Antología de Textos
COSAS PEQUEÑAS
1. ¡Qué diferente es, con frecuencia, lo importante para Dios y lo importante para nosotros los hombres! ¡Qué diferentes las medidas! A nosotros nos impresiona lo que llama la atención, lo grande, lo sorprendente. A Dios le conmueven -el Evangelio nos da testimonio- pequeños detalles que están al alcance de todos. También los sucesos que nos parecen a nosotros de gran importancia, pero cuando están hechos con el mismo espíritu de rectitud y de amor y de humildad.
El Señor nos da una magnífica enseñanza sobre el valor de las cosas en este pasaje de San Lucas: Levantando la vista, vio ricos que echaban sus ofrendas en el gazofilacio, y vio también a una viuda pobre que echaba dos ochavos, y dijo: En verdad os digo que esta pobre viuda ha echado más que todos los otros, porque los demás echaron para las ofrendas de Dios lo que les sobraba, mientras que esta echó de su indigencia todo lo que tenía para el sustento (Lc 21, 1-4).
Quizá a nosotros también nos hubieran llamado la atención los que echaban mucho.
Pero Jesús vio cómo se acercaba aquella mujer con el atuendo de las viudas, con clara apariencia de ser una mujer pobre. Había esperado a que la aglomeración desapareciera, y depositó dos monedas pequeñas.
San Marcos interpreta el valor de la moneda para los lectores no judíos y quizá quiera llamar la atención sobre la exigua cantidad que representaba. Se trataba de las monedas más pequeñas que estaban en circulación. No hicieron ruido al caer, pero Jesús oyó la música silenciosa del amor sin palabras. Vio -como siempre- el espíritu con que se hacía la ofrenda.
De cara a los hombres, aquello no tenía valor: las dos monedas hacían un cuadrante, o sea, la cuarta parte de un as. El as era, a su vez, la decimosexta parte de un denario, que constituía la primera unidad monetaria (un denario era el jornal de un trabajador del campo). Si nosotros hubiéramos tenido que hacer la relación de ofrendas de aquel día a lo mejor ni siquiera habríamos tomado nota. ¡Y fue la ofrenda más importante que se hizo! Tan importante fue, que Jesús convocó a sus discípulos para que aprendieran la lección de una pobre viuda. Debió de ser muy importante cuando dos Evangelistas recibieron la inspiración de anotarla y seleccionarla entre los muchos sucesos de aquellos últimos días. Dos monedas pequeñas conmovieron el corazón de Dios.
Aquella mujer nos ha enseñado algo de gran importancia. Nos ha mostrado cómo conmover el corazón de Dios con lo único que ordinariamente tenemos a nuestro alcance: cosas pequeñas. Nos ha enseñado cómo el verdadero valor de las cosas está en nosotros mismos, no en las cosas. Cualquier acontecimiento -de cualquier signo o importancia- podemos convertirlo en algo gratísimo a Dios. Y, por ser grato a Él, valioso. Solo tiene un valor real, verdadero y eterno lo que hacemos grato a Dios.
Todos podemos ser santos, porque todos tenemos pequeñas cosas que ofrecer a Dios en nuestra vida. Tenemos el trabajo de cada día, las relaciones familiares y sociales, las contrariedades de cada jornada, orden...
Jesús permanece atento a lo que queramos ofrecer. Los cristianos debemos aprender a ofrecer con amor y rectitud todas las acciones, aunque sean de poco relieve, de cada día.
2. La santidad se compone de muchos pequeños actos de amor, de correspondencia, de delicadeza para con Dios. Cada día lo encontramos lleno de ocasiones pequeñas en las que podemos ser fieles. El espíritu de mortificación se nos concreta en pequeños sacrificios a lo largo del día: sobriedad en las comidas, puntualidad en el trabajo, afabilidad en el trato, orden y cuidado en los instrumentos que utilizamos en el trabajo... La caridad se manifestará en muchas ocasiones en ser cordiales, en pedir a Dios por una persona que vemos está necesitada, en no criticar, en saber dar las gracias, en sonreír, en no ser susceptibles..., cosas aparentemente de poco valor que están al alcance de todos. Y así ocurre en todas y cada una de las virtudes.
3. Para ser fieles en lo pequeño necesitamos amor a Dios: si no fuera así, pasaríamos por estas cosas de poco relieve externo sin darnos cuenta de las posibilidades que nos ofrecen para acercarnos a Él. El cuidado de lo pequeño alimenta, a su vez, el amor a Dios.
También el descuido habitual de lo pequeño nos aproxima a la tentación grande o a la tibieza que nos hace insensibles a las insinuaciones del Espíritu Santo. De la falta de lucha en los pecados veniales nace, en ocasiones, un verdadero abandono interior que predispone a faltas mayores y quizá al mismo pecado mortal.
En la fidelidad a lo pequeño -a lo que en cada día se nos presenta- prueba el discípulo de Cristo si es apto para recibir lo grande: el reino de los ciclos.
Citas de la Sagrada Escritura
1. Importancia de los detalles
...Para que sea aceptable la víctima ha de ser sin defecto [...]. No ofrecerás nada defectuoso, pues no seria aceptable. Lv 22, 19-20
...No hallo cabales tus obras en presencia de mi Dios. Ap 3, 2
El que violare uno de estos mandamientos, por mínimos que parezcan, y enseñare a los hombres a hacer lo mismo, será tenido por el mas pequeño en el reino de los cielos; pero el que los guardare y enseñare, ese será tenido por grande en el reino de los cielos. Mt 5, 19
2. Fidelidad en lo pequeño
Quien es fiel en lo poco, también lo es en lo mucho. Lc 16, 20
El que desprecia las cosas pequeñas, poco a poco vendrá a caer en las grandes. Si 19, 1
3. El premio a la fidelidad y cuidado de lo pequeño
Díjole el amo: Muy bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te constituirá sobre lo mucho; entra en el gozo de tu Señor. Mt 25, 23
El amor a Dios y lo pequeño
1438 Convenceos de que ordinariamente no encontrareis lugar para hazañas deslumbrantes, entre otras razones, porque no suelen presentarse. En cambio, no os faltan ocasiones de demostrar a través de lo pequeño, de lo normal, el amor que tenéis a Jesucristo (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 8).
