Vida de Cristo


Palestina, tierra de Jesús
Galilea
Samaría
Judea
Jerusalén
Caminos de Palestina
El camino por Samaría
De Nazaret a Jerusalén por el valle del río Jordán
Otras distancias más cortas
Situación social, económica y religiosa de Jerusalén y Palestina
Situación económica
Las clases sociales
Situación política
Los grupos religiosos
Qumrán
Las fiestas judías
Monedas vigentes en tiempos de Jesucristo
Monedas de origen griego
Monedas de origen romano
Moneda judía: el siclo
Moneda – origen – metal
Medidas de tiempo entre los judíos
Bibliografía

PALESTINA, TIERRA DE JESÚS

Palestina, situada en el extremo oriental del Mediterráneo, es lugar de tránsito entre África y Asia; desde muy antiguo estas tierras fueron paso habitual de caravanas que, después de atravesar largas extensiones desérticas, hacían la ruta entre Egipto y Mesopotamia. El país en que nació el Hijo de Dios es de una belleza sobria.
Para los descendientes de Abrahán esta tierra no era un país cualquiera, es una Tierra Santa, prometida por Dios, que a lo largo de su historia había sido testigo de grandes prodigios divinos 709. Además, Dios había hecho otra promesa al pueblo: Él mismo enviaría un rey cuyo reinado sería para siempre.
En el siglo I existía en el pueblo judío un clima de viva expectación sobre la llegada de este rey y Mesías. «Muchas señales anunciaban que las profecías concernientes a la venida del Redentor prometido a Israel, hacía tantos siglos, iban a tener en breve cabal cumplimiento. Así que la esperanza de asistir a la realización de aquel acontecimiento sin igual conmovía hondamente a los espíritus» 710. Las autoridades religiosas advertían signos y señales de su inminente aparición; el pueblo se había contagiado de esta expectación. Este hecho explica, en cierto modo, la inquietud de Herodes cuando llegaron los Magos a Jerusalén preguntando por el Mesías: ¿Dónde está el rey de los judíos? Al oír esto el rey Herodes se turbó y con él toda Jerusalén 711.
También otras personas que eran justas ante Dios, Simeón y Ana entre ellas, estaban llenas de esperanza, seguras de la proximidad del Mesías. Aquel hombre santo pudo al fin decir con alegría a Dios: Ahora puedes llevar de este mundo a tu siervo porque mis ojos han visto la salvación 712.
Y, unos años más tarde, la aparición de Juan Bautista, su predicación y llamada a la conversión suscitó gran curiosidad y provocó la atención del propio Sanedrín: los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: ¿Tú quién eres, eres el Profeta? Y dijo: No lo soy 713. Esta espera se había convertido en ansiedad. También la mujer samaritana afirma ante Jesús: sé que el Mesías, el llamado Cristo, está al llegar 714.
Esta ansiosa esperanza la atestiguan historiadores de la época, tanto judíos como romanos: Filón, Flavio Josefo, Tácito, Suetonio.
Jesús nació en medio de esta inquietud.
Palestina entonces formaba parte del Imperio Romano, aunque gozaba de gran autonomía y tenía su propio rey: Herodes llamado «el Grande». Su reinado comenzó en medio de guerras, intrigas y crímenes, y se desarrolló de manera igual de sangrienta; su crueldad le llevó a matar a muchos de sus parientes más próximos y a bastantes personas destacadas del territorio.
El dominio de Roma era un hecho en el país, pero era mayor la influencia de Grecia y de la cultura helénica que impregnaba todo el Mediterráneo. En Palestina la cultura griega se extendía, especialmente en la región de Galilea, influyendo en las costumbres, la educación, en el comercio y el lenguaje. Además, la mayoría de los judíos de la Diáspora hablaba el griego.
Palestina es una estrecha franja de tierra situada en el extremo oriental del Mediterráneo.
Desde la altura del monte Nebo la contempló Moisés y escuchó la voz de Dios: esta es la tierra que juré dar a Abraham, Isaac y Jacob cuando les dije: se la daré a tu descendencia.
Limita con cuatro Estados árabes: Líbano al Norte, Siria al Noroeste, Jordania al Este, Egipto al Suroeste. La región es atravesada de Norte a Sur por un sistema montañoso de escasa elevación, que disminuye hacia el Este, hacia el río Jordán, que discurre en paralelo; el río tiene 118 km de longitud en línea recta desde su nacimiento en el Monte Hermón, hasta la desembocadura en el Mar Muerto, pero con un recorrido real de 320 km, porque discurre en forma zigzagueante, conformando numerosos meandros que le dan desde la altura la apariencia de una serpiente.
Es un país pequeño: la parte más ancha entre el Mediterráneo y el valle del Jordán es de 120 kilómetros; esta anchura disminuye mucho en el Norte, donde la distancia entre el Mediterráneo y el Jordán es de apenas 40 kilómetros. Este río cruza Palestina de Norte a Sur, su corriente forma el lago de Gennesaret o Tiberíades, que está situado en la Baja Galilea.
El valle de Esdrelón o Yizre’el es la llanura más fértil de Palestina a causa de su agua abundante, que crea extensiones grandes para el pasto de los rebaños y produce abundantes cosechas. Se extiende desde el Monte Carmelo, en la baja Galilea, hasta los montes de Gelboe y el Tabor. El Cisson es el río de Esdrelón, tiene numerosos afluentes, atraviesa la llanura hacia el Noroeste y desemboca en el Mediterráneo. Tiene una longitud de casi 40 km. Es el río más importante del país después del Jordán.
El Mar Muerto está situado al Sur, en una profunda depresión de 416, 5 metros bajo el nivel del mar.
Jesús vivió bajo el cielo de Palestina y sus ojos contemplaron sus ríos y montañas, pisó el polvo de los caminos, soportó el calor aplastante del sol en verano, disfrutó de la sombra de los árboles y del agua fresca de pozos y manantiales. Contempló los amaneceres, el cielo estrellado y el atardecer. Escuchó el canto de los segadores recogiendo la cosecha, observó los trabajos de los labradores al arar y sembrar. Convivió entre las rudas gentes del campo y con los pescadores del lago 715.

