Antología de Textos

COMUNION DE LOS SANTOS

1. Hay un suceso en la vida de San Pablo al que -directa o indirectamente- se referirá frecuentemente en sus escritos. Es un acontecimiento que penetró profundamente en lo íntimo de su alma. Cuando estaba de camino, sucedió que, al acercarse a Damasco, se vio rodeado de una luz del cielo. Yal caer a tierra, oyó una voz que decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él contestó: ¿Quién eres, Señor? Y Él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues (Hch 9, 3-5). En esta primera revelación Jesús se le muestra personal e íntimamente unido a sus seguidores.
Más tarde, en la doctrina del Cuerpo Místico de Cristo, uno de los temas centrales de su predicación, mostrará esta unión profunda de los cristianos entre sí, por estar unidos a la Cabeza, Cristo: si padece un miembro, todos los miembros padecen con él; y si un miembro es honrado, todos los otros a una se gozan (1Co 12, 26).
Esta fe inquebrantable en la unión de los cristianos entre sí llevaba al Apóstol a pedir oraciones a los primeros fieles de Roma, a quienes aún no conocía personalmente, para salir bien librado de los incrédulos que iba a encontrarse en Judea (Rm 15, 30-31). Se sentía muy unido a sus hermanos en la fe, a quienes llamaba santos en sus Cartas: Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús, que están en Filipos (Flp 1, 1).
La Comunión de los Santos establece una comunidad de bienes espirituales de la que todos participan. No es una participación de bienes de este mundo, materiales, culturales, artísticos, sino comunidad de bienes imperecederos que no se pierden con la muerte, sino que se conservan en la otra vida.
Los cristianos gozamos de un patrimonio común, el "tesoro de la Iglesia", formado por el valor inagotable que tienen ante Dios los méritos y expiaciones de Jesucristo, a los que se añaden las oraciones y buenas obras de la Virgen Santísima y de todos los Santos (PABLO VI, Indulgentiarum doctrina, 5). Contamos siempre con la intercesión de quienes nos precedieron y han alcanzado la vida eterna, y de nuestros amigos aquí en la tierra.
2. Se extiende a los cristianos más abandonados: por más solo que muera un cristiano, sabe muy bien que jamás muere aislado; toda la Iglesia está en él para devolverlo a Dios que lo creó. Llega ya desde ahora a los justos, que no son aún cristianos, y que se hallan por lo mismo privados de las riquezas sacramentales. Llega incluso a los cristianos pecadores: "Por el hecho de hallarse aún en la Iglesia, son ayudados por los auxilios espirituales de todos los fieles para que recobren la gracia y la vida que habían perdido, y participan de los beneficios de que se ven privados quienes se hallan totalmente separados de la Iglesia" (Catecismo Romano, 1, cap. 10, n. 26). Se extiende incluso a los hombres que no son miembros de Cristo más que en esperanza, que no han aceptado aún la gracia misteriosa y secreta que los visita. Se organiza asimismo a través del tiempo. Cada uno de los actos que realizamos en la caridad tiene repercusiones ilimitadas. En el último día nos será dado comprender las resonancias incalculables que han tenido, en la historia espiritual del mundo, las palabras o las acciones de un buen cristiano.
Todos nos necesitamos, todos nos podemos ayudar; de hecho estamos participando continuamente de los bienes espirituales comunes de la Iglesia. En este momento, alguien está rezando por nosotros, y nuestra alma se vitaliza por el sufrimiento, el trabajo o la oración de personas que quizá desconocemos. Un día, en la presencia de Dios, en el momento del juicio particular, veremos esas inmensas ayudas que nos mantuvieron a flote en muchas ocasiones y, en otras, nos ayudaron a situarnos un poco más cerca de Dios. También veremos la influencia, quizá decisiva, que tuvieron nuestras buenas obras.
Si somos fieles, contemplaremos con inmenso gozo cómo fueron eficaces en otras personas nuestros sacrificios, trabajos, oraciones, incluso lo que en aquel momento nos pareció estéril y de poco interés. Veremos la salvación de otros, debida en buena parte a nuestra oración y mortificación, y a nuestras obras.
En muchas situaciones de nuestra vida nos ayudará el considerar que no existen deficiencia ni virtud solitarias. Todo lo bueno y lo malo no solo tiene repercusiones, sino efectos centuplicados en los demás.
3. Es verdad de fe que esta comunicación de bienes espirituales existe entre los fieles que constituyen la Iglesia triunfante, purgante y militante. Podemos encomendarnos y recibir ayuda de los santos (canonizados o no) que están ya en el Cielo, de los ángeles, de las almas que se purifican todavía en el Purgatorio (a las que podemos ayudar a aligerar su carga desde la tierra) y de nuestros hermanos que, como nosotros, peregrinan hacia la patria definitiva. Cuando cumplimos el piadoso deber de rezar y ofrecer sufragios por los difuntos, hemos de tener especialmente en cuenta a aquellos con los que mantuvimos en la tierra unos vínculos más fuertes: padres, hermanos, amigos, etc. Ellos cuentan con nuestras oraciones. La Santa Misa es el sufragio más importante que podemos ofrecer.
La doctrina acerca de este intercambio de bienes espirituales nos debe ayudar mucho a cumplir con fidelidad nuestros deberes, ofreciendo a Dios todas nuestras obras, y a orar con devoción, sabiendo que todo nuestro trabajo, enfermedades y oraciones constituyen una ayuda formidable a los demás. Nada de lo que hagamos con rectitud de intención se pierde.
4. En este dogma de la Comunión de los santos se basa también la doctrina de las indulgencias. En ellas, la Iglesia administra con autoridad las gracias alcanzadas por Cristo, la Virgen y los santos en orden a satisfacer, bajo ciertas condiciones, por las culpas debidas por nuestros pecados y por las almas del Purgatorio.

