2165 Por muy altas que se alcen las murallas de una fortaleza y por muy firmes que sean las puertas cerradas que protegen a una ciudadela, será demolida si por traición se franquea una puerta al enemigo, aunque pequeña, por donde abrir brecha y asolarla. Y, ¿que diferencia hay en que el enemigo y la muerte irrumpan en el corazón de la ciudad y lo hagan por encima de las elevadas almenas o por las puertas abiertas de par en par, o por el secreto pasillo de una estrecha galería subterránea? (CASIANO, Instituciones, 1, 11).
2165b Como buenos negociantes debemos saber lo que ganamos cada día (SAN AGUSTÍN, Sermones, 20, 1; 32, 3).
2166 No es necesario romper las cuerdas y arrojar el laúd cuando vemos que esta desafinado, sino que hay que poner oído atento para descubrir donde esta el desconcierto, y tensar o aflojar la cuerda nuevamente, según lo requiera el caso (SAN FRANCISCO DE SALES, Cartas, 1. c., 212).
2167 Avanzad siempre, hermanos míos. Examinaos cada día sinceramente, sin vanagloria, sin autocomplacencia, porque nadie hay dentro de ti que te obligue a sonrojarte o a jactarte. Examínate y no te contentes con lo que eres, si quieres llegar a lo que todavía no eres. Porque en cuanto te complaces de ti mismo, allí te detuviste. Si dices ¡basta!, estas perdido (SAN AGUSTÍN, Sermón 169).
2168 Examen. -Labor diaria. -Contabilidad que no descuida nunca quien lleva un negocio. ¿Y hay negocio que valga mas que el negocio de la vida eterna? (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 235).
2169 El examen de conciencia diario es un gran apoyo para las misericordias (CONC. VAT. II, Decr. Praesbyterorum Ordinis, 18).
2170 Pon todas tus faltas delante de tus ojos. Ponte frente a ti mismo, como delante de otro; y luego, llora (SAN BERNARDO Meditationes piissimae, 5).
2171 Este hombre debe llegar a la casa del Padre. El camino que allí conduce, pasa a través del examen de conciencia, el arrepentimiento y el propósito de la enmienda. Como en la parábola del hijo prodigo, estas son las etapas al mismo tiempo lógicas y psicológicas de la conversión. Cuando el hombre supere en si mismo, en lo intimo de su humanidad, todas estas etapas, nacerá en el la necesidad de la confesión. Esta necesidad quizá lucha en lo vivo del alma con la vergüenza, pero cuando la conversión es verdadera y autentica, la necesidad vence a la vergüenza: la necesidad de la confesión, de la liberación de los pecados es mas fuerte. Los confesamos a Dios mismo, aunque en el confesonario los escucha el hombre-sacerdote. Este hombre es el humilde y fiel servidor de ese gran misterio que se ha realizado entre el hijo que retorna y el Padre. (JUAN PABLO II, Hom. Roma 16-III-1980).
2172 Pues yo reconozco mi culpa, tengo presente mi pecado. El que así ora no atiende a los pecados ajenos, sino que se examina a si mismo, y no de manera superficial, como quien palpa, sino profundizando en su interior. No se perdona a si mismo, y por esto precisamente puede atreverse a pedir perdón (SAN AGUSTÍN, Sermón 19).
2173 Para quienes buscan con sinceridad el remedio, no puede faltar la medicina del verdadero medico de las almas. Esto es particularmente cierto para aquellos que no cierran los ojos a sus dolencias por desanimo o por negligencia (CASIANO, Colaciones, 19, 22).
2173b No separemos la consideración de nuestras faltas del pensamiento de la infinita misericordia. Miremos, al contrario, nuestra fragilidad y miseria a la luz de la infinita bondad que nos levanta. El examen, hecho de este modo, lejos de desalentarnos, hará aumentar nuestra confianza en Dios (R. GARRIGOU-LAGRANGE, Las tres edades de la vida interior, vol. I, p. 354).
2174 Examina en ti mismo que es lo que eres; haz todo lo posible por conocerte (SAN BASILIO, Homilía 3).
2175 (Los santos), en su afán por la santidad, descubren en si con rara sagacidad y condenan sin piedad cosas que nuestra mirada interior, entenebrecida, no puede ni siquiera sospechar (CASIANO, Colaciones, 23, 6).
2176 Conocimiento de si, que es el primer paso que tiene que dar el alma para llegar al conocimiento de Dios (SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico espiritual, 4, 1).