Galilea

Galilea -donde Jesús vivió la mayor parte de su vida- es una tierra hermosa y fértil. Aun así, la mayor parte de la población de entonces era modesta: labradores, jornaleros, artesanos, pequeños comerciantes, pastores. Vivían en casas muy sencillas, de una sola estancia, con paredes de barro y techo de paja y cañas 716; solían tener una cueva bien acondicionada donde se guardaban ropa y alimentos. Cada vivienda solía tener su pequeño aljibe.
Según Flavio Josefo en Galilea abundaron palmeras, datileras, higueras, olivos, nogales. Se cultivaba trigo, vid y lino.
En tiempo de Jesús, Nazaret no tenía muchos habitantes. Nos resulta difícil dar un número, quizá entre 1.000 y 2.000. El hecho de que contara con una sinagoga nos permite conocer que tenía cierta importancia. No estaba lejos de la Vía Maris, la calzada que desde antiguo unía Egipto con Mesopotamia. Estaba construido sobre una colina y rodeado por montes algo más altos; desde ellos -mirando hacia el Sur- se contempla la amplia llanura de Esdrelón, que está limitada por una cadena montañosa al oeste, en la que destaca el monte Carmelo, ya cerca del Mediterráneo; al Norte se encuentra el monte Hermón, cubierto de nieve gran parte del año; al Este, a pocos kilómetros, el lago Tiberíades; y los montes de Gelboé al Sureste, donde murieron Saúl y su hijo Jonatán.
La ciudad de Séforis está situada a solo 5 km de Nazaret al Norte, y en la época de la infancia de Jesús era la capital del reino de Herodes Antipas que la embelleció con palacios, teatros y edificios públicos.
Galilea es bella y apacible, frente a la aspereza de Judea. Sus colinas estaban cubiertas de viñas y olivos y en los valles se cultivaba trigo y cebada. El eneldo, la menta, el comino, la ruda, son arbustos que Jesús nombra porque son los que brotan en esas tierras.
Nazaret está situado a 131 km de Jerusalén, a 343 metros sobre el nivel del mar. En el siglo I era una aldea, aunque el evangelista san Lucas la llamó ciudad. J. Gnilka recuerda que se hallaba en el territorio de Zabulón.
Lo poco que hoy queda del Nazaret antiguo está sepultado bajo tierra y escombros sobre los que se han edificado las construcciones modernas.
Dentro de la actual iglesia ortodoxa de San Gabriel se encuentra un manantial subterráneo del que brotaba la única fuente que había en Nazaret y a la que probablemente la Virgen María iba a buscar agua.
El mar de Tiberíades o lago de Genesaret tiene 21 km de Norte a Sur, y 12 km en su parte más ancha de Este a Oeste.
El Jordán entra por el Noreste y sale por el Suroeste. Se encuentra a 210 metros bajo el nivel del mar, en el centro de una gran falla tectónica, la más profunda del planeta. Sus aguas son más profundas en la parte Norte, donde puede alcanzar los 40 metros de profundidad. Las aguas del lago son dulces, aunque con una cierta salinidad (unos 35 mg por litro). La intensa evaporación en verano y la existencia de algunos manantiales minerales, como las famosas siete fuentes de Tabgha, contribuyen a la baja salinidad del lago, que no llega a impedir que el agua sea potable. Las orillas son fértiles en sus zonas más anchas, y en las aguas bullen cantidad de peces, por lo que siempre ha habido pescadores en el entorno hasta el día de hoy.
En el lago se forman repentinamente fuertes tormentas que se producen sobre todo en verano, causadas por un conjunto de factores geográficos: el lago se encuentra en un entorno montañoso, especialmente por el norte, donde el Hermón presenta su cima nevada de 2.750 m; por otra parte, el lago está situado en una profunda depresión, a más de 200 m por debajo del no lejano Mar Mediterráneo. Esto crea con frecuencia una inestabilidad en el clima, normalmente caluroso y tranquilo, y provoca en ocasiones un fuerte viento del Oeste que encrespa las olas. Estas tormentas ocurren generalmente al atardecer.
En el Evangelio de san Marcos aparece un relato que coincide con estos factores climáticos: Ese día al atardecer les dijo: crucemos a la otra orilla. Y despidiendo a la gente lo llevaron con ellos, y otras barcas les acompañaban. En esto, se levantó un fuerte vendaval y las olas saltaban por encima de la barca.
En la época de Jesús la población se concentraba en la orilla norte del lago, y estas pequeñas ciudades son visitadas frecuentemente por Jesús en su vida pública. De estas poblaciones escribió Plinio el Viejo: «son ciudades encantadoras en la costa noreste del lago».
Magdala era un centro importante de pesca y de importación de pescado durante el período romano.
Genesaret fue también muy frecuentada por Jesús: Terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret, y arribaron a la orilla. Y, saliendo ellos de la barca, enseguida la gente le conoció. Y, recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron a traer de todas partes enfermos en lechos, a donde oían que estaba. Y dondequiera que entraba, en aldeas, ciudades o campos, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les dejase tocar siquiera el borde de su manto; y todos los que le tocaban quedaban sanos 717.
Corozaín se encontraba a unos tres kilómetros al norte del lago de Genesaret. Jesús se refiere a ella para censurar la falta de fe que encontró en sus habitantes: ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque, si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en vosotras, hace tiempo que, vestidas de saco y sentadas sobre ceniza, se habrían convertido 718.
Cafarnaún se convirtió en la segunda casa de Jesús durante su anuncio del Reino de Dios. Da muestra de su importancia, al menos en la comarca, el hecho de que tuviese aduana y alojase un destacamento de soldados romanos bajo la jurisdicción de un centurión. La ciudad existía ya en el siglo II a.C.; no tenía ningún muro defensivo y se extendía a lo largo de la ribera del lago, de oriente a occidente. Su estructura era muy simple: a ambos lados de una amplia calle surgían pequeños barrios, limitados por pequeñas calles transversales y callejuelas sin salida. Los muros de las casas eran de toscos bloques de basalto y reforzados con piedra y barro.
Sucedieron allí muchos acontecimientos relatados en los Evangelios: la llamada a Pedro, Andrés, Santiago y Juan mientras bregaban entre barcas y redes junto al lago 719; la vocación de Mateo cuando trabajaba en el telonio y, a continuación, el banquete en su casa junto con otros publícanos 720; la expulsión de un espíritu impuro que poseía a un hombre 721; las curaciones del siervo del centurión 722, de la suegra de Pedro 723, del paralítico que descuelgan por el techo 724, de la hemorroísa 725 y del hombre de la mano seca 726; la resurrección de la hija de Jairo 727; el pago del tributo del Templo con la moneda encontrada en la boca de un pez 728; el discurso del Pan de Vida 729.
Tiberíades, situada en la orilla oriental, pertenecía a la Decápolis. Se llamaba así en honor del emperador Tiberio. Fue lugar de encuentro de muchos griegos. Jesús nunca entró en esta ciudad.
Betsaida, cuna de Pedro, Andrés y Felipe, se encontraba al Este del Jordán. Era una ciudad con población griega y judía y pertenecía al territorio del rey Filipo, que la elevó al estatus de ciudad, añadiendo habitantes y asegurando fortificaciones.
Jesús estuvo allí en distintas ocasiones:
Llegaron a Betsaida y le presentaron un ciego, pidiéndole que lo tocara 730.
De regreso, los apóstoles refirieron a Jesús todo lo que habían hecho. Él los tomó consigo y se retiró a un lugar solitario, hacia una ciudad llamada Betsaida 731.
Después de la primera multiplicación de los panes y los peces, les dijo que subieran a la barca y fueran delante de él a la otra orilla, en dirección a Betsaida, mientras él despedía a la gente.
Más alejadas del Lago y próximas a Nazaret se encuentran Caná y Naín, situadas cerca del monte Tabor.
Caná: los arqueólogos la identifican con la actual Kef Kenna; 7 km la separaban de Nazaret lo que equivale a unas dos hora de camino, pero existía el llamado Camino Viejo, que era algo más corto.
Jesús realizó allí el primer milagro 732. Y san Juan localiza en este lugar la curación del hijo de un oficial de Herodes: Volvió de nuevo a Caná, donde había convertido el agua en vino. Se encontraba allí un oficial real, cuyo hijo estaba enfermo en Cafamaún, el cual había oído que Jesús había venido de Judea a Galilea, salió a su encuentro y le rogaba que bajase a curar a su hijo 733.
Mirando a la montaña de Nazaret y al Tabor, al pie del Pequeño Hermón, en su vertiente septentrional, está situada la aldea de Naín, también al este de la llanura de Esdrelón. A diferencia del Tabor, que se alza solitario y rotundo, el Pequeño Hermón es en realidad una pequeña sierra con tres alturas, de formación basáltica, con 517 m. de altura máxima, y un constante y suave declive hasta los 263 m. Solo una vez se nombra Naín en las Escrituras, por el milagro que hizo Jesús: Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre que era viuda..., al verla se compadeció de ella y le dijo, no llores...

Samaría

La región de Samaría se halla entre Galilea y Judea, y Flavio Josefo considera que su naturaleza es similar a la de Judea. Ambas son montañosas, pero en Samaría existen más extensiones llanas, terreno fácil para las labores agrícolas, y muy fértiles, están bien arboladas y llenas de frutos tanto silvestres como de cultivo; y ello porque en ningún sitio están requemadas por la naturaleza, sino que las bañan abundantes lluvias. Todas las corrientes de agua que hay en ella son extremadamente suaves; y, debido a la abundancia de buenos pastos, el ganado produce más leche que en parte alguna; pero la mejor prueba de la bondad del suelo es que la región estaba muy poblada.
En esta región vivieron los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob.
Herodes hizo construir en esta región una ciudad, Sebaste, rodeada por magníficas murallas, y asentó en ella seis mil colonos, dándoles tierras muy fértiles. En el corazón de la nueva ciudad erigió también un amplio templo cerrado, dedicado a César; le concedió a sus vecinos leyes muy favorables.

Judea

Es una región montañosa de paisaje áspero que, hacia el Sur, se extiende hasta el desierto. En las comarcas más occidentales el terreno es menos adusto y la estepa permite algunos cultivos: olivos y viñas.
Una parte importante de la región la ocupa el desierto de Judá; de suelo quebrado, con colinas escarpadas y rotas por profundas gargantas abiertas por torrentes. En ese desierto hay un gran oasis, el de la ciudad bíblica de Jericó. Unas fuentes de agua potable permiten en mitad del desierto una vegetación tropical. Jericó se encuentra a más de 300 m bajo el nivel del mar, y en su corta distancia de Jerusalén (unos 27 km) el desnivel entre las dos ciudades es de algo más de mil metros.
Al Este se encuentra el tramo final del Jordán que forma grandes meandros. Todo este tramo transcurre ya bajo el nivel del mar hasta el Mar Muerto. Cerca de su orilla, en la parte noroccidental están las cuevas donde aparecieron en 1947 unos manuscritos antiquísimos, y todavía quedan muchos puntos de investigación por resolver acerca de los manuscritos de Qumrán, que describen una secta judía contemporánea de Cristo, muy parecida a la que Flavio Josefo nos describe en sus informaciones sobre los esenios.
El Oeste de Palestina de Norte a Sur, la franja que da al Mar Mediterráneo, es en su mayor parte llanura.