Citas de la Sagrada Escritura

Cuando estaba de camino, sucedió que, al acercarse a Damasco, se vio rodeado de una luz del cielo. Y al caer a tierra, oyó una voz que decía: Saulo, ¿por que me persigues? El contesto: ¿, Quien eres, Señor? Y El: Yo soy Jesús, a quien tu persigues. Hch 9, 3-5
Porque así como, siendo el cuerpo uno, tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, son un cuerpo único, así también es Cristo. Porque también todos nosotros hemos sido bautizados en un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo, y todos, ya judíos, ya gentiles, ya siervos, ya libres, hemos bebido del mismo Espíritu. 1Co 12, 12-13
Los miembros son muchos, pero uno solo el cuerpo. Y no puede decir el ojo a la mano: No tengo necesidad de ti. Ni tampoco la cabeza a los pies: No necesito de vosotros. 1Co 12, 21
De esta suerte, si padece un miembro, todos los miembros padecen con el; y si un miembro es honrado, todos los otros a una se gozan. 1Co 12, 26
(Judas Macabeo) mando hacer una colecta en las filas, recogiendo hasta dos mil dracmas, que envió a Jerusalén para ofrecer sacrificios por los pecados, obra digna y noble, inspirada en la esperanza de la resurrección, pues si no hubiera esperado que los muertos resucitarían, superfluo y vano era orar por ellos. Mas creía que a los muertos piadosamente les esta reservada una magnifica recompensa. 2M 12, 43-45
Obra santa y piadosa es orar por los muertos. Por eso hizo que fuesen expiados los muertos: para que fuesen absueltos de sus pecados. 2M 12, 46

Comunicación de bienes y ayuda mutua

1046 Comunión de los Santos.-¿Como te lo diría?-¿Ves lo que son las transfusiones de sangre para el cuerpo? Pues así viene a ser la Comunión de los Santos para el alma (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 544).

1046b "Como todos los creyentes forman un solo cuerpo, el bien de los unos se comunica a los otros. [...] Es, pues, necesario creer [...] que existe una comunión de bienes en la Iglesia. Pero el miembro más importante es Cristo, ya que Él es la cabeza. [...] Así, el bien de Cristo es comunicado [...] a todos los miembros, y esta comunicación se hace por los sacramentos de la Iglesia" (SANTO TOMÁS, symb. 10). "Como esta Iglesia está gobernada por un solo y mismo Espíritu, todos los bienes que ella ha recibido forman necesariamente un fondo común" (Catech. R. 1, 10, 24) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 947).

