Entrada: " Oh Dios, sálvame por tu Nombre, sal por mí con tu poder. Oh Dios, escucha mi súplica, atiende a mis palabras " (Sal 53, 3-4).
Colecta (del Veronense y Gelasiano): " Señor, Tú que en nuestra fragilidad nos ayudas con medios abundantes, concédenos recibir con alegría la salvación que nos otorgas, y manifestarla a los hombres con nuestra propia vida ".
Comunión: " Por Cristo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados; el tesoro de su gracia ha sido un derroche para con nosotros " (Ef 1, 7).
Postcomunión: " Señor, así como en la vida humana nos renovamos sin cesar, haz que, abandonado el pecado que envejece nuestro espíritu, nos renovemos ahora por su gracia ".
– Sb 2, 1. 12-22: Lo condenaremos a muerte ignominiosa. La conjura de los impíos contra el justo se verifica en la Pasión de Cristo. En los labios de los enemigos de Cristo al pie de la Cruz se volverán a escuchar palabras semejantes. El impío detesta el reproche permanente que la vida del justo constituya para su vida depravada. El impío quisiera ver suprimido al justo y hace todo lo que puede para llevarlo a cabo. Su furor satánico le lleva a intentar demostrar que es vana la confianza filial que el justo tiene en Dios, puesto que ni siquiera Él podrá librarlo de sus manos homicidas. En el fondo es un alegato ateísta.
Así se hizo con Cristo: " Es mejor que muera un solo hombre por el pueblo, para que no perezca toda la nación ". Así habló el sumo sacerdote Caifás. Desde ese día determinaron quitar la vida a Jesús. Sólo una breve semana y realizarán su plan nefando. Sobornarán al traidor Judas. Se apoderarán de Jesús en el Huerto de los Olivos y seguirán todos los pasos de la Pasión que meditaremos en días sucesivos, sobre todo en la Semana Santa.
– El justo ha de sufrir mucho a causa de los malos. En la lectura primera vemos el modo de pensar y de actuar de éstos. Pero es Dios el que vence y es su protección lo que cuenta. Vivamos con la confianza puesta en Dios. Así lo expresamos con el Salmo 33: " El Señor se enfrenta con los malhechores para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos los libra el Señor. Él cuida de todos sus huesos, y ni uno solo se quebrará. El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a Él ".
– Jn 7, 1-2.10.25-30: Intentaban apresarlo, pero aún no había llegado su hora. Continúan las controversias judías contra Jesús que proclama en el templo, como Enviado del Padre, su mensaje profético. Jesús sabe muy todo lo que va a sucederle. Gracias a la visión continua de Dios, de que goza su alma, conoce exactamente, ve y palpa todo lo que le espera: la traición de Judas, la negación de Pedro, las humillaciones y dolores indecibles...
También nos vio a nosotros. ¿No es cada pecado un desprecio de Jesús, de sus preceptos, de su doctrina, de sus bienes y promesas? ¡Con cuánta frecuencia se oponen a Cristo y a sus mandatos, las pasiones, los planes y miras humanas en la vida del hombre y del cristiano! Hemos de pedir luces de lo alto para examinar nuestra vida, hacer una auténtica revisión de vida, arrepentirnos de nuestros desvíos y pecados. De este modo nos prepararemos a las fiestas de Pascua con toda sinceridad de corazón y comenzaremos una vida nueva, llena de todas las virtudes.