Antología de Textos

ENTREGA

1. La oblación (qorban) era, entre los judíos, la ofrenda a Dios de los productos del suelo en señal del supremo dominio divino sobre todo lo creado. Se ofrecía harina y aceite, espigas tostadas o pan cocido, sobre los que se depositaba incienso (Lv 2, 1-2; 14-15). Parte de la ofrenda se quemaba sobre el altar. El resto era consumido por el sacerdote en el interior del templo (Lv 6, 7-11).
El holocausto era un sacrificio en el que la víctima (una res o un ave) se destruía por completo, casi siempre a través del fuego (en griego holocausto significa quemar enteramente, destruir, aniquilar). El oferente imponía la mano sobre el animal y lo inmolaba; el sacerdote derramaba luego la sangre alrededor del altar. En tiempos del Señor, este sacrificio se ofrecía mañana y tarde, y por eso era llamado "sacrificio perpetuo" (Dn 8, 11). Era figura del que había de venir.
El Supremo Sacrificio, el holocausto por excelencia, fue ofrecido por el Señor en el Calvario, y se ofrece cada día, ahora de modo incruento, en la Santa Misa.
2. De modo semejante, el Señor nos pide la ofrenda de nosotros mismos, sin reservarnos nada. Él ha dado Su vida para que seamos todo de Dios. Quien conserve su vida la perderá; y quien la pierda por mi amor la volverá a encontrar (Mt 10, 39). No pide el Señor la renuncia de algo (bienes, casa, etc.) ni ofrendas de animales o cosas, sino, ante todo, la renuncia de sí mismo. Lo que tiene de más valor para cada uno: el propio yo. Entregar la propia vida, a fin de vivir para Dios, en cualquier situación en la que la vida nos haya situado. Luego, promete el Señor recuperarla en Él.
El cristiano, si quiere ser coherente con su fe, habrá de decidirse a ser de Dios sin reservas, sin dejar ningún campo.
3. Hasta las cosas más íntimas y queridas deben estar en segundo lugar. El Señor se constituye en el centro de todos los afectos e ilusiones de sus discípulos, está muy por encima de los amores más nobles de la vida humana. Solo quien es capaz de posponer todos los valores y preferir a Jesús, sacrificando hasta la propia vida, se puede llamar con verdad discípulo suyo.
Esta entrega se realiza cada día, ordinariamente, en pequeños detalles que van desde ofrecer el día al comenzar la jornada, hasta las atenciones que requiere la convivencia con los demás.

Citas de la Sagrada Escritura

María, ejemplo de una entrega a Dios sin condiciones: Lc 1, 38
Fe para vencer y seguir al Señor: Lc 18, 35-43
No existe nunca razón suficiente para volver la cara atrás en el propio camino: Lc 9, 61-62
Desprendimiento para seguir al Señor. El joven rico: Lc 18, 18-23
El premio de la entrega: Mt 19, 27-30
El que no esta conmigo esta contra mi, y el que conmigo no recoge, derrama. Lc 11, 23
Entonces dijo Jesús a sus discípulos: El que quiera venir en pos de mi, niéguese a si mismo, tome su cruz y sígame. Pues el que quiera salvar su vida, la pedrera; y el que pierda su vida por mi la hallara. Y ¿de que aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? , ¿O que podré dar el hombre a cambio de su alma? Mt 16, 24-26
Siguiendo el camino, vino uno que le dijo: Te seguiré adondequiera que vayas. Jesús le respondió: Las raposas tienen cuevas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza. A otro le dijo: Sígueme, y respondió: Señor, déjame ir primero a sepultar a mi padre. El le contesto: Deja a los muertos sepultar a sus muertos, y tu vete y anuncia el reino de Dios. Otro le dijo: Te seguiré, Señor, pero déjame antes despedirme de los de mi casa. Jesús le dijo: Nadie que, después de haber puesto la mano sobre el arado, mire atrae, es apto para el reino de Dios. Lc 9, 57-62
Se le junto numerosa muchedumbre, y vuelto a ella, les decía: Si alguno viene a mi y no aborrece a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. Lc 14, 25-26