Jerusalén

Fue construida sobre un conjunto de colinas de diferente altura; está rodeada por dos torrentes profundos: Cedrón, que la separa del Monte de los Olivos por el lado oriental, y Ginón, que la rodea por el Sur y el Oeste. Los dos torrentes se unen al Sur con el Tiropeón, que cruzaba la ciudad antigua y la dividía en dos partes.
El rey David la convirtió en la capital de su reino, la fortificó y la convirtió en el centro religioso de las tribus al llevar allí el Arca de la Alianza. Y en tiempos de Jesús era el centro espiritual del pueblo hebreo, también de los judíos de la Diàspora.
Salomón construyó el primer templo en la colina Norte.
La ciudad tenía muchas puertas que contaban con grandes torres a ambos lados y desde las atalayas se vigilaba día y noche. Las más importantes en tiempos de Jesús eran la Puerta de las Ovejas, la Puerta Hermosa, la de las Aguas, la de Efraín, la del Pescado, la Puerta Oriental, la de Damasco, que actualmente abre paso al barrio musulmán; la torre Antonia, construida en una esquina de la explanada del Templo. Jesús habló en ocasiones en esta explanada y desde allí podían verse las sepulturas encaladas de los judíos cerca del torrente Cedrón, por eso le fue fácil llamar sepulcros blanqueados a los fariseos.
Jerusalén ofrece una vista magnífica desde el monte de los Olivos: actualmente existe allí una capilla llamada «Dominus flevit» (el Señor lloró), fue construida en 1955. La denominación de esta iglesia recuerda el llanto de Jesús al contemplar la ciudad de Jerusalén, que sería destruida en medio de la violencia: ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus polluelos bajo las alas, y no habéis querido! He aquí que vuestra casa va a quedar desierta.
En el entorno de Jerusalén había extensos olivares.
En el monte de los Olivos oró Jesús durante la noche anterior a la Pasión; y desde ese mismo lugar ascendió al cielo, junto al camino que conduce a Betania.
Las ciudades más próximas a Jerusalén que tienen relación con los hechos de Jesús son: Ain Karín, Belén, Betania, Jericó, Emaús.
Belén, «la casa del pan».
Está situada a unos 7 km al sur de Jerusalén, enclavada en los montes de Judea. La población pertenecía a la tribu de Judá y el lugar es la cuna del rey David. Nueve siglos después nació allí Jesús. El profeta Miqueas dijo de ella: pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de reinar en Israel; y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad.
Es una pequeña ciudad radiante de luz. Está edificada sobre dos colinas, como dos atalayas mirando al desierto.
Cuenta con un clima continental, con veranos secos y calurosos y fríos inviernos. En invierno, entre mediados de diciembre y mediados de marzo, puede ser lluvioso y las temperaturas son frías. Enero es el mes más frío del año, con temperaturas que van de 1º a 13º. Entre mayo y septiembre las temperaturas son calurosas y el cielo, despejado. Agosto es el mes más caluroso, con temperaturas superiores a los 30º. Las precipitaciones anuales rondan los 700 mm y se producen en un 70% entre noviembre y enero.
En tiempos de Jesús Belén era un pueblo pequeño, más famoso por su historia que por su importancia real.
El sepulcro de Raquel, la mujer de Jacob, se encuentra a 1 km y medio al Norte.
La cueva en la que nació Jesús está en la zona oriental de Belén.
Ain Karín se halla cercana, al Oeste de Jerusalén; situada en un valle rodeada de varias colinas; debe su nombre a la existencia de una fuente y a los numerosos viñedos que la circundan. Es la patria de Juan el Bautista. La distancia que la Virgen recorrió desde Nazaret -algo más de 130 kmpodía realizarse en cuatro días.
Betania era una aldea en la falda oriental del Monte de los Olivos, a unos 2, 5 km al Este de Jerusalén, en el camino hacia Jericó.
En Betania vivían Lázaro, Marta y María, amigos de Jesús. El Señor estuvo frecuentemente en su casa 734. Para muchos cristianos, la palabra Betania significa amistad, porque allí Jesús encontró y mantuvo estrecha amistad y confianza con Lázaro y sus dos hermanas, y descansó en su casa muchas veces. «Os diré que para mí el Sagrario ha sido siempre Betania, el lugar tranquilo y apacible donde está Cristo, donde podemos contarle nuestras preocupaciones, nuestros sufrimientos, nuestras ilusiones...» 735.
Ahí vivía también Simón el Leproso, en cuya casa una mujer ungió a Jesús con perfume 736.
La ascensión de Jesús ocurrió cerca de este lugar 737.
Juan Bautista bautizaba cerca de Betania cuando Jesús acudió a él: esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
Jericó, situado cerca del río Jordán, es una ciudad muy antigua, fue, en primer término, un asentamiento que data de alrededor de 10.000 años. Es el lugar al que los israelitas retornaron después de su salida de Egipto y de los cuarenta y seis años de peregrinación en el desierto, dirigidos por Josué.
Su oasis, ubicado en la frontera del área fértil del Jordán, se había convertido en remanso y descanso para los transeúntes del desierto.
27 km aproximadamente lo separan de Jerusalén, y el desnivel entre las dos ciudades es de casi mil metros. Cuando se realiza a pie el viaje a Jerusalén desde Galilea por el valle del río Jordán, como haría Jesús muchas veces, esta subida, después de cuatro días de caminata, es bastante costosa.
Cuando se dirigía a Jerusalén para asistir a su última Pascua, habiendo entrado Jesús en Jericó, pasaba por la ciudad. Y un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los recaudadores de impuestos y era rico, trataba de ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, ya que él era de pequeña estatura 738. A raíz de este encuentro con el Señor comenzó una vida nueva para él.
Ocurre también en Jericó la curación del ciego Bartimeo, que es narrada tanto por Lucas, como por Marcos. Lucas lo ha escrito de manera tan viva, que parece que estamos escuchando directamente cómo llama a Jesús:
¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí! 739.
Esta expresión, hijo de David, significaba el reconocimiento de Jesús como Mesías.
Jesús sitúa la parábola del buen samaritano en el camino de Jerusalén a Jericó, en una zona en que con frecuencia entonces había salteadores que robaban a los viajeros y peregrinos 740. En estos parajes había numerosas cuevas que servían de refugio a los bandoleros, a pesar de la vigilancia que se ejercía en los caminos cerca de Jerusalén 741.
En Emaús las ruinas de una iglesia del siglo XII señalan ahora el lugar hacia el cual fueron caminando dos de los discípulos cuando Jesús se apareció ante ellos tras su resurrección 742. Los documentos de que se dispone actualmente no permiten precisar con exactitud la distancia que la separa de Jerusalén 743, probablemente, tomando como fuente el relato de san Lucas 744 que dice 60 estadios, serían unos 11 km.
El Mar Muerto se encuentra a unos 80 km al este del Mediterráneo, circundado por montañas y por las colinas de Jerusalén; su entorno es desierto.
Sus aguas son seis veces más saladas que las de cualquier océano y por eso solo pueden sobrevivir unos pocos tipos de microorganismos. Por este motivo se denomina «Muerto». Es además el lago salino de mayor extensión del mundo. Tiene una superficie de 1.049 km cuadrados, con 80 km de longitud y 18 de anchura máxima. Se encuentra en el lugar más bajo del planeta. No tiene salida para las aguas que le llegan; sin embargo, el nivel del lago permanece bastante estable gracias al alto grado de evaporación, a consecuencia del clima cálido y seco.
En épocas prehistóricas fue un punto vital en las rutas migratorias de los pueblos. Más tarde fue uno de los principales caminos comerciales del mundo antiguo, la vía por donde pasaba la mayor parte de las mercancías de aquellos tiempos.
Entre los lugares de interés histórico de esta región se destaca la fortaleza de Maqueronte en la orilla oriental donde, según Flavio Josefo, fue decapitado Juan Bautista; y las cuevas de Qumrán.

CAMINOS DE PALESTINA

Palestina es un país montañoso, con desniveles fuertes y continuos; y los viajes, en el tiempo de Jesús, duraban varios días y reunían toda clase de incomodidades. Sin embargo, cuando los recorridos más largos se realizaban en caravana, se respiraba entre las gentes un ambiente de fiesta y solidaridad que disminuía las molestias y el cansancio.
Lo más frecuente era caminar a pie, pero también se viajaba cabalgando sobre asnos o mulos y algunas veces en carro; si se partía la rueda de un carro, saber arreglarla tenía una importancia vital. En ocasiones se retrasaba la marcha por el desbordamiento de un torrente que invadía un camino y era necesario dar un rodeo. Los grupos se detenían cerca de los pozos o de las fuentes para descansar.
«Las posadas propiamente dichas eran pocas; pero el viajero encontraba en la mayoría de las ciudades o aldeas de alguna importancia un albergue de caravanas que le proporcionaba, por lo menos, un techo para cobijarse. Por lo demás, la hospitalidad, esa virtud característica del Oriente bíblico, y sobre todo en Palestina, facilitaba el modo de los viajes: los rabinos no dejaban de repetir que ser hospitalario con un compatriota era tan meritorio como si se acogiese al mismo Dios» 745.
Eran muy necesarias las tareas de quienes se encargaban de acondicionar y reparar los senderos; este trabajo se emprendía siempre que un personaje destacado iba a realizar un viaje a determinado lugar: por eso tiene mucho sentido la exhortación del Bautista cuando decía: preparad los caminos del Señor, enderezad sus sendas 746.
Un texto de Flavio Josefo señala que de Galilea a Jerusalén se tardaban tres días. Esta indicación es válida para la ruta más directa, a través de Samaria, aunque es probable que una caravana con mujeres y niños necesitase algún día más. En cambio, si los peregrinos elegían viajar por el valle del Jordán, es muy difícil que llegasen a la capital en menos de cuatro días. Una tercera posibilidad sería tomar el camino de la costa, pero no parece que Jesús lo usase.
Los relatos evangélicos no permiten conocer con exactitud los kilómetros que recorrió Jesús en sus continuos desplazamientos durante los tres años últimos de su vida terrena. Pero sí confirman que anduvo mucho, que el anuncio del Reino de Dios le llevó de un lugar a otro. Fue un gran caminante. Y sus enseñanzas tenían lugar, a veces, mientras iba de camino.