1046c La expresión "comunión de los santos" tiene, pues, dos significados estrechamente relacionados: "comunión en las cosas santas (sancta)" y "comunión entre las personas santas (sancti)".
Sancta sanctis [lo que es santo para los que son santos] es lo que se proclama por el celebrante en la mayoría de las liturgias orientales en el momento de la elevación de los santos dones antes de la distribución de la comunión. Los fieles (sancti) se alimentan con el cuerpo y la sangre de Cristo (sancta) para crecer en la comunión con el Espíritu Santo (Koinónia) y comunicarla al mundo (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 948).

1047 Venimos a ser como una comunidad civil, en la que cada uno contribuye con la cuota asignada, aportando cada uno en la proporción de sus fuerzas, lo que podríamos llamar su cuota de sufrimientos. La medida total de sufrimientos de todos los hombres no estera colmada hasta el fin del mundo (SAN AGUSTÍN, Coment. sobre el Salmo 61).

1048 De la misma manera que en un cuerpo natural la actividad de cada miembro repercute en beneficio de todo el conjunto, así también ocurre con el cuerpo espiritual que es la Iglesia: como todos los fieles forman un solo cuerpo, el bien producido por uno se comunica a los demás (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo, 1. c., 99).

1049 El sacerdote debe [...] cuidar que los fieles comprendan bien la doctrina de la Comunión de los Santos, la sientan y la vivan [...] (Pío XII, Exhortac. apostólica Menti Nostrae, 23-1X-1950).

1050 A menudo es la intercesión de los santos lo que nos alcanza el perdón de nuestros pecados (CASIANO, Colaciones, 20).

1051 Hijo: ¡que bien viviste la Comunión de los Santos, cuando me escribías: "ayer "sentí" que pedía usted por mi"! (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 546).

1052 Hacemos oraciones comunes intensas por nosotros mismos... y por todos los demás que se hallan en todas partes (SAN JUSTINO, Apología la, 65).

1053 La necesidad nos obliga a rogar por nosotros mismos, y la caridad fraterna a pedir por los demás. Es mas aceptable a Dios la oración recomendada por la caridad que la que es impulsada por la necesidad (SAN JUAN CRISÓSTOMO, en Catena Aurea, volt l, p. 354).

Podemos ayudar a los demás con nuestro trabajo, oración y mortificación

1054 Tendrás mas facilidad para cumplir tu deber al pensar en la ayuda que te prestan tus hermanos y en la que dejas de prestarles, si no eres fiel (J.ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 549).

1055 Todo lo bueno y santo que reemprende un individuo repercute en bien de todos, y la caridad es la que hace que les aproveche, pues esta virtud no busca su propio provecho (Catecismo Romano, 1, cap. 10, 23).

1056 [...] quien vive en amor, participa de todo lo bueno que se lleva a cabo en el mundo entero; si bien participan mas intensamente aquellos en favor de los que se aplica una obra buena de manera especial (SANTO TOMÁS, Sobre el Credo 1. c., p. 104).

1057 Sin la oración de Esteban, la Iglesia no tendría a Pablo (SAN AGUSTÍN, Sermón 382).

1058 Ahora Pablo se alegra con Esteban, goza con el de la gloria de Cristo, con el desborda de alegría, con el reina. Allí donde entro primero Esteban, aplastado por las piedras de Pablo, entro luego Pablo, ayudado por las oraciones de Esteban (SAN FULGENCIO DE RUSPE, Sermón 3).

1059 Acordémonos siempre unos de otros, con gran concordia y unidad de espíritu, encomendémonos siempre mutuamente en la oración y prestémonos ayuda con mutua caridad cuando llegue el momento de la tribulación y de la angustia (SAN CIPRIANO, Carta 60).

1060 Acordaos de mi en vuestras oraciones, para que logre alcanzar a Dios, y acordaos también de la Iglesia de Siria, de la que no soy digno de llamarme miembro. Necesito de vuestras plegarias a Dios y de vuestra caridad, para que la Iglesia de Siria sea refrigerada con el rocío divino, por medio de vuestra Iglesia (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a los Magnesios, 10).

1061 Porque andan ya las cosas del servicio de Dios tan flacas, que es menester hacerse espaldas unos a otros los que le sirven para ir adelante (SANTA TERESA, Vida, 7, 8).