2177 El examen de conciencia que has de hacer siempre antes de acostarte, todos saben que se hace de este modo:
- Se dan gracias a Dios de habernos conservado aquel día.
2177b Para tu examen diario: ¿he dejado pasar alguna hora, sin hablar con mi Padre Dios?... ¿He conversado con Él, con amor de hijo? -¡Puedes! (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Surco, n. 657).
2178 No os preocupéis si no recordáis todas vuestras caídas para confesarlas, pues siendo tan frecuentes e inadvertidas, también os levantáis inadvertidamente. Allí donde se lee que el justo se ve caer siete veces al día, hay que agregar que, si bien cae siete veces, no lo es menos que se levanta otras tantas, sin advertirlo. No sufráis por tal causa; confesad lo que hayáis podido observar; y por lo que hace a las faltas que se os pasan por alto, confiaos a la misericordia de Aquel que sostiene con su mano a los que caen sin querer, para que no se hieran, y los levanta tan presta y dulcemente que ellos mismos no advierten si han caído, porque la mano de Dios los sostuvo, ni de haber sido levantados, pues lo hacen tan aprisa que no les deja pensarlo (SAN FRANCISCO DESALES, Epistolario, fragm. 1666, 1. c., p.801).
2178b En el examen de conciencia, no debe el alma detenerse demasiado en la consideración de sí misma, dejando de mirar a Dios. Debe, por el contrario, preguntarse, dirigiendo su mirada al Señor: ¿cómo juzgará Dios este día o semana mía que ahora termina? ¿Ha sido mío o ha sido de Dios, en este día? ¿Le he buscado a Él o me he buscado a mismo? (R. GARRIGOU-LAGRANGE, Las tres edades de la vida interior, vol. I, p. 354).
2179 Acaba siempre tu examen con un acto de Amor –dolor de Amor– : por ti, por todos los pecados de los hombres...-Y considera el cuidado paternal de Dios, que te quito los obstáculos para que no tropezases (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 246).
2180 El que se acusa a si mismo acepta con alegría toda clase de molestias [...] pues se considera merecedor de todo ello, y en modo alguno pierde la paz [...].Pero quizá alguien me objetara: " Si un hermano me aflige y yo, examinándome a mi mismo, no encuentro que le haya dado ocasión alguna, ¿por que tengo que acusarme? ". En realidad, el que se examina con diligencia y con temor de Dios nunca se hallara del todo inocente, y se dará cuenta de que ha dado alguna ocasión, ya sea de obra, de palabra o con el pensamiento. Y si en nada de esto se halla culpable, seguro que en otro tiempo habrá sido motivo de aflicción para aquel hermano, por la misma o por diferente causa; o quizá habrá causado molestia a algún otro hermano. Por esto sufre ahora en justa compensación, o también por otros pecados que haya podido cometer en muchas otras ocasiones (SAN DOROTEO, Instrucción 7, 2-3).
2181 Han de confesar y reconocer delante de Dios que no ha pasado la jornada sin que le hayan ofendido de algún modo; y, porque somos ciegos en lo que nos toca, pedirán gracia y luz al Espíritu Santo para reconocer bien sus faltas (SAN FRANCISCO DE SALES, Directorio espiritual, 6, 1.c., p. 608).
2182 Faltóle la fortaleza y sujetóla el humor, a quien muchas veces, hijas, echamos la culpa de nuestras imperfecciones y mudanzas (SANTA TERESA, Fundaciones, 27, 10).
2183 La causa de toda perturbación consiste en que nadie se acusa a si mismo (SAN DOROTEO, Instrucción 7, 1-2).
2184 Bien mirado, nunca nos culpan sin culpas, que siempre andamos llenas de ellas, pues cae el justo siete veces cada día y seria mentir decir que no tenemos pecados. Ansi que, aunque no sea en lo mismo que nos culpan, nunca estamos sin culpa del todo, como lo estaba el buen Jesús (SANTA TERESA, C. de perfección, 15, 4).
2185 El examen general parece defensa. -El particular, ataque. -El primero es la armadura. El segundo, espada toledana (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER. Camino, 238).
2186 Cuando alguno se ve particularmente dominado por un defecto, debe armarse solo contra ese enemigo, y tratar de combatirlo antes que a otros [...], pues mientras no lo hayamos superado echaremos a perder los frutos de la victoria conseguida sobre los demás (SAN JUAN CLIMACO. Escala del paraíso, 15).
2187 Con el examen particular has de ir derechamente a adquirir una virtud determinada o a arrancar el defecto que te domina (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, 241).