JUDIT

El libro de Judit es uno de los libros llamados «deuterocanónicos» del Antiguo Testamento porque no forman parte del canon judío. Los manuscritos conservan un texto griego, que se suele considerar traducción de un original semítico (hebreo o arameo). Nuestra traducción ha sido realizada a partir de ese texto griego. Algunas versiones, como la antigua traducción al latín (Vetus latina) y la siriaca, proceden también del griego; sin embargo, en la Vulgata de San Jerónimo aparece una traducción que es fruto de la revisión de antiguas traducciones latinas teniendo a la vista un texto arameo.

1. ESTRUCTURA Y SÍNTESIS DEL CONTENIDO

El libro es un canto a la esperanza en Dios que no se olvida de su pueblo, especialmente cuando éste sufre, y que interviene en su favor cuando es invocado con rectitud de corazón.

Su contenido se puede dividir en dos partes:

I. LOS ISRAELITAS SON ACOSADOS POR UN ENEMIGO PODEROSO (Jdt 1, 1-7, 32)

Se describe la campaña de un ejército poderoso que se dirige hacia Jerusalén y que, cuando está próximo a culminar su avance hacia ella, pone asedio a los israelitas en la ciudad de Betulia. Primero se narra cómo Nabucodonosor fue haciéndose temible gracias al potencial guerrero de sus tropas 1, y a continuación, el impresionante avance de su ejército mandado por Holofernes 2, que se acerca a los israelitas, mientras que ellos invocan atemorizados la protección de Dios 3. Cuando Holofernes se encuentra cerca de Betulia y está tratando con los jefes de sus tropas acerca del asalto de la ciudad, uno de ellos, Ajior, el amonita, proclama ante sus aliados la grandeza del Dios de Israel 4. Por fin, el asedio impuesto a Betulia lleva a sus habitantes a una situación desesperada al borde de la rendición 5.

II. DIOS CONFUNDE A SUS ENEMIGOS POR MEDIO DE JUDIT (Jdt 8, 1-16, 25)

Cuando la situación ha llegado a ser desesperada, Judit reza confiadamente y pide a Dios que la ayude a llevar a cabo lo que ha pensado para salvar a su pueblo 6. Su plan es audaz y peligroso: sale de la ciudad y se dirige al campo enemigo; allí logra tener acceso hasta Holofernes y éste, tras un banquete ofrecido a sus oficiales, cae rendido por el sueño, totalmente ebrio, momento que aprovecha Judit para cortarle la cabeza y llevarla en un saco a Betulia 7. Ajior, el amonita, que había sido acogido por los hijos de Israel tras haber sido expulsado del campamento enemigo por Holofernes, al enterarse de lo sucedido, creyó en Dios y se incorporó a la casa de Israel 8. El gran ejército que había dominado a muchos pueblos y había acosado a los israelitas se dispersó 9. El libro termina exaltando la figura de Judit que, después de subir a Jerusalén junto con todo el pueblo para consagrar a Dios su parte del botín, pasó en Betulia el resto de su larga y feliz vida, honrada y estimada por todo el pueblo10.

2. COMPOSICIÓN

Es muy difícil precisar la fecha de composición, ya que, debido a su peculiar género literario, no sirven como puntos de referencia las alusiones a los hechos narrados. Por ejemplo, se habla de Nabucodonosor, rey de Nínive, reinante poco después de que los judíos hubieran regresado de la cautividad y reconstruido el Templo, cuando en realidad Nabucodonosor fue rey de Babilonia y llevó allí desterrados a los judíos. En la redacción se pueden encontrar expresiones típicas de la época persa –preparar la tierra y el agua11, el dios del cielo12, los nombres de Holofernes y Bagoa, etc.–, pero también muchos elementos griegos –la gerusía de Jerusalén13, el empleo de coronas14, la alusión a un rey (Nabucodonosor) divinizado15, etc.–. Además, no resulta posible identificar plenamente el marco geográfico y muchos topónimos del relato, entre ellos Betulia.

No se trata, pues, de un libro histórico en el sentido que hoy día damos a esta palabra. Su particular género literario está lleno de elementos simbólicos: la pequeña ciudad de Betulia, que resiste heroicamente, es símbolo de todo Israel; Judit (que significa «la judía»), joven y hermosa, piadosa e intrépida, personaliza al pueblo entero que se enfrenta audazmente sólo con su fe y su confianza en Dios a sus enemigos poderosos en fuerza y en ciencia, simbolizados en Nabucodonosor y su lugarteniente Holofernes.

La redacción del libro de Judit habría que situarla hacia la segunda mitad del siglo II a.C., en el contexto de la persecución de Antíoco IV Epífanes y la revolución macabea.

