De las palabras del Salmo responsorial -Señor, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él? (…) Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad (cfr. (Sal 8, 1)- y del relato del Génesis (Gn 1, 20-2, 4) que acabamos de escuchar, nos sorprende la ternura y el amor de Dios que, en la Creación, le dio al hombre todo. Yo diría que son tres los grandes dones que podemos destacar.
Primero la identidad. Ante todo, nos dio el ADN, es decir, nos hizo hijos, nos creó a su imagen y semejanza, como Él. Y cuando uno tiene un hijo, no puede dar marcha atrás: el hijo ya está hecho, ya está ahí. Que se le parezca mucho o poco, da igual, siempre se asemejará al padre -a veces no-, pero es su hijo y ha recibido su identidad. Y si el hijo es bueno, el padre estará orgulloso de ese hijo, ¿verdad?: ‘¡Mira qué bueno es!’. Y si es un poco feo, pues el padre dice: ‘¡Es guapo!’, porque el padre es así. Siempre. Y si es malo, el padre lo justifica, lo espera… Jesús nos enseñó cómo un padre sabe esperar a sus hijos. Nos dio esa identidad de hijo: hombre y mujer; debemos añadir: hijos. Somos como dioses, porque somos hijos de Dios.
El segundo don de Dios en la Creación es una tarea: nos ha dado toda la tierra, para dominarla y someterla, como dice el Génesis. Es pues una realeza la dada al hombre, porque Dios no lo quiere esclavo sino señor, rey, pero con una tarea. Como Él trabajó en la Creación, nos ha dato a nosotros el trabajo, el deber de sacar adelante la creación. No de destruirla, sino de hacerla crecer, cuidarla, protegerla y sacarla adelante. Nos dio todo. Es curioso, pienso yo: pero no nos dio dinero. Lo tenemos todo. ¿Quién hizo el dinero? No lo sé. Dicen las abuelas que el diablo entra por los bolsillos: puede ser… Nos dio toda la Creación para protegerla y llevarla adelante: ese es el segundo don.
Y finalmente, creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. Después del dominio sobre la creación, este es el tercer y último don: el amor que une al hombre a la mujer. Varón y mujer los creó. No es bueno que el hombre viva solo. Y le hizo una compañera. Dios-amor da al hombre el amor, y un diálogo de amor debe haber sido el primero entre hombre y mujer, imagino yo.
Agradezcamos al Señor estos tres regalos que nos ha dado: la identidad, el don-tarea y el amor. Y pidamos la gracia de proteger esa identidad de hijos, de trabajar el don que nos ha dado y llevar adelante con nuestro trabajo ese don, y la gracia de aprender cada día a amar más.