18ª semana del Tiempo Ordinario, sábado

Años impares

Dt 6, 4-13: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. Jesús reiterará a sus discípulos que en esto consiste el primero y el más grande mandamiento. Comenta San Agustín:

" La ley contiene muchos preceptos; aquella misma ley que recibe el nombre de decálogo tiene diez. Pero son como los diez preceptos generales a los que han de referirse todos los demás, innumerables por cierto... No te envió a cumplir muchos preceptos; ni siquiera diez, ni siquiera dos; la sola caridad los cumple todos. Pero la caridad es doble; hacia Dios y hacia el prójimo. Hacia Dios, ¿en qué medida? Con todo.

" ¿A qué se refiere ese todo? No al oído, o a la nariz, o a la mano, o al pie. ¿Con qué puede amarse de forma total? Con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente. Amarás la fuente de la Vida con todo lo que en ti tiene vida. Si, pues, debo amar a Dios con todo lo que en mí tiene vida, ¿qué me reservo para poder amar al prójimo? Cuando se te dio el precepto de amar al prójimo no se te dijo "con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente", sino "como a ti mismo". Has de amar a Dios con todo tu ser, porque es mejor que tú, y al prójimo como a ti mismo, porque es lo que eres tú " (Sermón 179,A).

– Sigue la misma idea en el Salmo 17: " Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza... Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte... Viva el Señor...sea ensalzado mi Dios y Salvador ". El Señor nos sigue con un rostro lleno de amor y de misericordia, con el poder del Espíritu. En la Carta a los Hebreos se dice:

" No os habéis allegado al monte tangible, al fuego encendido, al torbellino, a la oscuridad, a la tormenta, al sonido de la trompeta y a la voz d las palabras, que quienes las oyeron rogaron que no se les hablase más...Pero vosotros os habéis allegado al Monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, a la Jerusalén celestial... y al Mediador de la nueva Alianza, Jesús... " (Hb 12, 18-19.22.24).

Habría que traducir: " yo te amo entrañablemente, desde lo más íntimo de mi ser ". Con estas palabras se expresa el sentido de lo preceptuado en Dt 6, 4, según la lectura anterior.

Años pares

Ha 1, 12-2, 4: El justo vivirá por su fe. El profeta Habacuc, coetáneo de Jeremías, exalta la potencia de Dios y se lamenta del espantoso poderío del rey de Asiria. Seguidamente el profeta aguarda la visión que tiene que esperar con paciencia. Comenta San Agustín:

" Igualmente si dijéramos que carecemos en absoluto de justicia, carecemos también de fe; y si no tenemos fe, ni siquiera somos cristianos. Si tenemos fe, algo de justicia poseemos. ¿Quieres conoces la medida de ese algo? El justo vive por la fe... puesto que cree lo que no ve " (Sermón 158, 4).

– Con el Salmo 9 decimos: " No abandonas, Señor, a los que te buscan... Él será el refugio del oprimido... Él venga la sangre. Él recuerda y no olvida el grito de los humildes ". La acción de gracias y la alabanza es un modo de manifestar la fe en Dios. Pero la fe es, además, la más pura fuente de alegría; más aún, de una alegría desbordante. Este tema de la fe se repite muchas veces en el Salterio. Hay que vivir según la fe. El que vive como un pagano, el avaro, el intrigante, el malhechor, el opresor, ha negado la fe en la práctica y no tardará de abandonarla por completo; porque, si el corazón está corrompido, pronto se nublará la vista para no ver claro las cosas de la fe.

Evangelio

Mt 17, 14-19: Si tuvierais fe, nada os será imposible. Con ocasión de la curación del epiléptico, Jesús recomienda siempre la fe. La incredulidad no puede hacer milagros. Pero la fe es capaz de obtener de Dios grandes cosas. San Juan Crisóstomo dice:

" La Escritura nos muestra que este hombre era muy débil en la fe, Muchas circunstancias nos patentizan esta debilidad de fe: el haberle dicho Cristo "para el que cree todo es posible"; la respuesta misma del hombre a Cristo "Señor, ayuda a mi incredulidad"; el haber mandado al demonio que no volviera a entrar en el enfermo. Y otra prueba de poca fe es haber dicho el hombre a Cristo: "Si puedes"...

– " Mas si la falta de fe del padre -me dirás- fue la causa de que el demonio no saliera del enfermo, ¿cómo es que el Señor reprende a sus discípulos?

– " Porque quiere hacerles ver que podían ellos mismos, sin contar con los que se les acercaban, curar en muchas ocasiones con sola su fe. Porque así como muchas veces ha bastado la fe del suplicante para recibir la gracia aun de taumaturgos inferiores, así otras muchas ha bastado la fuerza del taumaturgo, aun sin la fe de los que se les llegaban, para obrar el milagro... De uno y otro caso se muestran ejemplos en la Escritura " (Homilía 57, 3 sobre San Mateo).

San Agustín comenta:

" Nuestro Señor Jesucristo... reprochó la infidelidad hasta en sus mismos discípulos... Si los apóstoles eran incrédulos, ¿quién puede llamarse creyente?... No obstante, ni siquiera cuando eran incrédulos los abandonó la misericordia del Señor, sino que los censuró, los nutrió, perfeccionó y coronó. Pues también ellos, conscientes de su debilidad le dijeron: "Señor, auméntanos la fe" (Lc 17, 5). La primera cosa útil era la ciencia, saber de qué estaban escasos; la gran felicidad saber a quien lo pedían... Ved si no llevaban sus corazones como a la fuente y llamaban para que se les abriera y los llenara. Quiso que se llamase a la puerta, no para rechazar a los que lo hicieran, sino para ejercitar sus deseos " (Sermón 80, 1).