1062 Somos un cuerpo bajo una cabeza, para que vosotros negociéis en vosotros y nosotros descansemos en vosotros, porque si un miembro padece todos los demás sufren con el, y si un miembro es glorificado todos se alegran (SAN AGUSTÍN, A Eudoxio, 48).

1063 Si tu oras por todos, también la oración de todos te aprovechara a ti, pues tu formas también parte del todo. De esta manera obtendrás una gran recompensa, pues la oración de cada miembro del pueblo se enriquecerá con la oración de todos los demás miembros (SAN AMBROSIO, Trat. sobre Caín y Abel, 1 y ss.).

No estamos solos

1064 Fijémonos en los soldados que prestan servicio bajo las ordenes de nuestros gobernantes: su disciplina, su obediencia, su sometimiento en cumplir las ordenes que reciben. No todos son generales, ni comandantes, ni centuriones, ni oficiales, ni todos tienen alguna graduación [...]. Ni los grandes podrían hacer nada sin los pequeños, ni los pequeños sin los grandes; la efectividad depende precisamente de la conjunción de todos. Tomemos como ejemplo a nuestro cuerpo. La cabeza sin los pies no es nada, como tampoco los pies sin la cabeza; los miembros mas pequeños de nuestro cuerpo son necesarios y titiles a la totalidad del cuerpo; mas aun, todos ellos se coordinan entre si para el bien de todo el cuerpo. Procuremos, pues, conservar la integridad de este cuerpo que formamos en Cristo Jesús, y que cada uno se ponga al servicio de su prójimo según la gracia que le ha sido asignada por donación de Dios (SAN CLEMENTE, Carta a los Corintios, 36, 1, ss.).

1065 Los que están unidos por un amor santo, aunque no hayan recibido los mismos dones de la gracia, gozan mutuamente de sus propios bienes; y lo que aman no les es nada extraño, pues cada uno encuentra crecimiento y alegría en el progreso de los demás (SAN LEON MAGNO, Sermón 48).

1066 Vivid una particular Comunión de los Santos: y cada uno sentirá, a la hora de la lucha interior, lo mismo que a la hora del trabajo profesional, la alegría y la fuerza de no estar solo (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 545).

1067 Uno puede esperar para otro la vida eterna en cuanto que le esta unido por el amor (SANTO TOMÁS, S.Th. II-II, q. 17, a. 3).

1068 Lo que hemos de pedir a Dios es que en este castillito que hay ya de buenos cristianos no se nos vaya alguno de ellos con los contrarios, y que a los capitanes de este castillo o ciudad los haga muy aventajados en el camino del Señor (SANTA TERESA, C. de perfección, 3, 2).

La Comunión de los Santos la vivimos de modo especial en la Santa Misa

1069 Todos los cristianos, por la Comunión de los Santos, reciben las gracias de cada Misa, tanto si se celebra ante miles de personas o si ayuda al sacerdote como único asistente un niño, quizá distraído. En cualquier caso, la tierra y el cielo se unen para entonar con los Angeles del Señor: Sanctus, Sanctus, Sanctus [...] (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 89).

1070 Se cuenta que, no ha mucho tiempo, sucedió que cierto hombre fue hecho prisionero por sus enemigos y conducido a un punto lejano de su patria. Y como estuviese allí mucho tiempo y su mujer no le viera venir de la cautividad, le juzgo muerto y como tal ofrecía por el sacrificios todas las semanas. Y cuantas veces su mujer ofrecía sacrificios por la absolución de su alma, otras tantas se le desataban las cadenas de su cautiverio. Vuelto mas tarde a su pueblo, refirió con admiración a su mujer como las cadenas que le sujetaban en su calabozo se desataban por si solas en determinados días de cada semana. Considerando su mujer los días y horas en que esto sucediera, reconoció que quedaba libre cuando era ofrecido por su alma el santo sacrificio, según ella pudo recordar (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 3 7 sobre los Evang.).

1071 Ofrecemos a Cristo inmolado por nuestros pecados deseando hacer propicia la clemencia divina a favor de los vivos y los difuntos (SAN CIRILO DE JERUSALEN, Catequesis Mistagogicas, 5, 9).

