– Rt 1, 1.3-6.14-16.22: La extranjera Rut, nuera de Noemí de Belén, se queda junto a ésta al morir su esposo y permanece fiel a la familia judía. Así se convertirá en antecesora del rey David y del Mesías. Es admirable la elección de Dios con respecto a la Historia de la Salvación y, en definitiva a la venida del Mesías. Se rompen siempre los moldes humanos. Es Dios quien dirige la historia, incluso en el ejercicio de la libertad humana. Ya lo hemos dicho: no Eliezer, sino Abrahán, no Esaú sino Jacob, no Rubén sino Judá, no Saúl, sino David.
– El Salmo 145 ofrece grandes motivos para la alabanza divina: " Dichoso al que auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él, que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos... El Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. Sustenta al huérfano y a la viuda.. El Señor reina eternamente "... Como puede verse se trata de llevar una vida totalmente entregada a la alabanza de Dios, una vida que sea sinónimo de alabanza de Dios, nacida del amor. Por eso decía San Juan de la Cruz: " Mi alma se ha empleado / y todo mi caudal en su servicio. / Ya no guardo ganado, / ni ya tengo otro oficio; / que ya solo en amar es mi ejercicio ".
Tenemos motivos para este ejercicio perenne del amor, pues contemplamos las obras que Dios ha manifestado en Cristo y por eso la Iglesia invita a los pueblos a alabar al Señor, que es grande, que es poderoso, que ha hecho grandes maravillas con la redención. Con razón se ha escrito que Cristo es la revelación del Corazón de Dios lleno de Amor.
– Ez 37, 1-14: El Espíritu del Señor vivifica todo. Visión de los huesos que vuelven a la vida: profecía sobre el resurgir del pueblo de Dios. Habrá una nueva restauración nacional comparable a una nueva creación animada por el Espíritu de Dios a través del profeta. Comenta Orígenes:
" Grande es el misterio de la resurrección y difícil de contemplar para la mayoría de nosotros. Pero la Escritura lo afirma en muchos lugares, especialmente en aquellas palabras de Ezequiel: Profetiza sobre estos huesos y diles: Vosotros huesos secos, oíd la palabra del Señor... Cuando vengan la auténtica resurrección del verdadero y perfecto cuerpo de Cristo, los que ahora son miembros de Cristo y entonces serán huesos secos, serán reunidos hueso a hueso y articulación a articulación; y ninguno que no esté articulado podrá entrar a formar parte del hombre perfecto que tiene las proporciones de la edad perfecta del cuerpo de Cristo (Ef 4, 13). Entonces una multitud de miembros formará un solo cuerpo, en cuanto que todos los miembros, aunque sean muchos, entrarán a formar parte de un solo cuerpo " (Comentario al Evangelio de San Juan 10, 228ss).
– Con el Salmo 106 decimos: " Dad gracias al Señor, porque es eterna su misericordia, que lo confiesen los redimidos por el Señor, los que rescató de la mano del enemigo, los que reunió de todos los países: Norte, Sur, Oriente y Occidente..., se les iba agotando la vida, pero gritaron al Señor en su angustia y los arrancó de la tribulación "... Toda la vida cristiana debe ser una constante acción de gracias, una eucaristía, cantada y vivida para gloria de Dios. La Eucaristía no solo es el centro de la vida cristiana, sino que en ella se hace palpable la misericordia del Señor que eleva al hombre a una resurrección constante para identificarse con Cristo. El mundo sobrenatural de la gracia y de la vida eterna se presenta en la Biblia como una segunda creación y un retorno a la felicidad del paraíso.
– Mt 22, 34-40: Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo. Síntesis de toda la religión cristiana: el amor. San Agustín ha comentado este pasaje evangélico muchas veces:
" ¿Qué nos ha prometido Dios? Hermanos míos, ¿qué he decir que sea deseable para nosotros? ¿Qué puedo decir? ¿Es oro? ¿Es plata? ¿Son posesiones? ¿Son honores? ¿Es algo de lo que conocemos en la tierra? Si es así, es algo despreciable. Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni subió nunca al corazón del hombre es lo que ha preparado Dios a los que le aman (1Co 2, 9). En pocas palabras voy a decirlo: no sus promesas, sino Él mismo.
" Quien lo hizo todo es mayor que todo; quien dio forma a todo es más hermoso que todo, quien dio fuerza a todo es más poderoso que todo. Así, pues, en comparación con Dios, nada es cualquier cosa que amemos en la tierra. Es poca cosa, es nada eso que amamos; nosotros mismos nada somos. El mismo amante debe sentirse vil en comparación de lo que debe amar. No es otra cosa que aquella caridad que debe brotar de todo el corazón, de todo el alma, de toda la mente. Pero añadió: "amarás a tu prójimo como a ti mismo". En estos dos mandamientos se compendian la ley y los profetas (Mt 22, 37.39.40), de forma que si amas al Señor, sabes que te amas a ti mismo, si en verdad amas al Señor. Si, por el contrario, no amas a Dios, ni siquiera a ti mismo te amas. Cuando aprendas a amarte a ti mismo amando a Dios, arrastra al prójimo hacia Dios para que juntos disfrutéis del bien, del gran bien, que es Dios " (Sermón 301,A,6).