22ª semana del Tiempo Ordinario, viernes

Años impares

Col 1, 15-20: Todo fue creado por Él y para Él. Himno a Cristo, primogénito de toda criatura. Es la cabeza de la Iglesia. Comenta San Agustín:

" Fue entregado a la afrenta, a la flagelación y a la muerte, y con el ejemplo de su pasión nos enseñó cuánta paciencia requiere el caminar con Él. A su vez, con el ejemplo de su resurrección nos afianzó en aquello que debemos esperar de Él mediante la paciencia... Somos el Cuerpo de aquella Cabeza, en la que se ha realizado ya el objeto de nuestra esperanza. De Él se ha dicho que es la Cabeza del Cuerpo de la Iglesia, el primogénito, el que tiene la primacía (Col 1, 18)... Y, dado que antes de resucitar nuestra Cabeza recibió el tormento de la flagelación, afianzó también nuestra paciencia... No decaigamos ante el azote, para gozarnos en la resurrección... Aunque no haya llegado la plenitud de nuestro gozo, no por eso nos ha dejado ahora sin gozo alguno, puesto que estamos salvados en esperanza " (Sermón 157, 3-4).

– Con el Salmo 99 decimos: " Entrad en la presencia del Señor con vítores ". Esto es lo que hemos de hacer al considerar que en Cristo reside toda la plenitud y que nos reconcilió por su sangre en la cruz. Por eso aclamamos al Señor en toda la tierra, le servimos con alegría, entramos con vítores en su presencia. Él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño, le damos gracias y bendecimos su nombre. El Señor es bueno, su misericordia es eterna y su fidelidad por todas las edades ". Si todo esto es integrado en nuestra vida, sabremos que el servicio del Dios vivo es la suprema alegría y felicidad; más aún, que la alegría es una forma de servicio: un medio por el cual podemos ser sacrificios vivientes de acción de gracias.

Años pares

1Co 4, 1-5: El Señor pondrá al descubierto los designios del corazón. Los apóstoles han de ser fieles a su misión. Hemos de dar cuenta al Señor. Comenta San Agustín:

" Ver el corazón es propio de Dios; propio del hombre no es más que juzgar las cosas externas. "No juzguéis, pues, antes de tiempo". ¿Qué significa antes de tiempo? Lo dice a continuación: "Hasta que venga el Señor e ilumine lo que se oculta en las tinieblas". ¿De qué está hablando? Escucha lo que sigue: "Y manifestará los pensamientos del corazón" (1Co 4, 5). Esto es iluminar lo que se oculta en las tinieblas: manifestar los pensamientos del corazón. Ahora nuestros pensamientos son luminosos para nosotros mismos, para cada uno en particular; mas para nuestros prójimos están en las tinieblas, puesto que no los ven. Allí también Él ha de conocer lo que tú sabes que estás pensando. ¿Por qué temes? Ahora quieres ocultar tus pensamientos, tienes miedo a que se conozcan, quizá en alguna ocasión piensas algo malo, quizá algo torpe o algo vanidoso; allí no pensarás nada que no sea bueno, honesto, verdadero, puro, sincero. Pero esto cuando estés allí. Como ahora quieres que se vea tu rostro, así querrás entonces que se vea tu conciencia " (Sermón 243, 5).

– Con el Salmo 36 proclamamos: " El Señor es el que salva a los justos ". Confiemos en el Señor. Él será nuestro juez, hagamos el bien, practiquemos la lealtad, que el Señor será nuestra delicia y Él nos dará lo que pide nuestro corazón. No temamos, encomendemos nuestro camino al Señor, confiemos en Él y Él actuará, hagamos su justicia, es decir, cumplamos sus mandamientos y Él nos presentará radiantes. Apartémonos del mal y hagamos el bien. El Señor ama la justicia. En realidad el justo verdadero es solo Cristo. Nosotros hemos de seguirlo, imitarlo, siguiendo en todo sus enseñanzas. Así no temeremos que se vea nuestra conciencia. Pero, además, Él es infinitamente misericordioso.

Evangelio

Lc 5, 33-39: Solo ayunarán en los días ausentes de Cristo. Es lo que hizo la primitiva Iglesia en los días anteriores a la Pascua, es decir, el Viernes y Sábado Santos. Luego se fue alargando más, hasta llegar a la Cuaresma en el siglo IV. Escribe San Ambrosio:

" ¿Qué días son estos en que nos será arrebatado Cristo, siendo así que Él ha dicho: "Yo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos" (Mt 28, 30) y : "Yo no os dejaré huérfanos" (Jn 14, 18). Pues es cierto que si Él nos abandonase no podríamos ser salvados. Nada puede arrebatarte a Cristo si tú no quieres. Que no te lo arrebate ni tu vanidad, ni tu presunción, ni presumas de la ley; pues no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores... Los hijos del Esposo, es decir, los hijos del Verbo, elevados por la regeneración del bautismo a la condición de la naturaleza divina, mientras el Esposo estuviera con ellos no podían ayunar.

" Ciertamente no se trata de una prohibición del ayuno con el cual se mortifica la carne y se debilita la sensualidad; pues este ayuno nos lo recomienda Dios. ¿Cómo había de prohibir el Señor el ayuno a sus discípulos, cuando Él mismo ayunaba y cuando les decía que los malísimos espíritus no podían ser superados sino con la oración y el ayuno? (Mt 17, 20). También en este lugar llamó al ayuno vestido viejo, que el Apóstol ha estimado se ha de desechar (Ga 3, 9.10), para revestirnos el que ha sido renovado por la santificación del Bautismo " (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib. V, 20.23).