El camino por Samaría

Si se quería ir rápido desde Galilea a Jerusalén era el más corto. Pero nunca se sabía cómo podían reaccionar los samaritanos; en ocasiones se negaban a vender alimentos a quienes llegaban de Galilea 747. No era posible cargar desde el principio con toda la comida necesaria para el viaje, sino que se compraba en las aldeas y en puestos que se instalaban junto a los caminos. La mayoría de la población tenía gustos muy sencillos y se conformaba con poco; además, la vida no era realmente cara en Palestina en tiempos del Señor.
Desde Nazaret atravesando la llanura de Esdrelón en línea recta se llega a Genua (actualmente la aldea árabe de Jenín), en cuyas cercanías sitúa Lucas la curación de los diez leprosos. Sigue una subida que no es excesivamente dura, y desde arriba se divisa la llanura de Dotán, donde José fue en busca de sus hermanos. La población siguiente es Siquén (actualmente Nablus). Ya en la provincia de Judea se atraviesan también importantes lugares. Silo: allí estuvo el arca del Señor, allí acudió Ana con la esperanza de tener un hijo y allí pasó su infancia el profeta Samuel, a las órdenes del sacerdote Eli 748. Betel: en cuyas cercanías construyó Abrahán un altar 749. También en Betel, mientras Jacob dormía, vio una escala que unía el cielo y la tierra, y a los ángeles que subían y bajaban por ella 750.
Se llega en la jornada siguiente al territorio de la antigua tribu de Benjamín. Después desde Guibeá se divisa por primera vez el monte de los Olivos. Desde ahí, la vista de la ciudad es magnífica.

De Nazaret a Jerusalén por el valle del río Jordán

Al bajar a la llanura de Esdrelón, se pasa entre Yezrael y Sunén, y poco más adelante queda a la derecha la fuente de En Harod, donde Gedeón seleccionó a los trescientos hombres que lo acompañarían a luchar contra los madianitas 751. Y luego por los montes de Gelboé, donde murieron Saúl y sus tres hijos luchando con los filisteos 752.
El camino se introduce en la Decápolis, una región que se extiende mayoritariamente al otro lado del Jordán, pero que en Cisjordania cuenta con la importante ciudad de Escitópolis. En tiempos de Jesús, era una ciudad independiente, donde se hablaba griego.
En la segunda jornada de viaje siguiendo hacia el Sur se pasa junto a Salín y Enón; Enón, lugar de aguas abundantes, fue uno de los sitios elegidos por Juan Bautista para bautizar 753. Poco después se cruza el Jordán, para evitar el territorio samaritano y seguir por Perea, que pertenecía a Herodes Antipas.
La tercera jornada acaba junto a la impresionante hendidura del torrente Yabboq. Cerca está Penuel, donde pasó la noche Jacob en que se le apareció un ángel que luchó con él hasta la aurora y lo dejó cojo; también lo bendijo y le cambió su nombre por el de Israel 754. Allí cerca fue el encuentro entre Jacob y Esaú, cuando el hermano engañado perdona al que le arrebató la primogenitura 755.
La etapa siguiente lleva a Jericó, después de cruzar de nuevo el Jordán.
La última jomada es dura. En algo más de veinte kilómetros hay que salvar un desnivel de casi mil metros, siguiendo inicialmente el tortuoso valle de Wadi Kelt, de paisaje admirable y desolador. Es necesario hacer un alto para descansar y se llega después a Betania, a pocos kilómetros de Jerusalén, pero desde allí no se ve aún la ciudad santa.
Durante los meses que van de marzo a septiembre es cuando se producía la mayor afluencia de peregrinos a Jerusalén, para las fiestas de la Pascua, los Tabernáculos y Pentecostés. Para asistir a la Fiesta de Pascua podían congregarse en la ciudad casi 200.000 personas. Tal multitud llenaba todos los hospedajes disponibles, muchos pernoctaban al raso en el huerto de los Olivos y sus alrededores; de día, en las calles, la muchedumbre iba apretujada: «las apreturas de los hombres con su víctima (cordero para el sacrificio) sobre los hombros tienen que haber sido indescriptibles» 756.

Otras distancias más cortas

Entre Nazaret y Caná solo hay unos seis kilómetros, es una sucesión ininterrumpida de subidas y bajadas; es preciso subir y bajar tantas cuestas que se emplean fácilmente dos horas.
En Cafarnaún, la Vía Maris 757, ruta principal de Galilea, se aleja del Lago hacia el Norte.
Desde Cafarnaún a Corazaín hay entre 2 y 3 km; la subida era dura, pero breve, seguramente Jesús elegiría la horas tempranas.
Jesús estuvo también en Gerasa, que estaba a 48 km al este del Jordán.
El Señor conoció bien Palestina de parte a parte. Es fácil entender que en una ocasión, a mitad de recorrido, se sentara a descansar: llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, próxima a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo 758.

SITUACIÓN SOCIAL, ECONÓMICA Y RELIGIOSA DE JERUSALÉN Y PALESTINA 759

Resulta difícil sintetizar en pocas páginas la abundancia de documentación y bibliografía existente. Presentamos los rasgos sobresalientes de un pueblo profundamente vinculado a una tierra y a una fe; pueblo que guardaba tradiciones antiguas y había recibido la palabra directa de Dios y esperaba el cumplimiento de las promesas que Él mismo les había hecho.
Palestina estaba dominada por Roma, pero la cultura dominante era la judía. También era muy importante la influencia económica y cultural de Grecia. En el país confluían culturas muy diversas, y destacaban tres por este orden: la hebrea, la griega y la romana. Bastantes judíos vivían en la Diàspora, es decir, fuera de Palestina.
El arameo era la lengua que se hablaba entonces en Palestina. El hebreo, cuando nace Jesús, era casi una lengua muerta entre los judíos. La causa de esta sustitución había sido la deportación de los israelitas a Babilonia, donde se habituaron a la lengua de este país. En algunos lugares, especialmente en Galilea, algunos judíos hablaban griego corrientemente

Situación económica

La ciudad de Jerusalén era extremadamente compleja, no solo por albergar el Templo y recibir periódicamente multitudes de peregrinos. Reunía muchos oficios, y, situada en un territorio montañoso y árido, la única materia prima que ofrecían sus alrededores era la piedra, que se obtenía de las canteras; los rebaños suministraban lana y pieles y los olivares, madera, aceite y aceitunas. Esto era todo, pero la población tenía muchas más necesidades y, por lo tanto, se precisaban otros materiales que debían traerse de más lejos; concretamente, el trigo de Galilea y Samaría. En el entorno próximo a Jerusalén eran difíciles los cultivos, pero, en medianas cantidades, se producía vino, higos, legumbres. Los montes de Judea suministraban ganado: corderos especialmente, cabras y palomas; los novillos procedían de la llanura costera.
Era rica en comercio por su posición central respecto a ciudades importantes de Siria y de Egipto: Jerusalén está situada a una distancia aproximadamente igual de varios puertos del Mediterráneo 760. A pesar de esto, el transporte al interior de la ciudad era difícil. Desde Transjordania, concretamente, el paso de productos debía hacerse cruzando el Jordán por Jericó, y esto era complicado por los muchos bandoleros que se podía encontrar en este camino y por el gran desnivel entre las dos ciudades. Desde el Norte, utilizando la vía Maris a su paso por Galilea, las caravanas debían realizar un rodeo enorme. Pero, a pesar de esta situación geográfica desfavorable, Jerusalén ejerció una actividad comercial considerable.
Los oficios de sus habitantes eran diversísimos: funcionarios del templo, tejedores, vendedores de lana y lino, bataneros, curtidores, herreros, alfareros, panaderos, carniceros, aguadores, artesanos, canteros, médicos, barberos, cambistas, recaudadores porque todos los productos que entraban en Jerusalén debían pasar por la aduana, aunque en determinado momento los productos de las cosechas dejaron de pagar impuestos.
Y comerciantes de todo tipo de género; en torno a los mercados había vigilantes y tasadores. Estaban también quienes trabajaban en los olivos y extraían el aceite. Esta diversidad de oficios configuraba la ciudad, que se dividía en barrios según profesiones y gremios.

