31ª semana del Tiempo Ordinario, viernes

Años impares

Rm 15, 14-21: Que nuestra ofrenda agrade a Dios. El ministerio apostólico aparece bajo este aspecto en un sentido muy determinado. Este ministerio es como una liturgia y quien lo ejerce actúa como un sacerdote. El Apóstol predica la palabra y manifiesta la presencia de Cristo resucitado en el corazón, en los acontecimientos y en las cosas. Es sacerdote no como un especialista de ritos, como los sacerdotes del templo de Jerusalén, sino porque al revelar el sentido pascual de todas las cosas, ayuda a sus oyentes a tomar actitudes de fe, de conversión y de compromiso, y ése es el contenido de los sacrificios espirituales de la Nueva Alianza, unidos a la sagrada Eucaristía, que actualiza sacramentalmente el sacrificio redentor del Calvario.

Todas estas realidades del mundo de la gracia son ya una maravilla, pero aún han de perfeccionarse y llegar a plenitud en la gloria. Escribe Orígenes:

" No nos equivoquemos, porque si Pablo y los que son como él se llaman perfectos en comparación con los demás, sin embargo, nadie entre los hombres puede llamarse o ser perfecto con aquella ciencia sublime o aquella perfección propia de los que habitan en el cielo " (Comentario a la Carta a los Romanos 10, 10).

– Con el Salmo 97 pedimos al Señor que revele a las naciones su victoria. " Cantemos al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas, su diestra le ha dado la victoria, revela a las naciones su justicia, se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel [de la Iglesia, de cada uno de nosotros]. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad ".

Años pares

Flp 3, 17-4, 1: Aguardamos al Señor. Él transformará nuestra condición humilde, según el modelo de su condición gloriosa. Cristo nos transforma por su palabra, y aún más por su ejemplo. También nosotros ayudamos a los demás con nuestra palabra, pero aún más con nuestra vida. Comenta San Juan Crisóstomo:

" No hay mejor enseñanza que el ejemplo del Maestro... Hablad, pues, con sabiduría, instruid con toda la elocuencia posible; pero sabed que vuestro ejemplo causará una impronta más fuerte y decisiva... Cuando vuestras obras sean consecuentes con vuestras palabras, no habrá entonces nada que se os pueda objetar " (Homilía sobre Flp 3).

No seamos enemigos de la Cruz de Cristo, nos advierte San Pablo, que ya en su tiempo encontró fieles que no respondían verdaderamente a la vocación cristiana por miedo a la Cruz. Sigamos fielmente las enseñanzas de Cristo, el gran Maestro que nos dio doctrina admirable y un ejemplo cabal. Vivamos eso mismo que Él nos enseñó y vivió.

– La Casa del Señor a la que nos encaminamos es la gloria futura, la Jerusalén celeste, llamada visión de paz. Y así con el Salmo 121 decimos: " Qué alegría, cuando me dijeron "vamos a la Casa del Señor". Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén. Allí suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor "... En la Jerusalén celeste nos aguarda Dios, nuestro Señor, justo y misericordioso. Y en este caminar hacia el cielo no podemos dejar que nos dominen las fuerzas del mal, sino que hemos de superar todas las dificultades con la gracia del Señor.

Evangelio

Lc 16, 1-8: Los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz. La astucia del mundo ha de ser superada con valentía y generosidad, no con habilidades arteras, sino con la gran fuerza del cristianismo, que es el amor. Hemos de colaborar con el Salvador con gran diligencia, sin desgana y pe-reza. Comenta San Agustín:

" ¿Por qué propuso el Señor esta parábola? No le agradó aquel siervo fraudulento, que defraudó a su amo y sustrajo cosas que no eran suyas. Además las hurtó a escondidas, y le causó daño preparándose un lugar de descanso y tranquilidad para cuando tuviera que abandonar la administración. ¿Por qué propuso el Señor esta parábola? No porque el siervo aquel hubiera cometido un fraude, siendo previsor para el futuro, sino para que se avergüence el cristiano que carece de determinación viendo alabado el ingenio de un fraudulento. En efecto, dice: "los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz". Ellos comenten fraudes mirando al futuro. ¿Mirando a qué vida tomó precauciones aquel mayordomo? Mirando a aquella vida a la que tendría que pasar cuando se lo mandaren. Y si él se preocupó por la vida que tiene un fin, ¿tú no te preocuparás por tu vida eterna? " (Sermón 359, 10).