– Jos 24, 1-3: Os saqué de Egipto. Os dí una tierra. El Señor habla al pueblo por boca de Josué y le recuerda las maravillas obradas en su favor.
El relato de la asamblea de Siquem ilustra de forma interesante el contenido de la Alianza, que no se reduce, en primer término, al hecho de Dios que reconoce a su pueblo. Es ante todo, la constitución de un pueblo en torno a una fe común y a un culto común. Israel reconoció a su Dios. Nacionalidad y religión son inseparables en Israel. Todo es comunitario. Dios no quiso la santificación ni la salvación de unos cuantos individuos considerados aisladamente, sino la constitución de un pueblo, de un reino, de una nación, donde se santifiquen y se salven los individuos. Esto en el Antiguo Testamento, en el Nuevo y en la vida de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo. De ahí el sentido comunitario de la liturgia que no parte del " yo " sino del " nosotros ".'
– Esto da ocasión para que, con el Salmo 135, demos gracias al Señor, " porque es eterna su misericordia; dio su tierra en heredad, en heredad a Israel, su siervo y lo libró de sus opresores ". En este salmo se desarrolla el tema en forma de grandiosa letanía que, a través de las obras de Dios que se conmemoran, dejada grabada en el corazón una sola idea: que la misericordia de Dios es eterna, cosa que se repite veintiséis veces.
Recordando que este salmo lo recitó Cristo después de la institución de la Eucaristía, es un buen momento para agradecer a Dios tan inmenso don en el que se manifestó su misericordia, como en ninguna otra obra suya. Este Salmo es llamado el Gran Hallel, o la Gran Alabanza. La obra de la creación y toda la historia de la salvación no es más que una sola y grande manifestación del inmenso amor de Dios para con los hombres. Esto exige de nosotros una incesante correspondencia de amor.
– Ez 16, 1-15.60.63: Dios bondadoso otorga sus bienes, pero el hombre los rechaza. Resumen de la historia de Israel, que es mimado por Dios, pero él no le corresponde. Castigo y perdón, pues Dios, que es infinito en todo, lo es también en su amor misericordioso.
El amor de Yahvé por Jerusalén se manifiesta como una elección personal, como un don del corazón, como instituciones, culto... Se trata de una comunión total, y nada en la vida de la ciudad es ignorado por el amor y la gracia divina. Por todo esto, la infidelidad de Jerusalén es particularmente grave. Ningún pueblo ha sido tan favorecido por Dios, por lo cual son menos culpables que Jerusalén. ¿Qué decir de la vida cristiana, de nuestra elección a la vida de la gracia, a la íntima unión con Dios, a pertenecer al Cuerpo Místico de Cristo? Nuestras infidelidades son más graves que las de Jerusalén.
– Como Salmo responsorial se han escogido algunos versos de Isaías 12: " Ha cesado tu ira y me has consolado ". Por eso el piadoso profeta exulta de gozo: " El Señor es mi Dios y Salvador; en Él confío y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor. Él fue mi salvación. De la Fuente de la Salvación saco agua, es decir, de su Sagrado Corazón. Doy gracias, invoco su nombre, cuento a los pueblos sus hazañas, proclamo que su nombre es excelso...¡Qué grande es el Señor en medio de nosotros! ".
– Mt 19, 3-12: Matrimonio indisoluble y exaltación del celibato. Dios quiere que marido y mujer estén unidos como una sola carne. Nadie es quien para cambiar el sentido de unas palabras tan claramente enunciadas: " lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre ", aunque este hombre fuese Moisés. San Juan Crisóstomo dice:
" Mirad la sabiduría del Maestro. Preguntado si es lícito abandonar a la mujer, no responde a bocajarro: "No, no es lícito", con lo que podían alborotarse y turbarse sus preguntantes. No; antes de pronunciar su sentencia, pone la cuestión en evidencia por el hecho mismo de la Creación, haciendo así ver que el mandato venía también de su Padre, y que, si Él mandaba aquello, no era por oponerse a Moisés. Pero mirad cómo no lo afirma solo por el hecho mismo de la Creación, sino por el mandamiento mismo de su Padre. Porque no solo dijo que Dios hizo un solo hombre y una sola mujer, sino que mandó también que uno solo se uniera con una sola. Si Dios, en cambio, hubiera querido que el hombre pudiera dejar a una y tomar a otra, después de hacer un solo varón, hubiera formado muchas mujeres. Pero, la verdad es que tanto por el modo de la Creación como por los términos de su Ley, Dios demostró que uno solo ha de convivir con una sola para siempre y que jamás puede romperse la unión " (Homilía 62, 1, sobre San Mateo).