1439 Raras veces se ofrecen grandes ocasiones de servir a Dios, pero pequeñas continuamente. Pues ten entendido que el que sea fiel en lo poco será constituido en lo mucho. Haz, pues, todas tus cosas en honor de Dios, y todas las harás bien: ora comas, ora bebas, ora duermas, ora te diviertas, ora des vuelta al asador, como sepas aprovechar estas haciendas, adelantaras mucho a los ojos de Dios haciendo todo esto, porque así quiere Dios que lo hagas (SAN FRANCISCO DE SALES, Introd. a la vida devota, 3, 34).
La humildad y las cosas pequeñas
1440 Haz todas las cosas, por pequeñas que sean, con mucha atención y con el máximo esmero y diligencia; porque el hacer las cosas con ligereza y precipitación es señal de presunción; el verdadero humilde esta siempre en guardia para no fallar aun en las cosas mas insignificantes. Por la misma razón, practica siempre los ejercicios de piedad mas corrientes y huye de las cosas extraordinarias que te sugiere tu naturaleza; porque así como el orgulloso quiere singularizarse siempre, el humilde se complace en las cosas corrientes y ordinarias (J. PECCI -León XIII-, Practica de la humildad, 27).
1441 También en lo pequeño se muestra la grandeza del alma [...]. Por eso el alma que se entrega a Dios pone en las cosas pequeñas el mismo fervor que en las cosas grandes (SAN JERÓNIMO, Epístola 60).
Los detalles pequeños en la Liturgia
1442 Os podrá parecer quizá que la Liturgia esta hecha de cosas pequeñas: actitud del cuerpo, genuflexiones, inclinaciones de cabeza, movimiento del incensario, del misal, de las vinajeras. Es entonces cuando hay que recordar las palabras de Cristo en el Evangelio: El que es fiel en lo poco, lo será en lo mucho (Lc 16, 16). Por otra parte, nada es pequeño en la Santa Liturgia, cuando se piensa en la grandeza de Aquel a quien se dirige (PABLO VI, Aloc. 30-V-1967).
Muchas cosas grandes se prometen a quien es fiel en lo pequeño
1443 Porque fuiste "in pauca fidelis"-fiel en lo poco –, entra en el gozo de tu Señor.– Son palabras de Cristo. -"¡in pauca fidelis!..." -¿Desecharás ahora las cosas pequeñas si se promete la gloria a quienes las guardan? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 819).
1444 Sea por todo alabado y bendito, que así paga con eterna vida y gloria la bajeza de nuestras obras, y las hace grandes siendo de pequeño valor (SANTA TERESA, Fundaciones, 10, 5).
1445 Fuiste fiel en lo poco, porque todo lo que ahora tenemos, aunque parezca grande, es poca cosa en comparación de los bienes futuros (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. 111, p. 230).
1446 Ea, siervo bueno y fiel, puesto que fuiste fiel en lo poco, te constituirá sobre lo mucho: entra en el gozo de tu Señor. Todas las cosas de este mundo, por grandes que parezcan, son pequeñas en comparación de la retribución eterna (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 9 sobre los Evang.).
1447 El pide cosas insignificantes; promete en cambio, a quienes le aman sinceramente, grandes dones, tanto en este mundo como en el futuro (SAN GREGORIO NACIANCENO, Disertación 7).
La raíz del descamino también se encuentra en el descuido de lo pequeño
1448 Cuando alguien sucumbe en su vida espiritual y mide el suelo en su caída, no hay que creer que ello obedezca a una causa repentina. Porque, una de dos: o la formación defectuosa recibida en el principio de su carrera le ha conducido por una falsa senda, o bien una negligencia persistente ha minado poco a poco su virtud y, dejando crecer los vicios, le ha precipitado en una lamentable ruina [...]. Una casa no se hunde por un impulso momentáneo. Las mas de las veces es a causa de un viejo defecto de construcción. En ocasiones es la prolongada desidia de los moradores lo que motiva la penetración del agua. Al principio se infiltra gota a gota y va insensiblemente carcomiendo el maderaje y pudriendo el armazón. Con el tiempo el pequeño orificio va tomando mayores proporciones, originándose hendiduras y desplomes considerables. Al cabo, la lluvia penetra a torrentes (CASIANO, Colaciones, 6).
Lo "grande" suele comenzar por lo "pequeño"
1449 Siempre suele suceder que las cosas que han de llegar a mucho empiezan por poco (SAN JERÓNIMO, en Catena Aurea, vol. III, p. 13).
1450 Pongamos ante los ojos de nuestro entendimiento las cosas pequeñas, para que podamos pensar dignamente en las mayores (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 36 sobre los Evang.).
1451 ¿Has visto como levantaron aquel edificio de grandeza imponente?-Un ladrillo, y otro. Miles. Pero, uno a uno.-Y sacos de cemento, uno a uno. Y sillares, que suponen poco, ante la mole del conjunto.-Y trozos de hierro.-Y obreros que trabajan, día a día, las mismas horas. ¿Viste como alzaron aquel edificio de grandeza imponente?...-¡A fuerza de cosas pequeñas! (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 823).