11ª semana del Tiempo Ordinario, sábado

Años impares

2Co 12, 1-10: Muy a gusto presumo de mis debilidades. Habla San Pablo de su revelaciones, pero también de sus debilidades, que supera por la gracia de Jesucristo. Comenta San Agustín:

" En cuanto me es posible voy tras las huellas de aquel atleta de Cristo, es decir, del Apóstol Pablo, que dice: "ni yo mismo, hermanos, pienso haberlo alcanzado". Ni yo mismo (Flp 3, 13). ¿Qué ese yo mismo? ¿Yo que trabajo más que todos ellos? Sé, apóstol, de qué manera pronuncias 'yo': es una expresión enfática, no manifestación de orgullo... He trabajado más que todos ellos. Y como si dijéramos nosotros: ¿Quién? nos responde: Pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo. Así, pues, el que estaba en posesión de tanta gracia de Dios que, a pesar de haber sido llamado más tarde, trabajó más que los que lo habían precedido, dice no obstante: Hermanos, ni yo mismo pienso haberlo alcanzado. Vuelve a aparecer el 'yo' donde indica no haberlo alcanzado. El no alcanzarlo es resultado de la debilidad humana. En cambio cuando habla de que fue elevado al tercer cielo.. no dijo 'yo'. ¿Qué dijo entonces? "Conozco a un hombre que hace catorce años"... (2Co 12, 2). Conozco a un hombre... y ese hombre era el mismo que hablaba, y, como atribuyó a otro lo que había tenido lugar en él, no faltó " (Sermón 261, 3).

– Con el Salmo 3 decimos: " gustad y ved qué bueno es el Señor ". Ya lo hemos expuesto. La experiencia mundana parece decir lo contrario y, sin embargo, esto es, encontrar en Dios todo su gozo. Quien tiene a Dios tiene lo esencial, aun cuando se viera falto de muchas cosas; quien no tiene a Dios, aunque tenga abundante riqueza, vive en la más absoluta indigencia. Dios es el Bien esencial e insuperable. Ante Él palidecen todos los demás bienes transitorios y perecederos. Por eso dijo el Señor: " Buscad primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura " (Mt 6, 33)

Años pares

1Cro 24, 17-25: Muerte de Zacarías, hijo del sacerdote Yehoyadá. Cristo lo evocó como precursor de los mártires cristianos (Mt 23, 35). No obstante la infidelidad de los israelitas, Dios es fiel a sus promesas. Ha sellado una alianza con su elegido. Fundó un linaje perpetuo davídico y edificó su trono para todas las edades. Sólo en Cristo se cumplieron plenamente esas promesas. Los hijos de David abandonaron la ley del Señor, no siguieron sus mandamientos, profanaron sus preceptos... Dios los castigó, pero no retiró su favor ni desmintió su fidelidad.

El cristiano, como el piadoso salmista, tiene que vivir de la fe, seguir esperando contra toda esperanza, porque mientras viva en esta peregrinación terrenal, sabe que no tiene en este mundo una mansión permanente. Es como un extranjero que vive lejos del Señor (2Co 5, 6). El Pueblo de Dios y cada uno de sus miembros es consciente de que en esta vida le quedan duras etapas que recorrer bajo la incomprensión, injuria y persecución. Pero nuestra esperanza es firme, pues está puesta en Cristo, que dijo: " si a mí me persiguieron, también os perseguirán a vosotros ".

– En el Salmo 88 el salmista hace decir a Dios: " le mantendré eternamente mi favor. Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David mi siervo: Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades... Mi alianza con él será estable; le daré una posteridad perpetua y un trono duradero como el cielo. Si sus hijos abandonan mi ley y no siguen mis mandamientos, si profanan mis preceptos y no guardan mis mandatos, castigaré con la vara sus pecados y a latigazos sus culpas; pero no les retiraré mi favor ni desmentiré mi fidelidad " .

Evangelio

Mt 6, 24-34: No os agobiéis por el mañana. Hay que entregarse sin condiciones al servicio del único Amo y someterse por entero a Aquel que conoce cuanto necesitamos. Ante todo debe interesarnos la búsqueda del Reino de Dios y su justicia. San Juan Crisóstomo así lo explica:

" No os preocupéis. Es decir, que, una vez mostrado el daño incalculable, extiende aún más su mandamiento. Porque no sólo nos manda que tiremos lo que tenemos, sino que no nos preocupemos siquiera del sustento necesario... No porque el alma necesite de alimento, pues es incorpórea, sino que el Señor habla aquí acomodándose al uso común. Pues, si es cierto que ella no necesita de alimento, no lo es menos que no puede permanecer en el cuerpo si éste no es alimentado. Y esto dicho, no se contenta con afirmarlo simplemente, sino que también aquí nos da las razones... Pues el que os ha dado lo más ¿no os dará lo menos... No es el alimento el que le hace crecer, sino la providencia de Dios... Si tanta cuenta tiene Dios de los pobres animalillos, ¿cómo no la va a tener con nosotros? " (Homilía 21 2 y 3 sobre San Mateo).