Las clases sociales

Existía en Jerusalén una gran diferencia entre ricos y pobres. La corte de Herodes Antipas fue muy lujosa, aunque no tanto como las de otros reyes anteriores, sobre todo la de Herodes el Grande. Los ricos tenían posesiones rústicas, organizaban fiestas y banquetes espléndidos, lucían adornos de oro. Las dotes de sus hijas eran de grandes sumas. La clase sacerdotal pertenecía a estos círculos, sus ingresos procedían del tesoro del Templo y de la explotación de sus propiedades.
A la clase media pertenecían los escribas, comerciantes, artesanos, empleados del Templo, los levitas y sacerdotes ordinarios, los dueños de hospederías... Todos ellos conseguían fuertes ingresos con motivo de las peregrinaciones.
Los más pobres eran los esclavos y los jornaleros, estos cobraban un denario al día. También muchos rabinos eran pobres. «A pesar de la prosperidad general, la miseria, a veces extrema, penetraba en más de un punto del país» 761. En tiempos de Jesús la mendicidad era abundante; para pedir se situaban en las cercanías del Templo, porque no les estaba permitido entrar en buena parte de los santos lugares. Durante las peregrinaciones recibían muchas limosnas porque los judíos tenían como un honor dar limosna en Jerusalén.
Para muchos la causa principal de la pobreza consistía, aparte de la imprevisión oriental, en los pesadísimos impuestos con que estaba gravada Palestina. La ambición de Herodes el Grande, según el testimonio de Flavio Josefo, fue muy penosa en este sentido para gran parte del pueblo. Por otra parte, Roma consideraba como propios los territorios conquistados y sus habitantes gozaban del usufructo, por eso debían pagar tributos. En Galilea el etnarca tenía su propia administración de finanzas e impuestos; había encargado la recaudación a los publícanos.

Situación política

La vida de Jesús se desarrolla en el tiempo de los emperadores Augusto y Tiberio. Herodes el Grande es el rey de toda Palestina cuando Jesús nace. Al morir Herodes, deja sus territorios a sus hijos: Herodes Antipas hereda Galilea, y Arquelao, Judea. A pesar de encontrarse bajo el dominio de Roma, las autoridades judías supieron conservar cierta autonomía en sus territorios y los gobernadores romanos en general los respetaron.
En tiempos de Jesús había también judíos rebeldes, que lucharon por la independencia de Palestina, incluso con las armas. Entre ellos estaban Judas Galileo y los zelotes.

Los grupos religiosos

El Sanedrín lo formaban 71 miembros pertenecientes a distintos grupos religiosos.
Los fariseos: era un grupo al que pertenecían algunos sacerdotes, pero la mayoría eran laicos. Cumplían la ley de Moisés estrictamente. Respetaban las tradiciones (sábado, ritos, purificaciones, oraciones, limosnas, diezmos, etc.). Estudiaban la ley de Moisés. Eran influyentes y respetados. Esperaban la futura llegada de un Mesías liberador político. Creían en la resurrección final. Deseaban la independencia de Palestina. No eran amigos de los romanos, pero convivían pacíficamente con ellos. Eran en general gentes del pueblo sin especial formación pero mantenían buenas relaciones con los escribas. Dentro del Sanedrín eran el grupo más numeroso en tiempos de Jesús. La característica fundamental del fariseísmo era la observancia estricta de las leyes y la pureza ritual, incluso fuera del Templo, también la vida cotidiana estaba ritualizada 762.
Los saduceos: grupo al que pertenecían las familias sacerdotales más importantes. Querían también la independencia, pero vivían sin grandes problemas bajo la dominación romana. Rechazaban las tradiciones orales judías. No creían en la resurrección. Eran ricos, miembros de la aristocracia y de los sumos sacerdotes.
Los ancianos de los judíos eran los jefes de las familias más importantes.
Los doctores y los escribas: su único poder consistía en el saber; para ser admitido se debían hacer estudios durante varios años. Flavio Josefo informa que solamente eran reconocidos como sabios aquellos que poseían un conocimiento exacto de la Ley y eran capaces de interpretar las Escrituras; el pueblo les tenía en gran estima. Ellos eran, generalmente, los que hablaban los sábados en las sinagogas.
Los esenios. Formaron un grupo estrechamente organizado, eran muy rigurosos para admitir nuevos miembros. Formaban pequeñas comunidades diseminadas por todo el país, habitaban en las aldeas porque una de sus principales ocupaciones era cultivar la tierra y, aunque se habían apartado del culto, el pueblo los respetaba por la pureza de sus costumbres y honradez. Llevaban una vida muy austera, la mayoría practicaba el celibato; aspiraban a una vida de oración más profunda de la que se solía practicar en otros grupos religiosos. No sacrificaban animales en el Templo. La época en que tuvieron mayor prestigio coincide con el principio del cristianismo. Sus reglas, costumbres y modo de interpretar las Escrituras se han conocido a través de la comunidad del Qumrán, después del descubrimiento de los manuscritos en 1947.

Qumrán

Una de las comunidades más importantes de esenios habitó de las ruinas de Qumrán.
El hallazgo de los manuscritos en las once cuevas distintas tuvo lugar entre 1947 a 1956. De estas cuevas, cinco fueron descubiertas por beduinos y seis, por arqueólogos. En esos años, Qumrán pertenecía a Jordania, pero ya desde el principio los israelíes se interesaron por comprar el mayor número posible de estos manuscritos. La cueva que proporcionó mayor número de fragmentos fue la cueva cuatro, la más próxima a las ruinas, que había sido ya violada por los beduinos cuando los arqueólogos llegaron a ella.
La biblioteca de las cuevas de Qumrán comprende unos 800 manuscritos, algunos de ellos en fragmentos muy pequeños. Por ejemplo, la cueva cuatro contenía 520 textos en 15.000 fragmentos. La mayoría de los textos están en hebreo, bastantes en arameo, y algunos, sobre todo los de la cueva siete, en griego.
Hay manuscritos de tres tipos: manuscritos bíblicos de libros canónicos de la Biblia hebrea; manuscritos de la literatura apócrifa intertestamentaria, y manuscritos que pertenecen a la comunidad, es decir, reglas y comentarios exegéticos de los esenios.
Entre los documentos no hay autógrafos, sino solo copias.«Jesús había amado el templo como algo querido por el Padre y se había sentido atraído a enseñar en él en no pocas ocasiones. Lo defendió como casa de oración para todas las naciones y trató de prepararlo para esta finalidad. Pero sabía también que la época de este templo terminaba y que llegaría algo nuevo que estaba relacionado con su muerte y resurrección» 763. El nuevo y verdadero templo es Jesús mismo, por quien toda oración llega al Padre, desde cualquier parte del mundo.
Salomón comenzó a construir el templo del Señor en el cuarto año de su reinado en Israel, en el segundo mes. Habían transcurrido cuatrocientos ochenta años desde que los israelitas emprendieron la salida de Egipto.
El templo que el rey Salomón construyó para el Señor medía veintisiete metros de largo por nueve de ancho y trece y medio de alto. El vestíbulo de la nave central del templo medía también nueve de ancho y el frontal sobresalía cuatro metros y medio. Salomón también mandó colocar en el templo ventanales con celosías.
En el capítulo sexto del Libro I de los Reyes, se describe con gran detalle cada espacio: Salomón dispuso el Sancta Sanctorum para que se colocara allí el Arca de la Alianza. Su interior lo revistió de láminas de oro; y recubrió de madera de cedro el altar. También, Salomón recubrió de oro el interior del templo, y tendió cadenas doradas a lo largo del frente del Sancta Sanctorum.
En el año 586 a.C., durante el reinado de Sedecías, entró en Jerusalén Nabucodonosor con su ejército e incendió el templo de Dios, el palacio del rey y todas las casas de los líderes más importantes. Los soldados babilonios derribaron las murallas que rodeaban a la ciudad de Jerusalén. Finalmente, llevaron cautivos a Babilonia a todos los que habían quedado en la ciudad, solamente dejaron allí a los judíos más pobres para que cultivaran los viñedos y los campos. El Templo de Salomón quedó destruido.
El año 538 a.C. el rey persa Ciro el Grande conquistó Babilonia, destruyó el imperio caldeo y permitió a los hebreos regresar a su tierra, Así se lo comunicó al pueblo judío: «el Señor Dios del cielo es el que me ha dado todos los reinos de la tierra, y él me ha ordenado edificarle casa en Jerusalén. Quienquiera de vosotros que pertenece al pueblo de Dios sea con él, vaya a Jerusalén y edifique la casa del Señor».
La construcción del Segundo Templo fue dirigida por Esdras el Escriba. Más de veinte años duró su reconstrucción. Fue edificado sobre las ruinas del primer Templo, y se terminó en el año 516 a.C., en el sexto año del reinado de Darío de Babilonia. Comenzaron los judíos por edificar el altar en el punto exacto donde se encontraba el antiguo, marcando así la continuidad.
El propio rey persa entregó generosamente abundantes metales y piedras preciosas para llevar a cabo la reconstrucción. Sin embargo, el nuevo templo no tuvo la belleza, el esplendor y la riqueza del que construyó Salomón.
El templo que Jesús conoció fue el que enriqueció y amplió Herodes el Grande. Comenzaron estas obras en el año 20 a.C., duraron 9 años y en ellas trabajaron gran número obreros. La construcción se inició en el 19-20 antes de nuestra era. En los años de Jesús estaba sin acabar. Se empleó mármol negro, amarillo y blanco; la madera empleada era de cedro y fue traída de Líbano.
La descripción de Flavio Josefo es ampulosa por su conocido fervor hacia el pueblo hebreo: «La parte exterior estaba recubierta por todos los lados por gruesas placas de oro y así, cuando salían los primeros rayos del sol, producía un resplandor muy brillante y a los que se esforzaban por mirarlo les obligaba a volver sus ojos, como si fueran rayos solares. Desde lejos, según la perspectiva, a los extranjeros que se acercaban allí les parecía que era un monte cubierto de nieve, ya que el mármol era muy blanco en las zonas que no estaban revestidas de oro».
Para el culto se precisaba de incienso, perfumes, panes para la proposición; también se renovaban las cortinas del interior. La provisión de estos materiales era un privilegio y estaba a cargo de familias pudientes de Jerusalén. También ciertos oficios relacionados con el culto eran privilegio de algunas familias y se transmitían de padres a hijos 764.
Toda la riqueza posible y el esplendor imaginable se volcaron en este lugar sagrado. Nada se ahorró para la adoración a Dios.
Este es el templo que en el año 70 fue destruido tras la caída de Jerusalén bajo las legiones de Roma, al mando del futuro emperador Tito. No quedó piedra sobre piedra.
La mujer samaritana que encontró a Jesús junto al pozo de Jacob preguntó al Señor cuál era el templo verdadero, comparando Jerusalén con el monte Garizín. Mujer, llega la hora que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre 765, le respondió Jesús. Para adorar a Dios no se requiere templo alguno: adorar es un acto libre del hombre que no necesita un lugar físico determinado. Dios es infinito y todo lo abarca: cielo y tierra, lo material y lo invisible, la altura y la profundidad.
Jesús predijo del Templo: quedará vacío. La primitiva comunidad cristiana comprendió que el nuevo templo era Jesús mismo. «Todos los sacrificios se llevan a cumplimiento en la cruz de Cristo; en Él se ha realizado lo que intentaban todos los antiguos sacrificios y, así, Jesús mismo se ha puesto en el lugar del templo: el nuevo templo es Él».
Jesús es creador y salvador, por eso la creación entera, el universo y todo lo que existe son espacio y tiempo en el que se puede adorar, rezar, invocar, alabar, agradecer.