3. ENSEÑANZA

La clave teológica del libro se encuentra en la oración de Judit16: el que ha querido seducir a Israel llevándolo a la idolatría, es seducido y vencido; en cambio, los que son cumplidores de sus compromisos con Dios pueden contar siempre con la fidelidad del Señor como punto de apoyo. Todo el escrito transmite un mensaje de esperanza en el Dios de Israel, que conduce la historia de su pueblo.

Judit simboliza la fe mientras que Holofernes es prototipo de la fuerza. Judit no posee armas ni destreza en su manejo, pero no le falta energía gracias a su confianza en Dios. La confrontación entre ambos es paradigma del contraste entre los que confían en el poderío humano y los que esperan en Dios. Es la misma doctrina del Sal 20, 8: «Unos confían en sus carros, otros en sus caballos, nosotros invocamos el Nombre del Señor, nuestro Dios».

Judit es hermosa y prudente17. Es, pues, figura de la mujer dotada de la sabiduría que proporciona la fe y la confianza en Dios18 que superan toda sabiduría humana, ya sea babilónica o griega. Pero es, sobre todo, figura de la persona piadosa que es capaz de enfrentarse a las empresas más arriesgadas en favor de sus hermanos.

A pesar de que la lógica humana llevaría a pensar que el mundo está a merced de los poderosos, el libro de Judit invita a pensar según la lógica de Dios de la que habla San Pablo: «Dios escogió la necedad del mundo para confundir a los sabios, y Dios eligió la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes; escogió Dios a lo vil, a lo despreciable del mundo, a lo que no es nada, para destruir lo que es, de manera que ningún mortal pueda gloriarse ante Dios»19.

No obstante la fe en Dios no excluye la necesidad de la colaboración humana. La derrota de los asirios, según el relato, es fruto del empuje, la iniciativa y la habilidad de Judit, y no de espectaculares intervenciones divinas. Ella pone inteligentemente todos los medios a su alcance y Dios hace que triunfe en una tarea que humanamente no parecía tener ninguna posibilidad de éxito.

4. EL LIBRO DE JUDIT A LA LUZ DEL NUEVO TESTAMENTO

Ni el libro de Judit, ni su heroína vienen citados explícitamente en el Nuevo Testamento. Sin embargo, sí hay una alusión muy significativa, cuando Isabel se dirige a Santa María con el mismo saludo con el que Ozías cantaba a Judit: «Bendita tú entre las mujeres»20. De esta expresión, y de otras cualidades de Judit resaltadas por el texto, la tradición de la Iglesia tuvo a Judit como tipo de María, ya que «a lo largo de toda la Antigua Alianza, la misión de María fue preparada por la misión de algunas santas mujeres»21. De hecho, en la Liturgia de las horas, se aplican a Santa María algunos textos que cantan la grandeza de la heroína judía22.

Como en otros escritos narrativos del Antiguo Testamento, los Padres y los escritores eclesiásticos han visto en el libro de Judit un ejemplo de la Providencia de Dios que no abandona nunca a su pueblo. También comparten con este escrito la visión de la elección preferencial de Dios por lo humilde, por lo que parece poco, para confundir a lo que parece mucho: así una mujer, más débil que el hombre en cuanto a su fortaleza física, es más fuerte por su valentía y su confianza en Dios23.

La figura de Judit es vista también como modelo de otras virtudes. Es ejemplo de coraje, de castidad, de oración confiada a Dios, y, por su entereza final al rechazar a quienes la pretendían en matrimonio, es un modelo para las viudas que deciden vivir dedicadas a Dios.

1 Jdt 1, 1-16.
2 Jdt 2, 1-Jdt 3, 10.
3 Jdt 4, 1-15.
4 Jdt 5, 1-Jdt 6, 21.
5 Jdt 7, 1-32.
6 Jdt 8, 1-Jdt 9, 14.
7 Jdt 10, 1-Jdt 13, 20.
8 Jdt 14, 1-10.
9 Jdt 14, 11-Jdt 15, 7.
10 Jdt 15, 8-Jdt 16, 25.
11 cfr Jdt 2, 7.
12 cfr Jdt 5, 8.
13 cfr Jdt 11, 14.
14 cfr Jdt 3, 7.
15 cfr Jdt 3, 8.
16 cfr Jdt 9, 1-14.
17 cfr Jdt 8, 26-28.
18 cfr Jdt 8, 15.
19 1Co 1, 27-29.
20 Lc 1, 42; cfr Jdt 13, 18.
21 Catecismo de la Iglesia Católica, 489.
22 cfr Jdt 13, 18-20; Jdt 15, 9.
23 cfr S. Clemente Romano, Ad Corinthios 55, 3-5; S. Ambrosio, De viduis 38ss.