1072 Ofrecer el sacrificio por el descanso de los difuntos [...] es una costumbre observada en el mundo entero. Por esto creemos que se trata de una costumbre enseñada por los mismos Apóstoles. En efecto, la Iglesia católica la observa en todas partes; y si ella no creyera que se les perdonan los pecados a los fieles difuntos, no harta limosnas por sus almas, ni ofrecerla por ellas el sacrificio a Dios (SAN ISIDORO DE SEVILLA, Sobre los oficios eclesiásticos, 1).

Merecer para los demás

1073 Si amas al Señor tu Dios, no solo puedes merecer para ti, sino también para los demás (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, volt VI, p. 12).

1074 Si solo ruegas por ti, también tu serás el único que suplica por ti (SAN AMBROSIO, Trat. sobre Caín y Abel).

1075 Si sientes la Comunión de los Santos –si la vives–, serás gustosamente hombre penitente.-Y entenderás que la penitencia es " gaudium, etsi laboriosum-alegría, aunque trabajosa: y te sentirás " aliado " de todas las almas penitentes que han sido, son y serán (J. ESCRIVA DE BALAGUER, Camino, 548).

1076 [...] todo lo de uno redunda en beneficio de los otros por el amor. Este es el que da cohesión a la Iglesia y hace comunes todos los bienes (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., p. 219).

1077 Clemente pone en boca del Apóstol San Juan estas palabras: " Tengo que dar cuenta de ti a Cristo. Si fuese necesario afrontare la muerte por ti, como el Señor ha muerto por nosotros " (CLEMENTE DE ALEJANDR;A, Sermón 42, sobre quien podrá salvarse.).

1077b La comunión de la caridad: En la comunión de los santos, "ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo" (Rm 14, 7). "Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte en su gozo. Ahora bien, vosotros sois el Cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte" (1Co 12, 26-27). "La caridad no busca su interés" (1Co 13, 5) (cfr. 1Co 10, 24). El menor de nuestros actos hecho con caridad repercute en beneficio de todos, en esta solidaridad entre todos los hombres, vivos o muertos, que se funda en la comunión de los santos. Todo pecado daña a esta comunión (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 953).

Comunión de bienes con los bienaventurados

1078 [...] algunos entre los discípulos (de Cristo) peregrinan en la tierra, otros, ya difuntos, se purifican, mientras otros son glorificados contemplando claramente al mismo Dios, Uno y Trino, tal cual es; todos, aunque en grado y forma distintos, estamos unidos en fraterna caridad y cantamos el mismo himno de gloria a nuestro Dios [...]. Así que la unión de los peregrinos con los que durmieron en la paz de Cristo, de ninguna manera se interrumpe, antes bien, según la constante fe de la Iglesia, se fortalece con la comunicación de los bienes espirituales [...]. La Iglesia de los peregrinos desde los primeros tiempos del cristianismo tuvo perfecto conocimiento de esta comunión de todo el cuerpo místico de Jesucristo y así conservo con gran piedad el recuerdo de los difuntos y ofreció sufragios por ellos, porque santo y saludable es el pensamiento de orar por los difuntos para que queden libres de sus pecados (2M 12, 46) (CONC. VAT.II, Const. Lumen gentium, 49-50).

1079 (El Concilio de Trento mandaba a los pastores) que instruyan diligentemente a los fieles en primer lugar acerca de la intercesión de los santos, su invocación [...], enseñándoles que los Santos que reinan juntamente con Cristo ofrecen sus oraciones a Dios en favor de los hombres; que es bueno y provechoso invocarlos con nuestras suplicas y recurrir a sus oraciones, ayuda y auxilio para impetrar beneficios de Dios [...] (CONC.TRENTO, Ses. XXV, Dz-Sch 1821).

1080 Para alivio de esas penas les aprovechan los sufragios de los fieles vivos, a saber, los sacrificios de las misas, las oraciones y limosnas, y otros oficios de piedad que, según las instituciones de la Iglesia, unos fieles acostumbran en favor de otros (Profesión de Miguel Paleólogo, Dz 856).

