33ª semana del Tiempo Ordinario, martes

Años impares

2M 6, 18-31: Eleazar prefiere morir antes que desobedecer al Señor. El cristiano es un embajador del Señor, pero no es dueño del mensaje que transmite. Por eso su intransigencia para guardar la pureza del mensaje no se podrá tachar de fanatismo o de integrismo, sino de fidelidad a una misión debidamente aceptada. Esto le traerá a veces persecuciones, como a Jesucristo, a los Apóstoles y a todos los Santos, pero en esto está la alegría y el triunfo. Ya pasó el tiempo de juzgar las cosas con la oscura mentalidad humana. Hemos de tener el corazón siempre abierto a todos los pensamientos del Espíritu Santo, guardando la fortaleza y la simplicidad del corazón.

– Con el Salmo 3 expresamos nuestra confianza de que el Señor nos sostenga. En realidad son muchos los enemigos que se levantan contra nuestra vida espiritual, muchas fuerzas que se oponen a nuestra intimidad filial con Dios: mundo, demonio y carne. Y al vernos a veces tan abatidos, muchos creen y dicen que ya no nos protege Dios. Pero no es verdad. El Señor es nuestro escudo y nuestra gloria. Él mantiene alta nuestra cabeza, pues cuando lo invocamos, Él nos escucha des-de su monte santo. Podemos, pues, dormir tranquilos, pues el Señor nos sostiene y nos guarda.

Años pares

Ap 3, 1-6.14-22: Yo llamo, y si alguno me abre, entraré y comeremos juntos. Dos de las Iglesias aludidas en el Apocalipsis reciben reproche: una por su falta de cuidado y otra por su tibieza. Son deficiencias permanentes en unas u otras partes de la Iglesia. También en nuestros días. Los fundamentos habituales de la esperanza vacilan, y lo que era interpretado antes con un sentido puramente religioso, adquiere con frecuencia un valor y un sentido profanos. La fe entonces palidece. Dios parece que está ausente. Tenemos necesidad de que se nos despierte el sentido religioso y misterioso de los acontecimientos cotidianos y de los futuros escatológicos. Hemos de abrir las puertas de nuestro corazón a Cristo, tener gran intimidad con Él, corresponderle con un gran amor al que Él nos ha tenido y nos tiene.

– Con el Salmo 14 confesamos que aquel que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua, el que no hace mal al prójimo, ni difama a su vecino, el que ora por la conversión de los impíos y honra a los que temen al Señor, el que no es usurero, ni acepta soborno contra el inocente, ése nunca fallará, pues el Señor está con él y le sostiene con su fuerza.

Evangelio

Lc 19, 1-10: El Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido. No viene solamente para hacerse amigo de la gente justa y buena. Comenta San Agustín:

" ¿Acaso Zaqueo poseía justamente sus riquezas? Leed y ved. Era el jefe de los publicanos, es decir, aquel a quien se entregaban los tributos públicos. De ahí sacó sus riquezas. Había oprimido a muchos, a muchos se las había quitado, mucho había almacenado. Entró Cristo en su casa y le llegó la salvación, como así le dice el Señor: "hoy llegó la salvación a esta casa". Contemplad ahora en qué consiste la salvación.

" Primeramente deseaba ver al Señor, y como era de estatura pequeña, la muchedumbre se lo impedía, por lo que él se subió a un sicómoro y vio lo que pasaba. Jesús lo miró y dijo: "Zaqueo, baja, conviene que yo me detenga en tu casa... Querías verme al pasar, pues hoy me encontrarás habitando en tu casa". Entró en ella el Señor. Lleno de gozo dijo Zaqueo: "Daré a los pobres la mitad de mis bienes... Y si a alguno quité algo, le devolveré el cuádruplo". Se infligió a sí mismo una condena, para no incurrir en la condenación. Por lo tanto, vosotros, con lo que tenéis que proceda del mal, haced el bien " (Sermón 113, 3).