LAS FIESTAS JUDÍAS

Conmemoran los grandes acontecimientos entre Dios y su pueblo Israel. En ellas se ratificaba la memoria de la bondad de Dios que, a través de prodigios y cuidados, muestra que está siempre cerca de los suyos: Habló el Señor a Moisés: anda, parte de este lugar tú y tu pueblo que sacaste de Egipto, ve a la tienda que tengo prometida con juramento a Abrahám, a Isaac y a Jacob. Dios prometió al pueblo de Israel que iría con ellos durante todo el trayecto y que les llevaría a la tierra prometida. Las fiestas nacen para conmemorar los prodigios que había hecho Dios en su favor.
Jesús -como buen israelita- participó en ellas. No solo estuvo presente: las vivió con toda la profundidad, con la hondura insondable de su naturaleza divina y humana.
Yom Kippur. Aunque la festividad no está relacionada directamente con ningún acontecimiento histórico, algunos creen que este fue el día que Moisés bajó del Monte Sinaí con las segundas tablas grabadas con los Diez Mandamientos y que el Señor perdonó a los israelitas por el pecado del Becerro de Oro. Celebraba el día de la reconciliación, de petición de perdón por los ultrajes que se hubieran cometido en el Templo. Su fecha es el 10 del mes hebreo de Tishrí, septiembre-octubre. El primer día era de descanso, los siguientes, de oración. El día más solemne es el último de los diez que constituyen la fiesta, y se dedicaba al ayuno desde el día anterior hasta el atardecer del propio día de Yom Kippur.
El Sumo Sacerdote, con vestiduras blancas, entraba en el lugar santísimo del Templo para expiar con sangre los pecados de todo el pueblo.
Al sexto día después de Yom Kippur se celebraba la Fiesta de los Tabernáculos o de las tiendas o cabañas 766 y del agua. Era en recuerdo de la generación que había atravesado el desierto con Moisés al salir de Egipto. El Levítico señala los detalles de la celebración de esta fiesta, y concluye: en tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en tabernáculos, para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo soy el Señor, vuestro Dios 767. Se le llamaba también «la fiesta del agua»: los israelitas habían sufrido gran sed en el desierto hasta llegar a la tierra prometida, y en esta fiesta rogaban a Dios por la lluvia. Los sacerdotes derramaban sobre el altar el agua traída de la fuente de Siloé.
Precisamente en este día, el más solemne, Jesús -presente en la fiesta- exclamó: si alguno tiene sed, venga a Mt y beba. Quien cree en Mt, como dice la Escritura, de sus entrañas brotarán ríos de agua viva 768.
La Fiesta de la Dedicación del Templo no era tan antigua, fue instituida por Judas Macabeo, que purificó el Templo después de la dominación siria. Se celebraba el 25 del mes de kisleu, entre noviembre y diciembre actual. Se la llamaba también la fiesta de las luces: se encendían lámparas durante la fiesta en las ventanas de las casas y en las sinagogas.
San Juan escribe sobre la presencia de Jesús en el Templo durante esos días: era invierno, y el Señor predicaba en el pórtico de Salomón, que daba al Este y estaba mejor resguardado y por la mañana podía tener más sol. Los judíos le preguntaron entonces, ¿Hasta cuándo nos vas a tener en vilo? Si eres tú el Cristo, dínoslo abiertamente.
La Fiesta de la Pascua se celebraba en primavera el día 15 de nisán. Era la fiesta mayor y más importante entre los israelitas: se celebraba la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto y acudían miles de judíos de todas las partes del imperio. Comenzaba en la tarde del 14 del mes con la cena pascual, y se prolongaba hasta el día 22 con la fiesta de los Ázimos.
La Pascua tenía lugar la noche de la luna llena tras el equinoccio de primavera. La Ley prescribía que la cena pascual debía celebrarse después de la puesta de sol. En las primeras horas de la tarde los cabezas de familia venían al Templo con un cordero para inmolarlo. Después lo llevaban a casa, lo desollaban y lo asaban. Entretanto, se eliminaba de la casa el pan fermentado, y se preparaba el pan ázimo, que era una especie de galletas sin levadura, y se cocinaban «hierbas amargas». En aquella cena era de rigor beber vino; si alguno era demasiado pobre para comprarlo, el Templo le daba con qué llenar las cuatro copas reglamentarias.
Durante la cena, la familia cantaba los salmos del Hallel (113-118); el padre de familia o quien ocupaba su lugar recitaba las bendiciones sobre las copas de vino.
Los días siguientes eran de gran fiesta popular y religiosa. Muchos peregrinos aprovechaban para ofrecer sacrificios y hacer peticiones a Dios, y también para escuchar a los rabinos famosos.
La Fiesta de las Semanas o de Pentecostés se celebraba 50 días más tarde de la Pascua, en el mes de siván, que corresponde a julio; en ella se agradecían los frutos de la cosecha del año 769.
El Shabbat es un día santo, una de las festividades más importantes para el Judaísmo; a excepción del Día del Perdón (Yom Kippur), es el día más sagrado para los judíos. Está vinculado a la creación del mundo: Dios descansó («Shabbat» en hebreo) del trabajo de la Creación al séptimo día, y por tanto es sagrado para los hombres, que también deben descansar de hacer trabajos productivos. Comienza el viernes por la tarde y termina en la tarde del sábado. Los judíos asisten este día a la sinagoga y escuchan la lectura de las Escrituras.
Sabemos que Jesús leyó un texto de Isaías en la sinagoga de Nazaret y que otros sábados al curar a algunos enfermos fue muy duramente criticado por ello, sobre todo por parte de los fariseos.
Sin embargo, mantuvo que la misericordia y la compasión están por encima de este precepto y que Dios tiene autoridad sobre él: el Hijo del hombre es Señor del sábado 770, respondió a unos fariseos que acusaban a sus discípulos de coger espigas.