La vocación cristiana supone una entrega

1915 Seguir a Cristo es algo muy distinto de admirar un modelo, aun en el caso de que tengáis buen conocimiento de las Escrituras y de la teología. Seguir a Cristo es algo existencial. Es querer imitarle hasta el extremo de dejarse configurar con El, asimilarse a El, hasta el punto de ser "como otra humanidad suya" (JUAN PABLO II, Aloc. París, 3 1-V-1 980).

1916 Un cristiano no es dueño de si mismo, sino que esta entregado al servicio de Dios (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA Epístola a S. Policarpo).

1917 El que en esta vida busca todavía las cosas propias, aun no ha llegado a la viña del Señor. Pues solo trabajan para el Señor los que no buscan su propia utilidad sino la de su amor, que sirven con el celo de la caridad y el deseo de adelantar en la virtud, que procuran ganar almas para Dios y hacen cuanto esta de su parte para llevar a otros consigo a la viña. Todo aquel que solo vive para si, que se alimenta del deseo de la carne, con razón se le reprende como ocioso, porque no busca el fruto de la obra divina (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 19 sobre los Evang.).

1918 Dios nos saca de las tinieblas de nuestra ignorancia, de nuestro caminar incierto entre las incidencias de la historia, y nos llama con voz fuerte, como un día lo hizo con Pedro y con Andrés: Venite post me, et faciam vos fieri piscatores hominum (Mt 4, 19), seguidme y yo os haré pescadores de hombres, cualquiera que sea el puesto que en el mundo ocupemos (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, 45).

1919 Todos los fieles cristianos, en las condiciones, ocupaciones o circunstancias de su vida, y a través de todo eso, se santificaran cada día mas si lo aceptan todo con fe de la mano del Padre celestial y colaboran con la voluntad divina, haciendo manifiesta a todos, incluso en su dedicación a las tareas temporales, la caridad con que Dios amo al mundo (CONC. VAT. II, Const. Lumen gentium, 41).

Dios pide una entrega del todo y sin condiciones

1920 Si no estamos dispuestos para correr, con la ayuda de Jesucristo, hasta a la misma muerte para imitar su pasión, tampoco su vida esta en nosotros (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Epístola a los Magnesios).

1921 Deja mucho el que no retiene nada para si; deja mucho el que lo abandona todo, por muy poco que sea. Nosotros conservamos con pasión lo que poseemos, y tratamos de conseguir lo que no tenemos. Si, Pedro y Andrés dejaron mucho, puesto que tanto el uno como el otro abandonaron hasta el deseo de poseer. Abandonaron mucho porque al renunciar a sus bienes renunciaron también a sus ansias. Siguiendo al Señor renunciaron a todo lo que hubieran podido desear de no haberlo seguido (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 5 sobre los Evang.).

1922 El corazón del que ama ya no es suyo, lo dio al Amado (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico Espiritual, 9, 2).

1923 A veces (la voluntad) parece resuelta a darse y servir sin trabas a Cristo, pero quiere contar al propio tiempo con el aplauso y favor de los hombres. Incluso diríase que, en ocasiones, esta dispuesta a confesar la verdad, a despecho de las consecuencias; mas se inhibe luego ante el compromiso, y solo lo hace cuando no causa disgusto a nadie [...]. Indudablemente, una voluntad así no nos permitirla llegar nunca a la verdadera santidad (CASIANO Colaciones, 4, 12).

1924 Cuando los hipócritas planteen a vuestro alrededor la duda de si el Señor tiene derecho a pediros tanto, no os dejéis engañar. Al contrario, os pondréis en presencia de Dios sin condiciones, dóciles, como la arcilla en manos del alfarero (Jr 18, 6), y le confesareis rendidamente: Deus meus et omnia!, Tu eres mi Dios y mi todo. (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 167).