1081 (El Concilio propone a los ortodoxos la siguiente profesión de fe para su vuelta a la Iglesia Católica:) Creemos [...] que quienes verdaderamente arrepentidos murieron en caridad antes de haber satisfecho con frutos dignos de penitencia por los pecados de comisión y omisión, sus almas son purificadas después de la muerte con penas purgatorias [...] y para aliviar estas penas les aprovechan los sufragios de los fieles vivos, es decir, el sacrificio de la Misa, las oraciones, limosnas y otras obras de piedad que según las leyes de la Iglesia han acostumbrado hacer unos fieles por otros (CONC. II DE LYON, Dz Sch. 856).

1081b La intercesión de los santos. "Por el hecho de que los del cielo están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la santidad. [...] No dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del único mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la tierra. [...] Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad" (LG 49):
"No lloréis, os seré más útil después de mi muerte y os ayudaré más eficazmente que durante mi vida" (Santo Domingo, moribundo, a sus frailes; cfr. JORDÁN DE SAJONIA, Vita, 4, 69).

"Pasaré mi cielo haciendo el bien sobre la tierra" (SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS, Palabras) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 956).

1081c La comunión con los santos. "No veneramos el recuerdo de los del cielo tan solo como modelos nuestros, sino, sobre todo, para que la unión de toda la Iglesia en el Espíritu se vea reforzada por la práctica del amor fraterno. En efecto, así como la unión entre los cristianos todavía en camino nos lleva más cerca de Cristo, así la comunión con los santos nos une a Cristo, del que mana, como de fuente y cabeza, toda la gracia y la vida del Pueblo de Dios" (LG 50):
"Nosotros adoramos a Cristo porque es el Hijo de Dios; en cuanto a los mártires, los amamos como discípulos e imitadores del Señor, y es justo, a causa de su devoción incomparable hacia su rey y maestro; que podamos nosotros, también, ser sus compañeros y sus condiscípulos" (SAN POLICARPO, mart. 17) (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 957).

1081d La comunión con los difuntos. "La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo, honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció sufragios por ellos; "pues es una idea santa y piadosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados" (2Mac 12, 46)" (LG 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 958).

Comunión de los Santos y unidad

1082 Si tanta fuerza tiene la oración de cada uno en particular, ¿cuanto mas la que se hace presidida por el obispo y en unión con toda la Iglesia? (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a los Efesios, 2).

1083 Somos todos una sola cosa en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; una sola cosa por la identidad de condición, por la asimilación que obra el amor, por la comunión de la carne sagrada de Cristo y por la participación de un único y Santo Espíritu ( San Cirilo de Alejandría, Coment. Evang S. Juan, 11).

1084 Pues ya que todos los fieles juntos y cada uno en particular constituyen un solo y mismo templo de Dios, necesario es que éste sea perfecto en cada uno como debe ser perfecto en el conjunto; porque, aunque la belleza no sea igual en todos los miembros ni los méritos tampoco iguales, en una tan gran variedad de partes, el vínculo de la caridad, sin embargo, produce la comunión en la belleza. Aquellos a quienes une un santo amor, aunque no participen de los mismos dones de la gracia, gozan, sin embargo, mutuamente de sus bienes, y lo que ellos aman no les puede ser extraño, porque acrecen sus propias riquezas quienes se alegran del provecho ajeno (San León, Sermón 48, sobre la Cuaresma).

1085 La unidad del Espíritu por la que Ella (la iglesia) es conducida, hace que todo lo que se peposite en Ella sea común (Catecismo Romano, 1, cap. 10, 25).

1086 Todas las plegarias, aun las dichas en privado, lejos de carecer de dignidad y virtud, contribuyen muchísimo a la unidad del mismo Cuerpo Místico en genereal, ya que en él todo lo bueno y justo que obra cada uno de los miembros redunda, por la Comunión de los Santos, en bien de todos (Pío XII, Enc. Mystici Corporis).

1087 Pensamos en procurarles algún alivio del modo que podamos [...]. ¿Cómo? Haciendo oración por ellos y pidiendo a otros que también oren [...]. Porque no sin razón fueron establecidas por los apóstoles mismos estas leyes; digo el que en medio de los venerandos misterios se haga memoria de los que murieroon [...]. Bien sabían ellos que de esto sacan los difuntos gran provecho y utilidad (San Juan Crisóstomo, Hom. Sobre la Epístola a los Filipenses, 3).