Entrada: " Pueblo adquirido por Dios, proclamad las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Aleluya " (1P 2, 9).
Colecta (del Gelasiano, Gregoriano y Sacramentario de Bérgamo): " Mueve, Señor nuestros corazones para que fructifiquen en buenas obras y, al tender siempre hacia lo mejor, concédenos vivir plenamente el misterio pascual ".
Ofertorio: " Santifica, Señor, estos dones, acepta la ofrenda de este sacrificio espiritual y a nosotros transfórmanos en oblación perenne ".
Comunión: " Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen la gloria que me has dado " (Jn 17, 24).
Postcomunión: " Después de recibir los santos misterios, humildemente te pedimos, Señor, que esta eucaristía, celebrada como memorial de tu Hijo, nos haga progresar en el amor ".
– Hch 18, 23-28: Apolo demostraba con la Escritura que Jesús era el Mesías. La figura de Apolo, judío alejandrino, que predica en Efeso y pasa luego a Corinto, es desconcertante y al mismo tiempo sugestiva. Se nos presenta como elocuente y muy versado en la Escritura, lo que ayuda a mostrar la verdadera personalidad de Cristo Jesús. Hizo una excelente labor apostólica. Del mismo modo, la Escritura nos habla de Cristo y a Cristo hemos de ver en ella. San Ireneo dice:
" Si uno lee con atención las Escrituras, encontrará que hablan de Cristo y que prefiguran la nueva vocación. Porque Él es el tesoro escondido en el campo (Mt 13, 44), es decir, en el mundo, ya que el campo es el mundo (Mt 13, 38); tesoro escondido en las Escrituras, ya que era indicado por medio de figuras y parábolas que no podían entenderse según la capacidad humana, antes de que llegara el cumplimiento de lo que estaba profetizado, que es el advenimiento de Cristo. Como dice el profeta Daniel (Dn 12, 4-7) y el profeta Jeremías Jr 23, 20... Por esta razón, cuando los judíos leen la ley en nuestros tiempos, se parece a una fábula, pues no pueden explicar todas las cosas que se refieren al advenimiento del Hijo de Dios como hombre. En cambio, cuando la leen los cristianos, es para ellos un tesoro escondido en el campo, que la cruz de Cristo ha revelado y explanado. Con ella, la inteligencia humana se enriquece y se muestra la sabiduría de Dios manifestando sus designios sobre los hombres, prefigurándose el reino de Cristo y anunciándose de antemano la herencia de la Jerusalén santa... " (Contra las herejías 4, 26, 1).
– El salmo responsorial es en parte el de ayer, el Salmo 46: " Los príncipes de los gentiles se reúnen con el pueblo del Dios de Abrahán. Porque de Dios son los grandes de la tierra y Él es excelso. Dios es el Rey del mundo. Pueblos todos batid palmas ".
– Jn 16, 23-28: El Padre os ama, porque vosotros me queréis y habéis creído. Comenta San Agustín:
" ¿Nos ama Él porque le amamos nosotros, o más bien le amamos porque nos ama Él? Responde el mismo evangelista en su carta: "Nosotros le amamos porque Él nos ha amado primero". Nosotros hemos llegado a amar porque hemos sido amados. Don es enteramente de Dios el amarle. Él, que amó sin haber sido amado, lo concedió para ser amado. Hemos sido amados sin tener méritos para que en nosotros hubiera algo que le agradase. Y no amaríamos al Hijo si no amásemos también al Padre. El Padre nos ama porque amamos al Hijo, habiendo recibido del Padre y del Hijo el poder amar al Padre y al Hijo, difundiendo la caridad en nuestros corazones el Espíritu de ambos, por el cual amamos al Padre y al Hijo, amando también a ese Espíritu con el Padre y el Hijo. Ese amor filial nuestro con que honramos a Dios, lo creó Dios, y vio que era bueno; por eso Él amó lo que Él hizo. Pero no hubiera creado en nosotros lo que Él pudiera amar si, antes de crearlo, Él no nos hubiese amado " (Tratado 102, 5 sobre el Evangelio de San Juan).