1925 Renunciar a la propia vida significa no buscar nunca la propia voluntad sino la voluntad de Dios, y hacer del querer divino la norma única de la propia conducta (SAN GREGORIO DE NISA, Sobre la conducta cristiana).

1926 El Reino de Dios no tiene precio, y sin embargo cuesta exactamente lo que tengas [...]. A Pedro y a Andrés les costo el abandono de una barca y de unas redes; a la viuda le costo dos moneditas de plata (cfr. Lc 21, 2); a otro, un vaso de agua fresca (cfr. Mt 10, 42) (SAN GREGORIO MAGNO, Hom. 5 sobre los Evang.).

1927 La cama es estrecha, y uno de los dos se cae; manta pequeña no cubre a dos (Is 28, 20); donde al corazón del hombre se le compara con una cama estrecha y una manta pequeña. Ya es estrecho el corazón humano para Dios solo; si además das en el entrada a otras cosas, arrojas a Dios (SANTO TOMÁS, Sobre la caridad, 1. c., 214).

Lo "nuestro" se salva cuando lo entregamos

1928 Tu barca –tus talentos, tus aspiraciones, tus logros– no vale para nada, a no ser que la dejes a disposición de Jesucristo, que permitas que El pueda entrar ahí con libertad, que no la conviertas en un ídolo. Tu solo, con tu barca, si prescindes del Maestro, sobrenaturalmente hablando, marchas derecho al naufragio. Unicamente si admites, si buscas, la presencia y el gobierno del Señor, estarás a salvo de las tempestades y de los reveses de la vida. Pon todo en las manos de Dios: que tus pensamientos, las buenas aventuras de tu imaginación, tus ambiciones humanas nobles, tus amores limpios, pasen por el corazón de Cristo. De otro modo, tarde o temprano, se irán a pique con tu egoísmo (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 21).

1929 Soy trigo de Dios y he de ser molido por los dientes de las fieras, para llegar a ser pan limpio de Cristo. Rogad por mi a Cristo, para que, por medio de esos instrumentos, llegue a ser una víctima para Dios (SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a los Romanos).

1930 Amar es, por tanto, esencialmente entregarse a los demás. Lejos de ser una inclinación instintiva, el amor es una decisión consciente de la voluntad de ir hacia los otros. Para poder amar en verdad, conviene desprenderse de todas las cosas y, sobre todo, de uno mismo, dar gratuitamente, amar hasta el fin. Esta desposesión de si mismo [...1 es exhaustiva y exaltante. Es fuente de equilibrio. Es el secreto de la felicidad (JUAN PABLO II, Aloc. 1-VI-1980).

Jesucristo corresponde siempre a nuestra entrega

1931 Acordaos que hay pocas almas que le acompañen y le sigan en los trabajos; pasemos por El algo, que Su Majestad nos lo pagara; y acordaos también que de personas habrá que no solo quieren no estar con El, sino que con descomedimiento le echen de si. Pues algo hemos de pasar para que entienda que le tenemos deseos de ver (SANTA TERESA, C. de perfección, 3S, 2).

1932 Deseaba (Zaqueo) verle solamente; pero el que hace por nosotros mas de lo que le pedimos, le concedió mas de lo que esperaba (TITO BOSTRENSE, en Catena Aurea, vol. VI, P. 329).

1933 El Señor concede siempre mas de lo que se le pide: el ladrón solo pedía que se acordase de el, pero el Señor le dice: Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso (SAN AMBROSIO, en Catena Aurea, vol. VI, p. 507).

1934 Y como El no ha de forzar nuestra voluntad, toma lo que le damos; mas no se da a Si del todo hasta que nos damos del todo (esto es cosa cierta, y porque importa tanto os lo acuerdo tantas veces), ni obra en el alma como cuando del todo, sin embarazo, es suya. Ni se como ha de obrar; es amigo de todo concierto (SANTA TERESA, C. de perfección, 28, 12).

