34ª semana del Tiempo Ordinario, miércoles

Años impares

Dn 5, 1-6.13-14.16-17.23-28: Aparecieron unos dedos de mano escribiendo en el muro. El banquete de Baltasar le ofrece a Daniel una nueva oportunidad de mostrar su sabiduría, al descifrar la inscripción. El relato intenta convencer a los judíos y a nosotros de que los acontecimientos de la historia de los hombres son otros tantos eslabones, encadenados entre sí, que aceleran la llegada del fin. Existe, por tanto, una estrecha conexión entre la historia de los hombres y el designio de la salvación de Dios. La religión de los adivinos de Baltasar es incapaz de conocer el sentido y la finalidad de la historia, porque el dios que ellos adoran es caduco, no existe. Nadie puede competir con Dios, ni en ciencia ni en poder, y, sobre todo, nadie puede impunemente ofenderlo con actos sacrílegos.

– Sigue como canto responsorial Daniel 3, es decir, la alabanza a Dios de los tres jóvenes en el horno: " Sol y luna bendecid al Señor. Astros del cielo, lluvia y rocío, vientos todos, fuego y calor, fríos y heladas... bendecid al Señor ". Él es digno de nuestras aclamaciones por las innumerables maravillas que ha realizado en la historia de la salvación, en nuestra historia presente, en nuestra propia alma, con infinita misericordia. Por eso merece toda nuestra correspondencia en el amor.

Años pares

Ap 15, 1-4: Cantaban el cántico de Moisés, el cántico del Cordero. Como los israelitas cantaron a Dios después de cruzar el mar Rojo, así también cantan los que han vencido en este mundo a la Bestia y han llegado al cielo. La Bestia es el enemigo sobre el que ellos han triunfado por el poder de Cristo. Y sus fieles, en el cielo, recordando sus pasadas calamidades, cantan gozosos un cántico de victoria, un himno de acción de gracias. Este canto es un eco de otras alabanzas que se encuentran en el Antiguo Testamento, en las que se canta la grandeza y santidad del Creador del mundo, así como la justicia omnipotente del Señor, que tiene en sus manos las riendas de la historia. Dice San Cesáreo de Arlés:

" Es el canto de uno y otro Testamento, que cantan éstos de los que acabamos de hablar... El templo, ya lo hemos dicho, significa la Iglesia " (Comentario al Apocalipsis 15, 3).

– Unidos a ellos cantamos también nosotros con el Salmo 97: " Grandes y admirables son tus obras, Señor, Dios soberano de todo. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia; se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan; aplaudan los ríos, aclamen los montes. Ante el Señor que llega para regir la tierra. Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud ".

Evangelio

Lc 21, 12-19: Todos os odiarán por causa de mi nombre, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá. En las persecuciones que sufrimos, de tal modo se cumplen las palabras de Cristo, que aquellas no destruyen nuestra esperanza, sino que la confirman.

El final de los tiempos vendrá precedido de una persecución violenta contra los discípulos de Jesús. Pero éstos recibirán del mismo Cristo una forma de expresarse y una sabiduría tales, que serán capaces de resistir hasta el martirio. Con su perseverancia salvarán sus almas. Comenta San Agustín:

" El que nos creó nos dio garantías aun sobre nuestros propios cabellos. Si Dios cuenta nuestros cabellos, ¡cuánto más contará nuestras costumbres! Ved que Dios no desprecia ni siquiera vuestras cosas más insignificantes. Si las despreciara, no las crearía. En efecto, Él creó nuestros cabellos, que tiene contados... ¿Por qué, pues, temes a un hombre, tú, hombre que te hallas en el seno de Dios? Procura no salir de tal seno. Cualquier cosa que sufras allí dentro te servirá de salvación, no de perdición " (Sermón 62, 15).