– Jc 9, 6-15: El Señor es nuestro Rey. La fábula de Yotán constituye un aviso contra el régimen de la monarquía. En realidad Dios es el verdadero Rey de Israel. Por el contrario, no pocas veces los gobernantes humanos, en lugar de buscar el bien común del pueblo, buscan sus propias ventajas.
– Adecuadamente el Salmo 20 canta ahora: " Señor, el rey se alegra por tu fuerza. ¡Y cuánto goza con tu victoria! Le has concedido el deseo de su corazón, no le has negado lo que pedían sus labios. Te adelantaste a bendecirlo con el éxito, y has puesto en su cabeza una corona de oro fino. Te pidió vida, y se la has concedido, años que se prolongan sin término. Tu victoria ha engrandecido su fama, lo has vestido de honor y de majestad. Le concedes bendiciones incesantes, lo colmas de gozo en tu presencia ".
En realidad el Salmo habla de Cristo, cuyo reino no tendrá fin. Bellamente expone esto San Ambrosio:
" Todo lo tenemos en Cristo; todo es Cristo para nosotros. Si quieres curar tus heridas, Él es médico; si estás ardiendo de fiebre, Él es manantial; si estás oprimido por la iniquidad, Él es justicia; si tienes necesidad de ayuda, Él es fuerza; si temes la muerte, Él es Vida. Si deseas el cielo, Él es el Camino. Si refugio de las tinieblas, Él es Luz. Si buscas manjar, Él es alimento " (Sobre la virginidad 16, 99).
Y San Jerónimo:
" El Señor viene con fortaleza y en su mano tiene el Reino, la potestad y el imperio " (Comentario al Evangelio de Mateo 3, 19).
San Hipólito escribe:
" ¿Qué es el advenimiento de Cristo? La liberación de la esclavitud, el principio de la libertad, el honor de la adopción filial, la fuente de la remisión de los pecados y la vida verdaderamente in-mortal para todos " (Homilía de Pascua).
San Agustín comenta:
" Cristo no era Rey de Israel para imponer tributos, ni para tomar ejércitos armados y guerrear visiblemente contra sus enemigos. Era Rey de Israel para gobernar las almas, para dar consejos de vida eterna, para conducir al Reino de los cielos a quienes estaban llenos de fe, de esperanza y de amor " (Tratado sobre el Evangelio de San Juan 51, 4).
San Cirilo de Alejandría:
" Posee Cristo la soberanía de todas las criaturas, no arrancada por fuerza, ni quitada por nadie, sino en virtud de su misma esencia y naturaleza " (Comentario al Evangelio de San Lucas 10).
– Ez 34, 1-11: Libraré a mis ovejas de sus fauces. Los habitantes de Judá fueron gobernados por pérfidos monarcas y luego fueron víctimas de los explotadores. El profeta augura el advenimiento de un nuevo Pastor, según el Corazón de Dios. Cristo se llamó a Sí mismo Pastor, pues vino a buscar y a salvar a las ovejas. San Agustín comenta:
" Se acusa a los pastores que se apacientan a sí mismos en vez de a las ovejas, por lo que buscan y lo que descuidan. ¿Qué es lo que buscan? Os coméis su enjundia, os vestís con su lana... Después de haber hablado el Señor de lo que estos pastores aman, habla de lo que desprecian. Son muchos los defectos de las ovejas, y las ovejas sanas y gordas son muy pocas, es decir, las que se hallan robustecidas con el alimento de la verdad, alimentándose de los buenos pastos por gracia de Dios.
" Pues bien, aquellos malos pastores no las apacientan. No les basta con no curar a las débiles y enfermas, con no cuidarse de las errantes y perdidas. Tampoco hacen todo lo posible por acabar con las vigorosas y cebadas... Los pastores pueden gloriarse, pero el que se gloría que se gloríe del Señor. Esto es hacer que Cristo sea el Pastor, esto es apacentar para Cristo, esto es apacentar en Cristo, y no tratar de apacentarse a sí mismo, al margen de Cristo " (Sermón 46, sobre los pastores).
– El Salmo 22 nos ayuda a meditar la lectura anterior : " El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar, en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas, me guía por el sendero justo, marcha conmigo, su cayado me sosiega, prepara una mesa ante mí, me unge con perfume, su bondad y su misericordia me acompañan ". Cristo es el Buen Pastor, al cual han de imitar todos los pastores en la Iglesia. Cristo no solo dio su vida por las ovejas, sino que se hizo su alimento, su pasto: la Sagrada Eucaristía.
– Mt 20, 1, 16: ¿Vas a tener envidia porque yo soy bueno? El salario concedido por Dios es un don gratuito y libre de su misericordia, como lo muestra la parábola del dueño de la viña que buscó operarios para que la cultivasen. El pacto establecido es un signo de la alianza entre Dios y el hombre. Don inmenso de Dios. San Jerónimo escribe:
" Considera al mismo tiempo que no advierten que la injusticia de la cual acusan unánimemente al padre de familia con respecto a los obreros de la hora undécima, se da también respecto a ellos mismos. Si el padre de familia es injusto, no lo es con respecto de uno solo sino de todos, porque el obrero de la tercera hora no trabajó lo mismo que el que fue enviado a la viña a la primera hora; del mismo modo, el obrero de la hora sexta trabajó menos que el de la tercera y el de la hora novena menos que el de la hora sexta.
" Así todos los que fueron llamados antes envidian a los gentiles y se retuercen por la gracia del Evangelio. Por eso el Salvador concluye la parábola diciendo: Los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros, porque los judíos, de cabeza que eran, se convirtieron en cola y nosotros pasamos de ser cola a ser cabeza " (Comentario al Evangelio de Mateo, 20, 12).