1935 Si nos damos, El se nos da (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 22).

1936 Nuestro Rey, a pesar de su condición altísima, por nosotros viene humilde, mas no con las manos vacías; el trae para sus soldados una dádiva espléndida, ya que no solo les otorga copiosas riquezas, sino que les da también una fortaleza invencible en el combate. En efecto, trae consigo el don de la caridad (SAN FULGENCIO DE RUSPE, Sermón 3).

1937 Dios nunca falta de ayudar a quien por El se determina a dejarlo todo (SANTA TERESA, C. de perfección, 1, 2).

La entrega a Dios libera de todas las ataduras

1938 Cuando nos decidimos a contestar al Señor: mi libertad para ti, nos encontramos liberados de todas las cadenas que nos habían atado a cosas sin importancia, a preocupaciones ridículas, a ambiciones mezquinas (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Amigos de Dios, 38).

1939 Haced alto en el camino y ved. Preguntad por los caminos de antes: ¿Es esa la senda buena? Pues seguidla, y hallareis la paz para vuestras almas (Jr 6, 16). Vosotros veréis al-punto como se os allanan las cuestas y se os nivelan los declives (Is 40, 4). Gustareis y veréis que el Señor es bueno (Sal 24, 9). Ante la palabra de Cristo en el Evangelio: Venid a mi todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviare (Mt 11, 28), depondréis el peso abrumador de vuestros pecados. La senda del Señor es todo refrigerio, si se marcha por ella. Somos nosotros quienes nos creamos dolores y tormentos por nuestras preocupaciones, siempre que preferimos seguir los caminos tortuosos de este siglo, incluso a trueque de peligros y dificultades (CASIANO Colaciones, 23, 25).

La falta de entrega oscurece el camino

1940 Cuando un hombre llena de buen vino unas tinajas muy bien dispuestas para ello, y entre ellas deja algunas a medio llenar, si luego se da una vuelta por las tinajas, no examina las que dejo llenas –pues sabe que están llenas–, sino que mira a las que están a medio llenar, pues teme que se hayan agriado (PASTOR DE HERMAS, Mandamientos 13, 5, 3).

1941 (Palabras de S. Basilio a un monje de poca entrega): Et senatorem perdidisti, et monachum nos fecisti: Has sacrificado al senador y no has hecho al monje (CASIANO, Instituciones, 7, 19).

1942 Elías, por otra parte, preguntaba: ¿ Hasta cuando vais a estar cojeando para ambos lados? (3 Rey 18, 21). Y es que, como el cojo se va inclinando un paso a la derecha y otro a la izquierda, así el pecador tan pronto peca como trata de buscar a Dios. Pero el Señor dice: Volveos a mí con todo vuestro corazón (Jl 2, 12) (SANTO TOMÁS, Sobre el doble precepto de la caridad, 1. c., p. 214).

1943 Si encontramos amarga la admirable suavidad del yugo del Señor, ¿no será porque la corrompe la amargura de nuestra falta de correspondencia? Si la alegre ligereza de la carga divina nos es tan pesada, ¿no será porque, llevados de una orgullosa presunción, despreciamos a aquel que nos ayuda a llevarla? (CASIANO, Colaciones, 24, 24).

1944 Parécenos que lo damos todo; y es que ofrecemos a Dios la renta o los frutos y quedamonos con la raíz y posesión (SANTA TERESA, Vida, 2, 1).

Generosidad en la entrega

1945 Paréceme ahora a mi esta manera de caminar un querer concertar cuerpo y alma para no perder acá el descanso y gozar allá de Dios. Y así será ello si se anda en justicia y vamos asidos a virtud, mas es paso de gallina; nunca con el se llegara a la libertad de espíritu (SANTA TERESA. Vida, 13, 3).

