– 2Co 9, 6-11: Al que da de buena gana lo ama Dios. Se trata de la colecta por los pobres de Jerusalén. Quien da limosna con generosidad, atrae para sí las bendiciones de Dios. Comenta San Agustín:
" Esto te dice el Señor: Dame y recibe. En el momento debido te devolveré. ¿Qué devolveré? Me diste poco, recibirás mucho; me diste bienes terrenos, te devolveré celestiales; me diste temporales, los recibirás eternos; me diste de lo mío, recíbeme a Mí mismo... Mira a quien prestas. Él alimenta y pasa hambre por ti; da y está necesitado. Cuando da, quieres recibir; cuando está necesitado, no quieres dar. Cristo está necesitado cuando lo está un pobre. Quien está dispuesto a dar a todos los suyos la vida eterna, se ha dignado recibir de manera temporal en cualquier pobre " (Sermón 38, 8).
Y en otro lugar dice:
" ...Así, pues, cuando haces una obra de misericordia, si das pan, compadécete de quien está hambriento; si le das de beber, compadécete del que está sediento... Si amamos a Dios y al prójimo, no hacemos nada de esto sin dolor de corazón... Estas son nuestra buenas obras que confirman nuestro ser cristiano... Esto os digo que "quien siembra escasamente, escasamente recogerá" (2Co 9, 6). Mas, cuando siembras, es decir, al hacer las obras de misericordia, siembras entre lágrimas, puesto que te compadeces de aquél a quien se las haces... " (Sermón 358 A,1-2).
– Con el Salmo 111 proclamamos: " dichoso quien teme al Señor ". Pocos salmos como éste ponen tan de relieve que el justo es un aliado de Dios, que de todo corazón cumple con la justicia, como Dios es justo: " Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos... Reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta y alzará la frente con dignidad "
– 2R 1, 6-14: Lo separó un carro de fuego y Elías subió al cielo . El hombre de Dios desaparece misteriosamente de la vista de los que lo rodean, arrebatado por el " torbellino ", " el carro de Israel y su auriga ", dejando a Eliseo su espíritu profético para que continúe la obra de Dios. Al rapto misterioso corresponde un retorno escatológico (Ml 3, 23 ss. Si 48, 10).
El Evangelio nos aclara que ese retorno escatológico se realiza en Juan Bautista Son muchos los pasajes evangélicos que lo relacionan con la persona y actuaciones diversas del profeta Elías (Mt 17, 10-13), pero de forma misteriosa (Jn 1, 21.25)... San Juan Bautista realiza la figura de Elías sobre todo en lo que se refiere a la penitencia (Mt 3, 4; 2R 1, 8). San Clemente Romano dice, a propósito de los dones concedidos por Dios a sus elegidos:
" ¡Qué bienhadados y maravillosos, carísimos, son los dones de Dios! Vida en inmortalidad, esplendor en justicia, verdad en libertad, fe en confianza, continencia en santificación, y no sólo lo que ahora alcanza nuestra inteligencia. Pues, ¿qué será lo que está aparejado a los que esperan? Sólo el Artífice y Padre de los siglos, el Todo-Santo, sólo Él conoce su número y su belleza. Ahora, pues, por nuestra parte, luchemos por hallarnos en el número de los que esperan, a fin de ser también partícipes de los dones prometidos " (Carta a los Corintios 35, 1-4).
– Con el Salmo 30 proclamamos: " sed fuertes y valientes de corazón los que esperáis en el Señor ". En este salmo encontramos cuatro ideas maestras: entrega sin límites, entrega activa, entrega a la justicia que salva, Dios no quiere la adoración de los ídolos.
El que es constante con los principios de la fe trabajará en el mundo con toda responsabilidad y dedicación, sin complejos de ninguna clase. Pero no por eso se verá libre de conjuras humanas. Sin embargo el justo ha puesto su vida en manos de Dios, a ejemplo de Cristo. En esa entrega total encontrará plena libertad de espíritu para obrar el bien y una fuente de gozo y alegría que nadie le podrá arrebatar.
– Mt 6, 1-6.16-18: Tu padre, que ve en lo escondido, te recompensará. Todo ha de ser hecho por amor de Dios: limosna, ayuno, oración... San Juan Crisóstomo explica:
" Quiere ahora el Señor desterrar de nosotros la más tiránica de las pasiones: aquella rabia y furor por la vanagloria que suele precisamente atacar a los que obran bien. Nada dijo al principio sobre este punto, pues fuera superfluo, antes de instruirnos sobre nuestros deberes, darnos lecciones sobre cómo habíamos de cumplirlos. Una vez que nos introdujo en la filosofía, entonces, sí, era momento de limpiarla de esta peste que subrepticiamente se le infiltra. Porque esta enfermedad no nace así como así, sino después que hemos ya cumplido mucho de lo que se nos ha mandado. Tenía, pues, que plantar primero la virtud y destruir luego aquella pasión que suele corromper su fruto. Y advertid por dónde empieza el Señor: por el ayuno, la oración y la limosna, pues en estas buenas obras es donde señaladamente suele anidar la vanagloria " (Homilía 19, 1, sobre San Mateo).