Entrada: " Cantemos al Señor, sublime es su victoria. Mi fuerza y mi poder es el Señor; Él fue mi salvación. Aleluya " (Ex 15, 1-2)
Colecta (del Gelasiano): " Señor Dios Todopoderoso, que, sin mérito alguno de nuestra parte, nos has hecho pasar de la muerte a la vida y de la tristeza al gozo; no pongas fin a tus dones, ni ceses de realizar tus maravillas en nosotros, y concede a quienes ya hemos sido justificados por la fe la fuerza necesaria para perseverar siempre en ella ".
Ofertorio: " ¡Oh Dios!, que por el admirable trueque de este sacrificio nos haces partícipes de tu divinidad; concédenos que nuestra vida sea manifestación y testimonio de esta verdad que conocemos ".
Comunión: " Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Aleluya " (2Co 5, 15).
Postcomunión: " Ven, Señor, en ayuda de tu pueblo, y, ya que nos has iniciado en los misterios de tu reino, haz que abandonemos nuestra antigua vida de pecado y vivamos, ya desde ahora, la novedad de la vida eterna ".
– Hch 15, 7-21: A mi parecer no hay que molestar a los gentiles que se convierten. En el concilio de Jerusalén, Pedro y Santiago toman la palabra en favor de los nuevos cristianos en relación con la ley judaica: libertad plena ante la ley, pero evitar prácticas que resulten demasiado chocantes a los judíos. En definitiva: moderación, caridad y libertad. Nosotros aceptamos la gracia de Cristo, que nos comunica la salvación y no un precepto legal. Orígenes comenta:
" Pienso que no pueden explicarse las riquezas de estos inmensos acontecimientos si no es con ayuda del mismo Espíritu que fue autor de ellas " (Homilía sobre el Exodo 4, 5).
Y San Efrén hace decir a San Pedro:
" Todo lo que Dios nos ha concedido mediante la fe y la ley, lo ha concedido Cristo a los gentiles mediante la fe y sin la observancia de la ley " (Sermón sobre los Hechos 2).
Fue un acontecimiento importantísimo en la vida de la Iglesia, que mostró la excelencia, la sublimidad y la eficacia de la obra redentora realizada por Jesucristo. Es admirable cómo aquellos judíos tan extremadamente celosos de las prácticas judaicas cambiaron radicalmente ante la obra salvadora de Cristo. Esto, ciertamente, no se explica sin una gracia especialísima del mismo Cristo.
– El anuncio de las maravillas que ha hecho Dios tiene una proyección universal. Está destinado a todos los pueblos. A todos tiene que llegar ese anuncio. De ahí la vocación misionera del cristiano: contar a todas las naciones las maravillas del Señor. Por eso usamos el Salmo 95 para clamar: " Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre. Proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos: "El Señor es Rey. Él afianzó el orbe y no se moverá. Él gobierna a los pueblos rectamente" ".
– Jn 15, 9-11: Permaneced en mi amor para que vuestra alegría llegue a plenitud. El lazo de amor que une al Padre con Cristo y sus discípulos es la obediencia a los mandamientos de Cristo, fuente de la perfecta alegría. Comenta San Agustín:
" Ahí tenéis la razón de la bondad de nuestras obras. ¿De dónde había de venir esa bondad a nuestras obras sino de la fe que obra por el amor? ¿Cómo podríamos nosotros amar si antes no fuéramos amados? Ciertamente lo dice este mismo evangelista en su carta: "Amemos a Dios porque Él nos amó primero... Permaneced en mi amor". ¿De qué modo? Escuchad lo que sigue: "Si observareis mis preceptos, permaneceréis en mi amor".
" ¿Es el amor el que hace observar los preceptos o es la observancia de los preceptos la que hace el amor? Pero, ¿quién duda de que precede el amor? El que no ama no tiene motivos para observar los preceptos. Luego, al decir: "Si guardareis mis preceptos, permaneceréis en mi amor", quiere indicar no la causa del amor, sino cómo el amor se manifiesta. Como si dijere: "No os imaginéis que permanecéis en mis amor si no guardáis mis preceptos; pero, si los observareis, permaneceréis" en es decir, "se conocerá que permanecéis en mi amor si guardáis mis mandatos" a fin de que nadie se engañe diciendo que le ama si no guarda sus preceptos, porque en tanto le amamos en cuanto guardamos sus mandamientos " (Tratado 82, 2-3 sobre el Evangelio de San Juan).