MONEDAS VIGENTES EN TIEMPOS DE JESUCRISTO

Las monedas en curso durante la vida de Cristo consistían en un trozo de metal -plata, cobre, bronceen forma de disco en el que se imprimía con un cuño la efigie del rey o de un dios, o algún hecho conmemorativo. Su valor dependía del peso de la plata -rara vez se empleaba el oro como moneda-, que fluctuaba según la pureza de este metal: en cada moneda variaba el título, es decir, la proporción de plata pura, hecho que los cambistas aprovechaban en su propio beneficio.
Las monedas más valiosas -el talento, la mina- no eran solamente un medio de pago, sino que también realizaban otras dos funciones: ser unidades de peso, en cuyo caso podían no existir físicamente -como el talento, palabra procedente del griego que significa precisamente balanza o peso-, o ser unidades de medida monetaria, y así, siguiendo con el ejemplo, el talento equivalía a seis mil dracmas.
El peso de la plata tomada como unidad fue variando a lo largo de la historia y también, de manera no uniforme, en cada civilización del mundo antiguo. Así, entre los judíos, en el Antiguo Testamento el talento tenía un peso cercano a los 34 kilos de plata, mientras que en el Nuevo Testamento era de 21, 600 kilos.
Durante la vida de Jesucristo, que es el tiempo que nos ocupa, en toda la zona del Mediterráneo se utilizaban indistintamente monedas griegas y romanas; los judíos, además, utilizaban como moneda básica propia el siclo. Las monedas griegas más usadas entonces eran la mina, la dracma, la didracma, el estáter, el óbolo, el calco y el lepton. Romanas eran el talento, el denario, el sestercio, el cuadrante, el as.

Monedas de origen griego

La dracma: moneda de plata que en esta época pesaba unos 3, 5 gramos, muy cerca del valor del denario.
La mina: unidad de peso y de medida, de plata, equivalente a 100 dracmas.
La di dracma (dos dracmas): era la tasa que pagaban anualmente al Templo los israelitas varones desde los veinte años: cada uno de ellos debía aportar medio siclo, equivalente a una didracma.
El estáter: contenía 14, 4 gramos de plata y equivalía a cuatr o dracmas. Con esta moneda podían dos personas pagar el tributo al templo.
El óbolo: también de plata. Valía la sexta parte de una dracma, esto es, aproximadamente 0, 5 gramos.
El calco (chalkoi, «pieza de cobre»): equivalía a 1/8 del óbolo y 1/48 de la dracma.
El leptón: moneda muy pequeña de bronce, equivalía a 1/7 de calco. Era la de menor valor entre las que circulaban por Judea: lo que hoy llamaríamos calderilla. Las monedas que deposita en el Templo la viuda pobre eran leptos (en realidad el plural es lepta). También lo son las que aparecen sobre los ojos de Cristo en la Sábana Santa de Turín.

Monedas de origen romano

El talento: era siempre una enorme suma de dinero, pero variable debido a la disminución progresiva del peso de la plata y a las diversas equivalencias de esta según la zona.
El denario: moneda de plata romana, entonces muy común. Pesaba 3, 81 gramos. Llevaba la efigie del emperador y una inscripción. Constituía el salario de un día de un trabajador agrícola, un obrero o un legionario. Si el denario que llevaron a Jesús era, como parece lo más probable, el de Tiberio, reinante entonces, mostraría en el anverso la imagen del emperador coronado y en torno a ella la inscripción TI. (BERIUS) CAESAR DIVI AUG. (USTI) F. (ILIUS) AUGUSTUS.
El sestercio: de latón. Era la cuarta parte de un denario.
El cuadrante: de bronce. Valía la cuarta parte de un as, o dos leptos, o 1/40 de denario.
El cuarto: de bronce, con un valor de cuatro cuadrantes o de 1/16 de denario.
El as: de cobre, equivalente al 1/10 del denario.

Moneda judía: el siclo

El siclo, o shekel, la moneda del Templo, era también una unidad de peso. Contenía 14, 20 gramos de plata y equivalía a dos dracmas -o una didracma-. Para su vida fuera del Templo, los judíos empleaban indistintamente el denario romano y la dracma griega que, por llevar acuñadas la imagen del emperador u otras autoridades paganas, se consideraban impropias para el Templo. De ahí la importancia de los cambistas.
Jesús como hombre de su tiempo habló también del dinero y pagó impuestos.
Para referirse al cuidado que Dios Padre tiene de cada uno de nosotros, Jesús dijo: ¿no se venden dos pajarillos por un as?, se trata de un precio muy bajo, la décima parte de un denario. Y sin embargo ni uno de ellos cae en tierra sin que lo permita vuestro Padre.
La viuda a la que vio Jesús echar dos monedas como limosna en el Templo dio todo lo que tenía: eran 2 leptos la moneda en curso de menos valor en ese tiempo, 1 lepto era la cuarta parte de un as. Pero Jesús valora de otra forma esta acción: os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos los otros 771.
A pesar de su gran coste, al Señor no le parece mal que una mujer derrame sobre su cabeza un perfume que vale unos 300 denarios: ¿por qué la molestáis? Ha hecho una buena obra conmigo. Esta cantidad era equivalente al sueldo anual de un obrero del campo, al que se solía contratar por 1 denario al día, como se ve en la parábola de los trabajadores que esperan un trabajo en la plaza 772.
El samaritano de la parábola de Jesús dejó al posadero 2 denarios para que cuidara del herido: posiblemente pensaba regresar dos días después; y, por si se retrasara, añadió: lo que gastes de más te lo pagaré a mi vuelta 773.
También Jesús pagó los tributos. En una ocasión se vio seguramente sin dinero y dijo a Pedro: Ve al mar, echa el anzuelo y el primer pez que pique sujétalo, ábrele la boca y encontrarás un estáter; tómalo y dalo por mí y por ti 774. La cantidad establecida era Vi siclo, es decir, 2 dracmas, 4 dracmas igual 1 estáter.
Para honrar el cuerpo muerto de Jesús, llegó Nicodemo, el mismo que había venido a Él de noche, trayendo una mezcla de mirra y áloe, como de cien libras 775: sus verdaderos amigos no escatimaron gastos, fueron muy generosos.

Moneda – origen – metal

ÁUREO – griega – plata – moneda: Equivalente a dos denarios, moneda muy común en esta época
ÓBOLO – griega – plata – moneda: Pesaba la sexta parte de una dracma, 0, 5 gramos aproximadamente
CALCO – griega – cobre – moneda: Equivalía a 1/8 del óbolo, 1/16 deldenario y 1/48 de la dracma
DIDRACMA – griega – plata – moneda: Su nombre significa «dos dracmas». Equivalía al medio siclo que cada israelita varón, a partir de los 20 años, debía pagar al Templo
DRACMA – griega – plata – moneda: En este tiempo pesaba unos 3, 5 gramos, muy cerca del valor del denario
ESTÁTER – griega – plata – moneda: Pesaba 14, 4 gramos. Equivalía a cuatro dracmas, y por eso con ella podían dos personas pagar el tributo al Templo
MINA – griega – plata – unidad de peso – Equivalente a 100 dracmas
AS – romana – cobre – moneda: Valía una décima parte del denario
CUADRANTE – romana – bronce – moneda: Valía la cuarta parte de un as, o dos lepta, o 1/40 de denario
CUARTO – romana – bronce – moneda: Equivalía a cuatro cuadrantes o 1/16 de denario
DENARIO – romana – plata – moneda: Pesaba 3, 81 gramos y suponía el salario de un día de trabajo
LEPTÓN – romana – bronce – moneda: La moneda de menos valor; no debe confundirse con el leptón griego. El plural de esta palabra es lepta. Fue acuñada también por Pilato en tiempos de Cristo
SESTERCIO – romana – latón – moneda: Valía la cuarta parte de un denario
TALENTO – romana – plata – unidad de peso: Era siempre una enorme suma de dinero, pero variable
SICLO – judía – plata – Moneda y unidad de peso: Pesaba 14,20 gramos. Equivalía a cuatro denarios
NOTA: El peso de las monedas, y también las unidades de peso, variaban de unos años a otros debido a la disminución progresiva del peso de la plata y a las diversas equivalencias de esta según la zona en que esas monedas se acuñaban.

MEDIDAS DE TIEMPO ENTRE LOS JUDÍOS

Los judíos dividían el día en cuatro partes y la noche en otras cuatro.
El día era de 12 horas: la hora prima comenzaba a la salida del sol y duraba hasta las nueve; la de tercia, hasta las doce de la mañana; la hora sexta, el mediodía hasta las tres de la tarde, y hora nona, hasta la puesta de sol. Los límites entre una hora y otra no eran exactos, se medían por el cuadrante solar 776.
Las 12 horas de la noche eran cuatro vigilias, desde el anochecer hasta el amanecer: primera, segunda, tercera y cuarta.
En otra documentación aparece otra división de la noche, que puede ser la de alguna región determinada de Palestina: atardecer, media noche y canto del gallo.
Jesús hizo referencia a las horas del día en algunas ocasiones:
¿No son doce las horas del día? 777, es la pregunta que dirigió a unos discípulos que le prevenían del peligro que suponía volver a Judea.
Para mostrar que Dios sale al encuentro de los hombres en todas las horas y los llama para que trabajen en favor del Reino de los cielos, Jesús propuso una parábola: el reino de los cielos es semejante a un propietario que salió muy de mañana a contratar jornaleros para su viña... Salió también a la hora tercia... Salió de nuevo a la hora sexta y ala nona e hizo lo mismo 778.
Los evangelistas señalan la hora de algunos hechos cuando los consideran muy importantes:
San Juan dejó escrito: era como la hora décima 779: se refiere a la hora que conocieron a Jesús y se quedaron con Él. Se acordaba muy bien de este primer encuentro.
Es san Marcos quien anota la hora de la muerte de Jesús en la cruz: y al llegar la hora sexta toda la tierra se oscureció hasta la hora nona. Y a la hora nona Jesús exclamó con una fuerte voz: Eloí, Eloí, lemá sabacthaní? 780.
El año estaba dividido en 12 meses lunares, de forma que cada dos o tres años se intercalaba un mes 781. El año hebreo bisiesto es un año de trece meses, se le llamó «año preñado» al mes agregado, como si fuera el feto de una mujer embarazada. Consistía en duplicar el último mes, Adar.
Después de la cautividad de Babilonia los nombres de los meses fueron estos: nisán que se corresponde con marzo-abril, iyyar abril-mayo, siván mayo-junio, tamúz junio-julio, ab julio-agosto, elul agosto-septiembre, tishrí septiembre-octubre, marheshrán octubre-noviembre, kisleu noviembre-diciembre, tébet diciembreenero, shebat enero-febrero, adar febrero-marzo.

