tuviese entraña católica, universal. Y en cumplimiento de nuestra misión divina -sin que podamos ni queramos llamarnos misioneros-, hemos de llegar a todos los países y a los hombres de toda raza, lengua y condición (Carta 16-VI-1960, n. 1).

192 Apuntes, n. 9.

193 Ibidem, n. 8.

194 Ibidem, n. 11.

195 Ibidem, n. 5

196 Instrucción 9-I-1935, n. 252; cfr. también Camino, n. 542 y Carta 9-II-1932, n. 22.

197 Apuntes, n. 51.

198 Ibidem, n. 9.

199 Ibidem, n. 12.

200 Ibidem, n. 46

201 Ibidem, n. 56.

202 Ibidem, n. 87.

203 En el verano de 1968 el Padre se llevó a Santo'Ambrogio Olona, cerca de Varese, donde pasó unas semanas trabajando, los cuadernos de Apuntes íntimos, que hacía muchos años que no había visto, con objeto de releerlos. Allí se encontró con los famosos cuadros sinópticos, que había trasladado a los cuadernos de Apuntes. En esos cuadros se encerraba, de manera muy condensada y con sucintas indicaciones, todo lo referente a los apostolados del Opus Dei, medios, personas, formación, espíritu, etc. Y entre ellos aparece el apostolado de dar y el apostolado de no dar. Cfr. Apuntes, nn. 205-206.
Principio que años más tarde pasó a Camino, donde se lee: Es condición humana tener en poco lo que poco cuesta. Ésa es la razón de que te aconseje el "apostolado de no dar" (Camino, n. 979).

204 Cfr. Apuntes, nota 10, de don Álvaro.

205 En muchas obras de apostolado corporativas se solían ofrecer medias becas, por ejemplo, a los estudiantes cuyas familias no tenían suficientes medios económicos. A los obreros que acudían a las clases vespertinas, después de un día de trabajo, les enseñaban los mismos profesores, y utilizaban el mismo material didáctico, pagando considerablemente menos que los alumnos de la mañana. En el Congo, en la actualidad, en los ambulatorios y hospitales de día llevados por gente de la Obra se cobran en parte los servicios, o se dan gratis, de acuerdo con la posición económica de la familia del paciente.

206 Apuntes, n. 474.

207 Ibidem, n. 65.

208 Ibidem, n. 66.

209 Ibidem, nn. 67 y 71. En carta de 1931, dirigida a los primeros fieles, abunda en este concepto: Dios, cuando desea realizar alguna obra, emplea medios desproporcionados, para que se note bien que la obra es suya. Por eso vosotros y yo, que conocemos bien el peso abrumador de nuestra mezquindad, debemos decir al Señor: aunque me vea miserable, no dejo de comprender que soy un instrumento divino en tus manos. No he dudado jamás de que los trabajos que haya hecho a lo largo de mi vida en servicio de la Iglesia Santa, no los he hecho yo: sino el Señor, aunque se haya servido de mí (Carta 24-III-1931, n. 31).