– Rm 4, 1-8: La fe de Abrahán, modelo de la fe del cristiano. Abrahán fue tenido por justo en razón de su fe, don gratuito de Dios. Comenta San Agustín:
" Contra quienes dicen que Dios es bueno y misericordioso, y que no dejará que se pierda muchedumbre tan grande, salvando a unos pocos..., contra éstos dice el Apóstol: "¿ignoras que la paciencia de Dios es para llevarte a la penitencia? Tú, en cambio, de acuerdo con la dureza e impenitencia de tu corazón, te atesoras ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, que recompensará a cada uno según sus obras" (Rm 2, 4-6) " (Sermón 339, 3).
– El Salmo 31 nos hace ver esa justicia de Dios: " Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien Dios no le apunta su delito ". Hemos pecado, Señor, lo reconocemos, no hemos encubierto nuestro delito. Confesamos nuestra culpa y tú nos has perdonado. Todo esto es un motivo grande para la alabanza divina, para gozar en el Señor y aclamarlo con un corazón agradecido.
– Ef 1, 11-14: Somos marcados con el Espíritu Santo. El Apóstol contempla, como una nueva bendición divina, la realización concreta en la historia del misterio que es fruto de la Redención de Jesucristo. Enseña San Basilio:
" Por Jesucristo se nos da la recuperación del paraíso, el ascenso al reino de los cielos, la vuelta a la adopción de hijos, la confianza de llamar Padre al mismo Dios, el hacernos consortes de la gracia de Cristo, el ser llamados hijos de la Luz, el participar de la gloria del cielo; en una palabra, [por Cristo] encontramos una total plenitud de bendición tanto en este mundo como en el venidero... Si la prenda es así, ¿cómo será el estado final? Y si tan grande es el comienzo, ¿cómo será la consumación de todo? " (Sobre el Espíritu Santo 15, 36).
– Con el Salmo 32 cantamos alborozados que somos el pueblo que el Señor se escogió como heredad. Todos juntos, judíos y gentiles. Dios no niega a nadie la salvación. Aclamemos al Señor con la cítara, toquemos en su honor el arpa de diez cuerdas. " La palabra del Señor es sincera y todas sus acciones son leales. Él ama la justicia y el derecho y su misericordia llena la tierra. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que Él se escogió como heredad ". Dichoso, pues, el mundo, pues Dios quiere hacerse Padre de todos, y a todos vino a salvar Jesucristo, que nos ama entrañablemente.
– Lc 12, 1-7: Ni de un gorrión se olvida Dios. La Providencia divina todo lo dirige, hasta lo mínimo, con sabiduría y amor. Comenta San Ambrosio:
" El Señor inspira una disposición de simplicidad, y robustece el valor del alma, ya que la fe sola titubea. Él la fortifica con realidades humildes; porque si Dios no se olvida de las aves, ¿cómo podrá olvidarse de los hombres? Y si la majestad de Dios es tan grande y tan eterna que ni uno solo de los pájaros, ni el número de los cabellos de nuestra cabeza no existe sin conocerlo Dios, ¡qué indigno resulta creer que este Señor, que atiende con solicitud a lo más pequeño, no se acuerde de los corazones de sus fieles o los desprecie! " (Tratado sobre el Evangelio de San Lucas lib.VII,109 y 111).