BIBLIOGRAFÍA

Adam, Karl .Jesucristo, Herder, Barcelona 1970.
Adam, Karl: Él Cristo de nuestra fe, Herder, Barcelona 1972.
Bartina, M.: ¿Casa o caserío? Los Magos en Belén, Estudios Bíblicos 25 (19).
Benedicto XVI: (ver Ratzinger, J.).
Bernard, R R.: Él misterio de Jesús (2 vols.), Juan Flors, Barcelona 1965.
Biblia de Jerusalén, Desclée de Brouwer, Bilbao 1996.
Bover, J. M .'.La fiesta de los judíos en Jn 5, 1, Estudios Bíblicos 2 (1952).
Cabodevilla, J. M.: Cristo vivo, BAC, Madrid 1970.
Casciaro, J. M.: Jesucristo y la sociedad política, Palabra, Madrid 1973.
Casciaro, J. M.: Jesús de Nazaret, Alga, Murcia 1994.
Catecismo de la Iglesia Católica.
Cerfaux, L.: Mensaje de las parábolas, FAX, Madrid 1969.
Daniel-Rops: ÉL pueblo de la Biblia, Palabra, Madrid 1989.
Daniel-Rops: Jesús en su tiempo, Palabra, Madrid 1990.
Delclaux, F.: La tierra de Jesús, Rialp, Madrid 1977.
Diccionario Enciclopédico de la Biblia, Herder, Barcelona 1993.
Diccionario del judaísmo: ver MAIER.
Echevarría, J.: Getsemaní, Planeta, 2005.
Escrivá de Balaguer, J.: Es Cristo que pasa, Rialp, Madrid 1973.
Escrivá de Balaguer, J.: Amigos de Dios, Rialp, Madrid 1978.
Escrivá de Balaguer, J.: Vía Crucis, Rialp, Madrid 1981.
Escrivá de Balaguer, J.: Camino. Surco. Forja, Rialp, Madrid 1999.
Filion, L-CL.: Vida de Nuestro Señor Jesucristo, fax, Madrid 1966.
Flavio Josefo: Autobiografía. Sobre la antigüedad de los judíos (Contra Apión), Alianza, Madrid 1994.
Flavio Josefo: Guerras de los judíos (2 vols.), Iberia, Madrid 1994.
Francisco Papa: Lumen fidei, Romana Editorial, 2013.
Fray Luis de Granada: Vida de Jesucristo, Rialp, Madrid 1975.
García Moreno, A.: Jesucristo, Cordero de Dios, en Cristo, Hijo de Dios y Redentor del Hombre, eunsa, Pamplona 1982.
Giussani, L.: Él rostro del hombre, Encuentro, Madrid 199.
Gnilka, J.: Jesús de Nazaret. Mensaje e historia, Herder, Barcelona 1995.
González Echegaray, J.: Arqueología y evangelios, Verbo Divino, Estella 1994.
González Echegaray, J.: Las tres ciudades de la infancia de Jesús, en Estudios Bíblicos 50 (1992).
González Echegaray, J.: Él creciente fértil y la Biblia, Verbo Divino, Estella 1991.
Guardini, R.: Él Señor, Ediciones Cristiandad. 2ª ed., Madrid 2005.
Haag, H.: Él país de la Biblia, Herder, Barcelona 1992.
Harris, R.: Fragments of the Commentary of Ephrem Syrus upon Diatessaron, 1985.
Herranz, M.: Un problema de crítica histórica en el relato de la Pasión: la liberación de Barrabás, en Estudios Bíblicos 30 (1971).
Igartúa, J. M.: La resurrección de Jesús y su cuerpo, Mensajero, Bilbao 1989.
Itinerario de la virgen Egeria. Edición crítica de A. Arce, BAC, Madrid 1980.
Jeremías, J.: Jerusalén en tiempos de Jesús, Cristiandad, Madrid 1985 (este autor es de confesión protestante).
Lagrange, J. M.: Vida de Jesucristo, Litúrgica Española, Madrid 1933.
Lagrange, J. M.: Synopsis evangélica. Texto graecum quattuor evangeliorum recensuit et iuxta ordinem chronologicum Lucae praesertim et Iohannis concinavit, Alpha, Barcelona 1927. Texto griego y traducción al catalán, de LL. Carreras y J. M. Llovera, edit. por la Fundació Bíblica Catalana.
Leal, J.: Sinopsis concordada de los Cuatro Evangelios, bac, Madrid 1975.
Leal, J.; S. del páramo; J. Alonso: La Sagrada Escritura (vol. I), BAC, Madrid 1967.
Leal, Juan: Y el nombre de la Virgen, María, Lumen 2 (1953).
Lubich, Ch.: Palabra que se hace vida, Ciudad Nueva, Madrid 1990.
Lumbreras, J. M.: En el país de Jesús, Mensajero, Bilbao 1990.
Maier, J. y P. Scháfer: Diccionario del judaísmo, Verbo Divino, Estella 1996.
Marce, P. A.: Él toponimio natal del Precursor, en Estudios Eclesiáticos 34 (1990).
Martín Descalzo, J. L.: Vida y misterio de Jesús de Nazar et (3 vols.), Sígueme, Salamanca 1993.
Messori, V.: ¿Padeció bajo Pondo Pilato?, Rialp, Madrid 1996.
Messori, V.: Hipótesis sobre Jesús, Mensajero, Bilbao 1985.
Moschner, F. M.: Las parábolas del Reino de los Cielos, Rialp, Madrid 1957.
Ocáriz, F.; Mateo Seco, J. A.; Riestra, L. F: El misterio de Jesucristo, eunsa, Pamplona 2010.
Ocáriz, F.: Sobre Dios, la Iglesia y el mundo, Rialp, Madrid 2013.
Paul, A.: Él mundo judío en tiempos de Jesús, Cristiandad, Madrid 1982.
Penna, R.: Ambiente histórico-cultural de los orígenes del Cristianismo, Desclée de Brouwer, Bilbao 1994.
Prat, F: Jesucristo. Su Vida, su Doctrina, su Obra (2 vols.), Jus, México 1948.
Ratzinger, Joseph: Jesús de Nazaret. Desde el Bautismo a la Transfiguración, La esfera de los libros, Madrid 2007.
Ratzinger, Joseph: Jesús de Nazaret. Desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección, Encuentro, Madrid 2011.
Ratzinger, J.: La infancia de Jesús, Planeta, 2012.
Ricciotti, G.: Historia de Israel (2 vols.), Luis Miracle, Barcelona 1949.
Ricciotti, G.: Vida de Jesucristo, Luis Miracle, Barcelona 1963.
Sainz, M.: Las parábolas del Evangelio, Mensajero, Bilbao 1926.
Sagrada Biblia, Santos Evangelios, eunsa, Pamplona 1995.
Saulnier, Ch.; B. Rolland: Palestina en tiempos de Jesús, Verbo Divino, 1994.
Sayés, J. A.: Señor y Cristo, eunsa, Pamplona 1995.
Schmid, J.: Él Evangelio de san Mateo, Herder, Barcelona 1981.
Schmid, J.: Él Evangelio de san Marcos, Herder, Barcelona 1981.
Schmid, J.: Él Evangelio de san Lucas, Herder, Barcelona 1981.
Schürer, E.: Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús (2 vols.), Cristiandad, Madrid 1985.
Segalla, G.: Panoramas del Nuevo Testamento, Verbo Divino, Estella 1989.
Sheed, Franz J.: Conocer a Jesucristo, Palabra, Madrid 1995.
Snackenburg, R.: ¿Dios ha enviado a su Hijo?, Herder, Barcelona 1992.
Solé, M.: La sábana santa de Turín, Mensajero, Bilbao 1985.
Spadafora, F.; A. Cardinali: Nicodemo, en Biblia Sancta IX.
Varo, F: Rabí Jesús de Nazaret, BAC, Madrid 2006.
Wikenhauser, A.: Él evangelio de san Juan, Herder, Barcelona 1972.
William, F. M.: Vida de María, Herder, Barcelona 1974.