1946 Torno a decir que esta el todo o gran parte en perder el cuidado de nosotras mismas y de nuestro regalo; porque quien de veras comienza a servir al Señor, lo menos que le puede ofrecer es la vida (SANTA TERESA C. de perfección, 12, 2).

1947 [...] los antiguos hombres debían consagrarle los diezmos de sus bienes; pero nosotros, que ya hemos alcanzado la libertad, ponemos al servicio del Señor la totalidad de nuestros bienes, dándolos con libertad y alegría aun los de mas valor, pues lo que esperamos vale mas que todos ellos; echamos en el cepillo de Dios todo nuestro sustento, imitando así el desprendimiento de aquella viuda pobre del evangelio (SAN IRENEO, Trat. contra las herejías, 4).

1948 Las personas que han amado a Dios sin reservas tienen capacidad especial para amar al hombre y entregarse a el sin intereses personales y sin limites (JUAN PABLO II, Aloc. 10-Xl-1978).

1949 Démosle ya una vez la joya del todo, de cuantas acometemos a dársela. Es verdad que nos da primero para que se la demos (SANTA TERESA, C. de perfección, 32, 8).

1950 Pero, ¿que ofreceremos nosotros, hermanos míos, o que le devolveremos por todos los bienes que nos ha hecho? El ofreció por nosotros la Víctima mas preciosa que tuvo, y no puede haber otra mas preciosa; hagamos también nosotros lo que podamos, ofreciéndole lo mejor que tenemos, que somos nosotros mismos (SAN BERNARDO, Hom. en la Purificación, 3, 3).

1951 Y no os pido cosas nuevas, hijas mías, sino que guardemos nuestra profesión, pues es nuestro llamamiento y a lo que estamos obligadas, aunque de guardar a guardar va mucho (SANTA TERESA, C. de perfección, 4, 1).

La entrega del sacerdote comporta un especial servicio a los demás

1952 Los sacerdotes no tenemos derechos: a mi me gusta sentirme servidor de todos, y me enorgullece ese titulo. Tenemos deberes exclusivamente, y en esto esta nuestro gozo: el deber de enseñar el catecismo a los nirios y a los adultos, el deber de administrar los sacramentos, el de visitar a los enfermos y a los sanos; el deber de llevar a Cristo a los ricos y a los pobres, el de no dejar abandonado el Santísimo Sacramento, a Cristo realmente presente bajo la apariencia de pan; el deber de buen pastor de las almas, que cura a la oveja enferma y busca a la que se descarría, sin echar en cuenta las horas que se tenga que pasar en el confesonario (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, citado por A. del Portillo en Escritos sobre el sacerdocio, pp. 125-126).

1953 No hay ningún buen pastor si no esta unido a Cristo por la caridad, quedando así convertido en un miembro del verdadero pastor. El servicio del buen pastor consiste en la caridad. Por eso dice Jesús que el da la vida por sus ovejas (Jn 10, 11) [...]. Un buen pastor, en la realidad de la vida, tiene que aguantar mucho para cuidar bien el ganado que se le ha encomendado, como dice Jacob: Durante el día me consumía el calor, y por la noche me atería de frío (sen 31, 40) (SANTO TOMÁS, Lectura sobre S. Juan, 10, lect. 3, 1-2 ).

1954 Los sacerdotes han sido elegidos por Dios y entresacados del Pueblo " para que se entreguen por completo (totaliter) a la obra para la cual el Señor los tomo " (Decr. Presbyterorum ordinis, 3). A partir de su ordenación, toda " recuperación " de aquellas realidades o funciones a las que, elegido y movido por Dios, renuncio para entregarse a su misión, seria ya una perdida: para la Iglesia, en donde el sacerdote es punto focal de irradiación salvífica, y para el mismo sacerdote que, hecho vaso de elección, configurando ontológica y definitivamente (in aeternum) por el carácter sacerdotal, se encuentra ante la alternativa de llenar su existencia de vida sacerdotal o tenerla vacía (A. DEL PORTILLO, Escritos sobre el sacerdocio, p. 118).